MONCHO ALPUENTE, y
sus Cuentos de la calle del Pez
Moncho
Alpuente. 1980. Acaban de matar a John Lennon y Juan
Luis Recio, el editor-director de la mítica
Banda de Moebius me encarga coordinar un libro homenaje al
cerebro míope de los Beatles. Es entonces cuando conozco
a Alpuente, y también conozco o convoco a los mejores
corazones de un Madrid en el que aún no había
comenzado la famosa Movida: Eduardo Haro Ibars, El
Zurdo, Onliyú, Federico Sueño, Carlos Tena,
Eduardo Bronchalo Goytisolo, Luis Eduardo Aute, Ceesepe,
Aviador Dro, Mariano Antolín-Rato, Carlos Perellón,
Miguel Ríos, etcétera. El resultado
es un libro mítico y maldito que aún pervive
en la memoria de quienes estaban “vivos y activos”
en la época, un libro en el que la “basca”
homenajea a un músico asesinado a balazos pero que
llega más lejos, porque logra sumar las inteligencias
individuales de muy variados y diferentes creadores y consigue
transmitir un espíritu común; a pesar de las
disparidades de enfoque y criterio.
Moncho Alpuente. 2004. No necesita de un
asesinato sino de su capacidad de seducción y entusiasmo
natural. CUENTOS DE LA CALLE DEL PEZ. Jesús
Ferrero, Juan Madrid, Manuel Ribas, Barbara Alpuente, Ruth
Toledano, Javier Barquín, Miguel Ángel Mendo...
y una portada que cuenta tantas historias, o más, que
TANGOS DE LA CALLE DEL PEZ (Ferrero), porque la portada la
realiza Felix Lorrio,
uno de los grandes, gigante como gigante era el nombre su
colectivo de creación: YETI. En Cuentos de la calle
del Pez hay historias maravillosas, Sombras Chinescas, de
Mendo, Letra muerta, la narración policíaca
-una nouvelle más que un cuento, del propio Moncho
Alpuente-, geniales microrrelatos ensartados (Ferrero, por
supuesto), un cuento de Barquín que podría inspirar
una película de Tim Burton, El peluquero de la luna...
Pero lo importante no es una u otra montaña, sino el
conjunto, la cordillera que forman para dar sombra, proteger
de la estupidez radioactiva, la pequeña y acogedora
calle del Pez. La unión de talentos, la suma de inteligencias,
como en el Homenaje a Lennon, logra un ente en sí mismo;
no hay lucha por quien es mejor o peor, cada historia cumple
su papel sustentando la silueta de la cordillera.
Moncho
Alpuente. 2009. Tertulia de los miércoles
en Espacio Líquido, calle del Pez,
Madrid. Mantiene viva la cordillera, la unión entre
los diferentes: el libro que aún puede encontrarse
en Fuentetaja y algún otro santuario de la letra viva.
Allí acudo a buscar un ejemplar, pero es más
lo que busco. Busco un espíritu. El espíritu
solidario de una época que la técnica y el materialismo
parecen haber arrasado, derribado los árboles de la
cordillera para hacer carreteras, chalets o bloques de pisos.
Pero la cordillera, la tierra sigue ahí. Y pienso,
quiero pensar y creer, que se ha estropeado el maquillaje,
o yo no sé ver su encanto, pero que la tierra sobrevive;
y con ella y en ella el espíritu de los artistas y
creadores. “¡Bienaventurados los que sin ver creen!”
(Jaro Onsurbe). Bienaventurados seamos. Amén.