JAVIER PUEBLA

                     

VENGANZAS PERSONALES


Lorenzo Silva+tricornio-Guardia-Civil. Foto by Fénix, ilustración The Monjas. Copyright. He escuchado en múltiples ocasiones, con un tono de crítica velada o incluso abierta, el murmullo refunfuñado de quienes piensan que los columnistas utilizamos caprichosa e irresponsablemente nuestras tarimas de opinión para efectuar vendettas o venganzas personales. ¿No me has dado el premio Cerdo de Oro, querido amigo? pues ahora te vas a enterar lo que vale un puñetazo de frases y palabras. ¿Me has cerrado la puerta en las narices, patizambo conductor de autobuses con cara de oveja deslanada? muy bien, tú sabrás lo que haces, averiguaré tu nombre, y ¡a la calle! ¡Por mis muertos!
La verdad es que tiene cierta gracia que la gente nos confiera tal poder. Una historia clásica en los mentideros literarios habla de como Umbral disparó desde su columna de Interviú contra Amilibia, que en su momento sufrió un arrebato de locura y apretó el gatillo a una pistola de verdad, imposibilitándole la reinserción en el universo del periodismo. ¡Qué estupidez! Porque la columna fue escrita, claro, pero de ahí a culparla del ostracismo al que se ha condenado a Amilibia existe un bonito y oscuro salto. Puede ser más cierto en política, pero un solo columnista no puede derribar a un mal ministro; necesita la connivencia o apoyo del medio en el que trabaja, de una batería de disparos continuos y precisos.

¿Y por qué tenéis vosotros ese poder?, me preguntaba una vez un conocido -y escocido- dramaturgo. Por la misma razón que los médicos pueden extender recetas, la guardia civil detener gente o hacienda realizar inspecciones; porque es parte de nuestra función. Y a veces, pocas, resulta efectiva. Hace un año dediqué una columna a Tipsa, una empresa de mensajería, en la que señalaba errores evidentes en tono más jocoso que malvado; y después de esa columna jamás he visto el menor fallo en Tipsa, hasta el punto que recomendaría a cualquiera sus servicios cuando necesiten enviar una carta o un paquete. Pero en la mayoría de los casos el criticado no sólo niega la opinión del columnista, “el diagnóstico del médico externo”, sino que utiliza su propia parcela de poder para darle cuantas patadas pueda por “debajo de la mesa”. No voy a volver a escribir los nombres de jefes de prensa de ciertas editoriales, porque está claro que no quieren “curarse” y si quieren publicidad -de la mala que es la buena- que se compren una ventanita en un periódico.

Lo que hacemos los columnistas es extrapolar una experiencia personal para universalizarla. A todos los ciudadanos les han dado con alguna puerta en las narices; que nosotros existamos -y no llevemos un uniforme que nos delate- sirve o debería de servir para que la gentuza que no hacen su trabajo de modo correcto se lo pensase dos veces antes de dejar a una anciana bajo la lluvia, a un niño bajo el sol, a un hombre luchando solo contra los latidos acelerados de su corazón. Vengadores quizá. Pero de los agravios que sufre el conjunto de la sociedad. Gatos que gruñen a las ratas, pero no las matan. No las matamos. Porque el columnismo es uno de los máximos y más bellos exponentes de la libertad y la civilización.



Venganza inútil, by  Daniel Fénix 2011, copyright.

 

(VOLVER AL PRINCIPIO DE LA PÁGINA)

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos