ASESINOS
¿DE FICCIÓN?
Dentro
del pujante universo de las series televisivas, pueden
encontrarse gran variedad de productos, como sucedía
en el siglo XIX con la novela por entregas, inspiración
y origen de los folletines de narración audiovisual
actuales, deudos indiscutibles de Dickens
o Dumas, actualizados gracias a la tecnología
y las modernas posibilidades de divulgación. De
entre todas las series voy una. Se llama o titula: Dexter.
Dexter es un asesino, pero no ya un señor o señora
que mata de vez en cuando por lucro o venganza (lo normal,
vaya). Dexter nunca busca el lucro y rara vez la venganza,
él es un asesino industrial, mata a espuertas.
En la dulce América del Norte a eso lo denominan
serial killers, y aquí, perezosos que
son en general los traductores, se acepta llamarlos asesinos
en serie. Asesinos industriales sería menos poético
pero más exacto. Dexter es un asesino industrial:
hay pocos capítulos en los que el protagonista
no asesine a nadie. Pero Dexter Morgan no es tan terrible
como parece, porque ¡sólo mata malos!; a
los buenos ni los toca, a los niños: los protege.
Dexter es hijo adoptivo de un poli vesánico, que
convence al adolescente de que es un monstruo, y aunque
no pasa nada por que lo sea -¿quién no es
un monstruo?- ha de tener un código de conducta.
El código; ahí está el juego, lo
interesante y realmente perverso de la serie Dexter, inspirada
en una novela barata, sin pretensiones literarias, firmada
por Jeff Lindsay y titulada en español: El oscuro
pasajero.
El código del papi adoptivo de Dex le impide matar
a nadie que a su vez no haya apiolado a alguien con anterioridad,
alguien que es “malo” y se lo merece.
El código del papi adoptivo también indica
como se debe actuar para que al asesino industrial justiciero
no lo agarre la justicia torpe y medio cegatona. Y para
que nunca lo atrapen, Dexter Morgan utiliza no sólo
guantes sino que forra de plástico, literalmente,
los lugares donde ejecuta a sus víctimas.
Si alguien quiere saber más que vea la serie. Lo
que me interesa explicar es la trastienda de la figura
del asesino amado por el público. Amado por el
público porque libra de monstruos a la sociedad,
y lo hace como un verdugo. Un “asesino” (lo
entrecomillo) amado y, por lo tanto, ejemplar. Cuando
yo era niño, en los USA comenzaron a escasear los
médicos, y para remediarlo se grabaron dos series:
Marcus Welby y Doctor
Gannon. El resultado fue espectacular: miles
de adolescentes se lanzaron a estudiar medicina, no sólo
en USA, también en Spain, que no hacían
falta, lo que obligó a subir la nota de acceso
a la carrera en las universidades.
¿La serie Dexter tiene la misma intención?
¿La sociedad americana ya no confía en sus
mecanismos de defensa policiales y jurídicos y
está alentado a los ciudadanos a tomarse la justicia
por su mano, tras verificar que sólo matan a gente
que se lo merezca y tener buen cuidado en no ser atrapados?
Podría ser que sí, que ese fuese el verdadero
objetivo de la serie. Terrorífico. Esperemos que
en España no haya una avalancha de asesinos industriales
como, en su momento, la hubo de médicos.