JON LAUKO
Y HELENA COSANO, PRIMERA NOVELA
“No,
no creo que el hombre sea malo por naturaleza. Lo que
sí pienso es que cada persona tiene un punto de
ruptura. Que una persona normal, ordinaria, honesta, sometida
a una presión creciente puede llegar a cometer
un delito, incluso un asesinato. No se sabe en qué
punto cada uno de nosotros puede cruzar ese umbral”.
Con esa magnífica cita de Patricia Highsmith
-que suscribo- abre su primera novela Jon Lauko,
un hombre maduro de pelo blanco y gafas que oculta su
mirada al fotógrafo que le retrata para la guarda
del libro, impidiendo que el lector pueda explorar su
alma, adivinar si conoce el umbral del que habla Highsmith,
y el único modo de intentar saberlo es leer Donostia.
Donostia
es una bala, que es como yo llamo a lo que los franceses
dicen nouvelle y los ingleses novel. Es una bala y puede
leerse de un tirón. Una bala política y
policíaca en la que el ambiente es más importante
que los personajes, e incluso que la acción. Al
terminarla queda un eco, una imagen del abismo, que personalmente
me hace creer que Lauko cita a Highsmith con pleno derecho.
La novela la ha publicado una editorial que no conocía,
Meteora, y lo ha hecho con mimo y orgullo, como debe hacerlo
con todos sus autores, pues a todos cita en la solapa
negra final. No es Highsmith, my favourite writer, pero
sí una novela interesante que deja huella, de las
que “algo queda”.
La otra primera novela, que leo el mismo día que
la anterior, se titula Cándida diplomática
(con mayúsculas) y la firma Helena Cosano.
A Helena la conozco levemente, de un día en una
fiesta, a Jon no. Por lo tanto leo a Helena con mayor
generosidad, afecto, que al escritor de Meteora. Cosano,
como la mayoría de los muchísimos diplomáticos
que conozco, tiene una facilidad de palabra endiablada
y su novela sale disparada como un cohete de pirotecnia,
y eso es lo que consigue la escritora andaluza nacida
en Nueva Delhi (Andalucía es mucho más grande
de lo que la gente piensa), una obra que es un espectáculo,
que se lee con agrado y facilidad, y cuyo final es tan
juvenil como joven es la autora. La edición es
de Algaida, la editorial más agresiva y que más
cuida a la literatura española del grupo Anaya.
Ambos libros tienen en común una cierta virginidad.
La primera novela, como el primer amor, no se olvida.
El mismísimo Javier Marías
ha dicho en alguna entrevista que su obra más lograda
era Los dominios del lobo; también su primera novela.
En ambas los autores dan lo mejor de sí mismos
y seguro que ninguno olvidará el momento en que
un editor les dio el dificilísimo “sí”
y decidió apostar por ellas, o por sus autores,
y publicarlas en papel; el único modo en que un
escritor se siente autor real de un libro a pesar de que
vivamos en plena era digital. Lo habrán buscado,
con mayor o menor fortuna, en las librerías, y
muy probablemente ambos volverán a escribir y publicar.
A ambos, A Jon Lauko y Helena Cosano, les doy la bienvenida
a la jungla implacable del mundo editorial. Que sobrevivirá
al abismo de egos y negocio ni al más grande de
los genios se le podría garantizar.