LA ULTIMA
ENTRADA en este diarioweb fue
realizado el 19 de diciembre 2011
3 de enero 2011
HUMILDE REGALO DE
AÑO NUEVO
A los enredadores no nos guste
repetir fórmulas, aunque como es natural -y debido
a las deficiencias de la memoria- nos repetimos tanto como
cualquiera. Sin embargo este año, y a pesar de mis
pequeños relatos para móvil habían
tenido una amable aceptación siempre que los enviaba
por Navidad, no me apetecía mandar uno ni el día
de Navidad, ni la Nochevieja. Así que antes de convocar
a León
Salgado,
El Cazador de Cuentos en el que sé convertirme
cuando me apetece o es necesario, esperé a que pasasen
los excesos de comida y alegría y bebida y gorritos
de fiesta, y entre el día 1 y el 2 mandé a
30 personas -elegidísimas- el siguiente texto.
HUMILDE REGALO
DE AÑO NUEVO No era necesario dinero, ni habilidades
especiales, para envolver en palabras una sonrisa -la mejor
de sus sonrisas- y mandársela a quienes más
quería.
Sin duda habré olvidado
a alguien a quien sí quiero en el envío, no
tengo el teléfono de todos a quienes aprecio, y por
eso me permito colgarlo en mi diarioweb, para quien quiera
lo utilice como y cuando desee. Me sorprende, y agradaba,
que tantas personas visiten este experimento que en mi opinión
no es un blog, pues no se lee de diciembre a enero, sino
de enero a diciembre, y que empecé ya hace más
de seis años. Para todos vosotros, y envuelta en
palabras como es mi costumbre, la mejor de mis sonrisas.
Porque una sonrisa, cuando se duplica, se convierte en la
silueta de un pájaro y -si quiere- vuela. Tan lejos
como desee... vuela.
ME ESCRIBE HERRALDE
Mi amigo Jorge, mi idolotrado señor Anagrama, el
amado Herralde... me escribe y cuenta y explica; y sus palabras
lenitivas tamizan mi tristeza, inevitable, por la venta
de mi editorial favorita, la más grande y brillante
que jamás he conocido. Larga vida.
“Sólo hace unos meses ibas
a prender fuego al mundo con tu chispeante brillantez, y
ahora te consideras un inepto y un deficiente, una estúpida
máquina masturbatoria atrapada en el aire viciado
de un trabajo odioso, un don nadie” PAUL AUSTER, Invisible
10 de enero de 2011
AL PARECER HE ESTADO
ENFERMO
Llevo tres o cuatro días en los que no sólo
la energía me llega para hacer cuanto me propongo,
sino que además llego a la noche -a mi noche que
dura hasta las cuatro o cinco de la madrugada- sin el menor
atisbo de cansancio, y al mirar hacia atrás comprendo
que he estado enfermo, que la fatiga y los pequeños
dolores que me han asediado desde el día de navidad
respondían más a una enfermedad física
que al desánimo síquico, aunque siempre he
sostenido que la gente feliz y equilibrada jamás
se pone enferma: ni siquiera se constipa (pero soy consciente
que no estoy hecho de esa pasta, que soy incapaz de vivir
en el punto de equilibrio y mi única aspiración
es sobrevivir al desequilibrio continuo).
Es extraño cuando se está enfermo y no se
sabe o no se quiere reconocer. Me sucedió con claridad
a los veintinueve años: pasé una temporada
en la me ponía a llorar en los sitios y momentos
más inopinados (después de darme una agradable
ducha, por ejemplo) y algunas noches en lugar de salir me
quedaba en casa, enrollado sobre mi ombligo. Hasta siete
años después, cuando me ponía las vacunas
preceptivas antes de irme a vivir a África, no descubrí
que había pasado una hepatitis; una hepatitis B,
y sin duda leve y benigna.
Ahora ya no estoy enfermo, y si fuese capaz de equilibrio
y felicidad permanentes quizá no volvería
a estarlo nunca; pero no es el caso. Volveré a estar
enfermo, antes o después, volverá a vencerme
el desequilibrio, antes o después. Pero mientras
llegue ese momento voy a aprovechar la saludable energía
de la que dispongo para.... humm, olvidaba que esto es un
diario público, no el que llevo en el bolsillo, y
no debo revelar información que aproveche a otros
que en nada me aprecian. Así que corrijo la frase,
cercenándola: voy a aprovechar la saludable energía.
Punto. Y final. Por esta semana. De mi diarioweb.
“Me miento. No soy quien
soñaba ser. Sólo... más o menos”
SOSIEGO, antilibro con dibujitos (que raramente enseño).
17 enero 2011
SOY RARO
Me han comentado, repetidamente, que los talleres literarios
están en extinción, que ya no hay mercado
para ellos, que cada vez se apunta menos gente... Sin embargo
yo tengo más alumnos -tripulantes- que jamás
este año. Una vez más soy “el raro”.
CRISTINA GARCÍA-ROSALES
PRESENTA UN LIBRO SOBRE CIUDADES SOÑADAS
Llego tarde y me voy antes de que termine la presentación,
en un precioso local de la Ronda de Segovia. Cristina
García-Rosales, la autora de LOS DÍAS
EN QUE NOS INVENTAMOS, lo ha coordinado -trabajo de muchos
meses- y reúne varios y muy diversos textos de arquitectos
respecto al futuro de la ciudad, al sueño de la ciudad.
El número de asistentes impresiona, pero sólo
alcanzo a cambiar unas pocas palabras -susurradas- con el
editor, Fernando Cabal; un tipo estupendo.
Capaz de sobrevivir en estos tiempos de cólera sin
apenas amor editando libros.
ÉTICA Alex de la Iglesia, amén de ser
íntimo de uno de mis íntimos, el genial Guridi,
siempre ha contado con mi simpatía incondicional.
Soy persona que cree en la ética, tanto en el fondo
como en la forma. Por eso me chirría, no puedo evitarlo,
que la película BALADA TRISTE DE TROMPETA sea la
que acapara más nominaciones a los Goya en año
en que Alex está de presi en la Academia. Habría
quedado como Dios, o al menos como un ángel, si no
hubiese presentado la peli, o hubiese dimitido tras recibir
las nominaciones. No es que los Goya sean “una verdad”,
si lo fueran habría uno a la película más
vista o votada o lo que sea en Youtube; y también
en Spankingtube, canal que -imagino- conocerá el
gran iconoclasta que fue Alex de la Iglesia.
NEGRO DE MÍ
MISMO
Esta semana le he pedido al Cazador de Cuentos, León
Salgado, 3100 caracteres con los que rellenar
mi columna. Un cuento o un relato me parece más valioso
que un artículo de opinión. Me parece delicioso
poder pedirle a alguien que escriba por mí; y tampoco
me molesta -ya que León no existe del modo convencional-
haberle hecho de negro, y que hayan sido mis dedos los que
hayan tecleado El
pelo de Naira, su
cuento, mi
columna.
“Tabaqui,
el chacal, era el animal que más facilidad tenía
para volverse loco, y cuando enloquecía olvidaba
el temor que le inspiraban los demás, y era a él
a quien todos temían, incluso el tigre se escondía
cuando Tabaqui se volvía loco” Ruyard Kipling, El libro de la jungla (traducción
de León Salgado)
JUGANDO CON LA NINTENDO
Estoy deseando terminar de escribir para seguir con los
misterios del profesor Layton; un juego de la Nintendo de
mi hijo...
Cuando tuve por primera vez la videoconsola entre las manos,
levanté los ojos hacia la biblioteca y dije, medio
en broma medio en serio: ay, ya no volveré a leer.
No es para tanto. Lo cierto es que el 99% de los juegos
ni me interesan ni atrapan, pero con el profesor Layton
lo estoy pasando bien: es un verdadero libro interactivo:
lees, oyes música, piensas, ves cine. El libro electrónico
es una patata al lado de una videoconsola. ¿Una sola
tinta? ¿Sin dibujitos ni películas? En los
últimos modelos se puede oír música,
algo es algo; pero mucho tienen que cambiar y evolucionar
todavía para competir con los libros de papel y hueso.
UN AMIGO DEL COLEGIO
Es jueves, un día que suelo tener más o menos
libre, así que me permito llamar a un amigo del colegio,
a alguien a quien aprecio mucho y que suele estar muy ocupado,
y le propongo una “cita al cruce” (yo me monto
en tu coche, o en el asiento de al lado del tren o del autobús,
y te acompaño hasta donde vayas y mientras charlamos).
Pero mi amigo es demasiado elegante para permitir que nos
separemos en una estación de tren a treinta kilómetros
de Madrid, y me lleva a un bar agradable, muy bien iluminado
(la barra recuerda al cuadro Nighhawks de Hooper) y en el
que se puede hablar). Lo paso mejor que muy bien. Mi amigo
es un conversador preciso y excelente. Y luego es él
quien me deja en la puerta de mi casa. Llevábamos
más de treinta y cinco años sin vernos en
plan colegas, pero en esencia Augusto es el mismo; y me
gustaría creer que -en esencia- yo también.
“Es fácil ser
adicto a cualquier cosa o costumbre, y no ser consciente
de ello” SOSIEGO, antilibro reflexivo (aunque sin
excesivos excesos)
PENSÉ QUE ODIABA
INTERNET
Y quizá lo odio, pero de algún modo estoy
pegado a la telaraña de los ceros y los unos. Bastó
con que la conexión ADSL dejase de funcionar para
que comenzasen a ocurrírseme consultas imprescindibles
que hacer, correos que mandar, ideas que escribir... (¿Y
cómo mando las columnas a los periódicos y
revistas? ¿Y si me han mandado algún correo
importante? ¿Y cómo actualizo mi web?).
En verano, recuerdo, soy capaz de no tocar el ordenador
en un mes, pero ahora con febrero -cargado de compromisos
y desafíos- a la vuelta de la esquina es “mi
revólver de pistolero”. Cuando setenta y dos
horas después, casi exactas, de que se produjese
la avería llega un técnico a casa lo recibo
con tanto entusiasmo que un poco más y acabo bailándole
una sardana o una muñeira o cualquier otra danza
exótica. Y por supuesto le dedico un libro, lleno
de agradecimiento, para su mujer (porque en general, está
claro, las chicas no sólo son infinitamente más
hermosas que los chicos, sino que además -Dios las
bendiga- ¡leen!
“No me importa
que una mujer sea guapa, pero un hombre: lo siento, me parece
ofensivo”. ROALD DAHL.Galloping Foxley (Relatos de
lo inesperado, Anagrama, Contraseñas, 1987)
31 de enero de 2011
EXCELENTÍSIMO
SEÑOR
Me
llega la invitación -solicitada, me hacía
muchísima ilusión- para asistir al discurso
que pronunciará mi muy querido amigo Luis
Alberto de Cuenca en la Real Academia de la Historia
con motivo de su incorporación a la misma. Me encanta
todo de la invitación, cada detalle, desde la filigrana
dorada hasta la obligatoriedad de uniforme, frac o chaqué
para subir a “la mesa de oraciones” o estrado,
pasando por el tratamiento de Excelentísimo señor
que reciben los miembros de la Academia, y que Luis Alberto,
que además de excelentísimo siempre será
un señor excelente -un hombre bueno- se merece más
que nadie. Me gusta también que el acto se celebre
un domingo por la tarde. Qué clase y elegancia, amén
de astucia: nadie puede alegar obligaciones laborales para
no asistir a “la iglesia” un domingo.
Personalmente a lo más que he llegado en mi vida
es a Ilustrísimo señor, cuando era el agregado
comercial jefe de la embajada de España en Dakar;
y lo cierto es que a mi padre le hacía ilusión
ponerlo en las cartas que me enviaba desde España
con los suplementos culturales y alguna otra cosa, A LA
ATENCIÓN DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON
JAVIER PUEBLA RABANAL (así en mayúsculas y
con su caligrafía primorosa), pero a mí -francamente-
me daba igual. Tal vez porque era demasiado joven, o porque
ser académico de algo que amas, como Luis Alberto
de Cuenca ama la cultura, no es lo mismo que serlo de algo
que -en aquel momento- no valoraba en absoluto. En cualquier
caso me siento orgulloso de mi amigo, de su triunfo limpio
y sobrio sobre el ruido sucio y zafio que impera y domina.
Su último libro de poemas, El reino blanco,
está de número uno en las listas de poesía
de varios suplementos de cultura, el próximo viernes
los muchos que le debemos algo, o todo, estaremos en la
presentación del libro de Ediciones Neverland
titulado ALREDEDOR DE LUIS ALBERTO, y el domingo..., el
domingo Luis Alberto de Cuenca entrará en la Academia.
Amén.
Nota: he utilizado la frase del domador de ingenios Roald
Dahl para encabezar esta entrada, porque, durante años,
quizá el único pecado de LAC
(LAGO EN FRANCÉS) fue ser un hombre demasiado guapo.
Comprendo que muchos le odiasen, el maldito mejor poeta
del mundo en español y encima agraciado. No es que
ahora sea feo, pero es tan grande su calidad como persona
y como creador que la cara ya no puede ser impedimento para
que se reconozcan su talante y genio.
ENEMIGOS
(un pequeño relato protagonizado
por mi muy cercano amigo León Salgado, El Cazador
de Cuentos)
Era una tarde fría, fría de tonos
en el paisaje: blancos y grises y azules helados, fría
en el corazón, y León pensó en que
ya estaba bien, había vivido suficiente, había
vivido demasiado, lo más cómodo era bajar
por el puerto de montaña que estaba escalando a cuanto
diese el coche y estrellarse contra un camión que
lo lanzase definitivamente al barranco. Entonces recordó
a sus enemigos, no muy numerosos pero sí encarnizados
y pertinaces. ¿Iba a darle el gusto a esos soplapollas?
Respiró hondo y hundió los ojos en la nieve
que le rodeaba hasta que recuperaron la blancura. No se
merecían el regalo, los perros mediocres, los
escritorpes, los gusanos que soñaban con verlo cadáver
para devorar su cuerpo. Moderó la velocidad del vehículo,
cargó con balas su corazón y volvió
a su cueva de cazador, de cazador de cuentos, para seguir
luchando. En honor y homenaje a sus enemigos, a todos sus
enemigos. Esa noche, ya tranquilo, los quiso más
que nunca, y en soledad hasta el fuego, brindó por
ellos. Larga vida. Quiero veros bailar cuando la envidia
os roa la poca alma, los muchos huesos.
“La
gente teme lo diferente. Si a un párroco se le apareciese
un ángel creo que no dudaría en pegarle un
tiro” FELIX J. PALMA. El mapa del tiempo (citado
de memoria y probablemente sin exactitud)
7 de febrero 2011
CENAR CON LEO BERMANN
Suele llamarme, cada vez que viene a Madrid, Leo
Bermann, a quien conocí en Stuttgart cuando
mi amigo Diego Sánchez Bustamante
era el cónsul de España en la ciudad. Al principio
intentaba que desayunásemos juntos, pero acabó
por comprender que es más entretenido hablar conmigo
por las noches; desde entonces -cuando me llama- cenamos.
Leo es suizo, y trabaja para un importante grupo editorial
alemán. Jugamos a que está muy interesado
en traducirme, pero el juego se prolonga ya hace varios
años y aún no se ha materializado. Me pregunta
por autores españoles emergentes, qué opino
de fulanito o mangoncito. Y yo le digo. Y él me cuenta
de sus autores, de que se quiere comprar una finquita en
el sur de España, de que las españolas tienen
un encanto del que carecen las mujeres centroeuropeas. Y
yo le escucho, y a mi vez le cuento. Y me cuenta. Mientras
transcurre la cena. Luego una copa rápida y nos despedimos
sin fecha de reencuentro.
-Estoy pensando en empezar a fumar, ahora que está
tan prohibido- me dice.
A mí me gusta la frase, y pienso que explica muy
bien -aunque hasta la fecha no haya comprado ninguno de
mis libros- por qué me gusta, y divierte, cenar con
Leo Bermann.
CHOU EN EL CÍRCULO
DE BELLAS ARTES EN HONOR DEL GRAN LAC
La
culpa no fue del chachachá, sino de Javier
Vázquez Losada, que reunió nada menos
que cien textos referidos -tangencial o directamente- a
Luis Alberto de Cuenca, y convenció
a Recaredo Veredas para que lo publicase
en Neverland, su editorial. Como
es natural aquello estaba lleno de monstruos; es sabido
y aceptado que Luis Alberto de Cuenca amén de poeta
y erudito y un gentleman también es un monstruo,
el monstruo LAC, seductor de chicas malas y princesas. Unos
veinticinco monstruos subieron al estrado para gruñir
o aullar o cantar en honor de LAC. Yo también subí,
por el placer de ver a los monstruos en su conjunto (molaban),
de descubrir lo que ya intuía, que lo mejor del monstruo
LAC... era su chica.
PEDRO ÁLVAREZ
PAREJO CUMPLE 70 AÑOS
Y su mujer, Paqui, me invitó, en compañía
de mi esposa, a una fiesta sorpresa para celebrarlo. Conocí
a Pedro Álvarez Parejo cuando fue
nombrado delegado de Iberia en Dakar. Y nos hicimos muy
amigos, tanto que cuando le sustituyeron recibí de
uñas a su sustituto, el maravilloso y gran señor
Carlos de la Peña (pero esa es otra
historia y ahora no tengo tiempo para contarla; tampoco
es el lugar). Me gustó mucho verle, su alegría,
la familia y amigos que le rodeaban, la casa de su hija
en donde se celebraba la fiesta... Que siguiese siendo el
de siempre. Que guardase mi recuerdo como yo guardo, en
el corazón, el suyo. Setenta felices años,
cumplió mi amigo.
EN LA ACADEMIA
El domingo acudí a la Real Academia de la Historia,
por la noche escribí una columna al respecto. A quien
le interese lo que sucedió o lo que yo creo que sucedió,
puede pinchar
el enlace o la foto y leerlo.
PARADOJA: hablar de uno mismo es una actividad tediosa,
por no decir repugnante; escribir sobre uno mismo es lo
único valioso en literatura, hasta el punto de que
el valor de los libros se mide -de forma clásica
y justa- por la capacidad de implicación personal
de su autor. Podemos pensar que es grotesco, incluso demencialmente
impúdico, pero es así. MICHEL HOUELLEBECQ, Consuelo técnico
(INTERVENCIONES, Anagrama 2011)
14 de febrero de 2011
DIEGO
-¿Usted es el escritor? No sé si se acordará
de mí.
Más que acordarme o no acordarme no lo veo, porque
estoy sin gafas (acabo de salir de la piscina y me dispongo
a abrir mi taquilla para coger la ropa de calle). Aunque
no puedo verlo con claridad sé que es uno de los
componentes del equipo de waterpolo del Canoe, porque acaban
de entrenar al filo de las diez de la noche y siempre acuden
a cambiarse a la zona donde tengo mi armarito de falso deportista.
-Sí, soy el escritor. ¿Te regalé un
libro?
-Me prometiste que me lo regalarías cuando cumpliese
dieciocho años.
Y entonces lo recuerdo, y le pido un momento para ponerme
las gafas a la vez que le pregunto su nombre.
-Diego.
Para no olvidarlo hago una asociación con “mi
predilecto”, Diego Sánchez Bustamante, alias
Diego Diamante y también alias Diego Dieguez. Ya
no se me olvidará el nombre. Tampoco la cara que
ya puedo ver con la ayuda de mis lentes de montura verde
e impertinente.
-¿Y ya has cumplido los dieciocho?
-Sí, bueno mañana cumplo diecinueve.
Me alegra el día. Diego me alegra el día.
Hace un rato he estado a punto de comerme a un capullo que
me ha dado un manotazo en la piscina y que carecía
de la educación necesaria para disculparse. Y luego
en la ducha me he puesto a cantar el Maktub
que cantaba Malcom McDowell en IF, y me he olvidado de mi
edad, he sentido que tenía dieciocho años;
he tenido dieciocho años. Me encanta hablar con alguien
de mi edad brevemente recuperada.
-No tengo aquí ninguno, pero traeré un ejemplar
de Sonríe
Delgado, y lo dejaré en la taquilla hasta que
volvamos a encontrarnos. Y feliz cumpleaños, Diego.
(Gracias, desde aquí, por haber guardado
en tu memoria esa promesa durante más de dos años.
Será un honor y un placer para mí hacerla
realidad).
LA MÚSICA DEL
MAGO: LA PRIMA DONNA
De la Prima Donna hizo El Mago que me enviasen su primer
disco, y -siempre que puedo hacer algo por él lo
hago- le prometí que escribiría sobre ellos.
Ya había hablado con el compositor, Mauri, cuando
recibí una llamada de Arantxa Azurmendi.
Con ese apellido no pude evitar preguntarle si conocía
a un Andoni Azuermendi.
-Es mi hermano.
-Es uno de mis más queridos amigos del colegio. ¿Qué
hace ahora?
-Está de encargado de primaria en un colegio de Madrid.
Y me dice el colegio. Es el colegio de mi hijo.
Cuando El Mago mueve sus dedos suceden esas cosas. Disfruto
del juego de magias o coincidencias pero no me extraño;
detrás está “él”.
-El domingo toca el grupo en El Juglar. ¿Puedes pasarte?
-Claro.
Pero no estaba tan claro. El fin de semana, no voy a contar
por qué, se transformó en la peor de las pesadillas
y no me llegaba la energía ni para rascarme la nariz.
Y sin embargo... Azurmendi, El Mago... tenía que
ir. Y fui. Llegué al final del concierto pero flipé
con Sonia Herrero, la cantante, de voz portentosa y capacidad
de entrega aún más portentosa. Lo compenetrada
que estaba la banda. La felicidad del público. Me
quedé apenas para fumarme un cigarro en la puerta
-desde que está tan prohibido me fumo un cigarro
en público siempre que puedo- y hacer una foto a
Sonia, Mauri y Kike. Ya iré a verlos más veces;
y a partir de hoy escucharé su disco de otra manera,
con más interés; y amor.
SAN VALENTÍN
La encontró un día
en la calle, tirada en el suelo: la estrellita. Una estrellita
de felpa rellena de arena o algo así. Tenía
la nariz sucia y estaba un poco vieja. Era o había
sido un llavero. León se la guardó en el bolsillo
interior del gabán, y se olvidó. Pero cada
vez que se ponía el gabán, azul, de fabricación
alemana, se le tropezaban los dedos con la estrellita de
felpa y pensaba tirarla, pero luego la miraba, y era tan
simpática que no lo hacía. Era demasiado femenina,
y grande, para que él pudiese adoptarla como llavero
propio. ¿Y regalarla? Sí, pero ¿a quién
se le puede regalar algo así? Un objeto viejo y más
bien sucio.
Era domingo, por la noche, León Salgado estaba cocinando
un cuento en su ordenador y se dio cuenta que el día
siguiente era catorce de febrero, San Valentín, y
que no había comprado nada para Dulce, su chica.
Y se acordó de la estrella. De la estrellita de felpa.
Le dio los últimos toques al cuento que estaba preparando
para intentar venderlo -de eso vivía: era un cazador
de cuentos- y pensó que a Dulce no le gustaba que
cogiese objetos de la calle, de la basura. Y la estrellita
estaba vieja. Pero no tenía nada más que ofrecerle.
Así que cogió una hoja en blanco, le explicó
esta historia y le dejó la estrellita de felpa en
la boca de su bolso rojo oscuro. Ahora la estrellita vive
en el interior del bolso. Y es feliz.
“La
primera -y casi la única- condición de un
buen estilo es tener algo que decir” SCHOPENHAUER, citado por Houellebecq
en su Carta a Lakis Proguidis.
21 de febrero de 2011
PÁJARO MUERTO
Está en una bolsita
de supermercado, en el mismo lugar donde antes estaba su
jaula. Un pajarito. Un jilguero..., creo. Nunca he sabido
demasiado de pájaros aunque me encante utilizarlos
como metáforas literarias: El
pájaro que duda no vuela jamás, y chorradas
de esas. El pájaro se lo regaló el padre de
mi mujer a Max, y aunque mi chica no quería aceptarlo,
porque ¿qué puñetas hacíamos
en un piso situado junto a la insalubre M-30 de Mad Madrid
con un pájaro? Fui yo quien insistió en que
el pajarito se viniera con nosotros; mi suegro estaba de
ese humor extraño, y más bien triste, que
afecta a los hombres cuando les llega la jubilación.
Siempre me ha parecido indignante que se decida “desde
fuera” cuando vales o dejas de valer para seguir trabajando;
que “desde fuera”, por algo tan imbécil
como la edad numérica, alguien opina que ya no sirves
para ganar tu propio dinero y el resto de la vida sea aceptar
una propina más o menos generosa del estado (a quien
previamente has pagado mucho más de lo que vas a
recibir). Pero no me seguiré extendiendo sobre las
estupideces salvajes de la sociedad civilizada; simplemente
quería decir que mi padre político estaba
de "ese humor", y que por eso insistí en
meter el pájaro en el coche, trasladarlo a Madrid,
hacerle un sitio en mi despacho (es amplio, no hay problema)
y una vez a la semana cambiarle el agua y la comida y limpiarle
la jaula. Supongo que aunque me esforcé el pájaro
llevaba una vida de mierda, y aunque yo le pusiera un espejo
para que pensase que no estaba solo, o que de vez en cuando
le silbase y llamase por su nombre, Rérix, y él
me respondiese, no eran alicientes suficientes. Supongo
que se ha muerto de tristeza, dicho poéticamente,
o de asco, para ser más prosaico. Miro la bolsa de
plástico anudada. Había pensado enterrarlo
en un parque pero si me pilla la poli seguro que me pone
una multa; la multa que no ponen a la gente que -de nuevo-
deja a sus perros libres en plazas, jardines y calles; la
multa que sí ponen -bonita cortina de humo de los
fracasados gobiernos europeos- a los consumidores de las
drogas que esos mismos estados les venden: hablo del tabaco,
por supuesto.
No voy a enterrarlo, probablemente. Quizá conduzca
hasta Avantos y lo deje allí, bajo una roca. Quizá
lo tire al vertedero. O quizá encienda una chimenea
y me lo “fume”, lo convierta en humo. El niño
no tenía apenas relación con el pájaro.
Seré yo el único que le eche, apenas, de menos.
Sólo un pájaro. Un
pajarillo muerto. He visto niños comidos por las
moscas en África, madres leprosas dando de mamar
a sus bebés... La vida de un animal allí no
es importante, porque los humanos mueren sin pausa ni motivo
aparente. Sólo en esta sociedad hipócrita
e idiota alguien llora antes la muerte de un caballo o un
perro, en una película, que la del protagonista.
“Pobre animal” dijo una voz lerda en la oscuridad
del cine mientras veía en compañía
de mi amigo Álvaro, y nuestras respectivas chicas,
la última película de los Coen Bros. Había
humanos tuertos, padres asesinados que dejaban familias
desprotegidas..., pero la voz sólo se alzó
cuando un caballito reventó del esfuerzo y Jeff Bridges
-el personaje que interpretaba- tuvo que rematarlo. Hipocresía
barata. En Madrid no hay nadie que quiera más a un
caballo que a su coche, nadie que prefiera que se le estropee
el ordenador antes de que la palme un pájaro. Yo
tampoco. Pero le dedico a Rérix, el pájaro,
estas palabras, porque hoy al levantarme le he silbado;
y no me ha respondido. Y también porque el responsable
de cuidarlo era yo, y he fallado. ¿Dónde está
mi magia? ¿La he perdido? o acaso, como mis ojos,
no enfoca lo cercano por la inevitable presbicia a la que
nos condena el paso del tiempo.
Rérix. Ya sé que estás muerto. Y este
es -para ti- mi último, y sordo, silbido.
“Casi
todas las cosas son inesperadas”
IAN McEWAN, Solar
28 de febrero 2011
BORRAR Y CONSERVAR
Nos habíamos encontrado
por pura casualidad en el aeropuerto de Amsterdam -mi amigo
Guridi y yo; somos así de chulos- y Luis estaba aprovechando
hasta el último segundo para tirar fotos son su super
cámara réflex digital.
-¿Qué haces luego con las fotografías?
Yo, cuando ha pasado un tiempo las miro y voy eliminando
las que menos me gustan.
-Yo las guardo todas, les dejo ahí en el ordenador.
Si a mí que borro y borro, y soy moderadamente ordenado,
a veces me cuesta encontrar alguna imagen ¿qué
sucedería si las hubiese guardado todas?
Y además no me fío de las “cosas”
guardadas en el ordenador. Cambian los programas como si
estuviesen afectados por el baile sambito, y ni siquiera
los procesadores de textos más lujosos abren las
historias escritas con algunos procesadores anteriores (bueno,
hay una que sí: elOpenoffice.org de la basca de Linux;
funciona con cualquier sistema operativo y encima es gratis;
lo recomiendo, claro). Pero no podría ver mis pelis
en Video8 si no conservase dos cámaras del formato,
y no hablemos de las que filmé en Video2000 hace
veinticinco años.
Me
río, me descojono, de quien piense que se puede hacer
una biblioteca o una discoteca o una filmoteca con las descargas
de internet. Son gratis porque no valen una... (no se merecen
que escriba la palabra siquiera). Los archivos que ahora
nos descargamos dentro de quince o veinte años, a
lo muy sumo, serán ilegibles o funcionarán
de modo lamentable. ¿Cambiarlos todos, para actualizarlos?
Claro, durmamos dos horas el día menos durante toda
la vida para salvar la foto que nos hizo a contraluz en
la playa un turista que pasaba por allí.
Los libros van a durar mucho tiempo..., por la simple razón
de que está archidemostrado que duran mucho tiempo,
desde hace mucho tiempo.
Así que borro y borro, y de vez en cuando repaso,
y las fotos que he hecho o los textos que he escrito intento
que se puedan seguir leyendo o viendo... Intento. Pero pelis,
series, música... me cargo 60 gigas de un ratonazo
y me quedo tan pancho. Para lo que van a durar. Es una lástima,
creo que ya lo he dicho alguna vez, que la papelera de reciclaje
de los ordenadores no sea una hoguera y poder ver en ella
como se van quemando, poco a poco, nuestras viejas fotos
en la nieve, nuestros cuentos, las películas que
hemos visto... Yo he quemado libros -míos- y es una
experiencia fascinante; hasta la tengo en cine. “Cine”
que guardo en un archivo punto.mov y que -probablemente-
jamás utilizaré.
SOL
Paseo por Avantos, paseo por el centro de Mad Madrid, paseo
por mi barrio, paseo por el tuyo... Paseo por todas partes;
es una delicia que se aquiete el frío y brille el
sol en mitad del invierno. Odio el sol en verano, pero me
encanta en invierno.
.“No le
gustaba formar parte de un grupo, pero no quería
que el grupo lo supiese”
IAN McWAN, Solar
7 de marzo
VIENDO EDITORES
Nada menos que cuatro. Con cuatro editores me he entrevistado,
por diversos motivos, esta semana. De unos he escuchado
ofertas por mis propios libros, de otros consejos y advertencias
respecto a mi pequeñísima editorial y al premio
que acabo de crear “por y para los míos”,
para MIS TRIPULANTES. Lo he llamado I Premio de narrativa
GAVIA BLANCA, y ya tengo hasta el escultor-grabador.
-Lo que más le importa a los autores es el dinero,
no las plaquitas grabadas ni las esculturas- apunta uno
de los editores.
Opino que es mentira, que el dinero es como los archivos
que se guardan en el ordenador y que jamás vemos
-excepto las fotos en el salvapantallas, eso mola- y ni
siquiera sabemos muy bien cuanto tenemos; y no hay escritor
lo bastante listo para saber si está comprando unos
zapatos con lo que le pagaron por una conferencia, con el
dinero de un premio o con la herencia de su tía de
América. Pero una esculturita o una placa... la ves
en tu librería el día que paseas tristón
y desconcertado, la nariz atascada y sin haberte quitado
aún la bata, y eso te recuerda que hubo un día
de gloria, de pequeña gloria, en el que quienes te
quieren se pusieron tan felices como tú mismo, y
quienes te odian se pasaron unos días sin poder sentarse
en el “trono de la democracia” (me refiero al
váter, por si alguien está espeso de pensamiento).
Resulta que -era de imaginar-
a varios editores les interesa mi libro inédito menos
original -y aún así preferirían que
le quitase cualquier vestigio de originalidad, querido Don
Puebla- y sin embargo, de momento, ninguno ha hecho ofertas
(aunque todavía no he hablado con “Dios”
ni con ninguno de Los Tres Príncipes) por las novelas
que más aportan -o lo pretenden o sueñan aportar
algo- al río de la literatura.
POSTERIDAD
En realidad cada día me importa menos lo que vaya
a pasar con el mogollonazo de libros que he escrito, si
los considerarán geniales y se venderán -en
cualquier formato- por los siglos de los siglos, o desaparecerán
como “lágrimas en la lluvia” (Blade runner)
o “como pedos en una autopista” (Blade 110).
LORENZO SILVA DIGITALIZADO
Mi amigo Lorenzo Silva, cobaya
o mártir o ejemplo o pionero, ha conseguido que el
grupo Planeta coloque toda su obra en internet a un precio
lo bastante bajo -cuatro euros máximo por novela,
quince por el conjunto de toda la obra de Bevilacqua y Chamorro-
y anda contento y esperanzado; ojalá su alegría
esté justificada.
CAMBIO Y LADRO
Tengo que redactar las bases de
mi premio elitista y exclusivo. El perro -ay, que últimamente
estaba muy flaco- se me ha puesto enfermo... y sus pulgas
también. Aplasto una pulga con un dedo: un problema
menos del que preocuparme. Y en cuanto al perro... pero
¿por qué me gustará tanto escribir
tonterías? si yo nunca he tenido perro.
(excepto a mí mismo,
desde luego; porque quien se puede convertir en tigre no
encuentra dificultad alguna en transformarse en perro. Se
me nota en los ojos que estoy un poco pachucho, ¿verdad?).
“Utilizamos
un montón de palabras cuyo significado no conocemos
y una de ellas es la palabra dolor. Otra es la palabra muerte”. ALESSANDRO BARICCO. Emaús.
14 de marzo
SEGURIDAD SOCIAL
En
los últimos once años apenas he ido al médico:
algún tapón en el oído, una rodilla
que durante unos días se vitrifica y no me deja andar...
Supongo que me pongo enfermo con tanta frecuencia como cuando
era funcionario, pero ahora no tengo tiempo para mirarme
a mí mismo. Así que no me hacía ninguna
gracia perder -lo que suponía horas- para que un
galeno me dijese que tenía gripe, pero la tos era
tan cavernosa que, gruñendo, bajé al centro
más cercano de la seguridad social.
Odié las colas, las caras, mi tos, el sistema...
Ya estaba escribiendo un poema comparando médicos
con veterinarios, y pensando que mejor lo segundo porque
los burros no hablan, cuando la doctora me recibió
sin que hubieran pasado ni diez minutos. ¡Qué
encanto de tía!, ¡qué mágica
y chamánica! Su nombre es Mercedes y la fiebre de
39 desapareció antes de que me tomase el primer pastillazo
de antibiótico, esa noche. Tentado estuve de saltarme
el análisis que me había solicitado -pero
un caballero no desaira a una dama de la calidad de Mercedes.
Bajé dos días después, nueve de la
mañana, me dormía por las esquinas, miraba
los pechos de las matronas que se cruzaban en mi camino
como si fueran almohadas, y -gruñendo, claro- me
acerqué al mostrador resignado a perder más
tiempo. Pero apenas había posado las nalgas en el
asiento cuando la enfermera me hizo pasar, y ya estaba otra
vez en mi casa quince minutos después de haber salido.
Desconocía la eficacia de la Seguridad Social en
Madrid, distrito Retiro, pero me ha dejado boquiabierto.
No todo es criticable en nuestra sociedad actual. Algunos
aspectos son dignos de aplauso. La seguridad social se ha
ganado el mío; humilde, pero lleno de entusiasmo.
HIJA DE PUTA
Calle Doctor Esquerdo. Atascada. Como mis reflejos -o impaciencia-
suelen ser más agudos que la media aceleró
y adelanto a un cuatro por cuatro al doblar hacia la calle
de la derecha. Luego hay una rotonda. Atascada. Y entonces
noto un leve golpe, un roce. Sorprendido me giro y miro.
Es el cuatro por cuatro negro que he adelantado. Busco la
cara del conductor. El golpe no tiene sentido, estamos todos
parados. Encuentro la cara. Es de una mujer, de pelo claro
y ojos duros. Fuma y cuando nuestras miradas se encuentran
echa el humo en mi dirección, y me hace un gesto
con la cabeza.
“Para que aprendas a adelantarme”.
Me la habría comido. Habría bajado del coche
y fotografiado su matrícula, su cara, hablado con
ella (antes de lo anterior) y creo que hasta la habría
denunciado por agresión. Pero iba con el niño
-lo llevaba al colegio- y me tragué el sapo. Ahora
lo suelto. Me desahogo. Califico como “hija
de puta” a esa señora -por llamarla
de algún modo- que amparada por la armadura que es
un cuatro por cuatro se atreve a tratar a sus conciudadanos
con la misma prepotencia y falta de educación que
un matón de barrio. La gentuza, por fortuna, es minoría.
Pero siempre que me encuentro con tipejos de esa calaña
me encanta enfrentarlos, ponerlos en su sitio, pararlos.
No podría dibujar su cara pero sí su alma.
Si vuelvo a cruzármela me bajaré de mi coche,
abriré la puerta del suyo y le preguntaré:
-¿Bailamos?
“Cuánto
me alegro de no ser un personaje famoso. Si lo fuera de
verdad no podría “inventar” que soy un
personaje famoso.” SOSIEGO (antilibro virtuoso, tan horroroso
como hermoso)
21 de marzo
MARTA SANZ, PERRA
MENTIROSA
Me quedé con las ganas de acudir o asistir a la presentación
del poemario de la peculiar escritora Marta Sanz
el pasado jueves. Me cae bien y simpatiza ella, me gustó
el título: Perra mentirosa. Hardcore. Pero
al final opté por irme a nadar, porque soplan vientos
negros y conviene pasarse por agua con la máxima
frecuencia posible para quitarse el tizne de la quemazón.
Era en el Ateneo Cultural 1º de mayo de la calle Lope
de Vega. A ver si a la próxima; al menos intentaré
conseguir los libros. Sanz, que vive con gatos y un hombre
encantador, es de las poquísimas personas en el mundo
literario capaz de ofrecer imágenes no sólo
diferentes, sino incluso -al menos en apariencia- antagónicas.
Y eso siempre me ha parecido LO ÚNICO INTERESANTE.
UN NIÑO
Un niño, cuya madre (Maricruz) asiste a mi taller,
acudió con ella a la última sesión
de navegación. Diez años. Trajo dos relatos.
Construidos perfectamente, en especial uno de ellos que
me sirvió para -plegado y depurado- preparar la pitanza
para el resto de mis tripulantes. Se supone que llevar un
barco, incluso imaginario, es trabajo de adultos; pero también
podría ser interesante descubrir como se comportan
ante semejante responsabilidad los niños. Me encantó
que viniera.
VIEJAS ENTREVISTAS
Desde hace unos meses disfruto de ADSL de alta velocidad.
Durante 11 años estuve contestando correos y subiendo
mi web, peliculitas incluidas con un modem a pedales, pero
acabé aceptando que debía modernizarme; y
además -manda níscalos- era más barato.
Al principio el ADSL principalmente me molestaba: demasiadas
tentaciones, chorradas que sólo servían para
perder el tiempo. La primera vez que me asomé a Feisbuk
-con mi careta de Tigre- fue para escupir sobre la americanada
amariconada; pero ahora que tengo una cuenta como El Capitán
del barcotaller hasta me gusta. Y estoy viendo o encontrando
o enfrentado cosas que mi vieja conexión no me permitía,
como la entrevista que me hicieron para CONOCER AL AUTOR
en septiembre del año pasado. Será narcisismo
o miopía o amor por el kistch, pero me mola tela
las pintas que me marco: el sombrero de paja, la barba crecida
y los ojos aún atrapados en la mega-fiesta que me
había regalado la noche anterior. Pego el enlace
por si alguien también tiene ADSL y curiosidad y
tiempo.
PITERPANES
Es sábado y ceno con uno de mis antiguos grupos de
piterpanes (desde que tengo un hijo ya no puedo pretender
ser exactamente uno de ellos). Todos seguían más
o menos igual aunque llevaba cien años verlos; yo
-creo- seguía desigual (aunque también llevo
cien años sin verme).
“Si
yo no nado... nadie va a hacerlo por mí”
SOSIEGO, antilibro desnudo.
28 de marzo
EN
COMPAÑÍA DE DUENDES
El primer tintineo es un mensaje en la pantalla del teléfono
celular. “Los duendes te convocan, los duendes quieren
verte, los duendes te han enviado un correo, y es urgente”.
Las campanillas están en el correo, pero prefiero
llamar por teléfono y escuchar directamente la voz
del duende; se llama Javier. Y no puedo evitar la risa o
la sonrisa al escuchar su nombre, que también es
el mío, porque mil veces me han retratado como duende,
y el encargado de cuidar mi “cueva” cuando estoy
ausente es “el duende naranja”, que también
velaba el sueño de mi hijo cuando era más
pequeño, y aún lo sigue haciendo en determinadas
ocasiones.
Como es natural a lo anterior sigue una conversación
entre duendes. Resulta que hay un duende de papel, grande
y ubicuo, un duende revista que se hace llamar -lógico-
El Duende.
-Vamos a hacer un “asesinato exquisito? ¿Te
apuntarías?
-Claro.
Los otros asesinos, exquisitos, son Juan Aparicio
Belmonte e Ignacio del Valle;
cada uno matará una parte de una micronovela y el
duende juntará los trozos para convertirla en una
micronovela entera.
-Hay un problema. Tiempo. Sólo una semana.
Pero es mentira. Una semana para cada “exquisito”
son tres semanas. Cuando llega mi semana, soy el último
que dispara, clavo mis palabras feliz. Me molan mis compañeros
de aventura, me divierte el juego, agradezco la compañía
de los duendes (junto a ellos me siento menos amenazado
por los cuervos).
La micronovela saldrá el mes que viene en la revista
El Duende, más de 30000 ejemplares de distribución
gratuito. Cada día saldré a buscar un ejemplar
y cuando lo encuentre haré un baile mágico
a su alrededor, o dispararé una fotografía.
DIAGNÓSTICO EQUIVOCADO
Un diagnóstico equivocado escupido por un médico
de urgencia casi le cuesta la vida a mi amigo Pedro
de Paz. Cuando hablo con él primero me alegro
de que el segundo médico supiese que lo hacía,
y el cirujano; y segundo le aconsejo que denuncie al primer
galeno, aunque en España el corporativismo convierte
la denuncia a un médico en una denuncia contra toda
la profesión, pero es mentira: la mayoría
de los médicos son druidas generosos, o al menos
profesionales correctos. Ellos también pueden equivocarse,
desde luego, y eso es lo que hace teman una denuncia contra
el inepto. Pero la solución no es el silencio, sino
que un juez decida si es un error puntual o un eslabón
en la cadena infinita que nos ata al infierno. Pero en España
somos poco “denunciones”, sino nos morimos...
enseguida se nos pasa la rabia, sentimos la pereza del serpenteo
en pasillos de abogados y tribunales y solemos inclinarnos
por una cerveza bien fría y olvidar lo pasado, que
parece ya vuelve el buen tiempo.
DINERO
Has elegido una profesión en la que no hay dinero,
me reprocha alguien cercano. Y agacho la cabeza, triste
pero sonriendo, sin argumentos para discutir. Tiene razón,
es cierto, en mi actual profesión -ser Javier Puebla-
ahora mismo hay mucha más alma que dinero; y a largo
plazo lo habrá o no lo habrá, da igual, porque
no lo busco, porque aunque a veces lo necesito, como cualquiera,
en esencia -el dinero- me importa un bledo.
I PREMIO DE NARRATIVA
GAVIA BLANCA
(bases en portada de la web,
pinchando en el barco)
“Me encanta la cuerda floja. Detesto
el suelo; su aburrida solidez, lo duro que está cuando
resbalo y caigo sobre él” SOSIEGO (antilibro contumaz)
4 de marzo de 2011
VIDEOPROMOCIONES
Es Vázquez, Javier Vázquez Losada, como en
tantas otras ocasiones el que se mueve, convoca e invoca.
Cuarenta autores nada menos promocionando con un pequeño
video el libro de su elección en Culturamas con motivo
de la noche de los libros.
Me cita en un lugar llamado Tipos Infames, un bar librería
en el que ya he estado alguna vez con él, pero que
no logro encontrar cuando he salido del metro. El azar quiere
que me fije en una chica a la que le quedan estupendamente
los pantalones y que el hombre que camina a su lado sea
Vázquez. Luego en el bar librería hay un cámara
interesante, Nacho, algunos escritores -se está yendo
Van Monfort y llegando Martín Casariego- y hay una
periodista con Ojos de Agua, y también el peculiar
agitador cultural que responde por José Luis Muñoz,
y que ha sido actor, guionista, crítico de cine y
mil cosas más.
Lo paso bien. Es raro que no lo pase bien cuando me dan
la oportunidad de jugar contra el objetivo de una cámara.
Ya lo comprobará quien entre a curiosear los próximos
días en Culturamas.
NO ME INTERESA
Es una sensación general, diluida y extensa. Desinterés.
Lo divertido e interesante es ser libre, improvisar y jugar.
Triunfo, dinero, fracaso, pobreza... piedras en el zapato
que te impiden pisar de modo natural y tranquilo.
“Era
sensible hasta el extremo de sufrir,
y ello iluminaba su expresión” KAVAFIS, El barco(1919) (Traducción
JM Álvarez)
11 de abril de 2011
LOS CAMBIOS GILIPOLLAS
Al escribir el nombre de Kavafis recuerdo que ahora lo escriben
con C y matan la K. Como Beiking y Pekín, o muchos
otros. Cambios gilipollas e inútiles e innecesarios;
ocupación de inseguros y ociosos. Mi desprecio. Lo
que funciona no necesita ser arreglado ni cambiado. Más
grave es cuando los cambios son cicateros, y se troca lo
que funciona bien por algo que funciona regular para robarle
el dinero a los consumidores. Doble desprecio.
MI TRIPULACIÓN CENANDO EN UNA DÁRSENA
He dado un golpe de timón a mis barcos imaginarios,
los talleres literarios y de cine. Hasta la fecha me conformaba
con que mis tripulantes crecieran como creadores y personas;
sin implicarme demasiado. Ahora quiero más -el gaviero
ha visto tierra donde no sabíamos que la había-
y después de la editorial Haz Milagros y el Premio
Gavia Blanca, lo que pretendo es crear un grupo literario,
una generación de creadores. Lo conseguiré
porque jamás fallo. Escucharéis, amigos y
enemigos, cerdos, gorriones y niños, el canto de
mi tripulación, que ya suena como jamás, está
por encima de la media mediocre de la literatura española,
y aún subirá y subirá. El año
pasado sólo llevaba a bordo cinco creadores, este
año cuento con catorce (y quizá hasta recupere
a la número quince, que era muy interesante; especial.
En realidad quien navega conmigo es -necesariamente- especial).
Para celebrarlo Mara Mugueta nos ofreció el pasado
miércoles una cena deliciosa en su dársena
de Tetuán. Me quito mi sombrero de sombra para agradecérselo
ahora que estoy de nuevo saltando como una nuez sobre las
olas del mar.
AMIGOS DE VERDAD
Se llaman Pilar y Ramón; siempre están; no
molestan jamás. Nos gusta ir de vez en cuando, en
formación de pareja, al cine y a cenar. El último
día nos llevamos a Max, porque la peli era RANGO
(mola, la recomiendo en general), y cuando ya volvíamos
el niño dijo: el tío Ramón lo sabe
todo sobre superhéroes, con él sí que
se puede hablar.
ABORTAR
Abortar es una palabra que el cine ha convertido en bonita
e inteligente. “Abortar” dice Tom Cruise en
Misión imposible. Hace dos días aborté
-en el sentido Cruise- una novela de la que ya estaba escrito
el primer tercio; volveré a leerla porque recuerdo
momentos geniales, pero me estaba equivocando con la extensión
(escribir para tener contento al editor hace que se cabree
conmigo Gracián, y desde su oráculo me grite:
más vale que ahora se joda el otro, y el jodido no
seas tú para siempre y sin remedio; él lo
escribe sin tacos, pero yo tengo los oído sucios
de tanto vivir en Mad Madrid, y lo reproduzco como más
me apetece).
“Solo
tengo mi locura, si la perdiese –me curase- no sería
nada, no sería nadie” SOSIEGO (antilibro no recomendado en frenopáticos.
Ni en ningún sitio, que yo sepa.)
18 de abril de 2011
EXTRAÑO DÍA
DE CUMPLEAÑOS
Me llama o escribe bastante gente, tampoco demasiada. Lo
agradezco, claro; soy un tipo educado. Me prometo que devolveré
la llamada a quienes han dejado mensaje en el contestador,
pero no lo hago. Es un día raro; nunca me han gustado
que decidan “desde fuera” que me toca vivir
una jornada especial. ¿Qué más da si
ha nacido el 14 de abril o el 218 de mayo (eso sería
más original)? Cierto que hay un dibujo bonito que
me regala Max, que la canción que Montxo Dixie deja
en el contestador la escucho varias veces... con su voz
rota y luchadora y amistosa, que es un buen pretexto para
charlar con hadas a quienes hace siglos no veo... Cuando
salgo de nadar del Canoe a las 10,30 las llamadas perdidas
se han acumulado. Me subo al coche y conduzco sin dirección.
Me gusta moverme por capricho, sin intentar o pretender
llegar a ningún sitio. Sólo es un día
cualquiera.
GABRIELA MISTRAL
Estoy preparando un curso de los veranos de El Escorial
y llamo a Marchamalo; si alguien garantiza una conferencia
brillante es él; el exquisito Jesús Marchamalo.
Me dice que sí, está en un tren y escribirá
un correo cuando compruebe en su agenda que tiene la fecha
libre. Llego a casa y abro uno de sus libros, al azar el
libro, al azar la página. Gabriela Mistral. ¿Quién
es Gabriela Mistral? Si no lo sé yo, que se supone
me dedico a esto ¿quién demonios lo sabrá;
aparte de Marchamalo? Gabriela
Mistral es Lucila Godoy, una chica incapaz de superar una
mala historia de amor adolescente. Para mi sorpresa compruebo
que le dieron el Nobel, y no hace tantísimo, en 1945.
¿Quién se acuerda ya? Seguro que muy poca
gente; en Google utilizan su nombre para anunciar hamburguesas
y teléfonos móviles. Sus poemas no los recita
nadie que yo conozca; aunque también olvidarán
a los jugadores de fútbol que ahora son dioses cubiertos
de dinero y anuncios.
" Nada me
impide reírme de todo; y en especial de mí
mismo" SOSIEGO (antilibro carcajeante pero no
especialmente gracioso)
25 de abril 2011
HOLLYWEEK IN MAD MADRID
(hay una columnita de opinión en
la que cuento más cosas; por si alguien tiene tiempo
y ganas, puede pinchar HERE)
Aparco donde quiero, me mejo: en el vaso de la piscina y
en la gran ducha de la calle, camino bailando, escribo libros
extraños, busco el olor de las negras, me río
de mí mismo... durante cuatro días estoy solo,
en procesión con mis propios fantasmas... Hasta podría
creer en Dios y en la resurección de los muertos.
LA NOCHE DE LOS LIBROS:
RECOMENDACIÓN DOBLE Y RARA
Era uno de esos días en los que habría sido
menos cansado morirme, pero había quedado con Javi
Vázquez en Tipos Infames (la librería) para
ponerle cara a una peliculita que pasarían desde
Culturamas y Vimeo en La noche de los libros. Javi estaba
con Van que me preguntó cómo estaba. Genial,
no he estado mejor en mi vida. Y tal vez ni siquiera mentía,
porque cuando te da igual estar muerto que vivo... mola.
Ese estado de ánimo se ve en el video, la indiferencia
absoluta, y por eso me encanta: veo a un anciano desencantado
cantando desafinado, pero seguro de sí mismo como
Mike Jagger. En el video recomiendo un libro –mío-
pero lo que de verdad recomiendo desde esta novela electrónica
y única y generosísima que engordo cada semana,
mi diarioweb (en internet desde 2005, Hemingway nunca tuvo
ninguno igual) es el video. Nunca me había visto
a mí mismo tan tan feo y acabado, nunca me había
apetecido tanto tantísimo comerme a mí mismo
a besos. What the fuck!
Hasta
en su falta de éxito, muestra al mundo su mismo coraje
indómito. KAVAFIS, Demetrio Soler (1919)
2 de mayo
ODIO COMER
Me convocan con un sms y respondo la verdad: Odio comer.
Soporto cenar con amigos y enemigos, pero comer en plan
hombres de negocios me parece abyecto. La barriga llena
y dos copas en el cerebro dejan el resto del día
muerto. Para resucitar tengo que pasar por el Canoe y hacer
mis largos reglamentarios hasta cumplir los 1000 metros.
Pero es Miguel Ángel Rodríguez Matellanes,
Mat, mi colegazo, el tío con el que mejor me lo paso
de cuantas personas he conocido infectados por el virus
de lo literario, así que acepto su invitación
para ir a Salvador -aunque a los escritores nadie puede
salvarnos: elegimos bailar en el infierno- y luego...
PASEO POR EL BARRIO DE LAS LETRAS
...caminamos por las calles del Barrio de las Letras (apellidar
un barrio así es condenarlo) y nos encontramos con
Rafa Reig (el Tusquet) y Eduardo Vilas (rey de hotel kafkiano)
y Borja (jefe de prensa de 451); están fumando en
la calle -viva la muerte- mientras los periodistas disparan
las últimas balas sobre Tom Drury, autor americano
más Harper Lee (Matar a un ruiseñor) que guionista
de los Coen, aunque también podría ser. Borja
me pasa el libro de Drury titulado EN EL CONDADO DE GROUSE
para que lo recomiende si me gusta -lo recomiendo sin leerlo,
me fío de Ediciones 451- y charlamos un rato en la
calle soleada y tranquila y pido un cigarrillo: que fumar
esté mal visto es lo único que en verdad en
verdad me gusta de tragar humo.
Y unos metros mas arriba aparecen -posados en una terraza-
Laura Mirlo, Laure Merle, una chica que conozco pero no
identifico, y un tipo a lo Irvine Welsh que ni conozco ni
identifico. Y también está Antonio Orejudo.
No es ningún secreto que a mí me cae fatal
Antonio Orejudo, lo odio y así se lo digo. Te maté
en un relato y dudé de la respetabilidad de tu madre
en otro; porque Tony Orejudo, él no lo recuerda,
al leer la primera versión de TIGRE MANJATAN, dijo
que no era creíble que las putas escribiesen poesías,
y pidió permiso a quien en aquel momento era agente
literaria de ambos para no seguir leyendo. Pero luego -en
persona- es simpático, o más exactamente:
rápido e interesante, muy despierto; así que
le concedo el beneficio de la duda (quizá tendría
que llevármelo a un burdel y mirarlo a los ojos,
comprobar si es capaz de ver la poesía en la generosidad
de las mujeres que curan mil soledades y miedos).
ALONE AGAIN, NATURALLY
Acompaño a Mat casi
hasta Atocha, él vive en el AVE, y luego... más.
Pero ya he escrito demasiado en mi diarioweb. Y tengo una
cita con un personaje recién nacido, y medio lerdo,
al que no sería prudente hacer esperar. Igual se
hace humo, y mis neuronas lo confunden con un cigarro inmolado
y deciden dejar que lo barra el viento. ¡No sucederá!
Ahora voy Luisito, ya estoy acabando, pongo el punto final,
cierro este texto, abro el tuyo, y enseguida te veo y sigo
escribiendo: ya verás, hombre pequeño, te
vas a ligar a una tía que yo..., ni en sueños.
“Escribir
-una actividad por la que sentía un desprecio sutil-
no le causaba ansiedad: era sólo una forma de dejar
un registro permanente de su arte.”
HAROLD BLOOM (traducido por Margarita Valencia), Genios.
9 de mayo
HELENA COSANO, PUESTA DE LARGO COMO NOVELISTA
Sucede en el Círculo de Bellas Artes, en la sala
bautizada como María Zambrano, la más bonita,
la que posee vistas tan privilegiadas que hay que tapar
el ventanal semicircular con cortinas grises para que los
asistentes no se distraigan. Helena Cosano presenta Cándida
diplomática (con mayúsculas) y -como es natural
e inevitable- la ceremonia es un éxito. Aunque es
viernes hay casi cincuenta personas escuchando a Miguel
Ángel Rodríguez Matellanes, Eugenia Rico y
a la princesa del baile, la escritora de voz suave y alegre:
Helena Cosano. Han venido desde Londres, París y
Marbella, amigos y parientes y mentores; hay nada menos
que tres personas del equipo de prensa del grupo Anaya.
Helena lee y suenan aplausos y firma muchos libros. No podía
ser de otro modo.
Y luego la fiesta se prolonga. Conozco a la madre de Helena,
Marisol, que comparte con su hija una mirada limpia y tan
intensa que “borra el mundo”. Conozco también
a la mejor compañía, y se las he visto muy
buenas, de Matellanes; la editora Penélope Pedreiro
(o Pedreira, tengo mala memoria, me equivoco muchas veces,
pido disculpas).
Luego quienes han venido de lejos y los parientes más
cercanos van a tomar una copa, ya fuera del Círculo.
Pero yo fuera del Círculo no existo y me pierdo;
acabo sentado en una terraza de la calle Montera mirando
a las mariposas de minifalda imposible en compañía
del escritor Antonio Pacios. Cuando regreso a casa hago
un dibujo en mi diario. Hace días que he vuelto a
dibujar; autorretratos en los que sólo mi hijo es
capaz de identificarme; autorretratos extraños.
LLUEVE
Sábado. Me levanto a las once y está lloviendo.
Abro las cortinas de mi despacho y me siento a ver llover,
como hacía cuando estaba en África.
TRAS LA LLUVIA
La naturaleza “eclate” tras la lluvia. Pasear
por el campo después del diluvio en primavera hace
a un hombre sentirse pequeño y finito. Le desasosiega.
AMOR / SEXO
A veces el sexo es amor y no sexo, muy pocas veces.
EL VIDEO MÁS
VISTO DE CULTURAMAS EN VIMEO
Me llega un correo de Chile en el que mi amigo Christian
me felicita porque el video que me grabaron para LA NOCHE
DE LOS LIBROS los cineastas de Culturamas es el más
visto de los subidos a Vimeo por la revista. Mérito
sin duda de quienes han saltado de este diarioweb al minuto
en el que aparece Traum (lo único aceptable) y a
continuación quien escribe. La primera vez que lo
vi me encantó, la segunda regular. La cuarta me pareció
horrible y no he vuelto a verlo ni pienso hacerlo. Pero
dejo el enlace, por si alguien tiene curiosidad. FREDERIC
TRAUM Y JAVIER PUEBLA se cantan a sí mismos con insoportable
descaro (videoclip de un minuto)
SEPARACIÓN
“A las cuatro de la tarde nos separamos, por una semana
solamente. Jamás imaginé que una semana fuese
para siempre” (KAVAFIS, El sol de la tarde, 1919)
"A veces es mejor mentir; bastantes
veces"
SOSIEGO (antilibro prospecto, búsquelo en su caja
de aspirinas) OCIO
En mis ratos libres me entretengo cavando
tumbas en las que enterrar a mis enterradores. (SOSIEGO
again, tan antilibro como de costumbre).
16 de mayo de 2011
COLAS
Si hay algo que me gusta de ir a nadar todos los días
es la ceremonia de la ducha. Puedo echar el bofe para acabar
los mil metros estilo libre -a veces me perdono cien o doscientos
(¿trescientos, quinientos?)- pero cuando llego a
la ducha... el tiempo se para, y me importa menos que un
discurso del presidente de la Unión Europea (¿tiene
la Unión Europea un presidente?) si pasan diez minutos
o cuarenta. Me relajo, disfruto... y hasta canto. Porque
lo genial que tiene el vestuario del Canoe es que
en él no hay ninguna tensión sexual: sólo
hay tíos; una delicia. Sin embargo sucede
que en la ducha de al lado hay un papá con su cachorro
de dos o tres años, un cachorro niña, y sonrío
cuando escucho la voz protectora pidiendo que no se ponga
bajo el chorro hasta comprobar la temperatura del agua:
no vaya a salir muy fría. Cuando entran el papá
y la niña yo ya llevo media hora bajo la ducha, pero
ellos salen antes, y cuando me decido a abandonar el placer
de cantar bajo la lluvia artificial nacida de la alcachofa
cromada me encuentro al padre secando a su hija. “Mira
papá, ese señor tiene cola” “Claro,
como papá”. Sonrío y miro al suelo,
los niños, ya se sabe, dicen lo primero que les pasa
por la cabeza. Pero como la situación me incomoda
levemente intento secarme lo más rápido posible,
sin mirar a los ocupantes de la cabina de al lado. “La
cola de ese señor es más grande que la tuya”.
El papá, un tipo joven y triponcito, rompe en explicaciones
acerca de que hay colas de todos los tamaños y formas
(¿de campana, de mesa?) y yo -sonrojado y sufriendo
un ataque de timidez incontrolable- corro a refugiarme entre
las mamparas de las duchas. Y me seco despacio, muy despacio,
sólo cuando las voces se alejan, se pierden por los
largos pasillos del vestuario, salgo de la ducha, mirando
a diestra y sinestra, desconfiado y con la toalla alrededor
de la cintura enrollada como si fuera una falda.
ME LLAMA FELIPE GONZÁLEZ
Los teléfonos móviles son bichos cargados
de imperfecciones. A las cinco de la tarde de un día
de mayo es casi imposible saber si la pantalla está
apagada o encendida. Ni hablar de intentar leer el nombre
que aparece cuando suena el Welcome to the jungle (versión
Richard Cheese), pero como soy un optimista endémico
me esfuerzo en intentar descifrar los signos o letras. ¿Julia?
Conozco cuatro o cinco Julias, pero todas tienen apellido,
excepto una, que es francesa y merecedora de ser mi única
Julie (de momento). Respondo a la llamada, y si fuese Julia
la “puntos suspensivos”; no me fío nada
de ella. Pienso que debe de ser ella, gastándome
una broma, algún amigo imbécil ha cogido su
celular y me habla imitando con torpeza patética
un acento cubano. “Sí, ¿quien llama?”
“Al habla Felipe González”.
Cojonudo, Felipe González hablando con acento cubano;
eso me pasa por mezclarme con “julias”. “¿Felipe
González?”, respondo paciente, resignado a
seguir la broma idiota. “Felipe González, de
Telefónica”. A lo mejor es el auténtico
Felipe, coincidí con él una vez en un avión
cuando era diplomático en Dakar (yo, no él)
y me quiere ofrecer el puesto de Alierta. “Encantado
de escucharte Felipe” “¿Con quien hablo?”.
Mi paciencia trastabilla al borde del abismo. “Pues
siguiendo con el jueguecito supongo que tendré que
decir que soy Alfonso Guerra. ¿En qué puedo
ayudarte, Felipe”. “Le llamo de Movistar para
ofrecerle...” Y entonces, perdón pero era inevitable,
me entra un ataque de risa, de lo cegatón que soy
por haber confundido el 1004 con el nombre de Julia (tengo
el atenuante del sol, oigan), pero me cuesta contener las
carcajadas y atiendo con cuanta amabilidad puedo al hombre,
a Felipe González, que imita fatal el acento cubano
porque es un auténtico cubano, y hasta le deseo suerte
en sus llamadas suicidas. Eso sí, le dejo bien claro
que: o me nombran presidente de la compañía
o ni de coña vuelvo a dejarme sablear por Telefónica.
(Hombre, si pusieran publicidad por cinco o diez mil euros
en mi página web a lo mejor me lo pensaba. Hay que
ser flexible, como tantas veces ha demostrado en su carrera
Felipe González, el de Sevilla, me refiero.)
“La
única trampa que sé hacer es jugar sin hacer
trampas” SOSIEGO (antilibro cándido y meditadamente
ingenuo)
23 de mayo de 2011
PUERTA DEL SOL: MEDIANOCHE.
UN MINUTO DE SILENCIO... Y UN GRITO
Las manos se mueven como mariposas, como cándidas
mariposas que desconocen la implacable brevedad de su existencia.
Hay miles de personas sentadas en el suelo de la plaza de
la Puerta del Sol moviendo las manos y yo soy una de ellas,
aunque mis manos no aletean sino que sostienen una cámara
que graba el baile de las mariposas con alas de cinco dedos.
Me entretengo en el movimiento estético y luminoso
de las manos que me rodean y no dejo de filmar o grabar
ni un segundo de los sesenta que contiene el minuto de silencio;
estoy haciendo un barrido sobre las cabezas cuando en el
ángulo izquierdo una figura vestida de naranja se
levanta y lanza un grito desgarrador, brutal; un grito de
guerra, pura alma, como pura alma –se nota a cada
paso- es la concentración de protesta contra los
pobres de espíritu que sólo comprenden el
brillo de las monedas. Estoy allí porque mi amigo
Lorenzo Silva me ha llevado, como me llevó hace largos
meses a ver el concierto de Rammstein, como me ha llevado
a tantos sitios a lo largo de los once años que hace
nos conocemos. Cuando caminamos, ya solos, hacia su coche,
ambos estamos tranquilos, y de algún modo también
contentos. El bautizado como movimiento 15 M acabará
en algo o en nada, pero doy fe de que se ha estructurado
en torno a una verdad evidente, que en la Puerta del Sol
había personas de todas las edades y clases sociales
y de que nadie, absolutamente nadie, faltaba a sus próximos
–ni por un instante- al respeto.
Subiré el video, o
no, a Youtbe; ya veré: el cine –aunque ahora
se llame video- sigue siendo una empresa que requiere de
muchas horas de trabajo, y ahora mismo estoy ocupado haciendo
infinidad de cosas que requieren toda mi energía
y que no cuento; no me interesa.
.“Soy
como un niño: peligroso, pero con buen corazón”
SOSIEGO (antilibro para todas las edades)
31 de mayo
ALTA INTENSIDAD
El lunes me encuentro con Javier, de la revista El duende
(recomendada, es preciosa) en su cueva situada en el corazón
de Mad Madrid. El martes no me acuerdo. El miércoles
tampoco. El jueves acudo a la presentación de Ramón
Pernas en la Casa de Galicia; me encanta el fragmento de
su libro, La luz inmóvil, que lee emocionado (tengo
que grabarlo en video). El viernes pillo un suave y alegre
melocotón en la fiesta de El Mundo. El sábado
me largo a mi propia cueva en L.A. Citywood para trabajar
en una novela (de la que no soy el autor, sino el negro;
más noticias en el futuro, tal vez). El domingo descubro
El palacio de las cigueñas (tengo fotos, no son imaginaciones
mías). El lunes acabo mi trabajo como negro. El martes
entrego a Lorenzo Silva el premio Cultura Viva de este año;
la primera edición la ganó Delibes y la anterior
a esta, quien firma). El... ah, eso ya es mañana.
Dios proveerá.
“Sus enemigos no son demonios ni seres extraños
sino humildes humanos como él. Por eso no le regocija
vencerlos, le duele cuando se ve obligado a matarlos” LAO TSE, Tao Te Ching (versión beta
de T.M.)
6 de junio
LORENZO RODRÍGUEZ
GARRIDO
-¿Cómo que el pasado miércoles no sucedió
nada?
Me lo acabo de encontrar en la divertidísima fiesta
de Mondadori - un rato después me encontraré
a mi amigo Eduardo Melón y cuando ya estoy a punto
de irme a Silvia Grijalba (pero eso son otras historias)-
y a los pocos minutos de entablar conversación Lorenzo
Rodríguez Garrido me pregunta:
-¿Cómo que el pasado miércoles no sucedió
nada?
Se refiere, naturally, a que la semana pasada en este mismo
diarioweb -escrito a toda pastilla porque venía de
hacer el negro de la serranía madrileña- puse
que no recordaba lo que había pasado el miércoles;
tampoco el martes, para ser exactos.
Pero me basta un segundo para recordar que el miércoles
tuvo mi muy apreciado amigo Lorenzo Rodríguez Garrido
se subió a mi barco-taller, escribió un cuento
interesante y bien domado, lo leyó y luego estuvo
con el resto de mis tripulantes, y conmigo, bebiendo cerveza
en la Cueva del Pirata, el bar situado en el portal de al
lado del edificio en el que imparto mi taller. Fue un lujo.
¿Cómo me olvidé de alguien a quien
estimo tanto? Sólo puedo alegar que la velocidad
y la negritud unidas borran o velan la memoria con enorme
facilidad. Me encantó encontrar a Lorenzo en la fiesta,
donde también estaban Camblor (Isabel), de Paz (Pedro),
Casariego (Martín y Nico), Díaz (Jorge), Egido
(Jesús), del Amo (Carlota), Trías (David),
Tristante (Jerónimo) y Garzo (Martín) entre
otros muchos amigos y conocidos, imposible -como es impepinable
en estos casos- citarlos a todos.
No hice fotos, pero hay muchas en facebook, y además
acudí de incógnito, es decir: sin sombrero.
JAM SESSION: “LITERATURA
& MOJITOS”
Adonde no acudí, porque se me hizo involuntariamente
tarde, pero seguro que estuvo genial fue a la jam sessión
de literatura y mojitos organizada por Alianza (¡Bravo
Raúl García!) en el Pabellón Carmen
Martín Gaite de la Fiera del Libro. Los protagonistas
eran Eduard Márquez, Ernesto Pérez Zuñiga
y Juana Salabert; llamé a los dos últimos
para disculpar mi ausencia involuntaria, pero ambos móviles
estaban “apagados o fuera de cobertura en ese momento”.
¿3D? TRES DEMONIOS
SE LO LLEVEN
Es sábado y vamos en familia y con amigos a ver a
los piratas de Johnny Deep and cía. A las siete ponen
la peli en 2D, es decir: normal, pero la sala está
llena, a las seis y media la sala está casi vacía,
porque es en absurdo 3D y las gafas -al menos no son feas
del todo- resultan un engorro especialmente para quienes
usamos ya gafas, oscurecen la película y no tiene
sentido ver a través de un trocito de plástico
mal trabajado en lugar de directamente. El 3D, está
claro, aún no ha venido para quedarse. Paso. Y de
la peli también podría haber pasado, pero
está bien eso de moverse en familia y con buenos
amigos.
NADAL EN PARÍS
Veo el partido el domingo, me alegro del triunfo del tenista
español, mi país, pero no puedo menos que
advertir el cansancio y el desgaste de su cuerpo de sólo
veinticinco años. No suelo ver mucho deporte, y hace
¿dos años? que no me ponía ante la
tele para ver jugar a Nadal. La antorcha que brilla con
gran intensidad dura poco tiempo.
“Sin el amortiguador de la buena educación
seríamos tan peligrosos como los animales” ADAM SOBOCZYINSKI, El arte de no decir
la verdad
9 de junio
LA ELEGANCIA DE MARCHAMALO
Un mensajero acaba de traerme
el Gracián completo, el objeto literario más
deseable del momento (de la colección AVREA de Cátedra
creada por Emilio Pascual), pero apenas tengo tiempo para
hojearlo, 1500 páginas de papel perfecto, porque
a las 9 me he comprometido asistir a la fiesta de Silvia
Pérez Trejo (editora del Premio Llanes) y es obligatorio
vestir de chaqueta: tengo que elegir una rápido antes
de irme a nadar, porque... mens sana in corpore sano (me
toco la oreja donde tengo dos semillas de acupuntura que
Amparo Baliño me ha colocado para ayudarme a combatir
mi alegre ansiedad; ansi ansi ansiedad). No he respondido
al correo que me han mandado de la complutense respecto
a los cursos de verano de El Escorial; esta noche, ahora
toca cerrar el ordenador. Pero junto al ordenador hay una
postal con la portada del último libro de Marchamalo:
Cortázar y los libros; en el anverso un breve texto
impreso, un sello y mi nombre y dirección escritos
a pluma no con tinta verde caribe y con la inconfundible
grafía de Marchamalo. La postal es un objeto perfecto,
elegantísimo y más eficaz que un cartel de
tres por dos metros para dar a conocer su nueva obra. Así
que escribo esto antes de cerrar el ordenador, en homenaje
a Jesús Marchamalo, a su saber y elegancia como artista.
Me enorgullezco de tenerlo como amigo.
AL REGRESAR DE LA
FIESTA
Es impresionante lo que es capaz de montar Silvia Pérez
Trejo a partir de su aún pequeña editorial.
La ganadora del premio era Ángeles Caso, y escoltándola
-en representación de Planeta- estaban Ana Gavín
(my favourite) y Carmen. Es inesperado encontrarme a Charo
Cuevas, editora de mesa de mis dos últimos libros,
recién llegada de Sevilla con un nuevo look: se había
cortado el pelo; aunque su baza ganadora sigue siendo -claro-
su calidad excepcional como persona. Y no voy a ponerme
a escribir nombres porque siempre se olvida alguno, aunque
me ha encantado ver a Laura Palmer, que sabe posar para
las fotos, y que las camareras fuesen modelos o lo pareciesen
y... en general. Muy divertido. Mañana más,
en el despacho de Ana Gavín, situado en el último
piso del palacete que tiene Planeta en el Paseo de Recoletos
(muy cerca del palacio de mi bien conocido “amigo”
José de Salamanca y Mayol, Marqués de Salamanca).
SÓLO PISO LA
FERIA EL ÚLTIMO SÁBADO A LA HORA DE CIERRE
Y porque voy a buscar a un amigo, escritor por supuesto
(pero nadie es perfecto) con el que había quedado
para cenar. Ya han terminado todas las fiestas, el sábado,
y miro de reojo mientras avanzo con paso rápido como
se van cerrado las casetas que este año, por primera
vez en mucho tiempo, por decisión voluntaria no he
visitado. Supongo que en 2012 no podré escaparme
de que me metan en la jaula para que haga de mono firmador
o firmante, y tampoco me importará: me encanta la
feria... y las fiestas... y la vida... y las noches del
final de la primavera, cuando ya casi huelen a verano.
“No
hay nada tan estimulante como un brioso desencuentro” SOSIEGO (antilibro peligroso)
20 junio 2011
DISPARANDO CON EL DEDO
Lo hice hace poco, disparé con el dedo sobre alguien
a quien -tengo un corazón más que bondadoso-
aún me esfuerzo en considerar como amigo, comprender
porque incumple sus promesas y salta sobre mi cuando me
halla tendido en el suelo. Pero -¡era una fiesta y
yo llevaba dos botellas de champán eximente en el
cuerpo- advertí a su novia actual que iba a acabar
matándolo, y luego, segundos después, le disparé
-a mi antaño tan amado amigo- con el dedo. Disparar
con el dedo no es delito. Es lo bueno que tiene el dedo.
Y en este caso disparé sin apuntar, sólo por
el placer de hacer “bang” con la boca. Pero
si se apunta al corazón, si yo apunto al corazón...
jamás fallo. Claro que ninguna de las personas a
las que he disparado al corazón con el dedo puede
ya confirmar tal extremo.
LO QUE NO PUEDO CONTAR
esta semana
sería un cuento intenso e interesantísimo
(aunque nada tiene que ver con el funambulismo), y pido
disculpas a los bienintencionados que siguen este diarioweb.
Quizá debería darlo ya por cerrado; son muchos
años contando a veces más de lo que debo,
y otras veces olvidando lo que debo: como sucede siempre
en los diarios, sean públicos o privados. En realidad
se trataba de un experimento, de un juego como casi siempre
es la literatura y el arte, y puedo acabarlo cuando quiero.
¿Por qué lo hago? Por y para mí mismo,
la verdad, es como bailar delante de un espejo. Cierto que
a veces algún vecino me cuenta que me ha visto por
la ventana, del ordenador, y que el baile le pareció
agradable o correcto, cierto que me espían mirones
pajilleros, cierto que podría parar, ser esta la
última entrada; nada más cierto que el futuro
de este diarioweb es –hoy- incierto.
CUCHARILLAS DE PLATA Como en casa de los padrinos de mi hijo, Diego
y Lucia (sin acento en la i, es holandesa). Cuando llega
la hora del café Diego me ofrece para bailar el azúcar
una cucharita de plata, observo que es distinta
que la suya, y que hay más, todas diferentes y distintas.
-En Holanda no está mal visto que las cucharillas
de café sean diferentes, así que durante un
tiempo las coleccionamos.
Las miro una a una, fascinado. Me parece una sofisticación
pequeña y exquisita.
“Lo
mismo la casa nueva tiene una pieza más y podemos
volver a ser jóvenes” MIGUEL DELIBES, Los santos inocentes.
27 de junio
UN BRINDIS CON RON
Hace ya 6 años que me inventé un taller literario,
3Estaciones, y el pasado miércoles reuní a
todos mis Tripulantes actuales para cerrar el curso y brindar
con ron. Hay tres personas, tres mujeres maravillosas, que
están conmigo desde el principio, pero también
hay gente nueva, de todas las edades. Faltaron 3 y aún
así estaban ocupadas las 14 sillas que caben alrededor
de la mesa. Tengo poco mérito en lo que hago, pero
los resultados son extraordinarios como puede comprobarse
leyendo los textos de mis tripulantes en esta misma web.
Son ellos los que crecen y se hacen grandes solos; mi trabajo
es solamente respetarlos. Por eso brindé con ellos,
en su honor, el pasado miércoles. Con ellos y por
ellos; son mi orgullo. Levanto otra vez mi vaso de ron,
yo ho ho, ¡por la Tripulación!
SIN NOTICIAS DE LEO
BERMANN
Desde
el pasado mes de febrero, que cenamos juntos en el restaurante
El Buey de la calle General Pardiñas, no he vuelto
a ver a Leo Bermann, a quien conocí hace ya varios
años en Stuttgart por mediación de mi amigo
Diego, a la sazón cónsul de España
en la ciudad. Bermann, suizo, es editor y aunque trabaja
para un importante grupo alemán su sueño es
montar editorial propia. Otro amigo, mi muy querido Miguel
Ángel Rodríguez Matellanes, me confirmó
la solvencia de Bermann, aunque él se mostraba escéptico
respecto a su proyecto personal.
-Los libros cortos, balas como los llamas tú, nunca
se han vendido en España.
-¿Y El Principito, El Alquimista o La Metamorfósis?
-La metamorfósis- Mat nunca pondría mayúsculas
a la segunda palabra de un título- se publicó
en España en mi casa (Alianza) seguida de dos cuentecitos
porque daba no sé qué que fuera tan corto.
Tenía razón, como de costumbre, mi amigo Mat,
pero Bermann piensa que España ha cambiado y crecido,
que está preparada para las “balas literarias”,
y además su idea era publicarlas primero en alemán.
Sin embargo no ha vuelto por Madrid desde febrero. Y hace
dos meses que no me responde a ningún correo. No
sé si preocuparme o pensar que está ocupado
veinticuatro horas en el parto de su propia editorial; espero
que sea lo segundo el motivo de su silencio.
EL CABALLERO ROJO
Al Caballero Rojo, claro, me lo presentó El Mago.
El pasado lunes le dejé un ejemplar de Sonríe
Delgado en el restaurante donde -según él,
y yo estoy de acuerdo- mejor se come en Mad Madrid: El Horno
de Santa Teresa. Llevé también un ejemplar
para Lola, la dueña y reina, sus ojos azules son
sorprendentes porque siempre parecen estar ardiendo; quizá
por eso el azul es oscuro, el azul de los ojos de Lola,
la maitre de El Horno de Santa Teresa.
UNA PALABRA AJENA
Me llega un correo, sólo uno pero firmado por alguien
que siempre tendrá un lugar en mi corazón,
para pedirme que no mate este diarioweb. “Así
compruebo que sigues estando vivo”. Sólo es
un correo, es una sola persona, pero para mí es suficiente
inspiración y motivo para dedicar unas pocas horas
cada semana a escribir y subir al espacio virtual este humilde
y cambiante diarioweb. Sigo.
.......
“Es
muy difícil comprender y aceptar que para uno mismo
también pasa el tiempo”
(SOSIEGO, antilibro)
4 de julio de 2011
BENJAMÍN ESCALONILLA
VIVE ENFRENTE DEL RETIRO
Cuando le conocí vivía en un ático
de la calle Fuencarral y su mujer esperaba el primer niño.
Me echó una mano, fundamental, en el diseño
de la portada patrón de Los libros del Capitán
(Ediciones Haz Milagros). Era un chaval, en el mejor sentido
de la palabra. Me lo encontré en una fiesta hace
unos meses y quedamos en llamarnos. “Me he mudado
a Menéndez Pelayo” “Perfecto, vivo al
lado”, y como estoy enredando con el diseño
de los libros que edito pues este año se publicará
la novela ganadora del I Premio de Narrativa Gavia Blanca,
decidí llamarlo. Me contó por teléfono
que su novela TCH!, que en su
momento apoyé sin éxito para el premio Nadal,
había salido en ebook y acababan de hacerle una oferta
de Planeta para la colección Booket. Me alegré
tanto como si me hubiera pasado a mí mismo. “El
lunes paso a verte”. Y pasé. Vive en una casa
preciosa, volcada sobre El Retiro y tiene dos niños
con Nancy, su mujer y novia de siempre (que yo sepa). Pero
continúa siendo un chaval en el mejor sentido de
la palabra. Cuando nos conocimos me descubrió un
disco de Robert Wyatt que yo no conocía, y el pasado
lunes a los dos se nos encendió la mirada al mencionar,
uno u otro, a Richard Cheese, Ricardo Queso. “Es genial”,
“Me encanta” “Iba a venir a Londres y
habría ido a verlo” “Yo también”.
Comimos pasta fresca mientras los niños jugaban en
el cuarto de al lado y los árboles del Retiro aguzaban
el oído para escuchar nuestra conversación
rápida, incesante, divertida, fresca como un río.
ALEJANDRO PÉREZ-PRAT
MADERA, EDITOR DIGITAL
Por pura y afortunada coincidencia había quedado
al día siguiente, martes, con el editor de literaturas.com,
que en la actualidad sólo publica libros digitales.
Al igual que a Benjamín lo conocí a través
del “incansable señor Fernández, Nacho
Fernández” quien amén de hacerte sentir
el tipo más maravilloso del mundo cada vez que se
encuentra contigo (a mí y a cualquiera, es su mérito
y arte), sabe rodearse de gente fiel, de “corazón
puro” (como califica a Tintín el Monje Budista
levitatorio Rayo Bendito) y muy trabajadora. Es el caso
de Benjamín, de Alejandro, pero también de
Luis García y Miguel Baquero (todos ellos socios
en la editorial de literaturas.com). De Alejandro quiero
opiniones y consejos para mi editorial, que estoy haciendo
crecer, y él tiene la deferencia de desplazarse hasta
casa, la elegancia de asegurar que prefiere un vaso de agua
a un whisky y el mismo entusiasmo, incombustible, por el
mundo de la edición que ya le hacía vibrar
hace cuatro o cinco años. Es un hombre que inspira
confianza. Fácil de trato y claro. Espero que -a
pesar de merecérselo (perdón por la ironía)-
tenga auténtico y duradero éxito como editor.
Ya lo tiene como ser humano y como amigo.
CURSO DE CINE POSTERGADO
Y es un alivio, porque está haciendo más calor
del previsto. Se había apuntado poca gente, aunque
contaba con Arteaga, el genial Ángel Arteaga, y sólo
con él habría sido capaz de lanzar el taller
y acabar con un buen corto volando por el cyberespacio.
Pero lo dejo para septiembre, que el personal estará
más descansado y morenito (así me ahorro el
maquillaje). Aprovecharé estos días para pulir
varios textos que ya tengo escritos; ha sido un año
duro y yo me cargo de energía pedaleando-escribiendo.
I love New York in june, dice la canción que suena
en The Fisher King. I love Madrid in june, Amo Madrid en
junio, cuando acabe de escribir estas líneas me levantaré
para ir a nadar al Canoe y el camino iré improvisando,
me divierte desde adolescente, la letra y música
de esa canción que olvidaré en cuanto me haya
sumergido: Amo Madrid en junio / la caricia del calor/ los
cuerpos desconcertados/ comprobar que tú -cuando
termina la primavera- sigues siendo tú / sueño
mío...
“Un día lo
descubrí así, sin más, como sucede
siempre con las cosas geniales, ¡zás!: los
gatos son teléfonos” JULIO CORTÁZAR
6 de julio de 2011
MARCHAMALO, CORTÁZAR
Y UNA CHICA RUBIA EN BICICLETA
La presentación es
a las ocho y media en el bar-librería Tipos Infames
situado en el número 3 de la calle San Joaquín.
Normalmente me habría ido a la piscina: mi hora de
nadar en verano es cuando atardece, pero se trata de Marchamalo
y el libro trata sobre Cortázar, Cortázar
y los libros, es su título exacto. Así que
renuncio al hábito y placer de la piscina y salgo
de casa a las ocho, con tiempo de sobra para coger el metro
hasta Tribunal, directo desde mi casa. Pero me basta con
pisar la calle para cambiar de opinión, casi siempre
hago lo que me da la gana y desbarato mis propios planes
al menor pretexto. Mejor ir en coche y así cuando
termine la presentación podré irme a pasear
a Pintor Rosales; existe el riesgo de que no logre aparcar;
en ese caso me iría a la piscina. Hay tráfico,
cuesta atravesar el cruce de Alcalá con Goya. Y es
en Goya donde la veo, a la chica rubia de la bicicleta.
Es una bicicleta de color rojo oscuro, granate, con una
cesta delante donde va un bolso del mismo color que la bici.
La adelanto pero un semáforo me para y enseguida
ella se detiene a mi lado: lleva un vestido negro hasta
los pies y es muy rubia, el vestido negro se frunce sobre
el asiento mientras ella se ajusta unos auriculares de cables
blancos. Es una imagen magnífica, saco la cámara
del bolsillo pero cuando voy a disparar el semáforo
está en verde, y un autobús viene lanzado
cuesta abajo; así que me contento con memorizar o
fijar la imagen y sigo hasta mi destino. Tardo en aparcar,
y lo hago pisando levemente una raya límite. Pero
llego a tiempo a Tipos Infames. Marchamalo está hablando
con un tipo que no conozco, luego me enteró que es
Javier Gomá, de la Juan March. Abrazo a Marchamalo
y él me abraza, pero está muy ocupado y me
mezclo con los asistentes: no conozco a nadie. Es entonces
cuando sucede lo imposible. Una chica rubia y alta, con
un vestido negro hasta los pies muy parecido o tal vez idéntico
al que llevaba la chica de la bicicleta. No puede ser, imaginaciones
mías. Estoy a punto de bajar al piso de abajo, donde
Estrella de Diego se convertirá en una pista de aeropuerto
desde la que despegará Marchamalo en estado puro.
¿Qué pierdo por preguntar? Aunque es tan absurdo...
Perdona ¿tú estabas bajando en una bicicleta
roja por la calle Goya hace quince o veinte minutos? Leo
la incredulidad en sus ojos mientras le describo como ha
parado para ajustarse los auriculares, porque sí,
es ella, y en una novela o película no sería
verosímil lo que estoy contando. Se llama María,
y no ha acudido a la presentación de Cortázar
y Marchamalo, sino a una cita con una amiga, ¿Iciar?
La presentación va a empezar. ¿Me dejarías
fotografiarte luego con la bici? Si no me he ido... La presentación
es fantástica pero la abandono un instante para comprobar
si María sigue allí. Sigue. Vuelvo a bajar.
Acaba la presentación. Salgo a la calle y me fumo
un cigarro, fotografío la bici roja aparcada frente
a la puerta. No quiero insistir, molestar a María
y a su amiga, pero salen en ese momento y casi con timidez,
pero también con magia, vuelvo a mencionar la foto,
y me deja hacerla, posa para mí, se cubre la cara
con el pelo como le pido.
Y cuando me guardo la cámara
comprendo que el juego lo ha organizado Cortázar,
su espíritu, a través de Jesús Marchamalo
que -es evidente- es un medium nato. Vuelvo a casa con su
libro, preciosamente dedicado, y con la foto de la chica
rubia en una bicicleta roja que no pude tomar en la calle
Goya, y que jamás habría existido si Cortázar,
el gran mago, no hubiera movido para mí con tanta
sutileza y elegancia infinitos e invisibles hilos.
“Las ilusiones son
nuestro único consuelo” HAROLD BLOOM, Frontispicio 49, Giacomo
Leopardi
18 de julio
ALBERTO EN LA PISCINA CON UN E-READER
No lo conozco, quizá de vista, pero jamás
he hablado con él. Sin embargo es la primera vez
que veo en el Canoe a alguien leyendo en una máquina
literatura; se tiene una expresión especial de concentración
y fuga cuando se lee literatura. Como hace años que
ya no soy tímido le llamo, y le vuelvo llamar y aún
le llamo una tercera vez, fuerte y con cierta autoridad,
hasta conseguir que me preste atención y entonces
le pregunto si compra libros electrónicos, no, si
se baja libros gratis, sí, si lee mucho, unos cinco
libros a la semana, cuánto le costó el aparato,
menos de doscientos (es un Sony comprado en USA), y él
mismo añade que si un libro electrónico o
no vale alrededor de veinte euros en dos semanas, considerando
su ritmo de lectura, el aparato queda amortizado.
-Sigo comprando muchos libros, y algunos los empiezo en
papel y luego los sigo en la máquina, y luego otra
vez en papel.
Me escribe esa noche, recomiéndame un libro: es la
primera vez que conozco a un escritor. En la piscina ya
le he recomendado El talento de Ripley, y por correo apuesto
por CORRER de Jean Echenov. Un par de días después
vuelvo a encontrármelo y le regalo un ejemplar –en
papel, exquisitamente editado- de Sonríe Delgado,
y se lo firmo. Un tipo interesante, me ha gustado conocerlo.
¿BIBLIOTECA?
JÁ
Paco es un hombre divorciado y amante de los bares y la
buena conversación, gran lector, según me
dijo él mismo. Está fumando en la puerta de
un bar en L.A., El Escorial, y me cuenta que ha conseguido
una biblioteca formidable, 8500 títulos. Había
diez mil pero algunos estaban repetidos, me los pasó
todos un amigo. ¿Para qué se quieren 8500
títulos? ya sólo consultarlos debe ser una
pesadilla, como opinaba un atardecer –y vuelvo a mi
adorada piscina del Canoe- Juan Fran, el marido de la escritora
Victoria Sánchez-Ayllón, a quien habían
amenazado con regalar un e-book con seiscientos títulos
precargados. Yo leo un libro al año, o dos, sólo
pensar en leer todos los títulos me horroriza. Lo
que no cuesta nada no vale nada. Supongo que se encontrará
un camino para comercializar la literatura, y la palabra
escrita en general, a través de internet, pero aún
no se ha encontrado. Si es gratis bajarse libros, gratis
convertirlos en e-book y ponerlos a disposición de
los posibles lectores, la excepcionalidad se pierde y degrada.
Me dan ganas de escribir algo con un cincel sobre roca,
meterlo en un cuarto oscuro y que sólo pueda leerse
con linterna o el baile de los dedos.
ISABEL CAMBLOR CON
MI SOMBRERO
Tiendo a utilizar poco mi disfraz más habitual y
conocido en los últimos años, el de “el
hombre con sombrero”, y estoy pensando en dar por
acabado ya este diarioweb -que puedo convertir en libro
impreso- o tirarlo a la hoguera virtual, porque está
muy vinculado a ese disfraz ensombrerado, pero a veces aparecen
personas amables, como es el caso de Camblor, que tiene
un hijo y apenas duerme para seguir escribiendo sus poemas
y novelas, y por mi colega y en su honor llevo el sombrero,
un Stetson no demasiado viejo, a la fiesta que organiza
Javier Vázquez en casa de su madre –hay madres
maravillosas aunque no a todos nos toca una- y cuando me
lo quito Camblor lo posa sobre su pelo negro y largo y se
deja fotografiar, y dirigir, junto a Marta, la novia o esposa
de David, uno de los mejores fotógrafos que conozco.
Me gusta como queda la foto. Cómo se miran ellos.
Lo cómodo que está el Stetson posado sobre
otra cabeza, sobre otro pelo.
REENCARNACIÓN
Departiendo amigablemente
con los fantasmas de Ava Gardner y Frank Sinatra pasaron
por el escorial Terry Lennox y Philip Marlowe, quienes sólo
una vez en la vida han estado de acuerdo acerca de lo que
es una buena novela policíaca.
“La distracción. La máxima
invención del ser humano para seguir adelante. Para
fingir que somos lo que no somos. Aptos para el mundo”
PAOLO SORRENTINO. Todos tienen
razón.
23 de agosto
Y EL ESCORIAL SE CONVIRTIÓ
EN DISNEYLANDIA
Me precio de conocer El Escorial
mejor que la palma de la mano (es fácil, no tengo
ni idea de como es la palma de mi mano), y es un lugar que
me encanta, pero tenía que venir El Mago para convertirlo
en Disneylandia. El pretexto eran los famosos, prestigiosísimos,
cursos de verano que organiza la universidad complutense
de Madrid. Hace años que paso por la terraza del
mítico hotel Felipe II durante los cursos, y allí
me he encontrado desde a Ana Gavín hasta Bryce Echenique,
o a Martin Sheen o Jess Franco o al penúltimo ex-presidente
del gobierno, entre otros muchos y muchísimos. Y
estaba bien. Lo pasaba bien. Pero nunca me imaginé
que el hotel. poderoso y sugerente y brutal como el de “El
resplandor”, pudiera convertirse en un sitio para
divertirse como un niño en Disneylandia.
El Mago movió su batuta y me puso el sombrero de
secretario del curso, cinco maravillosos días, sobre
literatura y nuevas tecnologías; no me lo dijo, porque
él siempre es discreto, pero creo que hasta me dejó
elegir al director, mi ya viejo amigo Philip Marlowe, a
quien en su materialización presente y española
la gente llama Lorenzo Silva.
Llegué el último día de julio... y
empezó la fiesta. Ah, cómo son las tripas
de un hotel gigante cuando todos duermen menos yo. Me acostaba
el último y me levantaba, todos los días,
el segundo (no conviene llamar demasiado la atención).
Desde mi habitación se veía el Monasterio
y la línea lejana de Mad Madrid. Mientras me afeitaba
-dos veces al día- veía en el espejo los pinos
infinitos del Monte Abantos. Y luego comenzaba el show,
ya en el comedor que funcionaba como un ballet, y en la
terraza imperturbable y vastísima. Entonces aparecía
Palazzi, el toque más moderno de Planeta, o Celaya
el gurú de internet, o el exquisito Marchamalo, o
el sabio Pascual, el imprevisible Pombo, o el tatuado Tao
Lin, o el invisible -porque no vino- Reig, o el discreto
Vázquez, o el certero Diego Moreno... y los alumnos.
Los alumnos, en la universidad y en cualquier sitio, son
siempre lo mejor. Siempre. Se asombraba Philip de qué
participasen tanto, de que casi fuesen ellos los que llevaban
el peso del curso, pero a mí -los niños estamos
acostumbrados al milagro- me parecía lo más
natural porque jamás he dado una conferencia ni impartido
un curso en el que los alumnos o asistentes no hayan sido
lo más importante: el río por el que se me
permite navegar tranquila o violentamente.
También hubo, claro, monstruos malos, momentos terribles,
tormentas sin fin, piedras radioactivas que impedían
conciliar el sueño, cadáveres arrojados desde
el más allá en el interior de los cuartos...
pero eso es una novela que ni siquiera voy a escribir, que
-y pido perdón por el egoísmo- guardo sólo
para mí, para contársela -quizá- a
Lorenzo El Joven o al Joven Arteaga cualquier noche, delante
de un gintonic o un mojito, o paseando sin rumbo por una
ciudad que, normalmente, debería ser siempre Mad,
Mad Madrid.
YO, EDITOR
Me toca larga y meticulosamente los huevos hacer de editor,
pero parece que soy el menos incapaz al respecto de quienes
me rodean; mala suerte. Si mis tripulantes no fuesen tan
buenos no me habría sentido obligado, pero ¿qué
se le va a hacer? lo son. Así que ya llevo cinco
años publicando entre tres y quince libritos por
año. Y para fastidiarme un poco más a mí
mismo esta temporada he concedido un premio -ya sé
quien es el ganador, pero aún no lo digo- y me toca
hacerle un trofeo o algo así. Puff... qué
cruz, aparta de mí este cáliz, Señor.
Pero Dios, que estos días existe más que nunca,
gracias al gran show del Papa, no me hace ni caso. ¿Que
no quieres ser editor? Pues ahora también vas a conceder
un premio anual, Javieriño. El barco propone y el
océano dispone. Obedezco. Tengo al maestro Pacios
maquetando hace más de un mes, harto de mí
y de mis escritores, al diletante Fénix haciendo
fotos para las portadas y al ínclito The Monjas moviendo
“masas”, como él dice, por las solapas,
contrasolapas y lomos. El resultado se verá a finales
de septiembre. Y ya no hará
calor, y yo habré dejado de hacer visajes de loco
todo el tiempo porque puede que haga de maestro de ceremonias
en la resentación, pero ya me habré librado
del minucioso, artesanal y tocapelotas hasta el desaliento,
trabajo de mesa de editor.
"Quizá ya he
fracasado. Eso no estaría tan mal: me permitiría
dejar de luchar.
Admitirlo y celebrarlo."
SOSIEGO, antilibro triunfal.
29de agosto
FRACASAR
Aunque mi simpático
antilibro me lo pone en bandeja. Fracasar = pasarme el resto
de mi vida tocándome los huevos, lo cierto es que
no es tan fácil, porque en realidad el estado de
ánimo pro tirar la toalla es una simple máscara
de mi saludable pereza natural. Apenas he tenido vacaciones
reales este año, y me encantaría quedarme
perdiendo el tiempo, encerrado en mi cueva, paseando por
el monte, encendiendo fuegos, escribiendo
libros privados de los que nunca enseño a nadie,
pintando, jugando, haciendo pelis con mi sombra, ... Ya
quisiera yo librarme para siempre de la posibilidad del
asqueroso éxito, refocilarme en el barro fresco y
sucio del absoluto fracaso. Ya quisiera yo. Cuando se
pretende la derrota conseguirla es un éxito,
escribía Javier Puebla a los 18 años; hace
mucho que tengo bien clara, parece, mi vocación de
parásito social, inútil, feliz vago. Pero
hasta ahora el gran fracaso que me serviría de justificante
ante mí mismo aún no ha llegado. Paciencia.
Seguiré alimentando mi torpeza, e intentándolo.
“Los lectores son
la luz de las palabras” ERNESTO PÉREZ ZUÑIGA, El
juego del mono
5 de septiembre 2011
ME LLAMAN
Y yo iría. Suena el teléfono varias veces
todos los días. Editores, amigos, poetas, familiares...
¿Cuándo regresas? Pronto, pronto. Sonrío
y asiento con la cabeza, como si pudieran verme. ¿La
semana que viene? Sí, claro, la semana que viene
estaré allí, en Mad Madrid. Para que continúe
el espectáculo. Pero todavía no, prolongo
los últimos días de verano, los de la luz
más suave, paseando por los alrededores de mi cueva,
caminando por el extraño sendero al que llamo la
senda perfecta, disfrutando de la compañía
de mi pequeña familia. Me llaman. Suena el teléfono.
¿Cuándo regresas?. Pronto, pronto, muy pronto.
Y sonrío y asiento con la cabeza, como si pudieran
verme. Notar que ya estoy preparado y listo para volver
al jaleo y a la lucha y a la fiesta.
“Me adelantan, con malas artes y
trampas. No protesto, tampoco sonrío. Sólo
sigo corriendo; a mi propio ritmo.”
(SOSIEGO, antilibro)
12 de septiembre
KAFKA EN MI MESILLA
No tengo ningún avión para estrellarlo contra
grandes edificios. Por lo tanto carezco de posibilidades
para ganarme la primera página de todos los periódicos
del mundo, la atención de los telediarios, el odio
o la admiración de los habitantes del mundo. Pero
sí tengo un libro pequeño y blanco de la editorial
Cátedra con una nueva edición de La metamorfosis,
que ahora no se llama Pekín sino Beijing, o La transformación;
aunque en el fondo siempre es lo mismo. Kafka en mi mesilla;
todos sus cuentos. He dejado en el salón Niños
feroces, de Lorenzo Silva, y La senda trazada, de Pedro
de Paz; los acabaré de leer en un par de días,
pero para que acompañen mis sueños, transformen
en paraísos mis pesadillos, prefiero las palabras
de Frank Kafka. Ayer me encontré una cucaracha muerta
al pie de mi cama; la cogí con los dedos, la puse
sobre una hoja blanca y la he dejado en mi despacho, para
mirarla mientras escribo. Que insignificante y tranquila
es la muerte de una cucaracha.
“Se puede tener fe en mí, porque
soy pequeño” SOSIEGO, antilibro de humildes dimensiones.
19 de septiembre
¡PERO QUÉ
PELMAS SON LOS ESCRITORES!
Estoy, y van tres días
seguidos, en casa de mi amigo y maquetador habitual Antonio
Pacios, y por supuesto que nos van a dar ¡otra vez!
las doce y hasta la una de la noche. Ayer nos dejamos las
pestañas con la novela del I Premio de narrativa
Gavia Blanca, y hoy estamos cotejando las galeradas de una
de las finalistas del Ateneo Joven del año pasado.
Ambos libros tendrían que haber salido a finales
de este mes, pero si consigo que lleguen a las librerías
a mediados de octubre me daré con el borde de un
vaso de burbon en los dientes. Pero ¡esta tía
se ha creído que es Joyce! ¡corrigiendo y cambiando
frases enteras en las galeradas! Sí, el libro es
bueno, y también lo era el de ayer, pero ¡malditos
escritores con su perfeccionismo de callejón sin
salida! Mira tío, advierto a Pacios, yo a la una
y cuarto me las piro, que me cierran el metro y no está
mi economía para taxis. Y Pacios pisa el acelerador;
y yo el freno. ¡Cuidado, una línea viuda! ¿Me
estoy volviendo tonto o qué? ¿desde cuando
me preocupan a mi las líneas o las viudas? Al final
acabamos con las correcciones y hasta ponemos una bonita
imagen de cierre en la última página. Y salgo
corriendo hacia el metro, harto de escritores, avergonzado
de ser yo mismo -ay, ay- uno de ellos. Saco mi billete y
cuando voy a pasarlo por el torno un señor viejísimo
y con gafas negras me hace una seña. Psst, señor,
venga por aquí, y se guarda el billete para mañana,
que están muy malos los tiempos. Como es natural,
en mí, no necesito que me lo diga dos veces. Sigo
a Fernando, así se llama el amable caballero, y una
sonrisa me abraza el alma. Amo las pequeñas transgresiones
como colarme en el metro. Tendría que haber dejado
una línea viuda, al menos una, en la maqueta de un
libro. ¿Quién sabe? A lo mejor la línea
encontraba un novio en alguna otra página y comenzaba
así un nuevo y alegre juego.
“Hoy el mundo parece un
folio en blanco, esperando a ser usado”
SOSIEGO, antilibro en permanente cambio.
26 de septiembre de 2011
FOLIO EN BLANCO
Regreso a la ciudad, y la encuentro viva y fascinante. Folio
en blanco. Todo parece posible y me siento con ánimos
y fuerzas para cualquier cosa. Hablo con gente y más
gente, amigos y conocidos, extraños y cercanos. Hay
algo en el ambiente, un hartazgo de la lluvia de malas noticias
que parecen un parte meteorológico ominoso; si tan
mal nos va aprovechemos mientras estemos todavía
vivos. Esa es la sensación que percibo, la que se
me contagia y, a mi vez, contagio. Que no me hablen de Grecia,
ni de que todo se pondrá peor mañana. Hoy
es hoy, y estoy dispuesto a aprovecharlo; y conmigo muchos,
muchísimos. El mundo es un folio en blanco.
LOS PROGRESOS DE PANIZO (flash-fiction)
Hay pasos que por inercia o edad o situación
o circunstancia son difíciles de dar. Por eso, cuando
Javier Panizo logra dar uno de esos pasos, difíciles,
inmediatamente lo celebra dando dos pasos atrás.
Un
paso adelante y otro hacia atrás no es avanzar. Es
bailar. Frederic Traum
3 de octubre de 2011
¡QUÉ
COMIENCE EL BAILE!
Ceno con amigos e inversores,
como con familiares y un querido enemigo, bailo con editores
e impresores y diseñadores, me cisco en las oficinas
del ISBN (por inoperantes y perezosas), bebo mojitos con
un genio, me emborracho con vino de Madrid, no acudo al
encuentro que organiza mi querido Pedro de Paz con sus lectores
(me resultó imposible, amigo Pedro), conozco a una
fan de Frederic Traum y me divierte y estimula ver como
lo busca dentro de mí y sólo un instante,
en la oscuridad, dejo que Traum brille y la deslumbre, y
luego vuelvo a ser Delgado o Javier Puebla o el humilde
capitán del barco-taller que quizá este año
tenga más tripulantes que el pasado o no, pero me
da igual, porque sólo pienso admitir gente que me
guste: consejo de mi banquero, ya que siquiatra no uso (de
momento). Es octubre, sopla un viento sibilino y frío,
las hojas secas bailan en el suelo, mis zapatos las aplastan,
levanto la cabeza, esnifo ese viento y lo desafío:
si soplas un poco más fuerte me verás hacer
milagros, levantar el vuelo.
Pasen y bailen, comienza el otoño, y la música
la pondrá ese genial e imprevisible compositor al
que los melómanos llaman Viento.
Vos
no sabés lo que es un vicio”, le decía
Onetti en sus últimos días a su mujer, cuando
encendía los cigarrillos sólo para ver el
humo, la mirada apagándose contra la brasa del pitillo.
(Cita libre del libro Viaje a Vasconcellos. Consideraciones
sobre la lectura, los libros y el arte de fumar, de
JESÚS MARCHAMALO. Tengo
el número 14 de una edición firmada y numerada
de 35 ejemplares y no lo cambiaría ni por una edición
príncipe del Quijote.)
10 de octubre
ES TRISTE QUE NO SE
PUEDA FUMAR EN DETERMINADOS SITIOS
Como el local de la calle
Jardines, el antiguo Yastá, que ahora se llama, creo,
Viva Las Vegas, y que abre después de medianoche.
Hay punks y chicas con microfalda, pin ups y tupés
de quince centímetros de alto, un dj flipante y camareros
más viejos que el tiempo... pero no hay humo; como
cuando a Londres le robaron la niebla. En los servicios
se han quitado los cerrojos para que nadie pueda “jugar
a los médicos” o “automedicarse”.
Es triste que vigile nuestra salud alguien a quien le importa
un bledo que nos muramos, echarnos de nuestra casa o dejarnos
en el paro. Es, como poco, triste, muy triste o tristísimo.
¿Preservar la selva del Amazonas? Sí, pero
también preservar espacios cerrados donde la realidad
miserable queda velada por la magia del humo.
PERSONAS IMPRESCINDIBLES
Cuando escucho la frase “nadie es imprescindible”,
y lo mismo me sucede con “todo está inventado;
o escrito”, tengo que realizar un esfuerzo para no
calificar de idiota a quien la dice, aunque por muy buena
voluntad que le ponga no logro evitar pensar que quien lo
dice es mediocre, un loro sin opinión propia. No
conozco a nadie que en una u otra medida no sea absolutamente
imprescindible, aunque sólo sea para los muy cercanos,
o incluso para sí mismo. Cuando alguien muere, quien
sea, un mundo, ese pequeño mundo del que formaba
una parte imprescindible, desaparece. Es muy fácil
comprenderlo si se piensa en Steve Job, un taoista que sabía
estaba de paso, como todos, pero muchos mundos pequeños
y grandes van a cambiar después de su muerte, porque
era único -como quien me esté leyendo- e imprescindible
-como quien me esté leyendo.
“Los lugares
se impregnan de la huella de los hombres” LORENZO SILVA, Niños feroces.
17 de octubre de 2011
DE NUEVO EN LAS NOCHES
BLANCAS
Tenía muchas ganas
de volver a ver a mi muy querido amigo Fernando Sánchez-Dragó;
este verano estuve a punto de subirme al coche y conducir
hasta Castilfrío sin avisar; sabía que estaba
allí, encerrado con su libro de Memorias; al final
no lo hice. Y por lo anterior me alegró especialmente
cuando me escribió un mail Arancha, la coordinadora
del programa, para invitarme a participar en Las Noches
Blancas. Siempre me lo paso muy bien en los platós,
y la noche del pasado viernes no fue una excepción.
Me divertí más que en ninguna fiesta: tiré
Sonríe Delgado al cajón, recomendé
libros de Ediciones Haz Milagros, pero sobre todo volví
a ver al maestro Tao que es Fernando; me abrazó al
llegar y yo no pude evitar hacerle una foto al ver la pequeña
escultura del gato lector que había colocado al borde
de su mesa. Pronto saldrán esas Memorias que escribía
en Castilfrío; estoy deseando leerlas.
Al llegar a Telemadrid otro de mis mejores amigos del mundo
literario, Silva, Lorenzo Silva, se bajaba de un taxi cuando
se detenía el mío. Y también vi un
instante a Carlos Salem, con quien coincidiré en
una mesa redonda el lunes. Y me gustó charlar con
la azafata que nos llevó hasta el camerino y luego
hasta el plató; me dijo que se llamaba Raquel, tenía
veinte años y estudiaba informática. Yo la
regalé un libro; y lE hice una foto,
por supuesto.
“Cualquier acto o
movimiento parece sencillo cuando el resultado realmente
no importa” SOSIEGO (antilibro)
23 de octubre
PASEAR CON UN BUEN
CONVERSADOR
Esta semana me ha sucedido dos veces, con el maravilloso
y sabio conversador Lorenzo Rodríguez Garrido, alias
Lorenzo el Joven, y una tercera vez con el otro Lorenzo,
el cada día más poderoso pero siempre cercano
Lorenzo Silva. La soledad me encanta, me divierto y entretengo
mucho mirando-pensando-imaginando, y nunca me canso porque
sigo mi propio ritmo; pero confieso que aún lo paso
mejor –es superior como experiencia- cuando mis pasos
y mis palabras se mezclan con las de un buen conversador,
y amigo.
MISA SOLEMNE
En el colegio había un niño siempre empeñado
en llevarme por el buen camino, a la sazón él
era miembro de una organización religiosa y hacía
lo imposible, y también lo posible, para llevarme
a estudiar a la biblioteca del centro más cercano,
para –en realidad y en suma- acercarme a Dios. Yo
nunca me dejé, aunque sí fui a estudiar varias
veces al centro, y le escuchaba; pero también le
discutía. El pasado sábado ese niño,
ahora un hombre, catedrático de medicina en la universidad
complutense de Madrid, celebraba su primera misa solemne
tras haber sido ordenado en Roma como sacerdote. Por supuesto
acudí a la ceremonia; era mi manera de felicitarle
por su fidelidad a sí mismo; creía en la religión
por encima de cualquier cosa a loscatorce años y
sigue creyendo después de los cincuenta. Acudimos
media docena larga de sus antiguos compañeros y a
todos –creyentes o agnósticos- se nos veía
tranquilos, suficientemente felices, en paz con nosotros
mismos.
PINTANDO EN LA CALLE
“Pasó toda la noche soñando
que estaba despierta y que quería dormir” HELENA COSANO, Cándida.
31 de octubre
CANTANDO BAJO EL ALZHEIMER
Hace unos días,
mientras caminábamos caprichosamente por la ciudad,
mi amigo Lorenzo Rodríguez Garrido, Lorenzo El Joven,
me contó una historia que me pareció preciosa,
y que voy a intentar reproducir a continuación como
si fuera un cuento; como sigue:
El hijo de un famoso director
de cine, cuya memoria había sido barrida por la enfermedad
que se conoce como Alzheimer, ponía para su padre
todos los días la que siempre había sido su
película favorita: Cantando bajo la lluvia. Y su
padre cada día reía y sonreía, aplaudía
y hasta tarareaba alguna de las melodías, quizá
no olvidada del todo. En cualquier caso era feliz, al menos
durante dos horas, mientras su hijo le hacía compañía
y cantaban juntos, cantaban bajo el Alzheimer.
HACIENDOME EDITOR
SIN PRISA
Pues eso, que cada día soy más editor y voy
cimentando mi proyecto para que pueda sostener un edificio
alto y fuerte. Poner cimientos no es vistoso, pero sí
imprescindible.
“Cuando no hay viento
mejor acostarse que ponerse, como un imbécil, a dar
sopliditos en la vela” SOSIEGO (antilibro)
7 de noviembre 2011
FUEGO
He traído el ordenador hasta el corazón de
la cueva para ponerme a escribir. Iggy Pop canta en francés
-bastante espantosamente- y el fuego crece en la chimenea.
Tengo unas cuantas imágenes recortadas o arrancadas
de periódicos y revistas, y cuando me apetece deposito
o lanzo sobre las llamas alguna; a veces las fotografío:
el papel ardiendo, caras famosas o desconocidas en llamas,
esquelas consumiéndose, mis columnas de este verano
volviendo a las cenizas...
Incluso cuando no fumaba atesoraba cajas de cerillas y mecheros.
Me gusta el fuego, su intensidad; siempre logra que me olvide
de todo cuanto me rodea cuando lo miro.
A MI PROPIO RITMO
Al parecer el pasado martes era fiesta; pero no para mí.
Como tampoco es para mí nunca o casi nunca un día
de holganza el domingo; a veces sí lo es un lunes
o un jueves. Como me apetece. Sería mucho decir que
la felicidad se alcanza cuando uno sigue su propio ritmo,
pero al menos me atrevo a afirmar que para mí no
hay nada mejor. Dedicarse a la literatura otorga la posibilidad
de marcar los propios ritmos; quizá me guste esa
posibilidad, esa libertad de elección, aún
más que el hecho o el juego de escribir; aunque también
lo disfruto, por supuesto.
“Mantengo el abismo siempre a un solo
paso de mí”
SOSIEGO, antilibro ¿profundo?
14 de noviembre
DOS LIBROS RECIÉN
SALIDOS DEL HORNO
Uno fue finalista el año pasado del Ateneo Joven
de Novela, y el otro es el unánime ganador del I
Premio de Narrativa Gavia Blanca. Aún no se pueden
comprar en ningún sitio, ni siquiera en mi web, porque
sigo rodeando su aparición del máximo secreto,
en particular el Gavia Blanca, del que ni siquiera he comunicado,
oficialmente, el nombre del autor premiado a nadie. La idea
es hacer una presentación masiva, pero quizá
sea minoritaria, la idea es vender muchos miles de libros,
pero quizá nos quedemos los socios de Haz Milagros
en unos cientos, porque lo bueno de ser pequeño es
la flexibilidad absoluta. No tengo que dar explicaciones
a nadie, ni manejar grandes presupuestos, ni me veo obligado
a recuperar grandes inversiones. Serán los dos primeros
que publique HAZ MILAGROS EDICIONES este año, y quizá
saque algún delicatassen para navidad. O no. Ah,
se pasa un poco de hambre, pero qué delicia es ser
el jefe de uno mismo. Miro los libros de mis escritores,
o escritoras, han quedado preciosos, son buenísimos.
Los toco y me siento... me siento bien.
CORDILLERAS
Suponía que sucedería antes o después.
Mi hijo de ocho años ya sabe más sobre terminología
geográfica que yo. Por supuesto que hace ya tiempo
que sabe infinitamente más que yo sobre el mundo
de los Pokemon (interesante, por cierto), pero hasta ahora
cuando me preguntaba algo, y aunque le he repetido desde
bebé que nadie lo sabe todo, aún podía
permitirme el lujo de aclararle algo. Pero el otro día
íbamos hacia Avantos, y de repente dijo que eso no
era un monte, sino una cordillera porque había muchas
montañas juntas. Tenía razón, claro,
pero a mí se me había olvidado, perdido en
el recuerdo, la palabra cordillera. La cordillera central
que -internet dixit- es donde se encuentra ubicado el monte
Avantos. Me encanta que el niño sepa más que
yo, como me encanta que mis alumnos, por eso los llamo tripulantes,
sepan más que yo. Cuanto más sepan quienes
están a mi alrededor más tonto puedo permitirme
ser, y siempre me gustó mucho aquel cuento sufí
en el que la madre mira al hijo recién nacido y pide
para él que sea poderoso antes que inteligente, porque
así los inteligentes trabajarán para él.
No llego a ser poderoso, ni lo pretendo, pero estar rodeado
de seres generosos e inteligentes es, para mí, un
impagable placer.
"Me
acecho a mí mismo sin pausa, pues soy mi peor enemigo" SOSIEGO, antilibro.
21 de noviembre
CENO EN CASA DE IÑAKI
ORBE
Conozco a Iñaki, a Iñaki Orbe, desde que ambos
éramos adolescentes, hace ya bastante tiempo, y aunque
tampoco lo veo con excesiva frecuencia me complace q ue
lo mejor de él, su calidad como persona, su generosidad
como amigo, no haya cambiado con el paso de los años.
Había salido de mi cueva, a respirar, y al pasar
cerca de la casa donde él vive todo el año
-cuando no está volando, es sobrecargo de Iberia-
me acordé de él y me pregunté como
le iría. Tengo que llamarlo, me dije. Y cinco minutos
después me lo encontré en la puerta del Mercadona
y me invitó a cenar. Cuando estoy trabajando en una
novela, es el caso, no veo a nadie, no me permito distracciones,
no bebo ni un vaso de vino, pero las reglas están
para romperlas, así que me puse el turbo corrigiendo
el capítulo del día, y lo llamé para
decirle que sí, que gracias, que aceptaba. Había
hecho alitas de pollo. No es una comida muy de cuchillo
y tenedor, me advirtió. Yo sonreí, conocedor
de mí mismo, jamás o casi jamás como
con los dedos.
Acabé chupándomelos sin darme cuenta. ¡Qué
bien cocina mi viejo amigo! Qué lujo para un tipo
que se limita a comprar productos congelados y calentarlos
en el microondas cuando está escribiendo.
Al terminar de cenar puse el candado a la cueva y me bajé
a Madrid, apenas me encontré con una docena de coches
en la autopista de suelo oscuro y luces eléctricas.
Me sentía contento. No tan solo en el mundo como
normalmente me siento.
UN BAR LLAMADO LOS
DIABLOS AZULES
La
presentación tendría que haber sido en una
de las salas de Ámbito Cultural del Corte Inglés,
la presentación de los dos nuevos libros de Haz Milagros
Ediciones, que ya están en manos del distribuidor;
pero no pudo ser (no voy a explicar por qué no pudo
ser). Entonces llamé a Pedro de Paz, el autor de
La senda trazada, a quien hace poco han operado del estómago,
y con quien hace mucho no hablaba largo, ni siquiera por
teléfono. Fue él quien me sugirió Los
diablos, y que llamase a Carlos Salem, de quien aún
no leído su última novela, editada por RBA,
Un jamón de calibre 45. Salem siempre está
dispuesto a echar una mano a un amigo. Esa misma noche me
citó en el 6 de la calle Apodaca, donde están
Los diablos azules, me presentó a Pilar, y minutos
después cerramos fecha para la presentación:
será el jueves 22 de diciembre. Y ya que estaba en
Los diablos, y con Carlos, me quedé. Cada miércoles
montan un concurso de cuentos e invitan a un escritor consagrado
a leer los suyos y luego haga de jurado y decida quien se
lleva el premio. Fue muy divertido, muy “vivo”.
Y me di cuenta de que salgo poco de casa, que vivo sobre
todo para mi pequeña familia y mis tripulantes y,
en menor medida, mis libros. Quizá por ello, porque
salgo tan poco, me resultó tan excepcional y estimulante
compartir velada con Carlos Salem, y una docena de escritores
conocidos y desconocidos, en un bar situado en el 6 de la
calle Apodaca, y que tiene un nombre precioso, luminoso
y diabólico, Diablos azules.
ANIVERSARIO
Hace 17 años que estoy casado. Sólo mi hermano
me mandó un sms felicitándome el día
dieciocho. Suficiente.
“No
dejes nunca de disfrutar del placer de tener un deber”
LORENZO SILVA. Niños feroces.
27 de noviembre de 2011
EL PRECIO DE UNA NOVELA
He vuelto a encerrarme en “la cueva”. Pero en
esta ocasión no ha sido para escribir una nueva obra,
sino para corregir una que ya existía, y de bastante
extensión. No sé cuantos días han sido,
pero en cualquier caso me han parecido demasiados. Escribir
me resulta fácil, seductor y placentero; corregir
es trabajo. Algunos días he estado más de
diez horas, sumando horas ante la copia impresa y la pantalla
del ordenador, pero ya está, ready; la novela puede
acudir a cualquier baile sin sonrojo y con esperanzas de
encontrar un buen novio. El precio para conseguirlo no ha
sido sólo el esfuerzo, las horas de concentración,
sino sobre todo tener que renunciar a la propia, pequeña,
cotidiana, vida. He pasado menos tiempo con mi familia del
que me gusta, no he visto a mis amigos, e incluso las columnas
que escribo para los periódicos se han resentido
de tanta dedicación; porque las novelas son posesivas,
lo quieren TODO del autor, que piense únicamente
en ellas, que viva únicamente para ellas. Así
lo he hecho, así lo hago siempre. Les doy el TODO
que me piden, tengo la novela entera en la cabeza, por muy
larga que sea, mientras trabajo en ella. A cambio la novela
me protege del mundo, de la realidad, de las miserias del
día a día. Luego, claro está, hay que
venderla (labor que nunca me ha interesado demasiado, tengo
más de 30 originales inéditos, de los cuales
al menos 20 jamás ha leído nadie). Dentro
de un par de semanas la "sacaré a bailar";
a ver como se porta la novelita, a ver si es capaz de defenderse
por sí sola, conseguir el precio –en dinero-
que se merece.
SOMBRA SOBRE PERSIANA
Se para, o detiene, la sombra. Divertida y levemente despectiva.
El candado. No puede detener a una sombra el candado. Piercing
en el ombligo de una persiana.
“Siempre
hay algo superficial en las amistades que se hacen por cuestiones
de trabajo” JONATHAN COE, La espantosa intimidad de
Maxwell Sim
5 de diciembre de 2011
GERARDO HERRERO E IGNACIO DEL VALLE
Primero es un recado de Nacho del Valle en la memoria evanescente
de mi contestador automático. Luego una conversación
breve y bienintencionada, suficiente para activar mi buena
voluntad y esforzarme para acudir al estreno de Silencio
en la nieve, de Gerardo Herrero, basada en novela El tiempo
de los emperadores extraños. La novela me gustó.
La película también, aunque me llama la atención
que un presupuesto de ocho o diez millones de euros -en
literatura una fortuna- no llegue para filmar planos generales;
aunque quizá haya sido una astucia de Herrero, porque
tanto a la trama policíaca ambientada en la Rusia
de la División Azul como a la interpretación
de Juan Diego Botto les favorece ese ambiente opresivo de
continuos primeros planos. Sin embargo para mí lo
mejor de esa noche de estreno es una inesperada conversación
con el guionista y novelero novelista Jorge Díaz,
¡qué tipo tan interesante!
UNA NOVELA PARA LOS
MAYORES
No siempre es tarde es una novela escrita por mi amiga y
compañera Lorena Liaño, editada por Haz Milagros,
y que cuenta una historia de amor -muy sofisticada aunque
pueda parecer simple a un lector superficial- entre dos
ancianos. Anciano, qué bonita palabra. Como también
es bonito el marco elegido por Liaño para el pre
estreno del libro: La Asociación de Gays y Lesbianas
mayores y jubilados (no es el nombre exacto, perdón).
Acudo, en calidad de editor, a la mesa, que comparto con
historiadores, médicos y mi colega Fernando Olmeda,
que lee maravillosamente un párrafo de No
siempre es tarde, tan maravillosamente que hasta me suena
como nuevo aunque he leído y repasado el libro media
docena de veces. Es en la calle San Bernardo, en un aula
adscrita a la universidad complutense, al final de la tarde,
del final del otoño del dos mil once, y no es tarde,
en absoluto es tarde. Tampoco temprano, el momento exacto,
el perfecto, el adecuado.
El día 22 habrá una segunda presentación
de No siempre es tarde, y una primera de EnRedes, el mejor
libro hasta la fecha de Vampi Baliño; tan bueno que
hasta tuve que crear un premio para enmarcarlo: el Gavia
Blanca. Será en Los Diablos Azules, en la calle Apodaca
6, el jueves 22 de diciembre, a las siete treinta de la
tarde y espero -quien seas y como seas- que vengas, porque
al estar leyendo estas palabras también estás
invitado y serás bien y felizmente recibido. Creas,
o no, que los humildes seres humanos podemos Hacer Milagros.
ENTRE FRIQUIS
Lo más divertido del salón del comic de Madrid
es que se puede ir disfrazado; no me privé del placer:
mi disfraz más friqui. Claro que tampoco esperaba
que la jefe de prensa del salón pusiera semejante
cara al verme.
“Si
quiero escapar, me siento atrapado. Si no quiero escapar,
soy libre; puedo hacer cualquier cosa, nada me retiene”. SOSIEGO, antilibro.
12 del doce del once
SOMBRA CON SOMBRERO
Sucede en un valle de Murcia, ahora surcado por carreteras
que, en ocasiones, parecen no ir a ninguna aparte. Salgo
a caminar sin rumbo y descubro la sombra pegada al asfalto,
más negra que el suelo: a sombra con sombrero. La
he fotografiado muchas veces, y espero hacerlo muchas más,
porque me gusta el efecto del sombrero rematando la sombra,
fundiéndose con las paredes o los árboles
o un cuerpo o el suelo.
PACMAN
1978, Plaza de las Descalzas de Madrid. Los grabados de
Goya de Dalí. La entrada vale mil pelas.
-Tío, mil pelas son cuarenta partidas de Pacman.
Pacman, luego se hizo más popular en España
como el Comecocos; uno de los primeros videojuegos a los
que tuve acceso. Tenía un callo, literalmente, de
tanto jugar.
¿Dalí o cuarenta partidas de Pacman?
Naturalmente, tanto mi amigo, el pintor Fernando Camarero,
como yo, elegimos el arte: cuarenta partidas de Pacman.
El callo en la mano, causado por el contacto con el jostick,
brilló satisfecho.
Ahora he vuelto. Antes de acostarme. En el ordenador. Viajando
en el tiempo a través de mi primer y más amado
videojuego.
“Me
gusta la gente rara. Los raros. Los desconozco bien. Soy
uno de ellos.” SOSIEGO, antilibro.
19 de diciembre
LO QUE SÉ DE
FÉLIX MODROÑO “Te tengo abandonado,
Puebla”. La frase es un disparo por la espalda. Enfrente
tengo a Pedro de Paz rodeado de falsos y auténticos
amigos que han acudido a la presentación de su libro
“La senda trazada” en Tipos Infames. Me giro,
esperando ver a algún íntimo, quizá
Marchamalo, y me encuentro con un rostro que no desconozco,
pero tampoco identifico o asocio a ningún nombre
concreto. Aún así doy un paso hacia él,
lo saludo, admirando su habilidad, el truco de diplomático
profesional que ha hecho para llamar mi atención.
¿De qué lo conozco? ¿Sevilla? Vuelvo
a verlo en “el fumadero”, la puerta de un bar
o librería ahora es siempre un fumadero. He recordado
que tenía que ver con el símbolo de Madrid,
el oso y el madroño, pero nada más. Vuelve
a dispararme la frase y le respondo disparándole
una foto. Entonces, al cubrirse la mitad del rostro, me
cuenta -quizá no por primera vez- que perdió
la visión de un ojo jugando al frontón, y
se tapa el ojo porque la luz del flash lo convierte en una
mancha roja. Me da su móvil, y yo respondo con el
mío. Trabaja en un banco y escribe novelas, que no
he leído. Y deja que su nombre flote en el aire mientras
tecleo en la pantalla digital los números de su teléfono:
Modroño, Félix Modroño. Naturalmente
miento, como el buen diplomático profesional que
he sido durante muchos años, y aseguro que ya me
acordaba. Pero no miento cuando afirmo que voy a sacarle
en mi web, en este diarioweb, para que “no me siga
teniendo abandonado”. Y no sé nada más
de Félix Modroño. Parece un hombre de fiar,
en paz consigo mismo. Volveré a encontrármelo
y, por supuesto, lo saludaré con su nombre. Y antes
o después, supongo, acabaré leyéndolo.
DURANTE UN MOMENTO...
EXTRATERRESTRES
Había salido a explorar el corazón de la ciudad,
glóbulo rojo en compañía de Max Puebla
corriendo por las arterias saturadas de Mad Madrid. Hombres
estatua y ruido y música y mucha, muchísima
gente. Vamos a ver videojuegos. Y ordenadores. Vale. Y fue
en una pantalla de ordenador donde nos encontramos con nosotros
mismos convertidos, durante un momento, en extraterrestres,
extrañados y divertidos ante los peculiares hábitos
de conducta de los terráqueos.