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PAMIES Y LA NOTHOMB
Sergi
Pàmies es el traductor de la singular escritora
belga, aunque parezca parisina, llamada Amelie Nothomb.
A mí me encantan los libros cortos, cortos y rápidos
como balas. De hecho llevo ya algunos años llamándolos
así: BALAS, con la esperanza de que los críticos
y los editores de renombre se hagan eco de mi iniciativa
y dejen de utilizar la espantosa expresión: novela
corta, y llamen a los textos que se pueden leer en una
hora, poco más o menos, y del tirón, balas.
Como es natural ningún crítico ni editor
de renombre se ha dado por aludido, ni ha prestado el
menor interés o hecho el más mínimo
caso a mi iniciativa. Sólo yo escribiría,
escribo, una frase como la que sigue: “La última
bala de Amelie Nothomb, aparecida en España, se
llama Barba Azul”. Supongo que ni siquiera Sergi
Pàmies, el traductor al español de la niña
Amelia -no tan niña ya, va teniendo sus añitos-
habrá pensado siquiera en mi iniciativa lingüo-balística,
porque él suele publicar también libros
cortos, que se pueden leer en una hora aproximadamente,
pero no se enfrenta al insulto de que nadie diga que escribe
“novelas cortas”, porque lo suyos son los
relatos, o cuentos. Magníficos. Fantásticos.
Inolvidables. Pàmies existía hace muchos
años para mí, aunque existía equivocadamente,
pues de quien yo había oído hablar, o más
bien había leído los tebeos que dibujaba,
era de su hermano, cuyo nombre desconozco. A Sergi, suena
un poco a ruso, o a mí me parece un poco ruso el
nombre de Sergio al escribirlo en catalán, lo descubrí
como escritor cuando ya lo conocía todo el mundo
pues llevaba siglos escribiendo en El País y Anagrama
le había publicado ya un montón de libros.
Y lo descubrí con un libro, de relatos, claro,
deslumbrante: Si te comes un limón sin hacer muecas.
Brutal. Ni Cortazar ni Monterroso ni Quim Monzó.
Brutal, de tan suave y delicioso y sincero. En su momento
monté la marimorena y convencí a mi amigo
Dragó para que lo llevase a su programa en la tele,
escribí sobre el libro en cuantos lugares pude,
y mi recompensa fue conocerle. Le he visto dos veces pero
no he hablado mucho con él. Aunque sí recuerdo
que le pregunté como ordenaba los relatos de sus
libros, y me respondió que le pedía ayuda
o consejo a amigos músicos. Así que el siguiente,
La bicicleta estática, lo leí como un disco,
y creo que así titulé la columna que hablaba
de él. Y ahora Pàmies parece haber aceptado
el juego y ha titulado su último trabajo: Canciones
de amor y de lluvia; lo mejor que le he leído hasta
la fecha. No tiene desperdicio, no sobra una línea,
ni se encuentra una palabra mal colocada. Y ya que son
canciones, de amor y de lluvia, las estoy escuchando muchas
veces. Me encanta Fumanchú, los coros que hacen
su hermano y su madre. Y me encanta que exista Sergi Pàmies,
y que tenga la generosidad de seguir traduciendo las balas
de Amelie Nothomb, que me enamoró una vez, con
Estupor y temblores, y a la que he seguido leyendo, y
seguiré, en recuerdo de aquel primer enamoramiento,
pero también porque el magnífico escritor
que es Sergie Pàmies es su traductor.