ANAGRAMA
2011
Los
hijos de perra, los agoreros, los buitres, las cucarachas
y los estreñidos de espíritu que se sienten
como pequeños reyes en la ciénaga del mundillo
literario hispano, durante unos días sonrieron
como hienas felices, abrieron el ojo del culo para emitir
la única música de la que son capaces y
embotellaron el hedor de sus sobacos para venderlo como
el más fragante perfume cuando -hace unos meses-
se hizo oficial la noticia de que Jorge Herralde
vendía Anagrama. Por fin iba a morir la única
editorial que sobrevivía y vivía vendiendo
buenos libros y no bazofia, por fin a “dios”,
el dios de la edición, le “derrotaba la biología”.
Pero su mefítico contento, su canto ominoso, era
injustificado. ¡Y cuanto me alegro! Que les metan
un bate de béisbol sin desbastar por ese ojo que
utilizan para producir su música fétida.
Me los imagino pálidos, con los testículos
convertidos en ganglios alrededor del cuello y la mirada
de la rata que nado en el agua helada mientras el barco
que pensaba se iba a hundir sigue avanzando imponente,
creciendo sobre el horizonte.
Es cierto que Herralde ha vendido Anagrama, pero ha lanzado
al mercado al menos cinco libros que barren el mercado
editorial y ocultan toda la basura que produce la “industria
del libro”. Sólo Tusquets, la editorial que
más rápido ha movido pieza para intentar
ocupar ese hueco que aún no existe, intenta presentarse
como alternativa. Y aunque hay otras editoriales: Siruela,
Acantilado o incluso Anaya... de momento no llegan.
Se
me hacen los dedos huéspedes, baila el lector fanático
y apasionado que desde los cuatro años he sido,
con libros como Emaús,
de Alessandro Baricco (ningún
católico ni anticatólico debería
dejar de leerlo y conmoverse y reflexionar). Emaús,
para mi gusto, es superior incluso a Seda,
la obra que hizo célebre a Baricco. Y aún
hay más, Baricco es un descubrimiento de Feltrinelli,
el príncipe heredero de Anagrama. Así que
es muy probable que al Carlos V de la edición le
suceda un Felipe II y construya su propio monasterio de
El Escorial.
Moriremos, sí. Morirá
Herralde, morirá Anagrama, moriré yo y morirás
tú -lector escéptico o entusiasta de estas
palabras- pero... todavía no. En menos de dos meses
el ventrílocuo Herralde nos ha devuelto el cielo
con las voces de Martin Amis, Amélie
Nothomb, Ian McEwan o Baricco.
Resulta significativo como
desde los medios de ¿comunicación? que amplificaron
las risas de las hienas -esas pataditas por debajo de
la mesa cuando salió el último gran libro
de Bolaño- ahora se hagan genuflexiones a McEwan
o Amis.
Aún estamos aquí. La voz de Herralde suena
como jamás, y quienes la amamos, somos felices
escuchándola, ni podemos ni queremos disimular
un gesto de orgullo y resistencia. ¡Muerte a la
mediocridad! ¡Viva Anagrama! Viva la muerte y viva
el hambre, y muera la abundancia que se nutre de plástico
y basura. Feliz cumpleaños, aunque no coincidan
las fechas (¿y qué coño importa?)
a Jorge Herralde y Anagrama. Y gracias por compartir con
nosotros tu tarta, en mi vida había probado repostería
literaria tan bien cocinada, de gusto tan exquisito.
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