JAVIER PUEBLA

                     

YO NO HE VENIDO A HABLAR DE MI LIBRO

 

Sucede en la llamada noche de los libros, y “noche de los libros” me hace pensar en el fin o el Apocalipsis, “la noche de la civilización”, “la noche de los tiempos”, “la noche de los dinosaurios… que al amanecer siguiente ya se habían extinguido”. Es malo, significativo, muestra de debilidad o enfermedad, cuando hay que dedicar un día a algo para recordarle al mundo que existe: el día de la mujer trabajadora, el día de la infancia, el día del sello, o el día del libro. Si malo es que haya un día, sin duda es peor que haya una noche. En tales cavilaciones ando perdido mientras viajo en el metro escribiendo y dibujando en mi libreta hecha de papel, cuero, hilo y pegamento, intentando no distraerme del todo y no pasarme la parada de Marqués de Vadillo (¿y quién era el marqués de Vadillo? Peor que tener una noche o un día es convertirse, supongo, en estación de metro). Desde el metro hasta la Sala Milagros, allí me han convocado, no podía ser en otro sitio, aún queda un buen trecho, y andar no me entretiene ni divierte tanto como de costumbre porque hace unos días me hice daño en la espalda, jugando al nadador imaginativo en exceso; pero no me dejo, no permito a la noche enterrar mi ánimo ni pintarlo de negro, hay que recuperar el optimismo. ¿Dónde cojones está la sala Milagros? Por fin la encuentro. Vamos a grabar un programa de radio con motivo –claro- de la noche de los libros. Uno de los escritores que iba a venir está perdido, como ser humano y como amigo, así que sólo seremos tres o cuatro. Pero de esos tres o cuatro hay dos magníficos: Benjamín Escalonilla y Miguel Baquero. Y el conductor del programa, Ernesto Leguina, es simpático. El acto lo ha organizado LCL (literaturas.com libros). Intervengo tras el speech de un escritor que no conozco, Félix Rosado, y se me despierta el lado travieso al escucharlo hablar de su libro y repetir la desafortunada frase de Umbral “aquí he venido a hablar de mi libro” (como Cela y sus tacos, cojones don Camilo, como Fernán Gómez y vaya usted a la mierda; populacherismo matando el trabajo de años). Así que cuando me abren el micro, y no estaré mucho rato porque mi hijo está en urgencias de un hospital y tengo que ir a recogerlo, pienso y digo que no, que yo no quiero hablar, para nada, de ninguno de mis libros, que prefiero hablar de Tch!, la excelente novela de Escalonilla, o del trabajo que está haciendo como editor, y también autor, Miguel Baquero; o incluso del llamado libro digital, aunque nada tenga de libro: sólo es texto, y saco mi libreta del bolsillo, esa en la que he estado escribiendo y dibujando en el metro, y sonrío al encontrarme el título del cuento o relato que hice ayer: Me llamo Marta y estoy cachonda, pero no lo leo –no he venido a leerme a mí mismo- pero sí digo que esa libreta, en blanco, es más valiosa que ningún ebook, y que el valor de un ebook en blanco siempre sería cero. Y hablo y me río y me divierto y me siento magníficamente acompañado por los escritores que me rodean, y en un momento de debilidad al final yo también –ay- hablo de mi libro.

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos