Sucedió la noche del
pasado sábado, el último de enero del año
de la gran resurrección. El lugar, ya por sí
solo, era absolutamente alucinante. En el centro de Madrid,
Delicias, y a la vez en una esquina de un descampado infinito
y oscuro, en el que se podía aparcar -aub pagar- como
en el pueblo más alejado de la civilización;
mientras caminaba en la noche pensaba en mis mejores momentos
en el Bronx. No era un bar. No era un teatro. No era un avión.
No era Supermán. Era un local bautizado como Centro
Deportivo y Cultural Delicias.
Y allí estaban mis dos jóvenes escritores salvajes:
Luismi y Alberto, Alberto y Luismi. Dispuestos a enfrentarse
al mundo por primera vez con un talk-show que duró
más de dos horas. Un chou verbal en el que el sexo
era el rey.
"Lo siento, no puede entrar más gente" avisó
el hombre que estaba en la puerta vendiendo las entradas.
Salté y ladré como un perro hambriento: "Soy
la prensa"
Y lo era. Lo soy. Soy la prensa. Y la prensa siempre encuentra
un modo de entrar. Al estar dentro comprendí que aquello
del aforo completo musitado por el capo, y cobrador, del centro,
estaba justificado. Más de ciento veinte personas ante
un escenario amplio y correctamente iluminado. Se podían
comprar cervezas en un pequeño bar y llevárselas
luego al interior.
Entonces empezó el show. Y me reí. El tiempo
pasó sin que nadie lo notara. Hubo carcajadas, aplausos...
y todo ello en un mar de afecto. Estaban las familias y amigos
de los debutantes al completo; y algunos más: como
Antonio y su chica... y yo. Incluso había una chica
con sombrero.
A medianoche la mayoría se fueron a seguir quemando
Mad Madrid para celebrarlo. Yo preferí caminar solo
y revivir la velada en mi memoria. Tienen madera. Se harán
grandes, Luismi García y Alberto Guerra, Alberto Guerra
y Luismi García. Un placer y un honor haber estado
en su debut mundial. Excelsior.
JESÚS ROS, ESCRITOR
Cierto que ya había publicado
un libro, LUZ SOBRE LOS SUEÑOS; pero no menos cierto
que se trataba de un ensayo inspirado en sus estudios de yoga
y en la facilidad desarrollada por Ros en los últimos
años para interpretar las alegres, o terribles, ensoñaciones
que nos visitan cuando no estamos despiertos. De hecho esa
facilidad sorprendente -"No sería raro que Ros,
su forma de ver los sueños, acabara pasando a la historia
junto a Freud, Jung y otros nombres tan ilustres" se
ha escrito sobre Jesús.
Pero ni Freud ni Jung publicaron nunca una novela hilvanada
con la materia de los sueños. Jesús Ros: sí.
Se llama ONIRONAUTA,
la ha publicado Haz Milagros, y el jueves 29 se presentó
en el número 29 de la calle Lope de Vega, en una galería
de arte espaciosa y espléndida regentada por la mujer
-no menos espléndida que el espacio- que da nombre
al lugar: Paula Alonso.
Me tocó hacer de maestro de ceremonias. Es fácil,
cuando la compañía es tan buena. Es fácil,
cuando el libro es bueno. Es fácil, cuando el público
es entusiasta y alegre, consciente de que está asistiendo
a un momento muy especial. Fácil.
Como fácil es leer ONIRONAUTA, como fácil parece
el modo en el que escribe, o interpreta sueños, mi
muy querido amigo, estudiamos juntos en el colegio, Jesús
Ros.