(desde 2005 en Internet;
a Bernardo Soares le habría encontado tener uno igual,
aunque seguro que Pessoa habría mirado hacia otro lado
mientras lo redactaba).
Bienvenido,
lector, curiosea a tu aire: -La
estrafalaria vida literaria de
Javier Puebla-
DIARIO 009-1 (EL REGRESO
DE WALTER FLORES a la demencial ciudad de Madrid, Mad Madrid)
“No se odia el obstáculo,
la piedra o el tronco encontrados a mitad del camino. Lo más
cuerdo es hacerlos a un lado, suprimirlos con el único
fin de continuar avanzando” GUILLERMO FADANELLI, Lodo.
12 de enero de 009
Me lo encuentro coreando a algún rockero
de su generación, y sentado frente al ordenador. Con
un poco de suerte ya ha escrito él su absurdo diarioweb
(la propia palabro, palabro más bien, suena idiota) y
nos limitaremos a charlar amigablemente, catar el jamón
que le he traído del pueblo (lo ha cortado mi hermana
mayor en persona) y dar cuenta de alguna de las botellas de
vino con las que me he ido cruzando -hola, Cune,
ya verás cuando te deje sin una gota en el cuerpo Marqués
de Cáceres- mientras atravesaba la casa camino del despacho.
Aún no me ha visto, sigue escribiendo y menea la cabecita
como un perro de esos que se colocaban en la trasera de los
coches para demostrar que la amortiguación del vehículo
era una mierda. Pero ¿qué suena? ¿Cat Stevens?
Tengo que traerle algo de música actual y no sólo
jamón al jefe. Sigue sin verme, me acerco a ver que está
escribiendo, pero si está... ¡jugando al tetris!
Hay que joderse.
-¡Flores!
-Flores, narices. Perdón, señor Puebla, se me
ha escapado, pero pero pero...
-Pero qué? Te parece mal que me entretenga con un videojuego.
-No, lo que me parece mal, y usted disculpe, es que llame al
Tetris, esa antigualla, videojuego. Tendría que probar
Watchmen, es un flipe, yo estoy enganchadísimo, o...
-Vale, Flores, comprendo que para un hombre de tu edad soy un
fósil.
-Un fósil no, Javier, amigo mío. Aunque en realidad
seas tan viejo como Matusalén te conservas; de hecho
mi hermana pequeña cuando le enseñé nuestra
web dijo que tenía ganas de conocerte.
-¿Y qué edad tiene tu hermana pequeña?
-Veintitrés.
-¿Veintitrés?, vaya.
-Sí, ya sé demasiado joven para usted.
-No, al contrario, Flores. Un poco mayor. A las de 19 las tolero...,
pero 23; no sé, de cualquier modo no hay caso, ya sabes
que estoy casado felizmente con una jugadora de rugby experta
en placaje y que si doy un paso en falso seguro que tiene la
generosidad de romperme todos los huesos.
-Lola nunca haría nada así.
-¿Lola? ¿Has estado hablando con ella?
-Me
ha contado del acojone que le había entrado al tener
que ponerse a corregir la novela de...
-¿Acojone? ¿Acojone Javier Puebla ante una novelita
de mierda? ¿Por quién me has tomado, Flores? Sólo
estaba un poco...
Dios, qué manera de meter la pata, de ésta me
despide y ni siquiera catamos el jamón que ha cortado
mi sister y ni hablamos del Nadal que le han dado a Maruja Torres,
ni de Fadanelli, ni de lo que nos han traído los Reyes
Magos. Vaya, parece que se calma solo, se está riendo.
-... sólo estaba un poco “acojonado”, de
acuerdo. Pero lo resolví en cuarenta minutos.
-¿Después de comerse todas las uñas de
los pies y de las manos?
-¡Walter!
-Es broma, patrón. Es broma. Lo que vamos a comernos
va a ser este jamoncito que le he traído, cortado por
mi hermana María que es una artista.
-Tiene una pinta excelente.
-Y mientras me cuentas lo que quieres que escriba en el diarioweb
esta semana.
-¿En el diarioweb? Nada, esta semana pasamos, que aún
es medio navidad y la mayor parte de la gente ni siquiera ha
desmontado el árbol de las bolas. El próximo domingo
nos ponemos en serio. ¿Te gusta el Marqués de
Cáceres o prefieres un Cuné?
-Cualquier cosa me parece bien. Por cierto, siento lo de su
tía Maribel.
-Gracias, Flores. Sí, mi tía Maribel Trinchant
Navarro, era una buena persona. Madrid se cubrió de blanco,
la mayor nevada de muchos años, el día de su muerte.
Eso es elegancia, morirte justo cuando dejas de valerte por
ti mismo y para seguir tendrías que vivir colgado permanentemente
de la chepa de alguien.
-Sí que es elegancia, señor Puebla.
-Lo es, Flores. La semana que viene trabajaremos, como ya te
he dicho. Ahora choca tu copa. Chin.
-Chín. Por su tía.
-Por mi tía, que por cierto era la madre de mi prima
Marta, de la que tanto y tantas veces hablo.
Le miro compasivo. Compasivo pero algo nervioso.
-Señor Puebla, ¿le molesta si apago el ordenador?
Es que no puedo soportar esa antigualla del Tetris, que ya hasta
viene de serie en los televisores.
(Walter Flores, hoy domingo 11 de enero de retorno en Madrid
tras más de quince deliciosos días en Valencia
de Alcántara, Cáceres, Extremadura. El pueblo
que me vio nacer).
“Ese argumento de “tienes
que compartir tus juguetes con los demás” está
muy bien, siempre y cuando los adultos compartan antes los suyos
para dar ejemplo”. BARBARA ALPUENTE. Princesas de Malasaña
(Cuentos de la calle del Pez, colectivo).
19 de enero
-¿De qué quiere que hable hoy,
jefe? Porque la semana ha sido movidita y espero que no pretenda
que me ponga a contarlo todo todito todo.
-Lo que quieras, Flores. ¿Has pasado el texto de Traum?
Guapo, ¿verdad? Ha llegado por correo ordinario. Me gustan
los sobres chinos. El matasellos y el franqueo impreso directamente
sobre el papel. Moderno.
Sí, modernísimo, como todo lo que hace el calvo
malévolo. No me ha gustado nada. Me parece bastante asqueroso
cuanto escribe, asqueroso y brutal, pero pongo una sonrisilla
boba y contesto que sí, que lo he pasado (es mentira),
que lo añadiré a su web (es mentira),
alojada dentro de la de mi patrón, en cuanto termine
de escribir el diario de esta semana. -¿Empezamos
por la visita a la editorial Salto de página? Pablo Mazo,
Daniel Martínez..., los libros de Jon Bilbao y Carlos
Salem, y luego el paseo de casi dos horas -incluyendo el cambio
de calcetines sentado en un banco de la calle Fuencarral- con
unos zapatos que le venían pequeños...
-No sé si merece la pena. He dedicado la columna de la
semana que viene a la nueva y audaz editorial, y el paseo es
demasiado privado.
-Pero lo de los calcetines...
-Lo de los calcetines es aún más privado, Flores.
-Entonces, ¿Alcalá university? El cierre del primer
cuatrimestre.
Niega Javier Puebla con un gesto. Y en el gesto también
engloba otro largo paseo por los dominios de Tigre Manjatan,
los aledaños de El Callejón de los Milagros. Así
que ya sólo queda... ¡Oxígeno líquido!
-Bien, Walter. Muy bien. Un secretario eficiente no necesita
escuchar las palabras, sabe leer el pensamiento de su jefe.
-Allá voy, patrón. A ver si le gusta.
Sucedió el miércoles. A
Puebla le había citado su amigo de postadolescencia Moncho
Alpuente en un bar de la calle del Pez, semiesquina con San
Bernardo, donde suele montarse una tertulia informal cuando
sale de LA SER, para intercambiar libros -Tigre Manjatan por
Los cuentos de la calle del Pez- y charlar un rato. Puebla llega
tarde, con dolor de cabeza (que se esfuerza en ignorar) y los
músculos relajados tras nadar sus mil metros diarios
en el Club Canoe. Le cuesta encontrar el bar. Pero una vez que
lo encuentra... ¡es genial! Rebosa de mitos y fantasmas.
El mayor de los mitos es el fotógrafo Félix Lorrio,
autor de la foto de portada -fantástica, hasta un contable
ignorante como yo tiene que admitirlo- del libro de LOS
CUENTOS DE LA CALLE DEL PEZ. Puebla admira, adora a Lorrio,
desde que hace ya treinta años tuvo ocasión de
ver su obra en otro mito, la revista NUEVA LENTE, cuando Lorrio
formaba parte del cien veces mítico grupo fotográfico
y subersivo YETI. Jóder, Félix Lorrio
existía, era, es, un ser auténtico. Flipa Puebla
olvidado de su dolor de cabeza, olvidado hasta del libro e incluso
se atreve a retratar al retratista, a “maestrear”
al maestro haciéndole una foto en la que Lorrio sonríe;
ampliamente sonríe. Y entre los autores del libro, que
ya tiene en la mano, están múltiples y viejos
amigos, amén del propio Moncho Alpuente. Jesús
Ferrero, que enlaza media docena de microrrelatos porque es
generoso y de disparo brutalmente certero, Manuel Rivas, Juan
Madrid o el brillantísimo Miguel Ángel Mendo (sus
SOMBRAS CHINESCAS) podrían ser lo más bello del
bello libro; pero todos los nombres se opacan ante la presencia
-física y literaria- de Javier Barquín, uno de
los chicos más malos que ha conocido en su vida y con
quien compartió página múltiples veces
en Disidencias, el fabuloso suplemento de creación literaria
que dirigía Dragó a principios de los ochenta.
Amigos comunes, novias comunes, muertos comunes... Treinta y
dos años sin verse. Pero Barquín está igual,
brilla con la luz burlona de los malditos, y a Javier Puebla
-quien, como siempre, explica “no me reconoces porque
no me parezco nada a mí mismo, sólo la voz te
sonará”- le encanta verle, mirarle a los ojos y
bucear juntos -¿horas, minutos, un siglo?- en el pozo
del pasado donde se cruzan con Eugenio y Eduardo Haro Ibars,
Ignacio Amestoy, Eduardo Bronchalo, Juan Luis Recio...
Lo pasa Puebla como los indios. Como los niños. Como
los niños indios. Dos horas y media según los
relojes, un instante intenso cuando me lo cuenta para que yo
escriba esto.
-Y había una chica interesantísima, Noni, creo
que se llamaba, una artista novia de Lorrio, y por supuesto
Jaro (se refiere al creador teatral Jaro Onsurbe) y me bebí
al menos un litro de cerveza. A los dos les pedí que
se sumaran a la
lista de los padrinos de mi animal en extinción, y a
Moncho también, claro. La foto es genial, ¿la
has visto?
-Pero patrón, perdona que te interrumpa, pero un litro...
si tú nunca bebes cerveza.
-Pues a lo mejor no me la bebí, porque no estaba borracho,
lo juro, cuando me despedí de Moncho en la puerta de
un restaurante; pero eso sí, vi al NIÑO CENTENARIO
DE LA CALLE DEL PEZ con los morros manchados de chocolate y
un trozo de jachís o nestlé en la mano. Y me miró
con la inocencia de los maniquís y de los niños
desde detrás de la reja que protegía el escaparate.
-Perdone, señor Puebla, pero no me creo que exista ese
libro.
-Te veo escéptico, Flores. Querido Walter Flores. Date
un paseo por la calle del Pez, y escribe un cuento. A lo mejor
algún día se llega a hacer una segunda edición
del libro y te incluyen entre los maestros.
-Yo no escribo cuentos, dígaselo a Salgado.
-¿A Salgado? No. Lo haría en diez minutos y le
quedaría perfecto. Eso no tiene mérito. Tienes
que hacerlo tú, busca al niño que come chocolate
que parece jachís en su mano de estatua y haz algo a
partir de eso.
-Señor Puebla, que no soy uno de sus alumnos. Sólo
su amanuense, le recuerdo.
-Cierto, Walter, cierto. Una lástima, porque estoy haciendo
unos pequeños cambios en La hija de la cucaracha y sería
genial...
-De eso nada. Soy contable pero no negro.
-¿Mil doscientos euros?
-¿Mil doscientos?
Balancea en afirmativo el patrón su cabeza con sombrero.
-¿Y qué hay que cambiar?
Joder, en que líos me meto. Tiempos verbales, puntos
de vista del narrador..., ni en un año sería capaz
de resolverlo.
-Lo necesito para el día 31.
-Sí, patrón, se lo traeré sin falta. Se
lo prometo.
(Walter Flores, en camisa de once varas y con los huevos por
corbata a causa de lo dura que está la vida y lo bien
que me vendría ganarme esos doscientos euros. Y viernes.
Y Mad Madrid. Y despacho de Javier Puebla con su mujer y su
hijo en el cuarto de al lado. Son las ocho y cuarenta y me largo
a mi propio cubil corriendo, pero primero paso por el chino
de Delicias y le compro una botella de brandy. Se puede comprar
mucho brandy con mil doscientos euros. Mucho brandy)
“Eso es lo extraño
del lenguaje: supera las fronteras del cuerpo, se escucha a
la vez dentro y fuera de él, y a veces sucede que no
nos damos cuenta de haber cruzado el umbral.” SIRI HUSTVEDT. The Sorrows of an American.
(Elegía para una americano. Anagrama)
26 de enero 009
Llega
tarde. Llega tarde porque ya no hay prisa verdadera, no hay
posible prisa verdadera, cuando la muerte se ha cobrado la presa.
Tarde, unos minutos tarde, Javier Puebla, a la misa por su tía
Maribel Trinchant. Y habría llegado muchos minutos más
tarde si en el metro no se hubiese encontrado un ángel
-un ángel que, en su cabeza soñadora y fantasiosa,
le enviaba su prima Marta- que también acudía
a la Iglesia del Parque de San Juan Bautista. El ángel
se llama Teresa, y era otra muerte la que le había convocado;
pero sin duda era un ángel. Sin el ángel al salir
del metro Puebla habría confiado en sus recuerdos: se
podía ver desde cualquier sitio la cúspide de
la iglesia situada en medio de un gran descampado en el que
se celebraban las mejores fiestas de San Juan que ha conocido.
Pero eso era antes. El
pasado. En el presente la iglesia está rodeada, y hasta
pegada, a edificios correctos e impersonales. Invisible su cruz
excepto situándose ante la puerta principal y echando
la cabeza hacia atrás, mirando al cielo. Su tía,
la madre de sus primas hermanas más hermanas que primas
(de tres dos muertas antes de tiempo), fue una mujer ante todo
discreta. No tiene Javier demasiados recuerdos sobre ella, sino
es en relación con sus primas, en su papel de madre,
o cuñada de su propia madre, que está en la primera
fila de la iglesia, junto a Isabel, la única prima hermana,
más hermana que prima, superviviente, y la tía
Conchín. Nombres..., nombres sin sentido para aquellos
que no las conozcan o al menos no hayan oído hablar de
ellas.
-Nos
blindamos ante la muerte, Flores. Nos ponemos orejeras para
no ver lo que no deseamos ver, no pensar en lo que no deseamos
pensar, pero al final es inevitable...
-Lo siento, señor Puebla.
-Déjalo, Flores. No hacen falta fórmulas. Mi tía
si ha ido como vivió sin molestar, de puntillas. Es un
extraño epitafio, pero no soy capaz de pensar o imaginar
nada mejor.
-Vamos, jefe, que la vida sigue. ¿No vamos a hablar de
“la vida literaria”? Que yo sé mejor que
nadie de sus “reuniones secretas” a lo largo de
la semana.
-Las reuniones secretas, secretas son, Walter.
-Pero algo tendrá que dejarme contar: Herralde, Auster
y su mujer Siri Hustvedt, la defenestración de amigos
varios en empresas de todo tipo aprovechando el inteligente
estado de terror creado por la crisis...
-Tú mismo, yo no tengo nada más que contarte.
Te pediría que acabaras ya.
-Pero es que no tengo ni una foto. Ni siquiera he hablado de
que en la librería ESTUDIO EN ESCARLATA han elegido TIGRE
MANJATAN como lectura del mes.
-Acudiremos cuando se reúnan a comentarlo, si te parece,
los dos. Buscaremos padrinos para el Tigre, y podrás
contar lo que te de la gana y pedirle fotos a Fénix o
a cualquiera que lleve una cámara digital.
-¿Y la comida del viernes en La Gallete?
-Confidencial, Flores. Confidencial.
Cuanto secretismo. Casi le prefiero impertinente, pero por lo
menos no me ha preguntado como voy con la corrección
de estilo de su Cucaracha; y eso ya es un punto, porque botellas
de brandy me he bebido unas cuantas, pero ¿cambiar el
punto de vista del narrador? ¡es imposible!
-Tranquilo, Walter. Ya me encargaré yo de hacerlo, que
para mí es sólo un juego.
¡Será creído! ¿un juego?, já.
Ya veremos como le sale.
-Te encantará, Walter.
-Está bien, jefe. Me encantará. Pero ¿podría
ya de dejarse de meter dentro de mi cabeza? La gente acabará
pensando que no existo, que soy como el ángel ese que
le guió hasta la iglesia el pasado viernes.
-El ángel existía, Walter. Y tú también,
por cierto, me llegó un correo pidiéndome tu dirección
de mail, que hablases un poco más de ti, estatura, edad,
peso...
-De eso nada. Mejor que piensen que no existo, si se enteran
que estoy cerca de los cien kilos, apenas paso de un metro sesenta
y cinco y tengo veinticuatro años voy a perder todo el
glamour.
-Vamos, no seas modesto, hombre. Si ligas más que una
estrella del rock.
-Sí. Ligar. Ya quisiera yo. Está bien, jefe. Corto
si no quiere que digamos esta semana nada más de usted,
porque sobre mí mismo... prefiero que no. Y además
se le hace tarde para su cita con...
-Chisst...
Joder, cuanto secreto. Esto no hay quien lo aguante. Otra semana
así y me autodespido yo.
(Walter Flores. Sábado 24 de enero de 2009. Con una copita
de brandy en la mano a la salud de mi “misterioso”
patrón.)
Diablos, acabo de encontrar una
historia interesantísima: se ha dejado el diario y el
antilibro, su Sosiego. Podría copiar la historia, porque
lo bueno de mister Puebla es que jamás visita su página
web ni comprueba lo que escribo...; pero está a punto
de volver, ha bajado a recoger un cuadro de The Monjas y escucharé
la puerta en cualquier momento. Al menos algo de Sosiego,
vamos, Flores, rápido, rápido, copia algo. Ah,
ya, esto, es de 21 de enero: “NINGÚN TIEMPO
PASADO FUE MEJOR. ERA NUESTRA MIRADA LO QUE ERA MEJOR. MEJOR
MIRADA A LOS 20 QUE A LOS CINCUENTA. PRESBICIA INEVITABLE”.
Y otra, pero esto..., ¡esto es la letra de Traum!
¿Deja al calvo hijo de puta escribir en sus cuadernos
personales? El colmo. Da igual, eeee ees ¡bueno! Lo copio.
Rápido, rápido: “EL PUÑAL ATRAVIESA LA CHAQUETA DE DELGADO
PERO ANTES DE QUE ALCANCE LA CAMISA YO YA NO ESTOY ALLÍ.
YA NO SOY DELGADO. Tengo otros muchos nombres. EL PUÑAL
ATRAVIESA UN TRAJE SUSPENDIDO EN EL AIRE”.
-¿Walter, aún estás ahí? ¿No
has terminado? Vengo con dos amigos.
-Sí, señor Puebla. Ya he terminado. Sí.
“El cansancio del artista nunca
deslumbra al público, pero a veces le conmueve” JAVIER PUEBLA. Sosiego (anti-libro
impublicable)
2 febrero 009
Está tan cansado que hasta se le han
apagado los ojos. No valdrían los ojos de Javier Puebla
ni para alumbrar un camino vecinal, mucho menos su supuesto
mundo literario. Eso sucede el jueves. Jueves. Comida de prensa
organizada por Begoña
Minguito para que el autor de Algaida, el citado Puebla,
mi jefe, hable de su libro con Juan Ángel Juristo,
Paula Corroto, Moncho Alpuente y Antonio Jiménez Lozano.
Es en el Chao, de Argensola 7, Mad Madrid. Puebla confía
en la carne para recuperar su energía, encender los ojos
apagados. Solomillo. El solomillo está incomible. Mala
suerte. Es la primera vez en su ya larga vida que Javier Puebla
devuelve un plato a la cocina. Le traen más de lo mismo
cortado con mayor disimulo, y Puebla se lo come (paciencia,
hermano, paciencia) y al cansancio se une una hermosa pelota
en el estómago que ni siquiera logran deshacer los guisquis
que vierte el escritor sobre la carne nerviosa, con nervios,
al terminar la comida. Por fortuna para él la novela,
Tigre Manjatan, habla sola. Por fortuna para él los asistentes
a la comida le conocen de sobra, y saben que normalmente sí
le brillan los ojos, que aún
sin brillarle intenta hacer su show y convierte en padrinos
de El Tigre a Corroto, Juristo y Lozano (véase
la página web correspondiente). ¿Por qué
está Puebla tan cansado? Eso es algo que no se me permite
contar aquí, pero la razón no es -como alguien
pudiera imaginar- que un médico, tras radiografiarle
las manos...
-¡Qué bonitas son las radiografías de manos,
verdad Flores?
-Don Puebla, ¿tiene que interrumpirme?
-No, claro, pero me produce cierto pudor que vayas a contar
la chorrada de la artritis juvenil. Es evidente que el dedo
anular izquierdo está jodido porque me atacó un
perro hace cuatro años, y el diagnóstico del doctor
Sánchez... me lo paso, con perdón, por el forro
de mi más vieja chaqueta de cuero.
-Muy bien, muy bien, muy bien. Acaba de estropearme la dramática
historia que pensaba contar a sus seguidores.
-Tus seguidores, Flores. Que ahora el autor eres tú y
yo un simple personaje; precisamente
gracias a ese dedo. Aunque en una cosa estoy de acuerdo con
Javier.
-¿Quien es Javier?
-El médico, el traumatólogo del equipo del celebérrimo
doctor Rayo en la Clínica San Francisco de Asís
donde nací; pura coincidencia.
-¿Y en qué está de acuerdo, si puede saberse,
Javier Puebla con Javier Sánchez?
(Ya empieza a cargarme tanta intervención de mi patrón,
me ha roto el ritmo, no me acuerdo de lo que iba a contar, y
encima tengo que mirarle con expresión de interés;
ya decía su amado Gracián, y muchos otros antes
que él aunque Puebla no los conozca, que la clave de
la vida consiste en ser capaz de “sufrir necios”;
a ver qué me suelta ahora?
-Estábamos de acuerdo ambos en que la salud no existe.
Genial. La bomba. La frase de la semana. Y se habrán
quedado tan frescos los dos, los dos javieres, el médico
y el escritor. Alegría, la salud no existe y la virgen
de la moreneta es una rubia que ha tomado demasiado el sol.
Empiezo a estar hasta los mismísimos; he quedado con
una “churri” nueva y el patrón me ha hecho
subir -¡en tren!- hasta El Escorial, por que aquí
estaba su ordenador, su antilibro, su diario personal.
-¡Qué bueno, señor Puebla!
Boing, boing, salto y boto y ni lo noto. Por lo menos ha puesto
música el patrón. Vaya, si es nuestra canción
favorita, la de los dos, Coppini coleccionando
MOSCAS. Lo que quiere es que pierda el último tren y
que me quede aquí con él, pasando frío
en la sierra en lugar de calor con mi churri nueva, escuchando
“inteligentadas” en lugar de las deliciosas chorradas
que seguro me va a decir al oído mi princesa veinteañera.
Pero lo lleva claro, me piro, me piro y me piro.
-La salud no existe.
Se repite. Por si no había quedado claro.
-Increíble, ¡qué pensamiento! Yo creo que
deberíamos dar por acabado el diarioweb de esta semana
con esa frase, ¿le parece?
-No.
-¿No?
La cagamos tía María.
-Veo que no has hecho bien los deberes, Flores.
¡Cómo odio las frases hechas! Y eso que es escritor,
debería dedicarse a presentar telediarios o cualquier
cosa de esas que ve todo el mundo y no dejarse la sangre que
le queda en novelas que no leen ni diez mil personas.
-¿Qué me falta, patrón?
-La cena de navidad con mi Tripulación, Flores.
Ostras, es verdad. Pero como no hay una sola foto de Fénix
(no le invitó, claro), y al Capitán Puebla le
ha dado este año por celebrar la fiesta de Navidad en
enero del año siguiente y concretamente un martes 27.
-Da igual. Con poner que fue un éxito, lo pasé
fenomenal y regresé a mi casa en el maletero de un smart
que conducía una rubia de quitar el hipo..., me conformo.
-Puedo contarlo. En detalle. Lo del smart y el maletero y la
cena y su amaga Mara Mugueta, y el cuento genial
de Alexis Hernández y la chica nueva
y...
-Vale, Flores. Ya veo que te has leído el diario. Anda,
pásalo todo a la web y corre, que si coges el siguiente
tren estarás en Mad Madrid antes de las diez.
-Gracias, señor Puebla. Gracias. Yo me quedaría
encantado a pasar la noche con usted, ya me conoce, pero ¿sabe?,
la nueva churri está buena buena buena.
Se le ha vuelto a poner la cara triste, los ojos apagados, esa
expresión de quienes han pasado la línea de sombra
de Conrad y cuando ven a alguien de mi edad, mis veintiséis
años, entusiasmarse con una chica, lo digan o no sólo
piensan una frase: ah, los jóvenes.
-Pero nos vemos la semana que viene, ¿verdad, señor
Puebla?
-Por supuesto, Flores. Es muy posible que continúe en
El Escorial. Es el sitio más aburrido que conozco, perfecto
para que resulte divertido hasta corregir una vieja novela.
(Walter Flores, viernes 30 de enero, en la Ciudad-Bosque Los
Arroyos, El Escorial. Con un frío que pela. Podría
poner la calefacción más fuerte, el rata de mi
jefe. Pero mejor no le digo nada, que si le doy pie seguro que
se lanza por bulerías a cantarme sus penas)
“Ninguno ai que no pueda
ser maestro de otro en algo, ni ai quien no exceda al que excede.
Saber desfrutar a cada uno es útil saber”
BALTASAR GRACIÁN. Oráculo manual y arte de la
prudencia.
9 febrero 2009
Blanca
comienza la semana de mi patrón, blanca de nieve y de
pantallas de ordenador blancas, y páginas en blanco con
algunas manchas negras que se pretenden letras: las de uno de
sus muchísimas novelas, concretamente la que ganó
el XVIII Premio Internacional de Novela Luis Berenguer y que
ahora, con permiso del editor, está revisando, fortaleciendo
algunos puntos y debilitando otros: como siempre sucede cuando
se intenta cambiar algo. Pero lo cierto, debido a que la nieve
lo deja aislado, atrapado en su pequeño apartamento de
L.A. (El Escorial) Puebla trabaja y trabaja en su novela, escribe
varios relatos (uno, en varias versiones. para San Valentín
protagonizado por su Tigre Manjatan (¿cómo no?
¿y sus otros personajes qué? ¿han quedado
condenados para siempre al olvido?).
Pero eso es el principio de la
semana, porque el martes tiene cita ineludible con sus Tripulantes.
Y el martes Puebla vuelve a Madrid y da su clase y la disfruta.
Pero el día guapo, en mi opinión como cronista,
es el viernes. (Jé jé, me voy a poner morado).
-Ni se te ocurra pasarte un pelo, Flores.
-La verdad, sólo voy a decir la verdad.
(¡Tibio, voy a poner tibio al patrón. Ja já!)
Sucede el viernes que en la deliciosa librería ESTUDIO
EN ESCARLATA, en cuyo escaparate principal hay un cartel enorme
de Tigre Manjatan, y por iniciativa de Pedro de Paz, gran colega
de mi jefe, se realiza una tertulia literaria en la que se analiza
a dos autores de novela negra...
-El Tigre no es una novela negra si Lolita no es una novela
negra.
-¡Patrón!
-Está bien, Flores, sigue. Yo sólo pasaba por
aquí y no he podido evitar leer por encima de ese hombro
gordito que tienes.
Sigo. Como iba diciendo: cada mes en Estudio en Escarlata un
grupo de lectores avezados eligen dos títulos: un clásico
y un moderno. Poe y Puebla en esta ocasión. A Puebla
no le ha invitado nadie, pero le parece cortés, elegante,
acudir a la tertulia, a ver, escuchar, las opiniones sobre Tigre
Manjatan. “A mí no me ha gustado” “El
protagonista es un niñato” “El final está
bien, pero...” “Parece más el guión
de una película que una novela” “Es buena,
pero me gustó mucho más SONRÍE DELGADO”.
El
Tigre está rodeado de enemigos, de hienas que buscan
sus puntos débiles para tirarlo al suelo y devorarlo.
Y, claro, primero ruge. Ruge El Tigre, ruge Puebla. Pero enseguida
reacciona. Analiza. Busca el modo de utilizar la situación
a su favor. Bien, se dice, escuchemos donde son capaces de encontrar
debilidades los fiscales. Y es un ejercicio realmente interesante,
porque todos los reproches o carencias que le achacan -demasiado
rápida, falta información, no consiguió
llenarme- no podrían haber sido hechos si hubiese elegido
publicar la segunda versión de la novela, y no la tercera,
como fue su muy meditada decisión. “¿A alguien
se le ha caído el libro de las manos?, ¿alguien
no lo ha leído de un tirón?” A nadie, ni
siquiera al lector abogado fiscalista (su profesión en
la vida real) el libro se le había caído de las
manos, y todos lo habían leído prácticamente
de corrido. “¿A alguien no le parece genial, infungible,
el nombre del protagonista: Tigre Manjatan?”. Todos están
de acuerdo con que el nombre es perfecto, que no se gasta ni
gastará (infungible), pero uno de los lectores, ciego,
interesantísimo, devorador de libros (lee con la ayuda
del ordenador o de una máquina que lleva en el bolsillo
y que convierte en sonido las palabras para él) apuntilla
que es demasiado nombre para el niñato que Puebla ha
escogido como protagonista. Y
Puebla responde que ya crecerá Tigre Manjatan, que hay
más libros protagonizados por él ya escritos y
que logrará estar a la altura de su nombre genial e inmortal;
no le cabe la menor duda. (Jó, que chulo y creído
es mi jefe, qué horror).
Pero es duro escuchar los defectos de un hijo, aunque pueda
resultar muy interesante si se utiliza esa información
para intentar corregirlos, mejorar al hijo. Y ese es el propósito
de Puebla mientras escucha y analiza los corazones y las cabezas
de quienes le rodean en la planta baja de la librería.
En cualquier caso Puebla no abandona hasta las nueve de la noche
ESTUDIO EN ESCARLATA, tras pegarle también él
un par de patadas al gran Poe (de eso se trata en una Tertulia
o en casi todos los cursos literarios, en pegar patadas a quien
se atreve a escribir libros y publicarlos; se compra o lee un
libro no para disfrutar de él, del zumo de la naranja,
sino para buscar el grado de acidez, el mal color de la pulpa
o las imperfecciones de la piel). Y ya solo en la calle se siente
satisfecho, contento de haber conocido a alguien a quien no
le ha gustado Tigre Manjatan (menos mal, ya empezaba a preocuparse
de que a nadie le irritase o disgustase el personaje; a él
no le gusta Mónica Beluchi y en realidad eso es un piropo
para Mónica Beluchi). Pero su satisfacción se
debe a que, tras 14 años de curro, revisiones y cambios
continuos, decidió sacrificar en la novela todo al ritmo.
Todo. Y en eso no falló. Nadie atacó ni vio ningún
fallo en el ritmo trepidante del libro, todos se lo leyeron
del tirón...
Vaya,
me estoy donde cuenta que ni estoy poniendo morado ni poniendo
tan tibio a mi jefe, que en realidad salió mucho mejor
parado de lo que yo creía de la trampa que le tendió
su buen amigo Pedro de Paz (a la sazón en la Semana Negra
de Barcelona, disfrutando del baboseo de los fans y de los periodistas
de pancha contenta). Que se lo pasó fenomenal -¡será
cabrón!-, que los rostros de sus lectores más
duros, algunos de los cuales apadrinaron a Tigre Manjatan al
final del combate, han quedado guardados en la carpeta de su
afecto y no en las de su odio, desprecio o indiferencia.
-Es que eran unos tipos alucinantes, Flores. Tendrías
que haber venido.
-Fui, pero me quedé en el bar de la esquina. Si hubiese
entrado me habría tocado a mí hacer de abogado.
Aunque yo suponía que acabarías, Javier (permite
que te tutee, sacando a Traum y cargando contra todos ellos).
-Contra el único que va a cargar Traum es contra ti,
Flores. Hace semanas te pedí que pasases el relato que
me había enviado desde Asia y lo colgases de su web,
y todavía no lo has hecho. Yo no leo mi página
web, pero Traum sí.
-En cuanto tenga un rato, señor Puebla (nada de tuteos
que luego se toma demasiadas confianzas el patrón).
-Hoy.
-Vale, vale, si me da tiempo (me cae como una patada en los
testículos el asqueroso calvo asesino).
-¿Has vuelto a quedar con tu “churri?
-Pues sí, y menos coña. Es sábado y nos
vamos a ir juntos a cenar al Alfredo´s de la calle Lagasca.
-Prepárate para hacer cola. Yo estuve el miércoles
con mi editor y tuvimos que esperar a pesar de la reserva.
-Esperaré, voy a estar bien acompañado. Pero ¿en
serio no le molestó no escuchar los halagos y piropos
habituales acerca de su novela?
-En serio, Flores. Aprendí un montón. Y además
yo soy como ellos, leo demasiado, analizo demasiado y he perdido
la inocencia. Pero como dijo una de las chicas, dos, que asistieron
a la tertulia, creo que se llamaba Esperanza “Para los
que hemos perdido la ingenuidad aún hay libros como Lolita,
que nos hacen disfrutar con las palabras y con la trama, libros
de nivel alto que no son accesibles en su grandeza e inmensidad
para cualquiera”.
-A mí Lolita
me parece un coñazo, le sobran doscientas páginas
largas.
-Allá tú, Flores. Yo opino, como Esperanza, que
es una obra maestra.
-Pues si tuviese que elegir entre Lolita
de Nabokov y su Tigre Manjatan yo me quedaba con Tigre Manjatan.
-Flores, no seas pelota.
-Pero, don Puebla, ¿cómo no voy a ser pelota si
hoy ha prometido pagarme todos los atrasos que me debe?
-Tienes el sobre en el primer cajón a la izquierda de
mi escritorio. Nos vemos la semana que viene. Disfruta con tu
churri, que ya colgaré yo a Traum de su web..., si me
da tiempo. Porque quiero darle una vueltecita al cuento romántico,
no tan romántico en realidad, de Tigre Manjatan y su
particular día de San Valentín.
-¿Y las fotos?
-Yo me encargo, Flores, easy, man. Easy.
(Caramba, está desconocido. No hay nada como una cura
de humildad para volver humano a un patrón explotador.
Bendigo la tertulia literaria de Estudio en Escarlata, bendigo
a Pedro de Paz, y bendigo sobre todo los euros que están
dentro de un sobre ¿del consulado de Hong Kong? Sí,
son euros. Por un momento temí que fueran dólares
de HK. Me pienso gastar hasta el último billete esta
noche; como unas pascuas de contenta se me va a poner la churri.)
“El hombre es un adolescente
disminuido” MICHEL HOUELLEBECQ. Ampliación del campo de batalla.
(pag. 104 de la edición en Anagrama, Panorama
de narrativas 413, recomiendo a quien tenga el libro que se
la relea la página entera; deslumbrante)
16 de febrero 2009
Juega, durante toda la semana, juega Javier
Puebla
a ser Javier Puebla. Y por eso come el martes con su querido
amigo Jesús Marchamalo, y el miércoles
nada por los ríos de EL MAR DE MALASAÑA, a la
búsqueda de otro amigo a quien ha recuperado después
de más de veinticinco años sin verse, Moncho
Alpuente, y durante unos minutos, no demasiados, se vuelve
a sentir entre las olas de Espíritu Santo y San Vicente
Ferrer, como un “teenager”, especialmente cuando
en el mítico y eterno Star Café conoce -conoce
en persona, su obra la conoce desde siempre- a Miguel
Ángel Mendo (otro de los Yeti -el mejor colectivo
fotográfico de los 80) ; y es tal la fe, la ingenuidad,
con la que Puebla se mueve sin edad “por la ciudad de
los espejos/ donde jóvenes y viejos/ se miran para ver
lo bien que lo están pasando” que su actitud, como
prueba la doble foto de padrinazgo
de Tigre Manjatan que le hace a Mendo,
consigue contagiar a sus amigos y conocidos de esa sensación
de inmortalidad, de que la vida ha de ser juego y no trabajo,
esa sensación -en suma- de adolescencia, que tan necesaria
es para un artista; y quizá no sólo para un artista,
sino para cualquiera. Porque hay otros momentos de la semana
en los que le resulta más difícil convencerse
a sí mismo de que está jugando: cuando falla la
dirección del coche y tiene que llevarlo urgentemente
a un taller (el juego apenas se mantiene gracias al esfuerzo
de haber bautizado hace unos meses a su viejo Volvo -Llámame
Duro-, le dijo un día el coche), o cuando se
sienta ante el ordenador para escribir su doblete de columnas
semanales para La Opinión y Cambio16 (también
ahí, por los pelos, lo consigue; escribir siempre es
divertido, hasta cuando redactaba informes económicos
para el ministro Solana cuando era su viceconsejero comercial,
le resultaba divertido); o cuando desempolva su pequeña
editorial
Haz Milagros y se convierte en arena del desierto el aire
que respira al pensar en los mil pequeños detalles y
trámites que le tocará realizar para convertir
los tres o cuatro textos que sacará este año en
verdaderos libros que se pueden tocar, leer y comprar.
Pero, en conjunto, es una buena semana, una semana adolescente
-¡hop!- en la que hasta se permite pasarse a decirle un
“petite bon nuit” a una estriper -la inteligente
y descarada Lili
Palmer, archiduquesa de Mundo Fantástico- con
el pretexto de que también apadrine a su Tigre, cada
día más grande, fuerte y peligroso, un felino
implacable ampliando sus dominios o territorio o campo de batalla,
como titula Houellebecq
-el alegre cabrón francés, le llamó
mi patrón en una columna-, el libro del que, por decisión
propia, he extraído una cita para encabezar este texto:
Ampliación del campo de batalla. Y eso es lo que hace
Javier Puebla, con la fe e ingenuidad que le caracterizan, ampliar
su campo de juego o batalla (sinónimos, ambas palabras,
porque todo juego es una batalla, y toda batalla es un juego:
especialmente para los generales). Incluso con las vacas, las
absurdas vacas de plástico de la Cow Parade que han invadido
Mad Madrid juega Javier Puebla. Y según la teoría
de otro amigo, este casi invisible -¿otro juego?- el
ensayista don
Javier Panizo su experiencia de esta semana debería
guardarse en la misma carpeta donde están archivadas
la mayoría de las vivencias de cuando tenía veinte
años; del mismo modo que muchas de las cosas que vivió
a los quince o a los treinta deberían o podrían
archivarse en la carpeta correspondiente a la senectud. LAS
CARPETAS DEL TIEMPO, así llama Javier Panizo
a su teoría, según la cual la edad no es completamente
lineal porque no somos conscientes de como somos por fuera,
y por dentro nadie tiene en verdad una edad concreta: ni Puebla,
ni Houellbecq, ni quien esté leyendo estas palabras.
-Flores, menuda parrafada te has marcado. Te recomendé
a la Nothomb, que es belga, no al retorcido
de mi colega Michel. Los belgas siempre son -no tontos claro-
pero al menos sí belgas.
-Considero a Houellbecq un escritor genial.
-Mérito tuyo, que lo miras desde la generosidad de tus
veintipocos años. Aunque reconozco que a mí también
me gusta. Pero la Nothomb era más adecuada para ti. Acaba
de sacar libro en Anagrama, y habría sido perfecto para
-después de leértelo- dárselo como regalo
de San Valentín a tu novia. Porque me temo que
como le cuentes rollos patateros tipo el que te has marcado
más arriba, tu churri te acabará dejando plantado.
-O no. O se quedará boquiabierta.
-Boquiabierta cuando la invites a un restaurante de cinco tenedores
y tenga que separar sus bonitos labios para engullir la comida.
-Oh, cuanto materialismo, cinismo y snobismo, amado patrón.
Perdone que se lo diga, pero le noto hoy un poco..., no sé
como expresarlo: ¿desganado? ¿envejecido? ¿pesimista?
, señor Puebla.
-Sucede que he madrugado, Flores. Lo siento.
(No le preguntaré que significa eso de que ha madrugado;
me pondría de muy mala leche si me responde -y encima
poniendo cara de conmiserarse de sí mismo- que ha dejado
la cama a las doce o a las doce y media del mediodía.
Aunque la semana que viene se va de promo a Santiago de Compostela,
lo he visto en su agenda, y ahí sí que le tocará
madrugar de verdad; pero eso lo hago yo todos los días,
madrugar de verdad, así que no me da ninguna pena).
Walter Flores, sábado 14 de febrero, San Valentín.
Loco por dejar el despacho de mi jefe y dictador (el hombre
que me dicta) e irme a casa a ponerme mi chaqueta más
guapa y lustrarme los zapatos para llevarme de baile, hasta
que el cuerpo aguante, a mi nena. Ah, sigo sin pasar el cuento
del calvo Traum; si la mañana que viene faltase a mi
cita, por favor, ¡que alguien llame a la policía!
“No existe paraíso
sin serpiente” FELIX J. PALMA. El mapa del tiempo.
23 de febrero 009
¿Le sucede sólo
a Javier Puebla o acontece a cualquiera que visita a un médico
en estos tiempos de crisis en los que los laboratorios tienen
tan “mimados” a sus galenos que éstos parecen
haber perdido el norte y encuentran enfermedades hasta en el
David de Miguel Ángel?
Al resto del mundo no lo sé. Ni idea. Pero a Puebla le
están dando cañita últimamente. Antes de
verano -no voy a poner nombres porque mi patrón no me
deja, pero me encantaría hacerlo- un otorrinolaringólogo
(precioso nombrecito) le contó que sufría una
rinitis “probablemente” causada por alergia; el
diagnóstico le permitió recetarle corticoides
de una marca concreta y darle el nombre de un laboratorio, también
concreto, para que se hiciese las pruebas de alergia. Las pruebas
de alergia resultaron todas negativas, pero aún así
una señora (por llamar de algún modo a la “deontólogica”
lógica de la doctora) opinó que debería
de seguir con los corticoides, pero de otra marca: hay más
laboratorios que clubs de fútbol o partidos políticos.
Puebla pasó de seguir con los corticoides y la rinitis...
desapareció. Algo después otro médico le
diagnosticó, alegría que por diagnosticar sólo
crucificaron a Jesucristo, una artritis juvenil. Lo de juvenil
estaba simpático, pero la otra palabra sonaba algo peor.
En los análisis de sangre correspondiente no había
ninguna prueba de que doña Artritis Young se le hubiese
subido a la chepa al ensombrerado escritor que protagoniza esta
página..., pero al médico le pareció bien
decirlo. Sin embargo Puebla, que
presume o llora de “importarse un huevo a sí mismo”
sí que se acojonó cuando su médico de confianza,
casi un hermano espiritual, le dijo que muy probablemente era
hipertenso tras ponerle un brazalete de plástico en el
antebrazo y leer 15-11. Pero como es un hombre excepcionalmente
honrado recomendó a Puebla que se comprara una maquinita
para medirse el mismo la tensión. Puebla, que también
presume de buen administrador -¿de qué no presume
el tío este?- no se compró la maquinita pero le
pidió prestada a su padre la suya. Y a fecha de hoy parece
que ya no es el hipotenso de toda la vida, pero tampoco llega
a hipertenso.
A mi patrón, a Javier Puebla, le cabrean enormemente
estas veleidades de los médicos, y yo, como el contable
que soy, trato de explicárselo, que hay que llegar a
fin de mes, hacer que cuadren los balances, los sueldos son
una porquería y a los laboratorios les sale el dinero
hasta por los sobacos (aunque como tratan con gente elegante,
los doctores en medicina, me atrevo a especular que rara vez
se realizan movimientos bancarios, más bien un viajecito,
un maletín de piel, un descuento en la compra de tal
o cual cosa...)
-Tendrías
que hacerte columnista, Flores.
-Sí, para nuevos columnistas está el patio, que
están despidiendo colaboradores en todos los medios de
comunicación. No me ha explicado usted como se las ha
apañado para salir indemne el maremoto provocado por
la crisis.
-Crisis es una palabra, Flores. Y yo siempre he sido devoto
de la genial portada de Supertramp, en la que
se ve bajo el título del disco, “Crisis? What crisis?”
a un señor bajo una sombrilla, repantigado en una silla
de playa y vestido con bermudas,libando un combinado de color
naranja en medio de un mundo devastado. Pero deberías
contar que por fin se emitió el programa de Las noches
blancas de Dragó en el que se recomendaba Tigre Manjatan.
Que me invitaron a Caliente y frío, el programa de Álvaro
Luis en la Inter, donde conocí a la deliciosa
y brutal Nati Mistral (su auténtico
nombre es Natividad Macho, que me encanta tanto como ella, menudo
poderío tiene la señora) y a la fuerte y delicada
Marily Coll), que estuve en Santiago de Compostela,
de la mano de María Arias y
realice 17 entrevistas seguidas para promocionar a Tigre Manjatan,
aunque parece que ya El Tigre se mueve solo y no necesita de
su papá para atrapar las gacelas que le interesan, que
en la segunda clase del curso de cine en la Universidad de Alcalá
se me presentaron más de veinte alumnos, entre otros
los del primer cuatrimestre con la opera prima de Javier Hermosilla
bajo el brazo (aplausos entusiastas), que el jueves cené
con mi amigo Miguel Ángel Matellanes
que no recibía en Madrid a su Gema porque la bella estaba
indispuesta y prefería un tranquilo fin de semana en
Sevilla, y que el sábado cené con Guridi
y su chica: Marisol, tras conseguir, el viernes, no encontrar
-tras buscarlo por todos los bares del barrio de las Letras-
al Grupo de Brooklyn (los hermanos Mañas
y el joven Madrigal; a Fermín
Cabal le falló el sistema de babysitting), y
que...
-Señor Puebla, le veo muy animado. Quizá debería
de volver a escribir su diarioweb usted.
-Tienes
razón, Flores, sí, quizá sí. Quizá
debería, pero eso supondría tener que despedirte,
y ya sabes que tengo demasiado corazón.
-Lo que tienes, Javier, es un morro que te lo pisas. Y como
me pagas lo que te da la gana y cuando te da la gana vas a tener
que cargar conmigo hasta los restos. Pero espero que, por lo
menos, esta noche me invites a cenar.
-Vale, hacemos unos bocatas y nos los comemos por la calle.
Eso sí, las copas de fin de fiesta... ¡las financias
tú!
(Walter Flores, a quien su churri ha dejado más
tirado que una colilla y a pesar de que estoy con el corazón
destrozado, seguro que se me nota en la cara, mi patrón
no me ha preguntado nada al respecto. ¡Qué egoístas
son los jefes!)
“Si vas muy rápido pueden confundirte
con una liebre y dispararte” GUILLERMO FADANELLI, Lodo.
2 marzo 009
-¡Es el colmo, es indignante, es para
ponerse a mear y no echar ni gota!
-¿Se puede saber qué mosca te ha picado, Flores?
-Escribí mi nombre en el buscador de Google ¡y
no salgo hasta la sexta página! ¿Hasta la sexta
página!
-Hombre, no está tan mal.
-¿Cómo que no está tan mal? Si pongo Javier
Puebla, sales tú el primero. Si pongo Javier
Panizo, sale tu Javier Panizo el primero. Si pongo
Tigre Manjatan sale el primero. Si pongo Frederic
Traum sale el calvo de los cojones el primero.
Es más: escribo “apadrina un animal en extinción”,
algo tan normal como apadrina
un animal en extinción, y sale la página de
javierpuebla.com la primera. Y yo... ¡en la sexta página!
El colmo.
-Tranquilo, hombre, quizá deberías añadir
algo más.
-Claro, por ejemplo Walter Flores + Javier Puebla,
¿verdad? Entonces sí, el primero de la lista.
Pero tengo que poner tu nombre junto al mío.
-Eres mi secretario.
-Claro, ese es el único motivo para que el mundo sepa
de mi existencia. Ser un contable de mierda en una S.A. no cuenta
para nada, hay millones de contables invisibles en el mundo.
-Supongo.
-¿Te hace gracia?
-Sí, lo siento. La verdad es que lo del animal en extinción
me parece increíble, tendré que probarlo. Pero
te sugiero que pongas Walter Flores más..., no sé,
por ejemplo: vida literaria o diarioweb.
-Diarioweb seguro. Escribí sólo diarioweb y también
salió este diarioweb en la primera página. En
cambio Walter Flores..., comida para los cerdos.
-Flores, easy. Me parece que llevas fatal lo de haberte quedado
sin novia. Ya vendrá otra, tranquilo. Son gajes del oficio.
-¿Del oficio de escritor o del oficio de contable?
-De todos los oficios, Flores. No hay quien no haya perdido
una novia o un novio alguna vez. Me parece que esta semana no
estás dispuesto a escribir mis andanzas.
-Menudas andanzas. Que te estás leyendo, de cabo a rabo,
El mapa del tiempo de Félix J. Palma
y que te está encantando. O la reunión con su
Tripulación el lunes o el martes, como de costumbre,
o -es lo más especular- el rodaje en Alcalá
utilizando a tus alumnos como actores; aunque también
podría hacer una crónica del desayuno de prensa
al que no acudiste -porque estabas esperando una entrevista
de Radio Exterior y otra de Intereconomía el martes 24
por la mañana.
-Podrías haber ido tú y contarlo, ya te lo dije.
-Habría ido encantado, pero llegar a la Gran Vía
a las 11 de la mañana habría supuesto salir de
3 Cantos, donde está mi empresa, a las diez y regresar
casi a la 1. Soy un empleado, no un escritor indi como tú.
Y eso que me habría gustado conocer a Stefan
Brijs, el autor de EL HACEDOR DE ÁNGELES, y
además lo presentaba Camilo José Cela
Conde, alias Cela junior, que también me interesa
porque a diferencia del 93% de los escritores españoles
es un tipo que sabe también de arte y de pintura, amén
de ser científico.
-Está bien, Flores. Quizá deberías montarte
tu propio blog, si quieres “existir” con entidad
propia para el mundo y no te conformas con ser mi secretario.
Las arañas de Google
dan preferencia a los blogs sobre las páginas web.
-No quiero tener mi propio blog. Quiero que se reconozca mi
trabajo.
-Veo que estás imposible esta semana, Flores. Pido perdón,
en tu nombre y en el mío, a los lectores de este diarioweb,
y si te parece pasamos página. Anda, chavalote, tranquilízate.
Cierra el ordenador y nos bajamos a tomar unos bourbon, y me
hablas largo y tendido de tu churri.
-Clarisa, esa traidora...
-Clarisa, “esa traidora”, vale. Ahoguemos juntos
su traición en la piscina del bourbon.
-¿En serio?
-En serio, Flores. Ya seguimos la semana que viene. Que Casariego
presenta la novela con la que ha ganado el premio Logroño,
yo estaré en la Fnac con “La lista negra”,
y a lo mejor hasta sigo viajando con la promo de Tigre Manjatan
a Tegucigalpa o algún otro sitio.
(Walter Flores, cabreado como una mona con el mundo en general
y consigo mismo en particular, una noche sin fecha de finales
de febrero. Al menos no hace demasiado frío.)
“No tenía fuerzas
ni para rendirse” MARTÍN CASARIEGO. La jauría y
la niebla.
9 marzo 2009
-Señor Puebla, yo creo que lo oportuno
sería utilizar la columna que acabo de leer sobre la
vida literaria en este diarioweb. Copiar y pegar y ya lo tenemos
hecho.
-Menudo morro te gastas, Flores. Está bien. Copia y pega,
que para eso están los estúpidos ordenadores.
Así que copio y pego la columna que se publicará
en Cambio16 y la Opinión de Murcia la próxima
semana.
LA SEMANA MATELLANES
Mi idea original era encabezar esta columna
con un título que repito con alegre y viciosa frecuencia:
LA VIDA LITERARIA. Pero la vida literaria de esta semana en
la que escribo pasa por la figura del editor Miguel
Ángel Matellanes, se mire por donde se mire.
Cierto que, barriendo para casa, tendría que hablar de
LA LISTA NEGRA, que presentó en la Fnac el martes tres
de marzo la Editorial Salto de página, en la que los
antólogos Álex
Martín Escribá y Javier Sánchez
Zapatero hacen su personal apuesta acerca de quienes
serán los futuros Manuel Vázquez-Montalbán,
Francisco García Pavón o Andreu
Martín, quienes -en suma- serán los nuevos
modelos o mitos de la narración negra en España.
Y como dentro de la apuesta estaba yo mismo con un
relato protagonizado por Tigre Manjatan, y también
mi muy querido colega Pedro de Paz, amén
de Miguel Ángel Mañas, Óscar
Urra y otros cuantos, me tocó estar en la mesa
de los presentadores, ante un público que no cabía
en la generosa sala de la Fnac. Pero mientras estaba en la mesa
de la Fnac no estaba en el Hotel Kafka -y aquí ya entra
Matellanes- donde se presentaba la inquietante y excelente novela
del siempre impecable Martín Casariego,
ganadora del II Premio Ciudad de Logroño. Pero estuve.
Porque mandé a mi secretario personal, Walter
FloresDelmal (olvidó su cámara
de fotos) e incluso llegué personalmente al 104 de la
calle Hortaleza antes de que los asistentes al acto hiciesen
mutis por el foro. El Premio Ciudad de Logroño lo publica,
y lo publica con un despliegue de medios impresionante, la editorial
Algaida, dirigida -como sabe el conocedor y habrá intuido
cualquiera- Miguel Ángel Matellanes. Como no había
llegado a tiempo para escuchar a Muñoz Molina
-por cierto su chica, Elvira Lindo, estaba
fantástica, más guapa que la he visto nunca- hablar
del libro de Casariego me apunté, acompañado de
Walter Flores, Pedro de Paz, Javier Alonso
y Begoña Minguito, a una cena tardía
y exótica: bourbon y palomitas. Y ya en esa cena tardía
y exótica algo se dijo sobre que el milagro podría
suceder al día siguiente. Porque lo que sucedió
al día siguiente, en realidad dos días después,
sólo puede calificarse de milagro, a pesar de que no
sea obra de la magia, sino de la perseverancia, la inteligencia
y la fe de un editor en un autor y en un libro. El autor: Félix
J. Palma. El libro: El mapa del tiempo. A ambos dediqué
mi entusiástica columna de la pasada semana. La novela
ya se había alzado con el premio Ateneo de Sevilla y
desde estas mismas páginas pronostiqué en su momento
que conseguiría competir con el mismísimo premio
Planeta. Acerté. Lo ha superado. El Ateneo de Sevilla
ha ganado al Planeta. Por goleada. Ha sido comprada, en subasta
para mayor morbo y agravio y alegría, para ser publicado
en los Estados Unidos y Canadá. Verá la luz en
las antípodas, Australia. Y la subasta para el Reino
Unido está que arde. El artífice del prodigio:
Miguel Ángel Matellanes y su editorial Algaida. Así
pues sólo un título podía llevar la vida
literaria española esta semana y esta columna, el que
lleva: la semana Matellanes.
-Listo, jefe. Muy chula su columna.
Aunque supongo que también querrá hablar hoy de
sus maravillosos alumnos de la Universidad de Alcalá,
y en particular de la actriz Sara Palomar,
a quien acudió a ver en ATRAPADAS, un montaje sobre tres
monólogos de Darío Fo en la sala
TIS de la calle Primavera, Lavapiés City.
-Tú mismo, Flores. Ya habrá tiempo en el futuro
de hablar de los SHAKASPEARE16. Porque para
hoy ya sé que has traído una foto de tu amada
Clarisa
para que la colguemos en este diarioweb.
-¿Puedo?
-Claro. Estoy encantado de que te haya acusado de andar en malas
compañías, siendo precisamente yo esas malas compañías.
-Tiene su parte de razón.
-Toda la razón del mundo, Flores. Es más, creo
que deberías dejar de redactar este diarioweb y dejarme
a mí hasta junio, que la vida literaria va a ser un castillo
continuo de fuegos artificiales.
-¿Otra vez despidiéndome?
-Sí.
-Vaya, yo que pensaba darle un nuevo giro a su página;
y así se lo había explicado a Clarisa quien, por
cierto, ha accedido a volver a verse conmigo el jueves que viene,
cuando usted esté de promo con su TIGRE MANJATAN en Bilbao.
-¿Qué giro?
-Hablar de la VIDA LITERARIA sin nuestros diálogos, incluso
sin que salga usted.
-¿Sin que salga yo en mi propia web? Es el colmo, Flores.
Despedido para siempre.
-Piénselo. Saldrá alguna vez, cuando haga algo
digno de mención. Pero escribiría “el diario
de los otros”, como hizo Anais Nin cuando
se aburrió de hablar sólo de sí misma.
-Eres un liante, Flores. Pero está bien. Por probar nada
se pierde. Acepto. Pero dudo mucho que consigas hacer un diario
de los otros. La Nin lo tituló así -el volumen
VI si no me falla en exceso la puntería- pero jamás
lo logró.
(Y seguro que yo tampoco lo logro. Pero al menos mantengo una
semana más mi empleo. Luego ya veremos. El futuro es
algo incierto, y excepto para H G Wells y Félix J Palma
que poseen máquinas del tiempo, los demás nos
conformamos con el presente, y hoy hace sol y un pájaro,
un jilguero llamado Rarix, canta en el luminoso despacho de
mi jefe donde ahora escribo).
“No soy yo quien me gobierna,
quien manda en mí mismo. Deciden mis debilidades y vicios
y costumbres por mí, en mi nombre, todo el tiempo.” SOSIEGO (antilibro impublicable). Javier Puebla.
18 de marzo 2009
Me va a pillar el toro, quería terminar
de corregir mi novelón-lón-lón para fin
de mes, pero Walter Flores se ha reconciliado
con su amada Clarisa, y aunque parecía que el gruñón
de Flores no hacía nada lo cierto es que si me ahorraba
mis horitas de trabajo.
¿Y que cuento yo ahora de mí mismo? Podría
hablar de la agradable cena con Miguel Ángel
Matellanes en el Buey, un clásico, el pasado
martes; o de la no menos agradable comida, en mi casa (pero
preparada por mi chica con la exquisitez que aprendió
a dominar cuando era “mujer de diplomático acreditado
en Dakar) con Emilio Pascual. Y desde luego
debería de hablar de Asier y de Xabier y de Juan
Bás, y de todas las otras personas interesantísimas
que conocí el pasado jueves en Bilbao, con motivo de
la promo -interminable- de Tigre Manjatan; pero todos ellos
están en APADRINA
UN ANIMAL EN EXTINCIÓN (ya llevo más de 100
padrinos, alucino yo mismo) y he añadido pequeñas
notas que aparecen cuando se posa el ratón del ordenador
sobre la foto. Así que podría dejarlo así
y rezar para que Flores regrese la semana que viene, con novia
o sin novia, pero dispuesto a currar. Y sin embargo...
PIERDO UN AVIÓN
Pierdo un avión. O más exactamente la incompetencia
de varios empleados de Iberia, en la T-4, me hace perder un
avión. Llego a la mastodóntica terminal con más
de una hora de tiempo antes de que salga el vuelo. Dado que
apenas viajo en avión en los últimos tiempos me
dirijo al primer empleado de Iberia que localizo con mi billete
electrónico en la mano. “Esto es bisnes, señor
con sombrero; no atendemos a gente humilde. Tiene usted que
ir a la máquina” “No puedo ir al mostrador
de turista?” “No, a la máquina”. Y
voy a la máquina, y hago cola ante la máquina
mientras los mostradores están vacíos. Y la máquina
no reconoce mi nombre, quizá por mi torpeza o porque
justo esa máquina, una especie de cajero automático
con pantallita táctil no funciona bien. En suma, que
no logro nada. Así que me dirijo, humildísimo
y pidiéndole perdón a un guardia que no deja acercarse
a nadie a los mostradores si antes no ha pasado por la máquina,
y le explico lo sucedido. Faltan 44 minutos para que salga el
vuelo. Sobran muchísimos minutos. O eso me creo yo. “El
sistema se cierra a los 45 minutos antes del vuelo. No puedo
hacer nada. Ha perdido usted el billete”. De nada vale
que me lea el correo con el billete electrónico de cabo
a rabo, donde en ningún sitio se dice que haya que llegar
45 minutos antes aunque no vayas a facturar. “Es costumbre
de la T-4, dice la indiferente azafata de tierra. Voy a venta
de billetes. Si quiero volar a Bilbao podré hacerlo en
el siguiente vuelo pero tendré que pagar 187 euros. Manda
huevos. Y manda huevos porque:
1-Llego de sobra para ver embarcar, y aún espero casi
treinta minutos, a los pasajeros de mi vuelo (me entero que
han reunificado dos vuelos y vendido plazas después de
no admitir mi billete electrónico).
2-Viajo en un avión gigantesco y prácticamente
vacío que sale con más de una hora de retraso.
Había plazas infinitas libres.
En atención al cliente me dicen que lástima no
hubiese acudido allí, me lo habrían solucionado.
Y lo cierto es que no llegué a montarme en el primer
avión porque ya había pagado los 187 euros reclamados
a Iberia (ojalá el departamento jurídico de Anaya,
responsables de mi viaje, les pusieron un pleito en condiciones)
y tendrían que devolvérmelos.
La verdad es que ni me enfado. Es imposible cumplir una norma
caprichosa que no está escrita en el documento que acredita
que he comprado el derecho a volar en determinado vuelo: los
cuarenta y cinco minutos. Es triste que la primera azafata no
levante el teléfono, como cualquier ser humano, y por
unos segundos no lo solucione de motu propio. Es lamentable
que el vendedor de billetes me pida 187 euros cuando hay plazas
libres en el siguiente avión para aburrir y de ningún
modo puede achacarse a mi desidia lo sucedido. Pero insisto
en que no me enfado. Sólo siento desprecio. Desprecio
hacia en otros tiempos la eficacísima compañía
Iberia. Desprecio hacia esos dos empleados que prefieren comportarse
como robots antes que como seres humanos. Desprecio. Un desprecio
calmo. Tranquilo.
Lo
cierto es que al final mereció la pena la espera de más
de tres horas: me zampé media docena de ostras en el
maravilloso hotel Abando de Bilbao, y al día siguiente
me hicieron la mejor entrevista, la más generosa y completa
que me han hecho jamás, en la televisión de Euskadi
(David Barbero, ETB). De hecho el nivel de
hospitalidad y entusiasmo en Bilbao fue, en todo momento, inmejorable.
Necios los hay en todas partes; tuve la desgracia de encontrarme
con dos en un lugar inhumano, en la T-4 de Barajas. Humildad.
Como dice mi amado Gracián una de las claves de la vida
es, a los necios, aprender a soportarlos.
“Debía probar su capacidad de sufrir
antes de merecer cualquier agasajo. Debía ser nadie antes
de poder ser alguien”. LORENZO SILVA. Un artista de la fe (relato
incluido en el libro colectivo Historia secreta de La Corporación)
23 de marzo de 009
El capullo de mi secretario, Flores, sigue
missing, con su Clarisa, y ni siquiera me ha mandado un correo
o un sms para comunicarme cuando volverá; siquiera si
volverá o ha abandonado este trabajo -admito- miserablemente
pagado. He estado a punto de utilizar otra frase de Un artista
de la fe, el genial relato sobre Kafka de mi
amigo Lorenzo Silva, para encabezar la entrada
actual de mi diarioweb: “No puede pedirse a alguien pequeño
que se haga cargo de quien no lo es”. Y está claro
que Walter Flores Delmal, también conocido
como Waldo Flores Delmal, es pequeño;
todavía es pequeño (quizá lo sea siempre)
y no puedo exigirle o pedirle que se haga cargo de mí,
de alguien que lleva muchos años sufriendo a manos llenas
y cada vez que dibuja su sonrisa -perenne, según el público-
de oreja a oreja se esfuerza tanto como un levantador de pesas
luchando contra su propio y humilde record de kilos levantados.
Así que aquí estoy yo, actualizando mi diarioweb,
porque también -al igual que Kafka o Silva- soy un artista
de la fe (“no perdió la fe, ni siquiera cuando
no había ninguna razón para mantenerla”).
Empiezo por cualquier punto, porque cualquier punto del hilo
hace que se estremezca el ovillo.
Es ayer, pero aún hoy veo la cara del pequeño
estafador (mi buena voluntad me invita a considerarle sólo
torpe o necio) que en la tienda de Vodafone
no es capaz de explicarme con claridad cuales son las condiciones
para contratar un modem USB. La publicidad es, directamente,
mentira. Anuncian que puedes probarlo 15 días sin compromiso...,
pero el compromiso es la leche: debe firmarse un contrato que
luego hay que anular, te cobran -si decides no quedarte con
el modem- y lo hacen al precio máximo que autoriza la
ley a Vodafone los minutos que hayas utilizado el modem en cuestión.
El chico se llama Rubén, tiene veinticuatro años
y cuando le indico que si a mí me cuesta entender el
farragoso baile de ofertas, planes y puñetas ¿qué
le sucederá a ese señor mayor -señalo a
uno cualquiera que pasa por la calle Monte Igueldo- si entra
en la tienda para informarse? La respuesta, aunque Rubén
no me la da, es evidente: para no reconocerse imbécil
el señor mayor, menos ilustrado (y no es que yo sea un
sabio) probablemente firmará el contrato enmarcado en
infinitas y enrevesadas líneas de letra pequeña.
Supongo que por eso a las personas mayores les cuesta escapar
del operador “dominante”, de los también
tramposos subcontratados por Movistar, porque Telefónica
no es buena ni honesta, pero es la más grande, la más
conocida y la menos “peor”. Triste, tener que quedarse
con lo menos “peor” porque nadie nos ofrece nada
ni siquiera medianamente honesto o bueno. Pero a todos los clientes
las grandes empresas les tratan igual. Hace una semana sufrí
un albur asimilable con la antaño elegante compañía
Iberia, y hoy mismo he tenido que hacer un acto de fe -pero
soy un artista de fe- cuando en una gasolinera de Doctor Esquerdo,
y porque una máquina funcionaba mal, me han obligado
a cambiar de surtidor y a continuación el empleado, de
nombre Antonio (se ha mosqueado porque le he llamado tronco,
hay que joderse), ocho años en la estación de
servicio, me ha dicho que las cantidades que he visto yo en
los paneles de servicio externos y la información que
aparecía en su ordenador diferían; y que “su”
máquina no se equivocaba nunca, que no se había
equivocado nunca en ocho años. Como si eso fuera posible,
como si los humanos (que somos máquinas biológicas;
hasta Antonio o Rubén son infinitamente más perfectos
que el mejor ordenador que pueda encontrarse en el mercado)
no nos equivocaremos. Las máquinas se equivocan todo
el tiempo. Los humanos nos equivocamos todo el tiempo. No me
he molestado en pedir facturas en las que no iba a creer, en
hacer reclamaciones que jamás sirven para nada, ni siquiera
le he regalado un libro de Sonríe Delgado como ayer sí
hice con Rubén, a quien le puse la siguiente dedicatoria:
“Para Rubén, un regalo claro y sin letra pequeña”.
No creo que la lección de ética le sirviera para
nada, pero sería feliz -y voy a intentarlo; de nuevo
practicando el arte de la fe- si ese regalo sirviese para que
cuando entre el siguiente señor o señora poco
versado en el mundo de la telefonía móvil y la
informática el empleado de Vodafone le informe con claridad,
diciendo la simple verdad, que a lo mejor al señor o
a la señora le parecen fenomenal (a mí me lo habrían
parecido).
Pero
hay otro punto del ovillo del que me apetece tirar, no todo
son tristezas. A Isaac Rosa, pasando por encima
de Ana María Matute (¿es el hombre
que llevaba sombrero antes que yo, el gran poeta Pere
Gimferrer, tan poderoso como parece en el universo
Planeta?), le otorgaron el premio Fundación Lara por
su novela LA CIUDAD DEL MIEDO. A partir de la Ciudad -imaginaria-
del Miedo crea Rosa otra ciudad -también imaginaria-
la Ciudad de la Alegría. Estuvo bonito su discurso, y
estuvo espléndida la organización de la cena en
los jardines de El Retiro frente a la torre del mismo nombre,
torre del Retiro. Se notaba la mano virtuosa y generosa de Ana
Gavín. Conocí a Mingote,
hablé con el único escritor a quien nunca he visto
sonreír, Guelbenzu (él también debe saber
de sufrimiento), me senté entre dos flores, dos Begoñas,
la editora de Bóveda y la jefe de prensa de Algaida,
charlé con el siempre genial Jesús Marchamalo,
felicité a la flamante ganadora del Azorín (estaba
espléndida Lola Beccaria), me monté
un vals verbal con Pérez-Azaustre (baila,
con las palabras, como dios, cuesta mantenerse a la altura,
pero me gusta pensar que quedamos en tablas), retraté
a Antonio Gómez-Rufo, siempre el escritor
mejor vestido en estos saraos, junto a Carmen, de prensa de
Planeta y la inolvidable aunque algo invisible en los últimos
tiempos Ángeles
Caso. Me quedé boquiabierto ante lo guapa que
estaba Gema, la novia de Miguel Ángel Matellanes,
y no supe como reaccionar ante el corte de pelo/ cambio de look
de Espido Freire, hablé largo y tendido
sobre lo divino y lo humano con Francisco Prior,
y aún más largo -pero no tendido, sino profundo
y con un fraseado que estallaba bajo las baldosas del lujoso
salón de El Retiro- con mi “escritor predilecto”,
Jorge Herralde, a quien me permití reprochar
que hubiese dicho en una entrevista concedida al Dominical de
El Mundo que iba a dejar a Lali (allí estaba, fiel como
siempre) la editorial, porque ahora los autores arribistas le
darán la paliza a ella y contratarán a hechiceros
africanos para que el gran Jorge no llegue a los 100 años
(lo
llevan claro), y no se me olvidan ni Nacho Fernández,
ni Domingo Villar, Carlota del Amo,
Mijancos, Laura Merle, Pilar
Lucas, Maurilio de Miguel, Fernando Marías
(le estoy leyendo a fondo) u otros muchos amigos y conocidos
que encontré en la velada deliciosa; tan deliciosa que
decliné la invitación de mi editor (se me llena
la pantalla de EDITOR al escribirlo) Miguel Ángel Matellanes
de subir a un taxi para acabar libando burbons en el Cook. Y
decliné la invitación porque al igual que Isaac
Rosa me sentía en la ciudad de la Alegría, y preferí
quedarme solo, él también lo hizo: le vi caminando
Menéndez Pelayo abajo, para paladear los buenos momentos
recién vividos, el placer de haber encontrado a lo mejor
de la fauna del mundo literario español, y sentir -eso
se lo debo a todos y a todos se lo agradezco- que formo parte
de ese mundo, de que soy uno de ellos, uno de los animales “raros”
del bosque farsario que crece febril, bajo el temor constante
de ser podado, en torno a las aguas subterráneas y siempre
vivas del mundo literario.
(Mensaje para Walter Flores. Querido secretario,
o apareces la semana que viene o te mando a trabajar con mi
muy querida directora Paloma Reverte de Luis, jefa suprema de
La Opinión de Murcia; para que te enteres de lo vale
un peine; incluso si te estás quedando calvo).
“Rara vez podías
hacerle un favor sin que se te pasara por la cabeza estrangularla” Alan Bennett (La dama de la furgoneta. “The
lady of the van”, que en inglés suena mucho mejor).
30 de marzo 009
Parece un zombi, alguien que se
ha ido la perola, mi jefe el señor Puebla, Javier Puebla.
Ni me pregunta que he hecho estas dos semanas de ausencia, si
me va bien o mal (me va mal) con mi amada Clarisa, y si en la
empresa donde trabajo como contable se tomaron a bien que me
zampase dos semanas pretexto de baja (se lo han tomado fatal,
expediente disciplinario, pero no creo que me echen de momento).
Pero vuelvo al jefe.
-Ah, hola Flores. Mira.
Y me enseña la novela. El novelón más gordo
que un ordenador portátil tocho. El tercer Tigre.
El manuscrito, y lo llamo manuscrito con razón como se
verá por lo que sigue, está lleno de tachones,
frases añadidas y notas de todo tipo que a veces ocupan
una página entera; y las hace nada menos que en cuatro
colores.
-No he querido corregirlo directamente en el ordenador, porque
a veces cambias cosas que no hay que cambiar, porque te dejas
llevar por el estado de ánimo del momento. En cambio
si tienes un texto fijo basta con poner OK original en la segunda,
tercera o cuarta pasada. La clave está en encontrar un
estado de ánimo intermedio, lo más objetivo posible.
Pues muy bien. La verdad es que no me emociona un pimiento.
Se creerá que su trabajito de escritor es más
complicado que hacer cuadrar las cuentas de una multinacional;
narices. O más duro que recoger la basura que producen
los animales urbanos. El problema es que no hace nada más.
Se ha largado a su apartamento de la sierra, hoy ha bajado a
dar una clase, y lo único que hace es balancearse en
el cuelgue: un equilibrista colgado. ¿Qué quiere
que escriba sobre eso? ¿Que tengo un jefe “enfermo
de imaginación”? ¿Que trabajo para un tipo
capaz de considerar más reales a sus personajes inexistentes
que a sus vecinos o, incluso, su propia familia? Eso no le interesa
a nadie; y si le interesa a alguien... es de preocupar. Porque
resulta mucho más entretenido que cene con editores,
agentes, periodistas, cineastas o lo que sea. La vida social
es interesante, a todo el mundo le encanta cotillear y que se
relacione con otros seres humanos le da color a este diarioweb;
le he recordado lo de llamarlo semanarioweb, pero no me ha hecho
ni caso.
En teoría acabará la semana que viene, se ha puesto
una de esas fechas optimistas suyas para acabar el trabajito.
Entonces, cruzo los dedos, volverá a la normalidad y
se le quitará esa expresión de iluminado que,
curiosamente, a las chicas les encanta; pero a los tíos
nos espanta; o al menos a mí me espanta.
No voy a añadir nada más, porque no me hace ni
caso. Ni siquiera me ha prestado atención cuando le he
pedido que me recomendase alguno de los libros que tiene encima
de la mesa.
-Alan Bennet, buenísimo. No está
mal uno de los relatos de Irvine Welsh, el
que da título al libro: SI TE GUSTÓ LA ESCUELA,
TE ENCANTARÁ EL TRABAJO. Y esta noche empezaré
con el nuevo de Kureishi. También tengo
por aquí los premios Quiñones, pero aún
no he tenido tiempo de verlos ya te diré la semana que
viene.Ah, y los poemas de Javier Vázquez Losada
me gustaron mucho, CASI SIN QUERER, si quieres te lo presto.
¡Poemas! Lo que me faltaba, aunque bien pensado a lo mejor
hay alguno que pueda utilizar con Clarisa, a las chicas les
encantan las poesías (¿o no?). Había pensado
pedir auxilio en mi complicada labor de seducción a mi
patrón, que al cabo casi me dobla en edad y algo de experiencia
tendrá, digo yo. Pero pasa de mí como un borracho
del agua.
-¿Pongo alguna ilustración?
-Llama a Fénix si quieres, por ahí
anda el móvil, pero me da igual. Por una semana que no
haya “santos” tampoco va a pasar nada.
-Por lo menos me habrá echado de menos, no señor
Puebla.
-Sí, claro, Flores. Muchísimo.
-Mira, fíjate en estos cambios de aquí, los que
están en la letra verde que son la corrección
definitiva.
-Pero... si esa es la letra de Traum.
-Sí. ¿Y qué?
-Deja al calvo que meta mano en sus libros.
-Yo también la meto en los suyos.
Mal. Está mal. Habla de su antónimo como si fuese
una persona real. Capaz cualquier día de empezar a la
gente que yo, Walter Flores Delmal no existo, que soy un secretario
imaginario ficticio o algo así. Como haga eso Clarisa
no me deja volver a trabajar con él en la vida. Ah, Clarisa,
ay las mujeres. ¿Cómo logra una simple fémina
tener tamaño poder sobre mi pobre y humilde corazón?
Miro a Javier Puebla, pero me ve. Está con el boli verde,
tachando y escribiendo, avanzando y retrocediendo. Se ríe,
se cabrea, apoya la mano en la frente, mira al techo... Qué
desastre, Dios mío. Espero que si algún día
tengo una hija no le de la chifladura de convertirse en escritora.
“Se acabó ser
oveja. Yo soy el lobo” SOSIEGO. Antilibro impublicable de Javier Puebla
13 de abril 2009
No he podido ni verle. Ha estado
días y días metido en la “cueva”.
Su mujer me dijo que ha sacado de su cabeza todo lo que no fuese
la novela. Un día apareció por la Universidad
de Alcalá y se marcó dos cortos en dos horas (la
semana pasada había rodado tres en el mismo tiempo),
vio a sus Tripulantes no sé donde ni como..., la verdad
es que no sé nada de él. No tengo fotos, no tengo
información, no sé nada de la novela... En cuanto
me entere actualizo este diario web a toda galleta. Palabra.
(Walter Flores Delmal, algo mosqueado con eso de que su jefe
ahora sea “el lobo”. Espero que no me pida a mí
que me disfrace de “caperucita”)
“La mayoría de
la gente no puede soportar que el dinero signifique tanto para
ellos” HANIF KUREISHI. Algo que contarte (su magnífico
y último libro publicado por Anagrama. Lo recomiendo;
tan bueno o mejor como El Buda de los suburbios, Intimidad o
el guión de Mi hermosa lavandería).
20 de abril
Barril & Barral
Tras
tres o cinco semanas en la “cueva” -no sé,
juro que no sé, que no soy consciente del tiempo en la
“cueva”- trabajando, placenteramente trabajando
en una novela, el regreso a la gran ciudad, a la metrópoli,
a Mad Madrid, me producía sentimientos encontrados. Tenía
una fecha comprometida, un miércoles, para hablar de
mi TIGRE MANJATAN en la Aventura del Saber, pero por lo demás
no tenía intención de mezclarme demasiado con
nadie, soñaba con seguir alargando una soledad juguetona
y agradable. Pero el hombre propone su agenda... y su teléfono
móvil dispone de ella. Un SMS. De Malcolm. Vaya, de Malcolm;
Malcolm Otero Barral, a quien siempre hay que
presentar como el nieto de Barral, pero que por sí mismo
es un circo ambulante, diversión garantizada, ese halo
de amor por lo lúdico y la diversión en estado
puro y sin segundas intenciones que -al parecer- era normal
en la época de su abuelo, Carlos El Mítico. “Mañana
a las siete y media en la librería la Buena Vida (Vergara,
10, Madrid) presentamos la editorial Barrill & Barral. Te
espero, Malcolm”.
Fue leer el mensaje y que me brillasen los ojos y sin darme
cuenta estaba sonriendo y moviendo aprobadoramente la cabeza;
con Malcolm, como ya he dicho más arriba, la diversión
siempre está garantizada. Coincidía con la fecha
de grabación del programa en TVE, pero ya me buscaría
la vida. Me la busqué. E incluso intenté convencer
a Ian Gibson,
que venía conmigo en el coche del parque móvil
de TVE, para que se apuntase al sarao. También a mi editor,
a Miguel Ángel Matellanes, con quien cené la noche
anterior (día de mi cumpleaños; mi editor mi mejor
amigo, una suerte difícil de creer; lo que dure lo agradeceré
y disfrutaré).
En la fiesta de Malcolm el ambiente era exactamente ese: ambiente
de fiesta. Estuve hablando largo o corto, tendido o puntualmente,
con Miguel Ángel Aguilar, David
Trueba, que me presentó a su sobrino-nieto (vease
la foto), con su hermano, el genial don Fernando Trueba
(soy un admirador absuluto de su film EL SUEÑO DEL MONO
LOCO), que acaba de terminar película, con la siempre
deliciosa Vanesa Monfort y su chico, con Nicolás
Casariego, que anda con un guión de cine, con
Carlota del Amo y otros muchos amigos. Conocí a Barrill
y fotografié a Altares, el director
de Babelia, y le dejé mi dirección a MariPaz,
la jefe de prensa de la editorial que ha arrancado con Joan
Margarit y un inédito, o al menos muy poco conocido,
libro de Rimbaud, y que al parecer va a apostar
por autores franceses más o menos clásicos. Y
supongo que en otro momento me habría quedado, feliz,
con la encantadora pandilla de Malcolm en Mad Madrid hasta que
la noche hubiese dejado de serlo. Pero tras tres o cinco semanas
en la “cueva” tanta alegría y diversión
era excesiva para mi espíritu humilde y frugal. Eso,
y que no me había desmaquillado al salir de la tele,
y todo el mundo me miraba raro, o me parecía que me miraba
raro: “mira, el Puebla. Además del sombrerito ahora
va maquillado a las fiestas como una puerta”. Y eso no
era. Así que me largué, en busca de otras y más
privadas aventuras que no voy a reseñar aquí.
En cualquier caso larga vida a Barril&Barral.
La mejor de las suertes. Amén.
..
.
.......
Si alguien sabe algo de Walter Flores Delmal que me lo haga
saber, please, no contesta al móvil ni llama ni se le
ve por sus bares habituales. ¿Habrá aceptado aquel
trabajo que le había ofrecido el viejo jefe de la mafia
de quien me habló para hacerle de ayudante y secretrario
en la redacción de sus memorias? Sea cual sea su suerte,
y con la esperanza de que al menos siga vivo, le deseo lo mejor.
Cierro este diarioweb con una foto especial para mí.
La hizo Gilberto Villamil, en la fiesta de Cambio16. A esa fiesta
de Cambio fue con mi editor, Miguel Ángel Matellanes.
Unos días después, el día de mi cumpleaños
(día que nunca me ha interesado nada), cené con
uno de mis mejores amigos, que también es Miguel Ángel
Matellanes. Un abrazo, my editor. Y otro abrazo, my friend.
"La
enfermedad es falta de inspiración"
HANIF KUREISHI. Algo que contarte
(su magnífico y último libro publicado por Anagrama.
Lo sigo recomendando; buenísimo; disfruto leyéndolo
como en mis tiempos de adolescente. Más subrayable, o
igual, que Piglia o Villoro).
27 de abril 2009
MI NOCHE DE LOS LIBROS
Resulta
que era el día de los libros. En la mercadotecnia moderna
hay un día para cada cosa. Quizá yo no esté
enterado, pero seguro que hay un día “de las galletas
saladas” y también un día de las galletas
sosas. No hay día del alcohol, el sexo o las drogas,
claro, porque esos días... son todos los días.
Pero estábamos en que era el día de los libros,
la noche de los libros: las librerías cerraban a medianoche
y en mi favorita, Fuentetaja, hasta -cortesía
e inteligencia de Carlos Sotos- se ofrecía
vino y refrescos, amén de un concierto de jazz. ¿Y
yo? ¿Y Javier Puebla? ¿Y Tigre
Manjatan, mi última novela que en la Casa
del Libro es enlace patrocinado pero no la encuentran,
en el Corte Inglés está agotada
-por su culpa- desde hace cuatro meses y en Crisol
tardan una semana en conseguir un ejemplar a quien tiene la
paciencia y buena voluntad de encargarlo? Esa misma mañana
había salido el libro en la tele, en la
Aventura del saber (TVE2). Así que me puse en
contacto con Jesús Ayuso, para ver si
podía ir a firmar, a montar mi pequeño show, a
Fuentetaja.
-Por supuesto, querido Javier Puebla.
Aparecí por el maravilloso local de Fuentetaja a media
tarde. Tres tigres. Tres tristes tigres. Tan sólo tres
ejemplares del alegre y rayado Tigre Manjatan. Me durarían
lo que a un felino de tres metros un gorrión. Pero se
me ocurrió una alternativa. Un juego. Lo que llamo EL
JUEGO DE DELGADO. El juego de Delgado consiste en “cambiar”
la novela con la que quedé finalista del Nadal por lo
que quieran darme. Economía de trueque y sobre todo juego
lúdico. Decidí que sólo lo haría
si aparcaba, podía aparcar, en la puerta de Fuentetaja.
Y,
lo juro, en la puerta exactísima de Fuentetaja, aparqué
a El Duro (mi viejo Volvo) a las 22,15 horas.
A las 24 horas, cuando Alfonso Otero, el encargado
y amigo personal, me dijo que ya estaba bien, que era hora de
“plegar”, había firmado cuarenta y tres ejemplares
de Sonríe Delgado, y a cambio tenía cosas maravillosas:
un mapa de París, un kilo de café de calidad maravillosa,
el pañuelo de una chica viajera, bolígrafos, mecheros,
pintalabios.... y hasta una manzana. Sí, hasta
una manzana que me comí junto a la escultura
de Pío Baroja que preside la Cuesta de los libros, la
de Claudio Moyano.
En suma: que
me lo pasé como un indio, conseguí que para al
menos 43 personas LA NOCHE DE LOS LIBROS no fuese simple mercadotecnia
sino magia, placer y -como escribe Gracián- “divina
comunicabilidad”. Me felicitaron por mi iniciativa muchísimas
personas. Y me apunto. Yo también me felicito a mí
mismo. De eso se trataba cuando decidí dedicarme en cuerpo
y alma a la literatura, a la creación. De jugar. Y me
lo permití. Me lo permití porque ya he llegado
adonde quería. Ya mañana me da igual. Puedo volver
a ser funcionario y pedir un puesto de Agregado Comercial en
el infierno o el cielo. Puedo trabajar como cineasta o profesor
o editor o presentador de un programa de televisión o
bajar a comprar cigarrillos y desaparecer para siempre jamás
o Nunca-jamás, como Peter Pan. Estoy acabado y estoy
sin empezar. Soy peligroso como una bomba y bailarín
como una samba. No tengo nada, en suma; nada que perder.
Nota de Walter Flores Delmal:
El boss no me ha dejado escribir su diario
esta semana, porque ya no le duele nada, dice que como han despedido
o dejado sin su retribución a todos los colaboradores
de los periódicos -huele a culo de periodista que apesta,
de tanta bajada de pantalones de los columnistas patrios- él
mismo puede encargarse de la redacción de su diarioweb.
Yo también me he bajado los pantalones, claro. Me gustaba
el curro, contar sus aventuritas,
y siempre había cosas que él no podía contar
o no como yo. Por ejemplo, el mismo día al que se refiere
don Puebla más arriba yo sé que estuvo firmando
el contrato, generosísimo, para su próxima novela,
La inutilidad de un beso. O que se encontró con la única
persona que tiene una imaginación similar a la suya:
Gabriel Taylor; podría ser genético, porque es
su tío, primo hermano de su madre. Y que gracias a su
tío Gabriel conoció a Imma, que parece será
la “encuadernadora” de su vida (podría ser
una novela la historia de las encuadernaciones de los diarios
de Javier Puebla, que hasta la fecha ha sido protagonizado por
un senegalés llamado Adama Diop que sólo encuadernaba
coranes y los caprichos de mi jefe). Pero no voy a extenderme,
porque acaban de llegar Fénix, Salgado y Traum. El último
acaba de pegar un golpe con una botella de burbon Five Queens
encima de la mesa donde estoy escribiendo. ¿Qué
coño pasa? ¿Hay algo que celebrar? Y yo, como
siempre, el humilde contable, el sufrido cronista que no sale
ni de coña el primero en Google, soy el último
en enterarse. Hay que joderse.
Ah, eso sí, cierro la entrada de esta semana con una
foto que me hizo Fénix apadrinando a Tigre Manjatan.
Reconocerán -se me está pegando la inmodestia
del capullo de mi jefe- que estoy absolutamente genial.
“Quizá no haya
nada mejor -más atractivo e interesante- que las malas
compañías” SOSIEGO, antilibro impublicable. By Javier
Puebla Rabanal González-Briz Taylor.
4 de mayo
SIEMPRE BRILLANTE: JERÓNIMO
TRISTANTE
Jerónimo Tristante
(Murciatown, 1969) se finge profesor de biología en un
instituto, pero en realidad es un bicho extraño y en
evolución permanente, mucho más interesante que
cualquiera sobre los que diserta en sus clases ante los zangolotinos
estudiantes de secundaria; es probable que a esos estudiantes
-si les funciona la pelota de modo suficientemente regular-
les interese mucho más su profe como escritor que como
docente. El brillante señor Tristante realizó
un astuto juego de muñeca -muñeca literaria- al
inventarse hace unos años a Víctor Ros, un detective
cuyas andanzas se desarrollaban en el Madrid del siglo XIX (un
cruce entre Holmes (el farlopero), Marlowe
(el poeta) y Espronceda (el delincuente)). Le salieron dos libros
guapísimos, EL MISTERIO DE LA CASA ARANDA, que se vendió
como “donas” (lease donuts si no se sabe inglés),
y EL CASO DE LA VIUDA NEGRA. Víctor Ros, que a mí
me encanta y cuyos libros, junto a EL
CASO SALDAÑA de Pedro de Paz, son
los que más compro para regalar porque si qué
jamás fallan, volverá a la arena literaria en
breve.
Pero mientras tanto Jerónimo le ha cogido gustito a eso
de ser una writer-star, y por eso, o porque es un grafómano,
o porque su jefe en Maeva se lo pidió de rodillas, o
porque es generoso con sus lectores y no quiere crearles un
síndrome de ansiedad, o... Me distraigo. Lo que toca
decir o escribir ahora es que Tristante ha publicado una nueva
novela: 1969.
-La flipas- oí decir a uno de sus numerosos seguidores
en el bar donde aparecí cuando ya había terminado
la presentación.
Pensará el lector que no fui a la presentación
porque pasaba, o porque soy como mi TIGRE
MANJATAN, un bebedor de los duros, de esos que
sólo se sienten en casa en su “hogar, dulce ho
bar” (por favor, ruego al corrector de estilo de turno
que no me mande el clásico correo doctoral para pedirme
que arregle la anterior frase, está escrita ex-professo
de ese modo). Me estoy distrayendo. No sé que me pasa.
¿Estoy en la luna? Quizá estoy en la luna. Porque
de eso va 1969, de la relación de Murcia y la luna. Murcia
es igual que Nueva York, siempre lo he dicho, y ahora Tristante
me replica y cuenta que no, que más allá, que
Murcia es igual que la luna; o más exactamente: que Murcia
es la luna. Y lo cuenta de una manera que le sale una novela
que, ya lo dicen sus lectores habituales como he reseñado
más arriba, “la flipas”.
Tristante, que es un estratega de recursos infinitos, me convocó
de tres modos o maneras, a saber: su jefe de prensa, su presentador
(y gran amigo mío) Pedro de Paz, y para rematar a través
del único agente literario hispano con permiso para rockandrolear:
el gran Eduardo Melón. Así que
no podía fallar. Llegué tarde porque mientras
termino de afilar mis cuchillos de matachín (aunque esa
es otra historia) doy clases de literatura y cine para que mi
vástago siga comiendo casi todos los días. Llegue
tarde, pero llegué a tiempo. Al bar. Y lo pasé
genial. Con Melón, de Paz y Tristante. Como lo pasará
genial cualquiera que se lea la nueva novela del brillante diamante
alucinante llamado Jerónimo, Jerónimo Tristante.
1969.
HACIENDO CINE EN ALCALÁ
Aunque
lo mejor de esta semana no fue esa noche, la mencionada más
arriba, en la que teóricamente me recogí a las
cinco de la mañana, pero los testigos asegurarán
que desaparecí a la una y treinta, sino el jueves, en
mi clase de cine en Alcalá. Los Shakaspeare6
estuvieron brillantes, enamorantes, geniales y derrochando vida
y creatividad (utilícense ambas palabras como sinónimos).
Estaría bien que me llegase la energía y fuese
capaz de subir al menos alguna de las dos peliculitas, raras,
que filmamos en una hora y veintitrés minutos. Lo intentaré.
Ah, y comí con mi querida Julia Barella
que...
-No, no y no. ¡!
-¡Flores!
-Sí, Flores. Soy Walter Flores Delmal,
su secretario, el pobre imbécil al que jamás se
digna Google a sacar en su primera página, y lo que ha
escrito más arriba, patrón, no tiene ninguna gracia.
Un tío en primera persona hablando de sí mismo,
de lo bien que se lo pasa, de que sus alumnas son como musas
o como mesas o como misas. Gaitas.
-Pero Flores..
-Pero Flores, ¡leches! Las flores en mayo, y... ¡por
todos los bachibuzucks del averno! si ya estamos en mayo. Pues
con más motivo, para que sea yo quien escriba, y usted,
mi querido y anciano jefe, se preocupe de su rodilla.
-No pensaba contar lo de mi rodilla.
-Claro que no, siempre haciéndose el jovencito. Pero
confiese que se le ha jodido una rodilla y debería estar
en urgencias de traumatología...
-Narices de urgencias. He quedado con mi amigo Mister Wall para
ver Lobezno y si tengo que ir a la pata coja iré a la
pata coja.
Queridos lectores de este diarioweb: a Javier
Puebla, gracias a que llevaba unos zapatos viejos de ocho años
y con los talones extintos, le comenzó a molestar una
rodillita el día de su clase en Alcalá. Y en lugar
de irse a casa -el talento de los escritores- prolongó
el paseo por la ciudad universitaria, se pegó otro de
una hora en el Barrio de la Estrella Bizca, y encima nadó
cincuenta largos. Por la noche, claro, no podía ni andar,
ni tumbarse en la cama sin bizquear y ver a la vez las estrellas.
Y todo porque el día anterior había estado dándole
fuerte a la marcha, fuerte de verdad con su viejo amigo el peligroso
e ingenioso Montxo Dixie, y salieron con la cartera de proyectos
tan llena que si no estallaba el mundo -que naturalmente no
estalló- lo normal era que a Puebla se le averiase alguna
articulación y a Dixie le subiera el colesterol (como
mínimo). Y no sigo porque he venido sin ser convocado,
porque a mí Puebla no me ha invitado a ver Lobezno con
su amigazo Mister Wall, y porque aquí no se cuenta nada
de interés, en esta web, desde que el responsable no
soy yo. Estoy por montarme un blog: El canto de Flores El Cuervo;
iba a haber unos cuantos que se iban a enterar de lo que vale
un kilo de gominolas.
Como dice mi patrón, siempre tan enrrolladillo: Feliz
semana para todos los ociosos que no tienen otra cosa que hacer
que perder el tiempo leyendo esta web, y “lo mejor de
mi energía” (aunque contamine más que una
central núclear).
Hasta más ver, señores. Hoy soy yo, Walter Flores
Delmal quien se despide. A ver si el señor Puebla es
capaz de convencerme para que vuelva (claro, que pueden animarle
escribiéndole a su dirección de correos habitual,
mándandole sicarios o sobornándole con tabletas
de chocolate con el 97% de cacao; ustedes mismos).
(Ah, señor Puebla. Tampoco ha contado
usted que Nacho Fernández, la cara visible del director
de literaturas.com, más conocido como EL
INCANSABLE SEÑOR FERNÁNDEZ ha abierto la puerta
de atrás y se ha largado a Bruselas, Parlamento Europeo,
a ganar pasta razonable con un esfuerzo razonable y Madrid pierde
a su último agitador cultural en activo.)
“Lo malo no es que tú
te canses de la gente. Lo malo es que la gente se canse de ti”. SOSIEGO, antilibro de código libre que
utiliza Javier Puebla para hacer su pequeña
vida más llevadadera.
11 de mayo
El patrón está ahora mismo en Londres, en Kensington,
nada menos. Aunque pretenda disimularlo aún le queda
un ramalazo de cuando viajaba por el mundo con un pasaporte
diplomático rojo -rojo de verdad- en el bolsillo. Se
ha ido con su pequeña familia a pasar unos días
a una de las ciudades que mejor conozco. Hace cinco años,
cuando tenía la casa de un familiar disponible, se pasó
allí más de un mes transmutado en León
Salgado y cazando cuentos. Ya contará, supongo, cuando
vuelva. O no. En cualquier caso le veo mejor, se va recuperando
del vacío que viene a continuación de la euforia
cuando se termina de escribir una novela. Sin duda en la recuperación
juega un papel importante su curso de cine en Alcalá.
Sus pupilos no podían ser más geniales, gente
con más ganas y más brillo en la mirada (si alguien
lo duda que entre en la página web correspondiente y
vea RETRATO DE JENNIFER, firmado por Shakaspeare6). La semana
se la ha pasado en casa, trabajando y gruñendo, a causa
de una sobrecarga en una rodilla que le ha servido para que
el traumatólogo le aconsejase unos días de reposo;
nada peor para un hiperactivo que el reposo. Habrá hecho
más de doscientas llamadas por teléfono, molestado
al mundo entero con sus “ideas geniales” (“esa
diarrea”), pero al menos ha montado la peli a la que me
he referido más arriba. Y como me ha dejado la llave
de su casa -también a Traum, Fénix, Ram Rendel,
Salgado y Delgado- aquí estamos todos, trabajando como
locos para que cuando el señor Puebla vuelva de su Londres
“pijillo” se encuentre el ordenador rebosante de
poemas, ilustraciones, películas y cuentos. ¿Qué
se le va a hacer? Los seres imaginarios que vivimos en la cabeza
de Don Puebla... somos así.
“Hago cuanto puedo para
no ser nunca fuente de la tristeza ajena. Muchas veces fallo,
por supuesto.”
SOSIEGO, antilibro de código abierto y escritura indescifrable.
18 de mayo
Regresa
Javier Puebla de la ciudad de sus tatarabuelos,
del viejo y laberíntico y siempre fascinante lugar llamado,
en español, Londres. Fucking London, according to Traum.
Regresa aún cojeando, pero ya no tanto como cuando dejó
Mad Madrid. Sobrecarga en la rodilla, tendinitis, vejez prematura,
artritis juvenil... elija el lector la enfermedad que quiera
y aplíquesela a mi patrón, quien en realidad se
parece más al enfermo imaginario al que interpreta el
genial y perezoso Kike San Francisco en el
teatro Fígaro (últimamente con doble apellido
añadido: Adolfo Marsillach). Sé de que va porque
Puebla tuvo la cortesía de invitarnos a Clarisa y a mí,
doble cita de parejas ya que él iba con su chica y esposa,
pues había conseguido cuatro entradas gracias a las malas
artes de Frederic Traum (el maldito calvo, dos veces en un sólo
párrafo), que cambió sus malvadas aventuras a
un empresario interesante y despierto llamado Juan Luis de quien,
probablemente, tendré ocasión de hablar largo
y tendido en otra ocasión.
Porque ahora estamos regresando de London (no Jack, but the
city of). Puebla, como es clásico en él, hizo
cualquier cosa menos turismo. Cenó todas las noches de
su semana inglesa en el Crowd and Sceptre de Holland Road, paseó
hasta donde le dejó su rodilla imaginaria o realmente
dolorida por el barrio y el parque más bonito y desconocido
de la ciudad, el Holland, y se compró un sombrero.
-Nada de información sobre como ni cuando ni que tipo
de sombrero. Estrictamente confidencial, ¿capito Walter?
-Capito, capitano.
Cerraron el aeropuerto cuando salió Puebla, nada más
despegar su último avión. ¿Para que no
volviese? Parece que no, que el motivo era una amenaza de terroristas
islámicas con bombas volantes que se saldó con
la detención de ocho muslisms; pero no me he enterado
mucho, porque mi patrón me está pegando el vicio
de no leer periódicos y ni siquiera veo la tele porque
me han prestado HOW I MEET YOUR MOTHER y ando de lo más
enganchado con la serie; Clarisa opina que es genial.
-Flores, man.
-¿Patrón?
-Cada día escribes de modo más confuso.
-¿Confuso? ¿Yo, confuso? La culpa es de las palabras,
que tienen tendencia a desordenarse, no como los números,
cada uno en su línea, en su columna, en su...
-Corta
el rollo y habla de los Shakaspeare6, que aún
te quedan muchas cosas por hacer esta tarde.
¿Y qué cuento? ¿Qué las clases en
Alcalá se pasan entre risas, sonrisas y aplausos? ¿Que
ya han rodado media docena de cortos raros y un par menos raros?
¿Que Ram Rendel opina que a partir del
material que se está grabando podría hacerse un
largo? ¿Que el curso de verano CON LO QUE HAY ya está
convocado? ¿Qué van a acabar odiando a Puebla
todos los cineastas patrios si se empeña en demostrar
que una peli la hace cualquiera y a coste cero? No cuento nada,
que lo cuente él si le da la gana. Y no pienso plancharle
las camisas, se ponga como se ponga. Hasta ahí podíamos
llegar. Punto final hasta el lunes que viene. Quien quiera saber
más que haga cábalas a partir de las fotos, si
le da la gana).
(Walter Flores Delmal, que se declara en rebeldía
hasta el próximo lunes, y mientras tanto se permite desear
feliz semana a sus pacientes -e inteligentes- lectores, porque
como ha señalado el patrón más arriba me
estoy volviendo “confuso” y para leerme ya no basta
un coeficiente de ochenta; pero paso de todo porque a mi Clarisa
le gusta así).
“Ah, como nos gusta regresar
al infierno” JESÚS FERRERO, El beso de la sirena negra.
25 mayo 009
LA DESARICIÓN DE WALTER FLORES
(incluye LA APARICIÓN DEL CHACAL y DÁNDOLE DURO
AL CHAMPÁN)
Flores, Walter Flores, Walter
Flores Delmal, está missing. Desaparecido en
combate, o en una juerga, por completo. Lo último que
supe de él fue a través del móvil, vía
SMS
-Stoy kn EL CHACAL.
-kN EL CHACAL. hABLANDO DE USTED.
-k s AÑO CAZADOR stá comprometido.
-Stamos n Cock. kme, boss, kme.
Al
cuarto mensaje me puse el panamá que me regaló
la principessa S. en Roma y salté a un taxi en dirección
al Cock Bar. Al taxista no le gustó que no llevase pasta,
pero tuvo que conformarse con un libro dedicado y mi promesa
de que en la feria del libro le invitaría a un “María
Sangriento”. Seguían llegando los sms de Flores,
Flores Delmal, Walter. Walter Flores. El muy capullo.
Cuando entré en el Cock salía Cesar Antonio
Molina (a punto estuve de gritar: no me mires así,
¡que no soy González Sinde!).
Pero ya gritaba todo el mundo. O al menos hablaban muy alto.
A voz en cuello, como escribiría un literato con pretensiones.
Caramba, si estaba todo cristo: hasta mi agente, Edy
Melón.
-Has venido, qué genial. Te mandé un correo, pero
no respondiste. Pensé que estaría bien que conociese
a la gente de Duomo.
-Claro, yo no fallo nunca. Pero quería darte una sorpresa.
Ah, que fácil y delicioso es mentir. El correo de Eduardo
no lo vi hasta tres días después. Pero a quien
no vi por ninguna parte fue a Flores. Ni a Flores, ni al Chacal.
-¿Has visto a El Chacal?
-Sí, hace un momento. Debe de andar por aquí.
-Por allí estaba Julián León,
Clara Sánchez, Lorenzo Silva,
Martín Casariego, Pablo Álvarez,
Rodriguez Rivero, Marcos Giralt
(al final hablaba con una especie de diosa de pelo blanco y
nalgatorio antigravitatorio), José María
Plaza, Gisele, Aurelio Major,
Carlota del Amo y hasta Morato
(vease la tierna foto THE Rayban BROTHERS), pero del agente
literario más famoso del mundo, Andrew
Wyllie, más conocido como EL CHACAL, el hombre
que consiguió a Martin Amis el primer
contrato millonario de su vida, que le permitió arreglarse
los piños y logró enemistarle por los siglos de
los siglos con Julian Barnes, el Chacal, que
había arremetido contra Kerrigan, Antonia,
en la prensa española, El Chacal, que formó parte
de la Factory de Warhol. El Chacal que... ¿me
había robado a Flores? Porque ¿dónde estaba
mi secretario? ¿Y si Wyllie prepara alguna de sus jugadas?
No es por ponerme paranoico pero seguro que Flores tiene copia
de mis obras completas, de mis nueve novelas inéditas,
los 365 relatos de EL AÑO DEL CAZADOR, y hasta conoce
como desarrollé mi tratamiento de ese invento que he
llamado ANTÓNIMO. Quizá
hasta tenga fotocopias de mis diarios manuscritos.
-Necesitas beber algo, Puebla, se te está poniendo cara
de Indy Jones entrando en el Templo Maldito.
-Tienes razón, Melón. Necesito beber algo. Champán,
por favor, mucho champán. Celebremos que nace una nueva
editorial. Brindemos por los libros, por la salud del hígado
del grupo Duomo. Largos años.
-Por Duomo.
-Por Duomo.
Chin chín. Sí, por Duomo. Pero hace ya ocho días
que no sé absolutamente nada del malvado Walter Flores.
Cuando lo encuentre tendrá que oírme. Si está
vivo, claro. Si está vivo... Mi pobre y querido Flores.
¿Y quien me va a escribir hoy el diario? Bueno, pego
la última columnita que he mandado a la prensa, y listo.
KUREISHI Y FERRERO
Acabo de terminar de leer ALGO QUE CONTARTE
de Hanif Kureishi, el escritor inglés
de origen pakistaní que jamás se librará
del estigma de su origen pakistaní, por muy británico
que sea en su prosa y costumbres. El libro me ha durado más
de lo habitual, en parte por su longitud, 500 páginas
de letra suficiente pero no grande, y en parte porque andaba
disperso, perdido en un cruce de caminos esperando a que se
me apareciese el diablo, como al jazzman Robert Johnson,
e intuí que en la última novela del muy interesante
escritor del English Dream Team podría
encontrarme al diablo. Al diablo le gusta la literatura y a
la literatura le gusta el diablo. La novela del autor de EL
BUDA DE LOS SUBURBIOS o INTIMIDAD, entre otras, y director de
la mítica película LONDON KILLS ME es una gran
obra, y aunque como en todas las grandes obras al final se transluce
el agotamiento de su autor antes de llegar a ese agotamiento
proporciona al lector infinidad de historias, pasajes subrayables
que le hacen pensar... y el aliento del diablo: la ex-exposa
del narrador dejándose poseer por hombres sin nombre
en un club de intercambio, las drogas, los robos, la estafa
como forma de vida, el peso de los espectros de las personas
a las que ha matado (o por cuya muerte se siente culpable).
Pero fue terminar de leer a Herralde –utilizando
en esta ocasión la voz de Kureishi- y abrir a Ferrero,
que me esperaba puro y oscuro en el centro de la mesa de cristal
del salón. Una novela negra o eso decía la contraportada.
EL BESO DE LA SIRENA NEGRA. Y ahí sí que estaba
el diablo. Y ahí sí que había gran literatura,
y a la vez una ironía no exenta de tristeza; las cosas
–esto es mío y no de Jesús Ferrero-
que nos obligan a hacer los editores españoles so pretexto
de mercado- en lugar de apoyarnos para que escribamos lo que
nos de la real gana; y quizá tengan razón. Quizá
a los escritores anglosajones se les eduque para que en ningún
momento olviden que tienen que vivir del mercado, mientras que
a los españoles se les educa para que no olviden en ningún
momento que tienen que vivir de los bolos, de columnas mal pagadas,
de hacer “toreo de salón”, como le llamaba
Cela, y no protestar demasiado. Pero Ferrero, Jesús Ferrero,
hace lo que da la gana, lo hace a estas alturas, no cuando estaba
encadenado a Planeta, en cualquier género literario en
el que se embarque por decisión propia o indicación
ajena. Y así EL BESO DE LA SIRENA NEGRA tiene una perla
incrustada, el diario de Alize, que es absolutamente genial.
El resto del libro, publicado con el mimo que caracteriza a
Siruela que está recuperando la obra completa del autor,
se lee como agua, o como buen vino, y se lee de un tirón.
El Escorial, San Lorenzo o Parquelagos están descritos,
y son usados con la misma eficacia que el Londres siempre exótico
de Kureishi. Un día me duró el libro. Y esta noche
abriré el ensayo sobre LAS FUERZAS DEL DESEO con el que
ha ganado el premio Anagrama. Buscaba al diablo y ya lo he encontrado.
Casi me cuesta entender como pude perderlo, teniendo en cuenta
que el diablo, mi diablo, soy yo.
“A veces tienes
que ser un cobarde, ¿o no? No tiene ningún sentido
ser valiente si lo que va a pasar es que te destruyan." NICK HORNBY. Todo por una chica. Anagrama (título
original: Slam)
1 de junio Ah, que perezoso es el verano...,
y Flores sin aparecer. Aunque me mandó un sms para que
nos encontrásemos en la fiesta de El Mundo, la primera
de la Fiera del libro. Bueno, allá voy.
FIN DE CURSO CON LOS SHAKASPEARE6
A
los hombres sentimentales siempre nos afectan las despedidas.
Para bien o para mal siempre nos afectan; aunque en esta ocasión
me gustaría pensar -pero ¿quien sabe?- que no
era una despedida de mis alumnos, sino sólo un hasta
luego.
Las últimas dos horas del curso nos alcanzaron para terminar
de rodar un corto y para ver otros dos. Y luego... cervecitas.
O eso pensaba yo, simplemente unas cervecitas y espero veros
a todos, o al menos a algunos, en el taller intensivo de verano
CON LO QUE HAY (para saber más meterse en la web de la
universidad de Alcalá, por si alguien quiere apuntarse).
Y estábamos con los de las cervecitas, los futuros proyectos
y demás, cuando mis pupilos se descolgaron con dos regalos
inesperados, y piropos aún más inesperados, que
casi me hacen llorar (ya he confesado al principio que soy un
hombre sentimental). Unos tirantes, fantásticos, con
el nombre del grupo de creación cinematográfico
primorosamente bordado en uno de ellos: SHAKASPEARE6 (con a
después de la K, por favor), y una gorra negra con el
mismo nombre, también bordado, y bajo el mismo una claqueta.
Cuando hace ocho meses me propuso Julia Barella
hacerme cargo de un curso de guión ni me imaginaba en
que iba a desembocar al aventura. Cierto que al primer grupo,
los DANTE7, ya los lié para que rodasen sus propias películas
(porque para explicar como se escribe un guión no hacen
faltan más de diez minutos), y que en un principio al
comenzar el segundo cuatrimestre y cambiar, y aumentar, el número
de caras, pensé seguir igual. Que escribiesen los guiones
en clase, guiones que se pudiesen rodar con facilidad, incluso
montar en cámara. Pero... el pescador propone y el mar
dispone. Los DANTE7 tenían cámaras de video sobrevolándoles
como ángeles custodios, mientras que los SHAKASPEARE6
carecían de protección divina. Así que
desenfundé mi propia cámara y me convertí
en el operador de sus cortos, de algunos de sus cortos, y ya
de paso comencé a rodar los míos, y mientras avanzaba
en el rodaje advertí que sin haberlo pretendido estaba
acumulando material para montar lo que podría ser incluso
un largometraje; un largometraje “raro”, desde luego
(siempre he tenido unas relaciones difíciles con la llamada
normalidad en todos los aspectos de la vida). De momento creo
que nunca me lo había pasado tan bien dando clase, y
más que el profe me sentía otro más, un
cómplice de mis supuestos pupilos, un miembro con algunos
privilegios especiales de los SHAKASPEARE6 (en la foto no está
muy claro si quien sale soy yo o el mismísimo Ram
Rendel cuando era jovencito y tan inexperto como sigo
siéndolo yo ahora).
Resumiendo, que me lo he pasado “de cine” haciendo
cine, y que hasta llegamos a tener un lema de trabajo: A LOS
SHAKASPEARE6 LO QUE MÁS LE GUSTA ES APLAUDIRSE A SÍ
MISMOS. Y es cierto, nos pasábamos las clases de un lado
para otro -preferencia por la tranquilidad de los servicios-
en el bello edificio del sigloXVII que alberga la Facultad de
Filología, y aplaudiéndonos a nosotros mismos
al menor pretexto (con razón: eramos, somos, buenísimos).
Espero volver a encontrármelos, acabar las películas
que han quedado incompletas, y quizá hasta montar el
largo para el que tendré material de sobra después
del intensivo de verano: 30 de junio y 1 y 2 de julio.
Nada más. Otro aplauso para los Shakaspeare6, los creadores
que por encima de todo adoraban aplaudirse a sí mismos.
PRIMEROS RUGIDOS DE LA FIERA
Es domingo por la tarde y ni siquiera he pasado todavía
a ver las casetas del Paseo de Coches del Parque del Retiro.
El próximo lunes 8 de junio, a la una de mediodía,
se presenta una nueva editorial, Bóveda, y he prometido
pasar por la carpa Martín Gaite para mojar el invento
en compañía de sus promotores: viejos y buenos
amigos, que ya han logrado un éxito de ventas, incluso
antes de nacer oficialmente. En concreto van por la cuarta edición
de LA CONSPIRACIÓN DEL VATICANO, que firma Kai
Meyer y que podría convertirse -si el viento
sopla a favor- en el Código Da Vinci de este verano (wait
and see).
Pero aunque no he pasado por la Fiera del Libro sí que
me personé en la primera fiesta adscrita a la misma,
la de El Mundo, y lo hice acompañado por mi fiel e insobornable
agente, el líder de los Waldorf Hysteria
(o Waldorf Histeria), el emblemático, peleón (en
el buen sentido de la palabra) y fiestero (en todos los sentidos
de la palabra) Eduardo Melón, Edy Melón,
para mi secretario Walter Flores...
Walter Flores, no sé porque me digo sioquiera hablar
sobre él. Me había mandado un sms después
de pasarse una semana haciéndose el missing o el muerto
o el interesante, diciendo que estaría en la fiesta de
El Jardín de las Letras (así se llamaba oficialmente
el sarao organizado por la Esfera de los Libros y el diario
El Mundo). Pero no le vi; aunque sé que estuvo porque
Jesús Ferrero, Iñigo
Ramírez de Haro, Fátima
(de Acer), Helena Cosano, Balbina Prior,
Cuqui Literaturaspuntocom y otros muchos, me
dijeron que sí, que creían que sí, que
le
habían visto al principio, pero al parecer el muy miserable,
el muy rata trepadora, se las agenció para colarse en
la zona VIP, y a mí me dejó en la zona BOB, y
ya no volvió a mandarme ni un mensajito.
Estuvo bien la fiesta, con más chicas guapas que en un
concurso de misses, priva y zampa de excelente calidad a discreción,
y a eso de las 2 de la noche casi acabo en el Susan, el segundo
bar literario de la calle de la Reina, pero al final la sensatez
de mi agente me rescató de castigarme moviendo la mojada
y el esqueleto hasta el amanecer.
Al día siguiente se celebraba el segundo Big Party relacionado
con la Fiera, la ya tradicional fiesta de Mondadori. Y sería
en el Florida Park, con
Ken Follet tocando la zambomba, o quizá
algún otro instrumento, y acompañado de su grupo
de rock. Pensaba ir, pero al final no... Dos fiestas seguidas
no tienen gracia. Y además se me había quedado
un regusto a almendras amargas al enterarme, por la mismísima
Ana Gavín, que este año Planeta
no haría su tradicional celebración de fin de
Feria en el palacete de Recoletos porque “había
puente -el del corpus- y faltaría demasiada gente”.
No pude evitar recordar que Flores, Walter Flores, me había
contado que en Frankfurt siempre celebraba Planeta una fiesta
hasta que un año hubo una razón para no celebrarla...,
y ya nunca más se celebró. Ojalá no suceda
lo mismo, porque era la más divertida, y la única
en la que los VIPS se mezclaban con los BOBS al calor del champán,
la cervecita, el whisky y el ron. Pero bueno, si no se vuelve
a celebrar, simplemente: adiós. Más
se perdió en Nueva York cuando los Alkaeda Boys decidieron
que para derribar edificios un misil podía ser sustituido
por un avión.
De cualquier modo en la Fiera estaré, en la Feria del
libro estaré, en la caseta de Anaya concretamente, el
sábado 6 de junio de 7 a 9 de la tarde. Y quizá
algún otro día en la caseta de Fuentetaja, pero
eso está sin confirmar, y como además estoy preparando
un sarao en el Real Club Canoe para el 15 de junio a las 8 de
la tarde, en el que junto a mi amado y presunto best-seller
TIGRE MANJATAN presentaré también el nuevo libro
de mi pequeña editorial Haz Milagros, firmado por Victoria
Sánchez Ayllón y titulado K.O.tica. Quien
quiera pasarse por la calle del Pez Volador 30 el día
y la hora señalados..., será bien recibido (con
champán, por supuesto).
Hasta la semana que viene (si no estoy en la cárcel por
haberle dado un puñetazo en la nariz a Walter Flores
Delmal, que es lo primero que pienso hacer si por fin lo encuentro).
Javier Puebla (trabajando y no le pagan, trabajando sí...,
como dice la canción).
“Más humanos que los humanos”
(Lema de la Tyrrel Corporation, en el film de Ridley
Scott, BLADE RUNNER, basada en ¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas” de Philip
K. Dick.
8 de junio
UN TIGRE EN LA JAULA 162 DE LA CASA
DE FIERAS
Las chica que cobraban los libros, Sara y Mar,
en la caseta de Anaya, y que tendrían poco más
de veinte años ni siquiera habían oído
hablar que a pocos metros de donde nos encontrábamos
enjaulados los animales del mundo literario había antes
un zoológico, la llamada Casa de Fieras, y mucho menos
que hace más de un siglo se celebraban en el foso de
los monos peleas entre osos y tigres para diversión y
solaz de la realeza. La cosa se ha amariconado mucho, pero los
tigres siguen sirviendo de solaz y diversión, ahora para
el pueblo soberano (soberano por los cojones).
PIDO PERDÓN, HE UTILIZADO DOS EXPRESIONES MUY INADECUADAS,
AMARICONADO, FEÍSIMA, Y COJONES. PERO ME TEMO QUE AÚN
UTILIZARÉ ALGUNA MAS EN MI DIARIOWEB SEMANAL PORQUE ESTOY
DE “ESE HUMOR”. SÍ, PRECISAMENTE, DE ESE
HUMOR.
En cualquier caso a mi Tigre, a Tigre Manjatan, le trataron
muy bien los lectores, el público al que le han contado
que no se queje de la crisis porque aún puede ponerse
peor la cosa y acabar todos estornudando como cerdos (crisis
porcina, que noticia tan divina); a mi Tigre, como decía,
el animal en extinción que protejo con todas mis fuerzas
mínimas, le vinieron a ver desde tiernos bebés
de tres meses hasta viejos (otra expresión incorrecta)
de cincuenta, sesenta o setenta tacos. Y se lo llevaron a casa,
a alimentarlo con biberón y dejarle un rinconcito en
los anaqueles de sus atestadas o despejadas librerías.
34 Tigres pudieron salir de la jaula 162 de la Fiera del Libro
gracias a la generosidad de mis lectores; gracias, de verdad,
gracias, porque los libros ahora nacen con una fecha de caducidad
estampada en el culo, como los yogures, y si en siete meses
no se ha agotado la edición es imposible convencer a
los comerciales de ningún grupo editorial que los saquen
de nuevo a tomar el aire, pues su destino, como productos caducados,
es la catacumba, el almacén gigantesco del que sólo
pueden salir para ser saldados o destruidos. Manda huevos (ya
avisaba que estaba de ese humor). Me paso 14 años currándome
una novela, catorce (en letra o en número), y me cuentan
que a los 7 meses caduca. Venga ya, lo llevan claro, yo no tengo
la culpa que seudoescritores escriban, perpetren más
bien, novelas históricas o histéricas con la misma
pasión que se escriben los cortos de un periódico
que servirá al cabo de un día para evitar que
gotee el fondo de la bolsa de basura. Así que aquí
estoy, luchando como un tigre, o al menos como un mono (y hasta
estoy dispuesto a hacerme pasar por Tarzán para evitar
que las ruedas de la antiliteratura y pro el negociete ramplón
entierren a Tigre Manjatan). De eso nada. Ya tengo ante mí
las galeras de la segunda entrega de la trilogía protagonizada
por Arturo Briz, alias Tigre
Manjatan, que se titulará LA INUTILIDAD DE UN BESO;
la inutilidad es un valor en alza en nuestro siglo (voy a reprimirme
y no escribir aquí doscientos veinticinco nombres que
me vienen a la cabeza sin esforzarme lo más mínimo).
Naturalmente yo me lo pasé muy bien, hice
mi show, regalé mis cuentos en tarjeta de visita, me
vinieron a ver montones de buenos y viejos y nuevos amigos,
y como postre de la jornada acabé cenando con Lorenzo
Silva, Noemí, Marta Sanz, Lola y Chema en un restaurante
superglamouroso de la calle Narváez, glamuroso en todo
menos en el nombre: Rafa, y pillando un puntito delicioso gracias
al vino que eligió mister Silva, quien se destapó
como un catador experto (a mí no me pregunten, escríbanle
a él si quieren saber la marca del caldo que tan placenteramente
libamos).
Aún podría ser que estuviera el miércoles
en la jaula de Fuentetaja, pero la cosa no está muy clara,
y lo cierto es que tampoco tengo mayor interés. Estoy
de “ese humor” en el que todo me importa un carape
y capaz soy de cambiar de actividad y dedicarme a la política
donde hasta los productos de peor calidad aguantan años
y años cambiando de ministerio, dirección general
o lo que toque.
Eso sí, el próximo lunes 15 me emplearé
a fondo, porque me presenta Victoria
Sánchez Ayllón en el Real Club Canoe, y yo
la presento a ella. Nosotros nos lo guisamos y nosotros nos
lo comemos, pero a todos invitamos, porque tenemos dos libros
excelentes, el superviviente TIGRE MANJATAN y la neonata K.O.tica,
creado en el marco de mi taller literario y publicado por HAZ
MILAGROS ediciones. Será a las ocho de la tarde, el lunes
15 de junio, y habrá champán para todos, y también
un show inolvidable: eso he pedido que pusieran en las invitaciones
y me han hecho caso; morro no me ha faltado nunca y audacia
mucho menos, el espectáculo será inolvidable,
o al menos único, ya que siempre improviso y en el Canoe,
donde voy a nadar todos los días, no va a ser menos.
Y el día 28 presento a Vampi
Baliño y su LUA CHEA en Libertad8. Y también
habrá Tigres a mi alrededor. Como ya he dicho: me la
pela que el libro haya salido con una fecha de caducidad estampada
en el culo, Tigre Manjatan está aquí para quedarse
y mientras a mí me quede energía y vida aquí
seguirá: porque es mi voluntad y la del pueblo de Roma,
que diría Calígula, ese chico encantador que tantas
obras literarias de la posteridad ha inspirado.
Y antes de comenzar a rascarme el ombligo a
dos manos impartiré un curso intensivo de verano, CON
LO QUE HAY, en la Universidad de Alcalá, en donde enseñaré,
demostraré, que se pueden rodar pelis con presupuesto
cero y experiencia cero: es cuestión de echarle valor
y lanzarse al ruedo. Para apuntarse o informarse entrar en la
página de la Universidad de Alcalá o buscarse
la vida. Punto.
Nada más. Gracias a los hombres (y mujeres)
(y transexuales) de corazón puro y espíritu limpio,
gracias a todos a los que me ayudan a mantener vivo a Tigre
Manjatan. La segunda novela, que estoy revisando, les encantará.
Y la tercera..., la tercera es tan buena, desde mi miope y siempre
optimista punto de vista, que casi no me importa publicarla,
y me quedé tan “descansao” al terminar de
escribirla que hasta pensé, como ya he insinuado más
arriba, abandonar la profesión. ¿Quién
sabe? Guardia alta. Francis Bacon empezó a pintar a los
50 años. Como no me aten corto en un descuido me monto
un partido político, o me infiltro en uno cualquiera
(todos son iguales), y acabo de presidente del gobierno. Ah,
que felices -puedo prometer y prometo- serían conmigo
los osos, monos y tigres; sueltos por la antigua Casa de Fieras
devorando bípedos peseteros y cerdos. Con los pavos reales...
no seré yo quien ose meterse.
“Hay que encontrar algún
vicio que le salve a uno la vida” IGNACIO DEL VALLE, El arte de matar dragones
15 de junio 009
PRESENTACIONES
Me paso la fucking semana gastando zapatos
y acudiendo a presentaciones en la Casa de Fieras de la Literatura
Patria. Bueno, exagero. Me habría quedado sin suelas
si hubiese asistido a todos los eventos que se celebraban en
el Paseo de Coches del Parque del Retiro, pero como ya me hago
mayor (me encanta eso de “hacerme mayor”) y he aprendido
a cuidar sólo a quien me cuida y no al primero que se
cruce en mi camino, asisto a tres. Exactamente a tres presentaciones.
A saber:
Lunes por la mañana. A la una. Se presenta nada menos
que una editorial: Bóveda. Acudo porque Begoña
Minguito, la jefe de prensa del nuevo sello, insiste
tantas veces, y con tanto afecto, que es imposible -poco educado
y caballeroso- decirle que no. Y aunque la línea de la
editorial, el “enigma histórico”, no es en
principio el santo al que suelo rezar mis oraciones lo cierto
es que resulta interesante conocer al autor de LA
CONSPIRACIÓN DEL VATICANO, un tipo con el pelo al cero,
una mosca-perilla similar a la mía y piercings varios
en el careto. Es alemán, se llama Kai Meyer,
y de momento es la estrella de la Editorial Bóveda: cuatro
ediciones sin ninguna publicidad en los medios (aunque seguro
que con un decidido apoyo de los comerciales; los comerciales
de las editoriales..., se merecen una novela, los estoy investigando
a fondo). La novela de Meyer arranca donde termina El talento
de Ripley, de Higsmith, en dirección
al aeropuerto Leonardo Da Vinci, y tiene buen aspecto. Los otros
títulos de la editorial aún no los he visto, pero
seguro -soy hombre de fe- que la jefe de prensa me los enviará
antes o después.
A la segunda presentación me guía
o conduce el afecto. Paco Balbuena. Francisco Balbuena.
Ganador
del Premio de novela Río Manzanares con EL JARDÍN
DE AJENJO, una novela de amor, aventuras y literatura trufada
de cine: Orson Welles es uno de los protagonistas.
Apenas puedo hablar con mi querido Balbuena porque firma y firma
sin libros sin parar y a mí me espera en casa el niño
para que le cuenta su cuento nocturno diario. Pero llego a darle
un abrazo, a él y a Javier Vázquez Losada,
que también ha ganado otro premio; de poesía,
el Blas de Otero, y que a fecha de hoy se ha convertido en mi
libro de mesilla.
Última y tercera presentación:
CUENTOS DE AMIGAS. El maestro Von Karajan,
Jorge Herralde traducido al mundo de la edición, presenta
una antología realizada y prologada por Laura
Freixas, que está en la mesa acompañada
por Juana Salabert y Paloma Díaz
Más; el cierre del acto, brillantísimo
porque consiguió que cuando regresé a casa lo
primero que hice fue abrir el libro y comenzar a leerlo, corrió
a cargo de Fernando
Rodríguez Lafuente. Entre los asistentas Lali
Gubern y María Tena, me encantó
verlas a las dos (es un peligro lo guapa que se ponen las chicas
cuando empieza el verano, pero en fin..., habrá que recordar
que ya voy cumpliendo años -y aunque como escritor la
cincuentena es casi la niñez, como me recordó
Jorge Herralde (que publica libro con título
“optimista” en Fondo de Cultura)- para otras cosas,
como intentar robarle una sonrisa a una mujer, ya empiezan a
ser “tacos”. Menos mal que, como gusta repetirme
a mi agente, Melón Vallat, soy un zalamero.
Joder, acabo de mirar la palabra en el diccionario de la Real
Academia y define zalamería como demostración
de cariño afectada y empalagosa. Pero como me gusta ser
zalamero tendré que currármelo para que la RAE
le de un segundo significado al adjetivo; aquel que es capaz
de seducir utilizando antes que su físico la amabilidad
y la palabra. Para aplicarse a mi caso, espero, sería
mucho más correcto.
Y el lunes 15 estuve junto a Victoria Sánchez
Ayllón, mi alumna y autora, Ediciones Haz Milagros,
en el Canoe, hablando de su libro K.O.tica; mientras que ella
hizo lo propio del mío: TIGRE MANJATAN,
al que pienso mantener vivo hasta que se le pongan al gran felino
blancas -no sé si las rayas pero sí- las cerdas
del bigote. 76 libros vendidos y un ambiente formidable. La
semana que viene colgaré las fotos con los nuevos padrinos
que le salieron a El Tigre.
Me sigue pareciendo un flipe que se escriba en el buscador de
Google España “apadrina
a un animal en extinción” y salga
Tigre Manjatan el primero. En realidad, y como animal urbano,
me parece bien, porque ya está bien de permitir que las
cucarachas se sigan reproduciendo, y hasta haciéndose
pasar por seres humanos (la frase cobrará sentido cuando
se publique, y lea, mi siguiente novela y segunda de El Tigre:
LA INUTILIDAD DE UN BESO. Stay tuned.
Y que nadie piense que me he olvidado de Walter Flores...,
pero lo sucedido a mi ex-secretario se merecería blog
propio y no una simple esquinita de este humilde diarioweb.
Ni tampoco que he obviado la clásica
cena de fin de curso con MI TRIPULACIÓN. Tan orgulloso
de ellos como de costumbre. En la foto de más abajo se
aprecia mi orgullo, y mi afecto.
Ah, de cierre, y sirva o no de precedente,
me voy a permitir recomendar un libro. EL ARTE DE MATAR DRAGONES,
de Ignacio del Valle. Sólo vale 6 euros,
y está divinamente editado, letra gigante y papel que
no pesa, por Algaida Eco, el sello de bolsillo de Algaida. Estoy
deseando acabar de escribir mis “palabritas” para
continuar leyéndolo.
“Tropieza otro y caigo
yo. Ni siquiera me enfado.” SOSIEGO, antilibroimpúdico e impublicable
redactado o esculpido o ladrado o como quieras por Frederic
Traum, Arturo Briz, Alberto Delgado, Javier Puebla y otros muchos
seres imaginarios.
22
de junio 009
Premio Ateneo de Sevilla 009
Madrid se derrite, así que me escapó
a Sevilla. Parecerá que soy idiota. Escaparse a Sevilla
para huir del calor, so pretexto de la cena que el grupo Anaya
y el Ateneo de Sevilla ofrecen cada año a lo más
florido de la vida literaria española (entre cuyos ramos,
al parecer –gracias- me encuentro). Y quizá sea
idiota, pero tengo suerte; porque en verdad en verdad os digo,
queridos y generosos seguidores de “mis palabritas”
que en Sevilla hacía mucho menos calor que en Madrid,
que cené con la chaqueta puesta en compañía
del mítico Vaz de Soto (hice una crítica
de un libro suyo cuando tenía 22 años para Disidencias,
Diario16, y fue la primera novela que me entusiasmó como
crítico y que jamás he olvidado; su contenido,
no el título, pero guardo el recorte. Podría encontrarlo.
Hay otros escritores en mi mesa, la 6, a las que no conocía,
y cuyos nombres no me atreví a apuntar y ahora tampoco
me atrevo a reproducir para no cometer errores y dejar a mi
triste memoria con la neurona al aire (si alguien tiene curiosidad
que bucee un poquito en mi diarioweb; están sus fotos).
Uno de ellos estaba entre los finalistas del premio Ateneo 2009,
que al final se llevó mi predecesor en el cada vez más
prestigioso Premio Internacional de Novela Luis Berenguer.
Me refiero, como ya sabrán los bien informados, a Mowgli,
a Andrés Pérez Domínguez,
con una obra musical, tiene un VIOLINISTA en el título,
y dramática, pues la protagonizan los españoles
muertos en uno de los campos de exterminios nazis. Le felicité
con un fuerte abrazo. Un
abrazo del viejo tigre Shere Khan al joven
y afortunado Mowgli; y él entendió
perfectamente mi mensaje y me devolvió el abrazo de verdad,
gesto que me conmovió y agradecí, y por eso decidí
fotografiarle con mi sombrero, siguiendo una posible tradición
que comenzó cuando el pasado año, en el mismo
premio y cuando ya subíamos hacía el bar más
fantástico de Europa, el “eme”, Félix
J. Palma se detuvo ante la puerta del ascensor y posó
para Daniel Fénix. Una imagen fantástica que se
difundió por la web hasta el hastío. El sombrero
es otro, y la pose de Pérez Domínguez también
es otra. Pero ambas fotos me gustan; como también me
gustó –a pesar del desenfoque- la imagen de una
de las azafatas, se llamaba María, y era pura luz sobre
la puerta imponente y oscura y milenaria.
Lo cierto es que fue una velada muy fotográfica, porque
Fernando
Marías no cesaba de disparar el flax de su Ixus
azul caribe a diestro y sinestro, y Silvia Pérez
Trejo organizaba cada dos minutos grupos de animales
literarios varios fotografiables.
El Ateneo Joven, el único premio literario español
pensando como primer escalón para comenzar a correr la
“carrera literaria” fue para un tío joven
–claro- y simpático de nombre Lorenzo Luengo,
a quien por puro azar había conocido en la recién
clausurada Fiera del Libro madrileña.
En suma, que me lo pasé muy bien, la ceremonia fue un
éxito, ambos autores se merecían –en mi
opinión- estar en el podium, y además me escapé
durante treinta y siete horas del calor asfixiante, mefítico
y vesánico que abrazaba la capital del reino, ese lugar
invivible y que detesto o amo, pero al que -en cualquier caso-
siempre regreso y al que llamo loco, Mad, pero también
Madrid. Mad. Madrid. Mad Madrid.
“Ya
no estoy loco. Apenas quedan en mí algunas brasas de
insania. Chisporroteos inofensivos. Que nostalgia. Y tristeza.
Sólo desde la locura podía llegar a creer que
algún día -o siempre- sería más
fuerte y poderoso que la impiedad de la muerte y la mediocridad
de la vida.” SOSIEGO, antilibro impublicable, tomese mezclado
con una generosa dosis de zumo, agua, tabaco, whisky o leche.
29 de junio
JODER, CON EL FINAL DE CURSO
Menuda semanita, ladies and gentleman, no he
parado un segundo. Había que escaparse a la carrera hasta
para evacuar la vejiga sin que alguien me echase de menos. El
lunes, hace unos días pero parece un siglo (quizá
ni siquiera haya sucedido esta semana y estoy delirando o despistado,
como de costumbre). El lunes, vuelvo al lunes, en el Real Club
Canoe presenté K.O.tica de Victoria Sánchez
Ayllón y ella presentó mi Tigre Manjatan....,
pero no, pero no. Eso fue el lunes pasado, el 15, a ver si me
centro. Con razón me parecía que había
pasado un siglo. El lunes no tengo ni idea que hice, espero
que nada. Voy a mirar en el diario de bolsillo, por si las moscas.
Sí, en efecto, no hice nada, excepto permitirme cenar
con mi amigo -y protector- Vicente Saval.
Pero
el martes sí que estuvo animado. Segunda cena de fin
de curso o travesía con mi TRIPULACIÓN. Esta vez
en la maravillosa casa, un chalet encima de un edificio al modo
neoyorkino, de Mar Cassinello. Lo pasamos fenomenal.
Relatos buenísimos. Jamón de pata negra, un ambiente
delicioso y champán hasta pasada la medianoche.
Y pasada la medianoche...
Javier Puebla enciende su móvil y llama a Julián
Lucas, Luqui, su amigazo e impresor, al que un encargo
va a retener toda la noche en su local, donde deberá
imprimir -y doblar y montar y colocar en cajas a medida- más
de diez mil planos.
-¿Estáis ahí todavía?
-¿Dónde vamos a estar?
Y aún flotando en las burbujas del champán Javier
Puebla cruza la M-30, entra en Vallecas y camina hasta el local
de la Plaza Vieja. Luqui, David y Tomás están
pálidos, agotados de tanto trabajar y sin ganas de escuchar
nada sobre fiestas en casas maravillosas ni dramas (pero esa
es otra historia) de avionetas que se estrellan durante un viaje
de placer.
-¿Dónde me pongo?
-En la plastificadora, con las portadas.
Y me pongo, se pone Javier Puebla (que escribiría Walter
Flores) en la máquina y durante tres horas,
sólo me cargo dos portadas, encarto fotocopias en color
dentro de un plástico especial, las paso por una máquina
candente como un brasero, y pienso en la cantidad de mundos
tan diferentes que coexisten al mismo tiempo. Pero también
pienso que no prefiero uno a otro, que no prefiero la terraza
con vistas sobre un Madrid iluminado como un teatro gigante
mientras me acaricia la brisa, al sótano donde está
Reprográficas Rubio, con sus luces fluorescentes, una
emisora de radio que habla de fútbol y en la que el pincha
elige las canciones de rellenos con el mismo gusto que lo haría
una cucaracha sorda. Pertenezco, por igual, tanto a un mundo
como a otro. Me habría quedado. Debería de haberme
quedado, pero aún me quedaba corregir la sipnósis
de LA INUTILIDAD DE UN BESO, que Charo Cuevas
-me había llamado por la tarde para advertírmelo-
había enviado a mi correo.
El
jueves sí que tuve una presentación. Amparo
Baliño, Vampi, y su libro LUA CHEA, editado
por Haz Milagros, en Libertad8. Me agoté. No sé
muy bien por qué pero me agoté. La presentación
no fue tan espectacular como la de K.O.tica pero se vendieron
30 libros de Lua Chea y 9 de SONRÍE DELGADO (ese día
dejé a Tigre Manjatan en la jaula), y cuando salí
de Libertad8, me encantó ver a mi viejo amigo Ricardo,
el dueño del inmortal garito, mis piernas me dijeron
que no, que no me llevaban de paseo por Madrid, que ni siquiera
estaban dispuestas a ayudarme a conducir para que pudiese irme
a tomar un heladito a Pintor Rosales.
Y me he saltado el miércoles. Ex professo.
Porque voy a terminar la crónica a vuela pluma de mi
alegre y agotadora semana -me dejo un montón de cosas
y pequeñas aventuras y desventuras en el tintero, pero
¿qué se le va a hacer?- con la crónica
para la prensa que hace un momento acabo de terminar sobre una
obra de teatro. La pego más abajo. La semana que viene
será de cine. De cine intensivo. En Alcalá. 5
horas diarias durante tres días en las que intentaré
conseguir -lo conseguiré- que mis pupilos y cómplices
escriban un corto, lo rueden y lo filmen. Que los subamos todos
o no a Youtube ya será otra historia.
Ahora
mismo he quedado con una modelo, no profesional: es arquitecto,
pero me parece perfecta para la portada que quiero hacer. A
ver si me sale. Primero, claro, tendré que dejar de ser
Javier Puebla y convertirme, una vez más, en ese fotógrafo
iconoclasta llamado Daniel Fénix, para
intentar -siempre el intento- lograr la imagen que busco para
la cubierta de LA INUTILIDAD DE UN BESO (sale en setiembre,
a primeros, y a mi editor ya le ha entrado la prisa). (Pero
la réflex de Fénix está "enfadada"
con él, porque apenas la ha hecho caso desde que la tiene,
y se lo va a poner difícil. Cruzaremos los dedos...,
y confiaremos en la magia final del gran Fernando Chiralt)
Pego la columna con la crónica de EL
MERCADER DE VENECIA, y cierro.
El mercader de Venecia, en Madrid
Pensaba que Al Pacino era
un actor enorme, durante años injustamente eclipsado
por el pequeño Dustin Hoffman, y pensaba
también que esa veladura había sido rasgada por
el paso de los años, que Pacino había mostrado
y demostrado su talla de gigante como actor. Lo pensaba hasta
hace unos días, concretamente un miércoles, cuando
acudí al estreno de la obra del autor más mimado
por la crítica en los tiempos modernos, el señor
William Shakespeare. Acudí con cierto
escepticismo al teatro Infanta Isabel porque suponía
que después de haber visto a Al Pacino en la versión
cinematográfica de El Mercader de Venecia nada de lo
que pudiera presenciar lograría impresionarme o conmoverme.
Me equivocaba. Dios, ¡cómo me equivocaba!
En
mi ignorancia consideraba que ningún actor del mundo,
y menos aún un actor español, podría dar
vida a Shylock, el judío vengativo y usurero, que prefiere
cobrarse una libra de carne del cuerpo de su deudor, Antonio,
antes que recuperar el doble o aún el triple de la cantidad
que le había prestado.
Al principiar la obra me mantuve incólume en mi juicio.
La versión del texto, realizada por Rafael Pérez
Sierra era excelente, la tramoya impecable..., pero
no iban a contarme nada nuevo. Hasta que apareció en
escena Shylock. No podía creerme lo que veía,
y escuchaba, y sentía.
-Este tío es muy muy bueno- no pude evitar susurrarle
a mi chica, que asintió sin siquiera mirarme porque sin
duda estaba viendo, escuchando y sintiendo lo mismo que yo.
La presencia de un genio de la actuación, de una fuerza
de la naturaleza capaz de domarse a sí misma sobre las
tablas de un escenario.
No conocía -larga es mi ignorancia- a ese “tío”,
a ese actor capaz de convertir al mismísimo Al Pacino
en una especie de aficionado que se esfuerza en conseguir el
prodigio sin acabar jamás de lograrlo. Pero el prodigio
se podía lograr; y Fernando Conde interpretando
a Shylock, el judío de Venecia, lo demostraba cada vez
que aparecía, comiéndose el teatro, parando el
tiempo, transmitiéndonos su dolor por ser judío
y que le llamasen perro y usurero, para luego acudir a él
cuando esos mismos que le despreciaban pública e impúdicamente
necesitaban efectivo, la muleta sucia e inevitable en los tiempos
modernos, dinero.
Y Shylock quería venganza, se merecía la venganza,
y todos en el teatro queríamos venganza, necesitábamos
la venganza, hartos de haber sido despreciados tantas veces;
tan injustamente despreciados por ser fieles a nosotros mismos.
La voz. No tiene precio escuchar la voz de Fernando Conde interpretando
a Shylock. El rostro. La expresión del cuerpo. Su dolor,
que es nuestro dolor, en la escena donde -en mi opinión-
debería terminar la obra.
Había más, y muy buenos, actores en el escenario.
Natalia Millán, que compone una Porcia
muy creíble. David Fernández,
el camaleónico intérprete que daba vida a Lancelot.
Denis Rafter controla en todo momento las riendas
de la obra. Pero todo ello era nada. Bombillas eléctricas
al lado del sol. Al lado de Fernando Conde. La hostia. Espléndido.
Aplaudo y aplaudo, hasta que me duelen los dedos.
Y como despedida otra vez voy a recomendar
un libro (no sé si se hará costumbre o no). Esta
vez de la escritora y directora de cine Rebecca Miller.
Se titula LAS VIDAS PRIVADAS DE PIPPA LEE, y su forma de escribir
me recuerda a la de Patricia Higsmith. Lo publica
Anagrama. Excelente.
“Nada
importa. Nadie importa” FREDERIC
TRAUM, primer manuscrito -inédito- de Llámame
Delgado. (Novela publicada finalmente bajo el nombre de su antónimo,
Javier Puebla, como SONRÍE
DELGADO)
6 de julio
EL REGRESO DE WALTER FLORES
He
tenido que volver, no me ha quedado otra y mira que a mí
me gusta como tirando a poquísimo lo de currar en verano,
sobre todo después de los dos meses que me he pasado
en Miami, gracias al finiquito que me dieron en la empresa (sí,
me despidieron como contable, por lo que único “trabajo”
actual es ser -de nuevo- el secretario personal de Javier Puebla.
Por si alguien aún no me ha identificado, o pretende
no conocerme, recordaré que me llamo Flores, Walter Flores,
Walter Flores Delmal exactamente, y que sólo
poniendo mi nombre y dos apellidos salgo en la primera página
de Google: el maldito mundo virtual está lleno, parece,
de Walter Flores.
¿Y por qué he vuelto? Pues... vale, lo explico.
Estaba en Miami, como ya he dicho, y una vez a la semana me
metía en la página de mi ex-jefe, para ver como
se las apañaba con su diarioweb; y empecé a preocuparme.
Como el culo, con perdón jefe, pero se lo montaba usted
como el culo. Patético. Patetic, si lo prefiere
en inglis. Pero la gota que colmó el vaso -uno de los
muchísimos vasos de licores de alta graduación
que me he tirado por el gaznate los últimos dos meses-
fue la cita de su antilibro de la semana pasada, que ya no estaba
loco. ¿Cómo que ya no estaba loco?
En el momento en que Javier Puebla deje de estar loco yo -y
otros cuantos individuos más- dejo de existir. No podía
ser. No quiero dejar de existir sin al menos una esquela en
internet, ¡pero si ni siquiera me he abierto todavía
una cuenta en Facebook! Así que sablazo a mi amigo Willy,
avión, Mad Madrid..., y Javier Puebla estaba en Alcalá
impartiendo un curso cuya denominación me hacía
mantener la esperanza. La esperanza de que mister Puebla siguiese
estando lo bastante zumbado. CON
LO QUE HAY. Y era un curso de cine. En tres días
escribieron siete versiones de un corto, rodaron la mejor, la
montaron, se la comieron... y aún estarán digiriéndola,
imagino. Así que me presenté en Alcalá.
El tercer y último día.
-Ah, hola Flores.
Así de soso, don Javierito Puebla. Durante un instante
hasta eché de menos el calor húmedo de Miami,
pero me duró poco: en Alcalá también hacía
un calor de cojones.
-He vuelto.
-Muy bien. Si no te importa empieza con una cita de Traum el
diarioweb esta semana; aquí tienes la llave de mi despacho.
Tendrás que irte en tren porque aquí a mí
aún me queda un buen rato.
Y sonreí. Sonreí como un gato enamorado. Sonreí
como un cerdo asistiendo al cierre oficial de un matadero. Sonreí
como si la cara se me hubiese vuelto de plastilina y los labios
se me pudiesen atar en lo alto de nuca. Nunca pensé que
pudiese alegrarme tanto escuchando el nombre de Traum, el calvo
maldito. Si Puebla me pide citar a Traum eso significa lo que
sigue (y que conste que no soy sicólogo, ni siquiera
soy -de hecho- argentino). Pues significa que está viajando
al otro lado, que está más inspirado y preparado
para la lucha que nunca, porque la lucha, y por eso es un loco
y por eso yo existo y por eso a alguna gente le interesa lo
que -inasequible al desaliento- hace desde que tiene razón:
lucha contra sí mismo, compite contra sí mismo.
Un truco fantástico, ahora que lo pienso, así
que nunca se gana, pero tampoco nunca se pierde. Y eso es lo
grande. Su equilibrio. Permanente. Sobre el negro abismo de
la muerte o el menos negro de una taza de café.
Perdón, para aquellos que siguen este diarioweb y odian
pensar (alguno habrá, verdad Maritere?) si me he puesto
reflexivo y filosófico en exceso.
La semana que viene, o cuando sea porque a lo mejor he vuelto
y consigo directamente dos meses de vacaciones de verano, les
intentaré contar un chiste. No soy tan malo como gusta
decir a Willy, el Chacal, contando chistes, ¡eh!
Walter Flores, en la “loca” ciudad
de Madrid, Mad Madrid. En el caluroso despacho de Javier Puebla
mientras él se zampa un rico helado de leche merengada
comprado en Bruins y recorre a ritmo calmo el fresco paseo de
Pintor Rosales. (Me parece que no conozco a esa figura que avanza
a su lado; o tal vez avanza solo y el loco soy yo ahora, el
que sueña a Javier Puebla como un creador infatigable,
mientras él se arrastra, como cualquiera, por la tierra...
La tierra, siempre más dura que el más árido
de los sueños).