DOCTOR MANJATAN
(versión del relato del mismo título
-publicado en Cuadernos para el Diálogo en 2006-
ajustado a 3100 caracteres, para que quepa en una sola
página de Cambio16, y narrado en primera persona)
Imposible aparcar. Diez
de la noche, sábado. No tendría que haber
quedado en el centro para cenar. Un sitio sobre la acera.
Allá voy.
Ya han pedido. Mejor. Sólo quiero acabar pronto
y rescatar mi Chevrolet; no me gusta
aparcar mal. La cena se va animando. A los postres les
regalo y firmo ejemplares de mi nuevo libro: Mis aventuras,
por Tigre Manjatan. Aplauden con las orejas, todos felices
de colaborar gratis conmigo en la revista: Mad Madrid.
Salgo de buen humor. El mundo es un lugar perfecto.
No tan perfecto. Junto a mi maravillosa máquina
dos individuos vestidos de azul. Uno libreta en mano,
el otro con radio transmisor. Municipales. Tengo que reaccionar
deprisa. Médico. Soy médico. Vengo de una
emergencia.
-Agentes, un instante, por favor. Soy médico. Vengo
de cubrir una urgencia. Gracias a Dios he llegado a tiempo.
Enseño el maletín negro que llevo en la
mano. Podría ser el de un galeno.
-Estas profesiones, nuestras ¿verdad? Seguro que
ustedes también han salvado muchas vidas.
Uno de los agentes duda, el del transmisor, el malo, al
que hay que trabajar. Le ha complacido que lo compare
con un galeno.
-Un virus. Los virus están por todas partes últimamente,
con tantos inmigrantes...
A los policías les gusta que se ponga a los inmigrantes
en su sitio. Tantos moros. Tantos chinos. Y negros. Saco
la cartera y rebusco. “Vaya, me he dejado el carnet
del colegio de médicos en casa, qué torpe.
No irán a ponerme una multa. Estamos casi en navidad”.
Y añado: “Mi hermano mayor es policía”.
Quizá lo sería si yo tuviera un hermano
mayor.
-Pero habrá que sancionarle.
El bueno. El policía bueno. Me había olvidado
de él. Sonrío. Máxima humildad. Buscando
el alma que aflora a través de sus ojos castaños.
-Además la grúa ya viene en camino.
El malo me dispara desde retaguardia. La grúa.
Lo que faltaba. Tengo que driblar. Cambiar el juego. Buscar
un punto débil.
-Está bien, si tienen que sancionarme, háganlo.
Vengo de trabajar, de salvar una vida humana. Un niño,
ya les digo, pero claro, entiendo que ustedes hacen su
trabajo. Oiga, disculpe, ¿le pasa algo?, le veo
muy pálido. ¿Me permite que le tome el pulso?
Tomar el pulso es lo más que puedo hacer. No se
me ha ocurrido coger ningún estetoscopio, ni siquiera
de juguete.
-Está muy acelerado. ¿Se encuentra bien?
¿No siente usted un dolor en el centro del pecho?
-¿En el centro del pecho? Pues ahora que lo dice,
doctor, llevo todo el día con una opresión
aquí, encima del estómago.
-Dios es grande y ha hecho que nos encontremos a tiempo.
Siéntese en el coche. Respire hondo. Así
no. Tome aire por la nariz, llévelo al estómago
y suéltelo muy despacio por la boca. Un poco mejor,
¿verdad?
-Sigue doliendo.
Un infarto. Va a ser un infarto. Menos mal que estoy aquí
yo, el doctor Manjatan. El eficacísimo doctor Tigre
Manjatan. Apremio al otro agente para que llame a una
ambulancia. “O mejor aún, conecte la sirena
y lleve usted mismo al compañero a un hospital”.
Cojo el cuaderno de multas.
-Les veo en el Doce de Octubre. Ha sido un milagro que
yo estuviera aquí: como en un cuento de navidad.
Aunque estemos ya en febrero ¿qué más
da?
Me he permitido hacer
una nueva versión del viejo y exitoso relato DOCTOR
MANJATAN en primer lugar porque me gusta enredar,
pero el segundo motivo es de mayor peso: un dibujante
excelente: Tony Santos, realizó una versión
flipante (todo el mundo que la ve queda boquiabierto,
y si son escritores babean de envidia). Lo publicó
una de las personas que más valoro del actual mundo
editorial, Rafael Lindem, en su revista digital EL HOMBRE
DE MIMBRE. La semana que viene lo subiré a esta
web, y probablemente dedicaré la columna a Tony
Santos. A quien desde aquí felicito ya por su interpretación
libre, personalísima y deslumbrante del primer
relato protagonizado por
TIGRE
MANJATAN
Las ilustraciones, hoy,
son todas del primer dibujante que se atrevió a
acercarse al Tigre, mi amigo del alma: Montxo Dixie.