POCO
ENTRE LO QUE ELEGIR
Cuando
se publique en papel esta columna, que escribo el domingo
trece de noviembre, ya tendremos un nuevo presidente del
gobierno. ¡Qué bonita es la democracia! El
gobierno del pueblo por el pueblo, según estudiábamos
en la universidad o el colegio o el instituto o donde
fuese. Presumiblemente ese nuevo presidente del gobierno
será Mariano Rajoy, un registrador
de la propiedad en excedencia, cuyo mayor mérito
-y no es pequeño en realidad- ha sido no luchar,
sino aguantar. Puro taoismo, puro “sentarse frente
a la puerta del enemigo para ver acabar viendo pasar su
cadáver”. Según el Tao el mejor dirigente
es aquel cuya acción no se percibe, como si no
existiese, inferior gobernante es el amado, peor el odiado
(aunque el amado y el odiado suelen ir juntos en un país
pasional como el nuestro: si alguien nos ama enseguida
aparecerá otro odiándonos, si alguien nos
odia enseguida vendrá el buen samaritano para dejarse
los higadillos en beneficio nuestro); pero, según
el Tao, el peor dirigente de todos es el despreciado.
Y me temo que esa es la calificación final, después
de ocho años examinándose, que obtendría
Zapatero, Rodríguez Zapatero,
para la mayoría de los españoles, y también
para los pocos que lo conozcan en los otros países
europeos. Caía simpático Zapatero antes
de ser presi. Tenía buena pinta el hombre, lo de
las cejitas, el talante conciliador del que presumía
y hacía gala, pero el traje le ha venido grande
y ha acabado por perderse en las perneras de sus propios
pantalones.
Y ahora nos toca, en un sistema que en teoría no
es personalista, un señor que en un principio a
nadie cae demasiado simpático, a nadie entusiasma
ni ilusiona, pero que sin embargo ha sido capaz de demostrar
que es el vaquero capaz de aguantar más tiempo
sobre la silla atada al lomo de la vaca salvaje que es
la política sin caerse, sin perder siquiera su
sombrero de cowboy.
A lo mejor el nuevo consigue ser invisible, como reza
el Tao, y todos somos, bajo su batuta, más felices
y prósperos. Pero de democracia nasti de plasti.
No teníamos donde elegir. Aunque así es
nuestra civilizada sociedad accidental ¿he escrito
accidental?, perdón, quería decir: sociedad
occidental. Si vamos a comprar un libro más vale
que no busquemos nada que se publicó hace cuatro
años a no ser que sea un negocio (bestseller).
Si compramos un ordenador nos tangan fijo con el sistema
operativo, sea Mac o Windows, porque dentro de un par
de años ya habrá otro más moderno
en el que no correrán los programas que ya manejamos
como profesionales. El mundo moderno es pura moda, como
corresponde a su fantástica velocidad, todo está
reglado y arreglado en función del negocio. De
vez en cuando llegamos a una encrucijada y nos dejan elegir
entre Mac y Pecé, entre carne y pescado, entre
Rajoy y... Rajoy. Rajoy, que se ha convertido en algo
parecido a Windows antes de que apareciese Steve
Jobs para rescatar a los Mac. Bueno, mientras
tengamos ordenador, mientras tengamos para comer, no merece
la pena quejarse, Windows funciona, y probablemente Rajoy
funcionará también, o “tan bien”.