JAVIER PUEBLA

                     

PAUL AUSTER, RECUPERADO

 



¿Recuperado? ¿Necesitaba o necesita Paul Auster, el autor más popular de la mítica editorial Anagrama, que lo recuperase o recupere alguien? Evidentemente ni la crítica ni el público lector tiene la menor necesidad de emprender labores de recuperación respecto a un autor que publica un libro cada año y que indefectiblemente se coloca unas pocas o unas muchas semanas en la siempre halagadora lista de “los más vendidos”. Por lo tanto la recuperación de Auster es una recuperación íntima y personal.
Descubrí a Auster mucho antes de que fuera popular, incluso antes de que lo tradujera Anagrama al español. Me había hablado de él técnico comercial del estado Vicente Saval Marín, quien a su vez lo había conocido o descubierto gracias a la recomendación entusiasta de Niko Papandreu, el hijo economista y escritor de quien fue presidente de Grecia. Saval “me vendió la moto” con su tradicional astucia y elegancia.

-Hay un autor americano interesante, que me recuerda mucho a ti.

Dado que aún estaba en mis primeros treinta, era aún más ignorante que ahora y estaba convencido de que la literatura se salvaría gracias a mi advenimiento me resultaba imposible ignorar -la trampa de Saval- a un autor con el que me hermanaba una de las pocas personas cuyo criterio respetaba y respeto.

Y bueno, sí, vale, en algo se parecía a mí Auster. El Auster de la Trilogía de NY, a quien leí por primera vez en francés, pues en aquella época el inglés se me resistía como una princesa a un monstruo. Me encantó Auster, y me zampé todos sus libros en versión original o traducida al francés. De hecho el primero que leí traducido al español fue Mr. Vértigo. Y es mi favorito (una elección personal). En Mr. Vértigo el señor Auster hace el giro, dobla la esquina, deja de ser un autor europeo que intenta liberarse del estigma de haber nacido en los USA, acepta que un escritor debe pensar en su público y entregarle un producto. Y a partir de ese momento su éxito se dispara, el número de ejemplares vendidos crece exponencialmente y puede encontrarse una novela suya en las manos de cualquiera; presidentes de gobierno incluidos. Como creador prefiero el primer tramo de la obra de Auster, hasta el giro de Mr. Vértigo, y sé que Herralde siempre recomienda la Trilogía de Nueva York para empezar con Auster (yo recomendaría cualquiera de la segunda época, de la época comercial: El libro de las ilusiones, La noche del oráculo o Un hombre en la oscuridad, porque son mucho más fáciles de leer, al alcance de cualquiera, y con suerte el lector repetirá Auster). Personalmente -y debido a que Brooklyn Follies me defraudó de modo parcial- lo había medio abandonado, pero por insistencia de mi amigo, y brillantísimo lector, Lorenzo Rodríguez Garrido, ayer me leí Invisible, y hoy he comenzado Sunset Park. El primero me ha parecido técnicamente fascinante, el segundo tiene un buen arranque. Y antes de redactar esta columna he sido consciente de que me sigo pareciendo a Paul Auster, o que él se parece a mí, aunque desde luego mis libros son mucho menos populares que los suyos. De momento.

(Jorge Herralde me presentó a Paul Auster en el verano de 200e. Fue entonces cuando escribí mi primera columna sobre él, que puede verse pinchando aquí o en la foto de más abajo. Grabé un video, casi una hora, del encuentro entre Herralde y Auster, pero nunca lo he enseñado ni publicitado).


 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos