LA RENTRÉE
La rentrée
son los siete libros que ha sacado al mercado Anagrama
en septiembre, desde el proustiano y excelente La muerte
del padre de Karl Ove Knausgard, pasando
por la obra poética completa del peterpanesco Michel
Houellebecq o las Cosas transparentes de Nabokov,
sin olvidar a la escritora de Pozuelo de Alarcón:
Soledad Puértolas, Mi amor en
vano, ni a Daniel Sada, El lenguaje del
juego, ni al zumbón y entretenido mexicano que
firma Si viviéramos en un lugar normal: Juan
Pablo Villalabos. Es fácil comenzar con
buen pie la rentrée del apocalíptico y quejoso
año 2012 si te has leído al menos tres de
los libros mencionados previamente.
La rentrée es el cierre de la
interesante exposición de Edward Hopper
en la mejor parte del museo Thysen, la que no tiene las
paredes pintadas de color salmón.
La rentrée
es el Barça en primer lugar de la liga y el Real
Madrid coqueteando con la zona de descenso.
La rentrée
es la incapacidad de casi todos los líderes que
ostentan poderes públicos para transmitir a los
ciudadanos, pero también a los pueblerinos, un
mensaje de mínimo optimismo y alegría.
La rentrée
son las terrazas reventadas de gente ante la mirada asombrada
de mi “madre de ley” que ha venido de visita
a Mad Madrid; ¿Quién ha dicho crisis? Yo
no, nunca he dicho crisis, excepto para citar el disco
del mismo título de los Supertramp.
La rentrée
es la revalorización de las acciones del banco
de Santander en un 60% desde el mes de junio.
La rentrée
es mi lucha con la imprenta para que los dos nuevos libros
que voy a publicar con mi editorial Haz milagros, estén
a tiempo para el día previsto para la presentación.
La rentrée
son los mil proyectos que he predibujado en verano y que
tras sólo cuatro días en la ciudad debo
admitir deberé reducir en su ambición, o
al menos ralentizar el ritmo de su realización.
La rentrée
son los últimos coletazos de los cuerpos seductores
de las mujeres que pronto abandonará el dorado
playero y cubrirán las hojas o ropajes del otoño.
La rentrée
es la proximidad inminente de la nostalgia por el calor
que hasta hace unos días sufríamos, con
quejas y refunfuños, y que muy pronto ya no tendremos.
La rentrée
es esta columna que ahora estoy escribiendo y que debo
interrumpir porque mi despacho es mi casa y han llegado
a comer mis padres y además tenemos instalados
en el dormitorio de invitados a los padres de mi mujer;
pero es agradable, porque Max, mi hijo,
estará durante un ratito con sus cuatro abuelos
al mismo tiempo.
La rentrée
es Max volviendo ya al colegio, contentísimo, y
dando ejemplo, a diferencia de quienes se quejan y sólo
gruñen y convocan a las tristezas, las depresiones
y los miedos.
La rentrée
es mi mujer, ya harta de mi inoportunidad endémica,
que sea su puñetero maridito quien da siempre la
nota disonante, y vuelve a llamarme con un tono difícilmente
calificable como simpático “que vamos a comer
ya... cariño”.
Así que aquí corto.
La rentrée
es siempre bailar con muchos otros. El arte es no pisarlos
ni ser pisado. A todos deseo lo mejor y suerte en sus
propios bailes. El otoño, señoras y señores,
es nuestro.
javierpuebla-arroba-javierpuebla.com
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