JAVIER PUEBLA

                     

STIEG LARSSON, ESPECTACULAR


Hace sólo un año, el pasado verano, era raro ver en la piscina o en la playa leyendo un libro, y que ese libro no fuese uno de los tres que componen la trilogía Millenium firmada por Stieg Larsson. Yo no era ninguno de esos lectores. Los escritores profesionales desconfiamos de los best-seller, los lectores avezados desconfiamos de cualquier autor vivo que venda más de cien mil ejemplares. Pero vi muchas cosas alrededor de Larsson -por cierto ¿quién le mató? Hay que ser muy ingenuo para creer en la historia del infarto accidental- y se me quedó la espinita clavada en el cerebelo.

Un profesional juzga un libro sin necesidad de leerlo, le basta con las opiniones ajenas, hacerle un barrido y sopesarlo con las manos; los profesionales nos creemos con “poderes”, seres capaces de juzgar una obra ajena sólo por su apariencia y peso. A Larsson lo pusieron a bajar de una mula con calcetines de seda varios de mis colegas, entre ellos algunos a los que respeto y defiendo -por principio- siempre. Pero yo había visto...


Había visto muchas cosas, escuchado muchas cosas, pero sobre todo me impresionó como una chica llamada Lucía, socorrista del club Canoe donde voy a nadar a diario, devoraba la obra; fascinada, enganchada, atrapada. Fue Lucía, el modo en que la vi leyendo, lo que hizo que la espinita de la curiosidad por Larsson se me clavase en el cerebelo. Tenía que leerlo yo mismo, no fiarme de opiniones ajenas por mucho respeto que me mereciesen quienes las firmaban. Pero esperé. Esperé a que pasara la tormenta mediática. El entusiasmo colectivo. Esperé, exactamente, hasta hace cuatro días. Hace cuatro días le cogí a mi madre su ejemplar de Los hombres que no amaban a las mujeres, y hace unos minutos, son las dos y diez de la noche de un domingo, acabo de terminarlo

Hace cuatro días ya me impresionó el triple gancho o anzuelo con el que Larsson atrapa al lector. Un comienzo inteligentísimo y deslumbrante. El resto era cuestión de ritmo. Es un clásico que un profesional deje un libro que ha comenzado bien a las pocas páginas: lo adivina previamente y deja de interesarle. No ha sido el caso. La primera novela de Millenium es una sinfonía fantástica; excelente. Es más, en cuanto pase por casa de mi madre cogeré el segundo volumen y el tercero. Eso supondrá postergar nada menos que al genial Ricardo Piglia, Blanco Nocturno, en mis placenteras lecturas de verano. Pero Larsson se lo merece. Por la ambigüedad impresionista con la que pinta a todos sus personajes importantes, por su capacidad para mantener el ritmo durante más de seiscientas páginas, porque me ha hecho disfrutar como cuando era adolescente y leía en la casa donde nací, con un flexo y la ventana abierta, las novelas de Marlowe escritas por Raymond Chandler, hasta que comenzaba a clarear y me iba a la cama para que mis padres no me descubrieran. He vivido en Estocolmo, sentido frío mientras leía tumbado en el jardín a treinta y cinco grados de temperatura, y tomado muchas notas. Pero ya afirmo que Larsson es un escritor espectacular; y nadie va a convencerme de lo contrario.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos