JAVIER PUEBLA

                     

JESÚS MARCHAMALO, EXQUISITO


Marchamalo, by Damián Flores, imagen retocada por Daniel FénixEra por la mañana. Al menos para mí era por la mañana, pero no es imposible que para el resto del mundo fuese mediodía o muy cerca de mediodía. De lo que no cabe duda es que sucedió en Cuenca. Y que estábamos en un restaurante donde se servía una cena o una comida; otra vez esa imprecisión sobre la que navega constantemente mi vida. Era una mesa redonda, sin ningún rey Arturo concreto y tampoco ningún otro rostro concreto. Conversación amable, hasta que algo o -con más exactitud- alguien, me obligó a despertarme del todo; insisto en que para mí era por la mañana. Y ese alguien tocado de algo insólito que me hizo despertarme obligándome a echar todas las neuronas a la conversación para empezar hablaba tan rápido como yo, o quizá incluso más rápido que yo (algo que jamás me sucede). Para cubrirme utilicé un recurso diplomático y apelé a la menor veteranía o experiencia vital del hombre de palabra veloz, ojos chispeantes y sonrisa de navaja.
-Sin duda tú eres más joven.
-Bueno, eso está por ver.
Pero sí, era más joven que yo. Marchamalo, Jesús Marchamalo, es dos o tres años más joven que yo, quizá cuatro o hasta cinco en los momentos que me siento muy mayor. En mi diario de bolsillo sólo un apunte: “He conocido a Jesús Marchamalo”.
Acordamos voluntad de seguir viéndonos. Y lo hemos conseguido. He comido en su casa y él en la mía, hemos forzado citas al cruce para poder charlar unos minutos y siempre le he sentido, y siento, más como un hermano o un primo hermano, que como un simple amigo.
En Marchamalo todo es detalle, cuidado, primor y mimo. Los cuadros que invisibilizan las paredes de su casa, el modo en que se deslizan los cajones en los armarios diseñados por él mismo, los ex-libris con los que marca los sobres en cuyo interior viajan sus libros y no-libros por correo. Hasta la cafetera o sus gafas de nadar rematadas en dos cristales para ahuyentar la miopía hasta debajo o dentro del agua.
Excelente conferenciante prepara sus peroratas con el rigor y la magia de un monólogo teatral; a pesar de su innata capacidad para improvisar sobre casi cualquier tema. En especial si el tema es literario. En especial si el tema es la vida de los escritores. Podría pensarse que Marchamalo busca el supuesto secreto de la inmortalidad literaria. En Siruela publicó 39 ESCRITORES Y MEDIO, autores españoles y latinoamericanos. Marchamalo, by Flores, colorines: FénixY ahora esa primera obra ha sido ampliada en un segundo volumen; un bellísimo objeto de deseo que ningún escritor o amante de la literatura se privará de poseer, y lo comprará, o conseguirá que se lo regalen, o lo regalará tantas veces que acabará haciéndolo suyo. Se titula 44 ESCRITORES DE LA LITERATURA UNIVERSAL. Las ilustraciones, a la altura de los textos, son de Damián Flores. Y entre sus páginas los mejores retratos que jamás he leído sobre literatos. Tengo el libro sobre las piernas mientras escribo. Acabar diciendo que mi existencia sería un poco más triste si tuviese que vivir sin él, sin Marchamalo, sin su libro maravilloso, sin esos 44 retratos de Hesse, Hemingway, Capote, Hugo, Rimbaud, Pessoa... hay tantos.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos