JAVIER PUEBLA

                     

ECHENOZ, LIGERO Y FASCINANTE

Correr, su última "bala" acaba de publicarse en España (Anagrama)

 


Si a Echenoz no le publicase Anagrama, o sea: Jorge Herralde, probablemente no le habría descubierto nunca. Sucedió cuando vivía en África, se me acabaron los autores que conocía y probé el albur de confiar en un editor, Herralde, para que me inspirase y orientase. Acerté, desde luego. Bingo. Diana. El hallazgo del siglo. Así que en uno de esos viajes a España que hacía cuando podía escaparme de Dakar y de los que regresaba siempre con alrededor de treinta libros en la maleta me encontré por primera vez con Jean Echenoz. No recuerdo si era Cherokee o Meridiano de Greenwich, pero sí que tampoco me volvió loco como escritor, aunque tenía algo. Así que en el siguiente viaje le pedí a mi librera -Ana Faraco- que me buscase Rubias peligrosas del autor francés. Con ese título esperaba otra cosa, como me sucedió con Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, y lo cierto es que tampoco logró convencerme del todo. De hecho Jean Echenoz ya estaba en su cincuentena cuando publicó el primer libro que me pareció buenísimo, digno de ser leído dos o más veces: Me voy. Me releí todo lo anterior y pensé que estaba ante un escritor en crecimiento. Mi presentimiento se confirmó cuando apareció Ravel; una maravilla. Biografía que no es biografía, una “bala” de poco más de cien páginas en las que Echenoz mira a Ravel como si fuese un tipo normal que, casualmente, compone música que se convertirá en inmortal e inolvidable. Y hace unos días recibí otra “bala” de Jean Echenoz. Correr, se titula. Y cuenta la historia de un corredor de fondo checo, Emil Zátopek, que batió todos los récords del mundo en larga distancia. Pero Echenoz cuenta la historia de una manera que simplemente no te la puedes creer, de algún modo como hace Jed Mercurio en Un adúltero americano con Kennedy. Si esto son las modernas novelas históricas me encantan las modernas novelas históricas. Echenov mira a Zátopek desde tan fuera, desde tan lejos y a la vez con tanta confianza y cercanía que parece estar narrando las aventuras de alguno de sus vecinos de escalera; de hecho le llama Emil casi cada vez que lo menciona y sólo escribe el apellido a partir de la mitad de su bala literaria -nouvelle se llama a las balas literarias en la Galia- cuando ya es una estrella internacional. Y también con esa misma ligereza hipnótica y fascinante va desgranando las terribles circunstancias políticas sobre las que tuvo que correr el corredor de fondo más rápido del mundo. Hasta el final, brillante como el de un cuento de Roald Dahl o una novela de Justo Navarro, mantiene Echenoz esa ligereza; porque no necesita ponerse pesado ni transcendente para obligarnos a pensar al mismo tiempo que despierta nuestra pasión. Echenoz firma en Correr su obra más lograda, tan simpática como dolorosa, tan ligera como fascinante. Quien desee encontrar en sus páginas una lección de historia la encontrará, y quien busque literatura... aplaudirá hasta que se le pongan rojas las palmas de las manos. En suma, el antídoto infalible contra el estrés que comenzará a acosarnos ahora que ya ha terminado, ay, el cálido verano.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos