VICTORIA
SÁNCHEZ-AYLLÓN
Victoria
Sánchez-Ayllón es una de las más
sorprendentes alumnas que he tenido en mi taller literario.
De su obra me gusta destacar: K.O.tica,
un libro que considero brillante. Otros libros suyos son
Historias de Sara y Bruno Vergara, el Diario,
todos en Haz Milagros Ediciones. El año pasado
dejó todo para estudiar una carrera: periodismo.
Ha sacado matrícula en literatura. Lo que sigue
es un trabajo, Autorretrato, que realizó para esa
asignatura.
“Nací en la calurosa y precipitada madrugada
del 7 de julio de 1961 en Madrid; a punto de nacer en
el taxi camino del hospital. Mi abuela materna se llamaba
María y mi abuela paterna, Victoria, y a mí
me llaman Mª Victoria, Mariví, Viki o Victoria.
Me identifico y me gusta más Victoria.
Mi infancia fue pura alegría. Mis primeros pasos
en el Parque del Oeste de la mano de mis padres y mi hermano
Manolín. La Casa de Fieras, el Estanque del Retiro,
la casa de mis abuelos en las Vistillas, las meriendas
familiares, las vacaciones de verano en la Residencia
de Educación y Descanso, la interminable misa de
los sábados por la tarde, el nacimiento de mi hermano
Javier, las visitas al aeropuerto de Barajas para ver
los aviones. Fui una niña activa, inquieta, curiosa,
mandona, larguirucha, peleona, ruidosa… pero, sobre
todo fui feliz.
El Instituto y el deporte canalizaron mi enorme energía.
Mi adolescencia huele a cloro de la piscina donde pasaba
las tardes nadando y saltando desde los trampolines. Mi
adolescencia huele a tortitas con nata y caramelo del
VIPS. Mi adolescencia huele a libros de literatura, a
Beatles y guateques. Mi adolescencia huele a besos inexpertos,
torpes caricias, falsas promesas y amores imposibles.
Los ochenta y la Movida Madrileña. Mis veinte años
y mi trabajo como profesora de natación. El carnet
de conducir, los estudios de Relaciones Públicas
y Azafata de Vuelo, los cursos de Entrenadora e Instructora.
Los viajes, las amigas, la moda, las discotecas, el cine
y los libros. La emoción, la pasión, el
sexo y el hombre de mi vida. Te quiero, me quieres, nos
queremos. Tenía veintiséis años cuando
dije: “sí”.
Ilusiones, planes, fuerza, deseos y aprendiendo sobre
la marcha. Trabajo, cursos, viajes, casa y aprendiendo
sobre la marcha. Cariño, ternura, embarazada, feliz
y aprendiendo sobre la marcha. 13 de julio de 1990, nacimiento
de Alejandro, felicidad desbordante; “ya no se vuelve
a dormir como antes”, y aprendiendo sobre la marcha.
Y el tiempo pasa cada vez más deprisa. Alejandro
empieza el colegio, vuelta al trabajo, nuevos estudios
y trabajos y proyectos … el tiempo pasa cada vez
más deprisa. Alejandro y el Instituto, el niño
y el adolescente, el que yo quería que fuese y
el que realmente quería ser.
Me hubiera gustado ser actriz. Soy Técnico Deportivo,
me expreso, me comunico e interpreto emociones continuamente
Me muevo por impulsos meditados; necesito reinventarme.
Tengo cincuenta y un años. He dicho adiós
a un trabajo seguro, perfecto y a mí medida. Adiós
a un trabajo rutinario, sin imaginación y mecánico,
tocando fondo y tocando techo. He comenzado Primero de
Periodismo. Insegura, imperfecta, desconocida, fuera del
espacio y del tiempo, pero estoy ahí. Es mi reto,
mi presente, mi búsqueda y mi desafío.
Me identifico y prefiero, Victoria.”