Presentaciones , se publica en diferentes versiones, por motivos de espacio y filosofía, en La Opinión de Murcia y Cambio16, y en esta web; abril 007.

Presentaciones


Aún mi alma está en la arrebatadora ciudad de Hong Kong cuando mi cuerpo empieza a moverse por la Villa y Corte de sarao en sarao, de presentación en presentación, de la italiana Elisabetta Rasy al madrileño-granadino Ernesto Pérez-Zuñiga pasando por el acto, insólito, de desvelar los nombres del jurado de lo que será, si los hados son propicios y ninguna catástrofe lo impide, el Primer Premio de Novela Ciudad de Logroño.
Pero empecemos por el principio. Elisabetta Rasy, la autora de La ciencia del adiós, una de las novelas más románticas y hermosas que he leído en los últimos tiempos (y leo mucho, señoras y señores, en los últimos tiempos). Elisabeta, delgada, alta, gesticulante (como buena italiana), rápida y apasionada presentó sus libros en esa salita deliciosa situada al fondo del vestíbulo de un hotel que a primera vista no tiene nada de literario (pero ¿quién sabe?): el H10 Villa de la Reina sito en el número 22 de la pequeña pero altiva Gran Vía madrileña. La novela cuenta la historia de una mujer apasionada y de un poeta huraño, Ósip Mandelstam, a quien Stalin pretende borrar de la faz de Rusia (pero siempre nos quedará el gulag siberiano) y ordena que no se publiquen y hasta destruyan todos sus poemas, que solo gracias a esa mujer -enamoradísima, en mi particular opinión- no llegan a perderse pues se los aprende de memoria, todos y cada uno de los poemas, y se convierte en un libro humano como en la preciosa canción camuflada de novela escrita por Ray Bradbury: Farenheit.
Aún con jet-lag el día siguiente me encuentro sentado en el salón de actos (un poco pequeño para mi gusto) de la sede del Instituto Cervantes donde me entero que para el primer premio Ciudad de Logroño el jurado estará compuesto, al loro que ningún nombre es menor, por Jorge Edwards, Martínez de Pisón, Prada, Mateo Díez y Luis Alberto de Cuenca; siento envidia anticipada de aquel que se alce con el galardón, no por el premio, sustancioso, sino por el respaldo de cinco creadores tan incontestables. Larga vida al Ciudad de Logroño.
Pero no tengo tiempo de refocilarme en mis pequeñeces, sueños y envidias, porque en Lhardy, al día siguiente, Ernesto Pérez Zuñiga -flanqueado por el profesor Carlos García Gual y el enfant-terrible (por su cráneo rapado no pasan los años) Jesús Ferrero- sobrevuela el cocido de rigor con El segundo círculo, y una vez más aunque la envidia es un pecado que normalmente desconozco vuelve a pincharme en el estómago porque ya quisiera yo que Ferrero dijese de una obra mía lo que afirmó de la Ernesto Pérez Zúñiga. Lo que dijo, que era una novela sobre como tres generaciones: viejos, adultos y niños enfrentan la muerte en nuestros tiempos, y sobre todo como lo dijo, con una pasión que habría merecido una cámara para que el mundo entero hubiese podido disfrutarlo.
Aún el viernes, ya se me había pasado el jet-lag, mi alma había llegado de Hong Kong a Madrid, Kiko Amat presentaba Cosas que hacen BUM; pero me permití no acudir, a pesar de que la novela resucita la inolvidable colección Contraseñas de Anagrama, para no ser yo quien hiciese BUM; y estallase.


 

 

 

 

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