LORENZO
SILVA, SUBRAYADO
Uno
de los libros más interesantes, importantes, que
ha publicado un autor español este año es,
sin duda, Niños feroces,
de Lorenzo Silva. El mayor valor del
libro es el punto de vista del autor; no del narrador
de la novela, sino del autor, de Lorenzo Silva. ¿Y
cuál es ese valor? El logro de objetivar su mirada
respecto no solo a nuestra guerra civil, sino también
a lo que está sucediendo actualmente en España.
Silva trata con el mismo respeto a rojos y azules, a socialistas
o populares o indignados. Para hacer un símil deportivo
y fácil de entender puede decirse que, en fútbol,
equivaldría a un análisis no partidista
de los encuentros entre el Fútbol Club Barcelona
y el Real Madrid a lo largo de la historia de ambos equipos.
Tan triste es la muerte de un soldado republicano como
la de un nacional; exactamente igual. Un niño disparando
un fusil es igual de niño dispare contra un bando
u otro. Por lo tanto Niños feroces es, a mi juicio,
un libro necesario, un libro que hacía falta a
España, y a los españoles. He dejado pasar
varios meses antes de escribir esta columna en primer
lugar porque siempre que puedo permitírmelo prefiero
juzgar con distancia lo que he leído; y en segundo
lugar porque Lorenzo Silva es uno de mis mejores y más
apreciados amigos. Por lo segundo, para que esa amistad
no deformase mi juicio, creo no lo hace: soy más
duro con mis amigos que con mis enemigos o que con mis
indiferentes, se me ocurrió que lo mejor era ceder
la segunda parte de este artículo o columna al
propio Lorenzo Silva, las frases, las que quepan, escritas
por él, que fui subrayando y luego copiando en
las páginas finales de cortesía mientras
leía el libro. “Quien no es capaz de algo,
ya sea una cuestión mecánica, logística
o técnica, es que no lo necesita con la suficiente
desesperación” (pag, 27). “No me cae
peor que otros. A mí me trató mejor que
otros, que me debían más o, para decirlo
de otro modo, en los que hice más gasto que en
él” (pag, 52). “Para luchar adecuadamente,
hay que aprender a tomar muchas decisiones sin necesidad
de pensarlas” (pag, 108). Sobre Walter Benjamín:
“Tras esa pared murió, solo como un perro,
uno de los hombres más sabios y lúcidos
del siglo XX” (pag, 251). “Escriba y escriba,
es el único modo de salvación” (pag,
264). “Pasa algo con la desmoralización,
como con el sentimiento opuesto, el fervor la victoria:
se contagia, y basta para que se apodere de los que tienes
al lado para que te arrastre también a ti”
(pag, 313). “Se siente como el hombre que debería
amparar a alguien más joven, pero no sabe cómo
hacerlo ni está en condiciones de cumplir con esa
obligación” (pag, 343). “Con la sonrisa
de canalla intacta” (pag, 372). “Al final,
de una manera o de otra, todos la cagamos” (pag,
374). “No dejes nunca de disfrutar del placer de
tener un deber” (pag, 376). “Así como
la verdad no pertenece a nadie, cada uno es dueño
por entero de sus simpatías” (pag, 384).
“El hombre que teme a la muerte muere mil veces.
El que la desprecia, muere cuando le toca y ya está”
(pag, 279). Lorenzo Silva, Niños feroces. Imprescindible.