JAVIER PUEBLA

                     

PROPÓSITOS DE
AÑO NUEVO


Hace no mucho, cuando yo era más frívolo –las circunstancias me permitían disfrutar del maravilloso juego de la frivolidad amparándome en cualquier pretexto- si hubiese titulado una columna con las palabras que he utilizado para enmarcar ésta, probablemente me habría puesto a escribir una chorrada tras otra:

Criar patos y gallinas en mi habitación para así ahorrarme tener que bajar al supermercado a comprar huevos, cubrirme de sellos tras escribirme una dirección lejana y exótica en la frente y meterme dentro de un buzón de correos, aprender a moverme por la ciudad (y por mi casa) a la pata coja -tanto con una como con otra pierna- para que los zapatos me durasen el doble y poder gastar lo ahorrado en patos y gallinas o en sellos que pegarme al cuerpo antes de meterme en el buzón de correo.

No es que esté mal jugar con la imaginación, proponerse proyectos tan absurdos que ni siquiera haya que molestarse en intentar llevarlos en verdad a cabo. Porque casi peor, y eso creo que no lo he hecho nunca, o al menos casi nunca, es la tontería de voy a adelgazar o engordar, dejar de fumar o viajar en coche para utilizar el transporte público; porque ese tipo de propósitos tan comunes, y evidentes para cualquier persona de buena voluntad y poco alcance de miras, nacen con un problema de ritmo; de ritmo y de cimientos. Se apoyan en la voluntad, en la buena voluntad que he mencionado hace un instante; y el problema o fragilidad que tiene la voluntad es la energía que requiere para mantenerla erecta en todo momento. A cualquier fumador se le ocurre dejar de fumar, en año nuevo o cuando sea, y –como escribió Mark Twain- “dejar de fumar es fácil, yo lo he hecho muchas veces”; pero ¿cómo vas a seguir sin fumar cuando la voluntad se vuelve flácida, pierde su impulso inicial? Incluso las personas de gran voluntad flaquean. Me atrevo a sugerir que un propósito de año nuevo no debería sustentarse en la voluntad, al menos no únicamente. Creo que es mejor empezar cualquier tipo de cambio en un día no señalado por el calendario –sobre todo por el externo; existen mayores posibilidades de éxito si alguien decide apuntarse a un gimnasio el veintidós de enero, o el tres de marzo, que el treinta y uno de diciembre. En navidad estamos todos un poco borrachos no sólo de alcohol o excesos de comida, sino también de deseo de cambio; hay que esperar que ese deseo se deshinche, que pase el empacho, utilizar la cabeza y no sólo el corazón y los testículos para lanzarse hacia adelante.

El egoísmo bien entendido suele ser inteligente, hasta el punto de que ni siquiera parece egoísmo: que las personas que nos rodean estén contentas y de buen humor, que se sientan apoyadas por nosotros y que aplaudamos sus logros con más entusiasmo que critiquemos sus defectos, es una forma o camino o método para que nuestra existencia sea más agradable; es fácil estar contento cuando se está rodeado de personas felices y satisfechas con sus pequeñas vidas. Ese es, en suma, mi propósito de año nuevo: conseguir que quienes me rodean estén –en la medida de lo posible- contentos.

El regalo de navidad perfecto

 

Pequeñas Historias Africanas, el regalo de navidad perfecto para el año 2012 en idioma español

 

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FELIZ NAVIDAD

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos