JAVIER PUEBLA

                     

ASESINOS
¿DE FICCIÓN?


Lorenzo Silva+tricornio-Guardia-Civil. Foto by Fénix, ilustración The Monjas. Copyright.
Dentro del pujante universo de las series televisivas, pueden encontrarse gran variedad de productos, como sucedía en el siglo XIX con la novela por entregas, inspiración y origen de los folletines de narración audiovisual actuales, deudos indiscutibles de Dickens o Dumas, actualizados gracias a la tecnología y las modernas posibilidades de divulgación. De entre todas las series voy una. Se llama o titula: Dexter.
Dexter es un asesino, pero no ya un señor o señora que mata de vez en cuando por lucro o venganza (lo normal, vaya). Dexter nunca busca el lucro y rara vez la venganza, él es un asesino industrial, mata a espuertas. En la dulce América del Norte a eso lo denominan serial killers, y aquí, perezosos que son en general los traductores, se acepta llamarlos asesinos en serie. Asesinos industriales sería menos poético pero más exacto. Dexter es un asesino industrial: hay pocos capítulos en los que el protagonista no asesine a nadie. Pero Dexter Morgan no es tan terrible como parece, porque ¡sólo mata malos!; a los buenos ni los toca, a los niños: los protege. Dexter es hijo adoptivo de un poli vesánico, que convence al adolescente de que es un monstruo, y aunque no pasa nada por que lo sea -¿quién no es un monstruo?- ha de tener un código de conducta.
El código; ahí está el juego, lo interesante y realmente perverso de la serie Dexter, inspirada en una novela barata, sin pretensiones literarias, firmada por Jeff Lindsay y titulada en español: El oscuro pasajero.
El código del papi adoptivo de Dex le impide matar a nadie que a su vez no haya apiolado a alguien con anterioridad, alguien que es “malo” y se lo merece.
El código del papi adoptivo también indica como se debe actuar para que al asesino industrial justiciero no lo agarre la justicia torpe y medio cegatona. Y para que nunca lo atrapen, Dexter Morgan utiliza no sólo guantes sino que forra de plástico, literalmente, los lugares donde ejecuta a sus víctimas.
Si alguien quiere saber más que vea la serie. Lo que me interesa explicar es la trastienda de la figura del asesino amado por el público. Amado por el público porque libra de monstruos a la sociedad, y lo hace como un verdugo. Un “asesino” (lo entrecomillo) amado y, por lo tanto, ejemplar. Cuando yo era niño, en los USA comenzaron a escasear los médicos, y para remediarlo se grabaron dos series: Marcus Welby y Doctor Gannon. El resultado fue espectacular: miles de adolescentes se lanzaron a estudiar medicina, no sólo en USA, también en Spain, que no hacían falta, lo que obligó a subir la nota de acceso a la carrera en las universidades.
¿La serie Dexter tiene la misma intención? ¿La sociedad americana ya no confía en sus mecanismos de defensa policiales y jurídicos y está alentado a los ciudadanos a tomarse la justicia por su mano, tras verificar que sólo matan a gente que se lo merezca y tener buen cuidado en no ser atrapados? Podría ser que sí, que ese fuese el verdadero objetivo de la serie. Terrorífico. Esperemos que en España no haya una avalancha de asesinos industriales como, en su momento, la hubo de médicos.

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos