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                 Sonríe 
                  Delgado, es 
                  una novela en la que trabajé durante 14 años. 
                  Mi intención original era publicarla bajo 
                  el nombre de mi antónimo, Federico Sueño o Frederic 
                  Traum, pero dadas las dificultades para acceder al mercado editorial 
                  decidí probar suerte y mandarla bajo mi propio nombre 
                  al premio Nadal, donde fue la finalista. El mercado, una vez 
                  más, me obliga a buscar caminos alternativos para impedir 
                  que la novela muera, pues tras la promoción brutal de 
                  dos meses que siguió al premio el libro prácticamente 
                  desapareció de las librerías; mi empeño 
                  actual es mantenerlo vivo. En la Feria de Madrid de este año 
                  estaré firmándolo, junto a obras posteriores, 
                  y ya tengo escrita la continuación o segunda entrega 
                  de las aventuras del irreducitible señor Traum (más 
                  conocido en el mundo de ficción en el que vive como Alberto 
                  Delgado). El texto que sigue está escrito por un celebrado 
                  poeta, cuyo nombre he preferido mantener oculto, básicamente 
                  por el placer de hacerlo, de comprobar si alguien es capaz de 
                  averiguar por el estilo el nombre del remitente de este correo 
                  apasionado.  | 
             
             
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                    Correo de un Lector 
                 
                  Hola, Javier: 
                 No he leído tu libro "Sonrie 
                  Delgado" hasta esta semana. Tenía  
                  muchas lecturas atrasadas; supongo que como todo lector. 
                  Me ha gustado mucho. Sobre todo me parece genial la defensa 
                  -literaria, claro- del protagonista: Frederic Traum. 
                  Lo digo porque en estos  
                  tiempos, no sé si de excesiva mojigatería o simplemente 
                  de cortedad y  
                  estupidez, existe una tendencia exagerada a indentificar el 
                  pensamiento del  
                  autor con el de sus personajes. Cuando no es el propio autor 
                  el que se  
                  somete a esta limitación (y así de poco creativos 
                  y sugerentes son sus  
                  resultados), llega un sector de la crítica (muy iluminado 
                  él) que trata de  
                  establecerla. De manera que, si presentas a cualquier criminal 
                  cuya conducta  
                  está bien planteada y literariamente legitimada, resulta 
                  que es que tú eres  
                  un criminal o lo estás defendiendo. Y así, con 
                  este catecismo literario tan  
                  palurdo, nos encuentramos con numerosas novelas donde el narrador 
                  adopta un papel moralizante para dejar traslucir la oposición 
                  del autor a toda  
                  conducta deshonrosa de los personajes. 
                  Yo pienso que la buena Literatura debe invitar a la reflexión; 
                  y, para ello, en el caso de la novela, debe presentar personajes 
                  sólidos cuyas actitudes resulten verosímiles de 
                  acuerdo a su naturaleza, sea ésta moralmente aceptable 
                  o no, para que sea el lector el que comprenda, valore y, tal 
                  vez, enjuicie. Por eso, te felicito por crear a este "hijoputa" 
                  de Traum que mantiene pendiente al lector de cada uno de sus 
                  actos. 
                  Por otra parte, me encanta la ironía que el personaje 
                  utiliza (que tú utilizas) para explicar algunos acontecimientos 
                  o intuir el devenir de otros. Ademas, el estilo conciso y directo 
                  de la novela es muy apropiado para la historia, y tú 
                  lo manejas francamente bien. 
                  Así que... lo dicho: ¡Felicidades por esta espléndida 
                  novela! 
                 
                SONRÍE 
                  DELGADO (PORTADA)  
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