IGNACIO DEL VALLE:
EL ARTE DE MATAR DRAGONES
Pocas veces recomiendo un
libro en general, menos veces aún insisto a mis
cercanos -pupilos o amigos- para que lo lean, y aún
en menos ocasiones una novela logra entusiasmarme, y casi
nunca lo que logra entusiasmarme me parece apto para todos
los públicos: Richard Ford es absolutamente maravilloso
y EL PERIODISTA DEPORTIVO y EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA
son dos de los mejores libros que jamás he leído,
Higsmith me interesa siempre pero ni
siquiera El talento de Ripley puede ser recomendado urbe
et orbis. El año pasado o el anterior encontré
un libro, de Anagrama, que cuantos lo leyeron me agradecieron
la recomendación: LLENOS DE VIDA, de John
Fante. No sé si tendré el mismo
éxito con el que estoy recomendado este año.
Su autor es Ignacio del Valle, el título
EL ARTE DE MATAR DRAGONES, la trama una maravilla, entretenidísimo
y cuajado de frases brillantes, meditadas y excelentes;
y cuenta con la ventaja añadida de que sólo
vale seis euritos, no pesa nada y es ideal para llevárselo
a la playa, a la montaña o a la piscina del barrio
si la crisis no permite mayores lujos. Es un libro de
aventuras en el que hay que recuperar una tabla, El arte
de matar dragones, desaparecida durante la guerra civil,
y su protagonista, Arturo, es inolvidable, creíble
e Ignacio del Valle logra que el lector se identifique
con él gracias a un oficio literario de un nivel
tan alto que resulta insólito en esta España
mía, esta España nuestra. Hay burdeles,
wolframio, malos malísimos, malos medio malos y
hasta ingenuos que parecen buenos; e incluso un bueno,
Arturo, de verdad. El libro tiene 479 páginas que
se leen como agua. La primera parte, no soy de los que
piropean falsa o gratuitamente a nadie, es una obra maestra;
cualquier aprendiz de escritor haría bien en disfrutarla
primero y estudiarla después. La segunda parte,
y sobre todo el final, quizá no brille tanto como
la primera. Pero aún así es un libro que,
les doy mi palabra, da cien vueltas a EL CODIGO DA VINCI,
LA SOMBRA DEL VIENTO o LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS
MUJERES (por citar algunos de los superventas, cuyos valores
no niego ni discuto, de los últimos años).
Y por ello se lo recomiendo a cualquiera. Sea lector de
más de cien novelas al año, como es mi caso,
o de una cada año o cada tres años. Da igual.
Voy a permitirme cerrar esta columna citando algunas frases
que subrayé y luego copié en las páginas
finales, las llamadas de cortesía, del libro.
“No es que
fuera un tipo duro, pero tenía la capacidad de
ocultar su miedo”.
“Cuando era imprescindible vivir, la moral era lo
primero que había que matar”.
“Lo que me parece que necesita es tener un problema
que valga la pena y olvidarse de las minucias”.
“Por desgracia o por fortuna la inteligencia es
tan difícil de ocultar como la falta de ella”.
“Hay hombres que se dejarían dar patadas
en los huevos sólo para demostrar que los tienen”.
“La mejor garantía de la lealtad de un hombre
es que puedas comprarlo”.
Y mi favorita: “Hay
que encontrar algún vicio que le salve a uno la
vida”.
Los míos son escribir,
y leer. No los considero malos.