El premio Quiñones , se publica en diferentes versiones, por motivos de espacio y filosofía, en La Opinión de Murcia y Cambio16, y en esta web; marzo 007.


El premio Quiñones


Hace un par de semanas escribía en mi sorprendentemente muy visitado diario web el hecho de que una buena amiga me había reprochado que todas, o casi todas, las personas que aparecían en mi web parecían caerme bien, y tenía razón, porque tengo la suerte de dedicarme a un oficio que me permite relacionarme fundamentalmente con aquellos que me gustan: voy a las comidas o desayunos de prensa que me interesan, hablo con escritores, periodistas, pintores o editores a quienes aprecio, leo a quien deseo leer y ni siquiera en mi pequeño taller literario admito a nadie que no me caiga simpático.
Todo lo anterior para explicar mi presencia en la comida de prensa que Alianza Editorial organizó Lhardy, para presentar dos novelas, El bulevar del miedo y Todo lleva su tiempo, ganadora y finalista respectivamente, de la VIII edición del Premio Fernando Quiñones.
Tres días antes me había telefoneado Alicia Hernández, del departamento de prensa de Anaya, para preguntame si había recibido los libros. No sólo los había recibido, los había leído. Los dos. De principio a fin. Al lector ajeno al mundo literario eso podría parecerle algo corriente, pero es imposible para un periodista literario leer todos los libros que recibe, y en muchas ocasiones debe conformarse con lo que en el gremio llamamos una lectura en diagonal: principio, final y algunas catas por el medio. Para mayor dificultad este año le prometí a Jorge Herralde que me leería todo lo que publicase durante la temporada, y estoy cumpliendo lo prometido. Comprenderá ya el lector lo buenos que tienen que ser dos libros, novelas de más de trescientas páginas, para que me las lea enteras. Pero además de buenas novelas sus autoras, recuerden el principio de esta columna, me caen bien, son dos personas que me gustan, dos escritoras que me interesan: Juana Salabert y Blanca Riestra. Y hay más gente que me gusta, interesa, en Alianza, desde Ángel Uriarte que hace las portadas, a Valeria, la directora, pasando por otros muchos. Por eso estaba en Lhardy a las dos el jueves ocho de marzo, a pesar de que tenía una entrevista en Radio Intereconomía para hablar de mi propia editorial, Haz Milagros, a las cuatro y ni siquiera me dio tiempo a disfrutar del famoso cocido del restaurante. De la novela de Juana Salabert, El bulevar del miedo, me interesó sobre todo la estructura, la complejidad y minuciosidad de un trabajo surcado por las nadadoras que pintaba el padre del protagonista: un hombre con doble identidad. De la de Blanca Riestra, Todo lleva su tiempo, me atrajo el lenguaje, descarado, libre, aparentemente fácil con el que narra la historia de un vagabundo, porque muchos vagabundos, como señaló Blanca en la comida, escriben y escriben sin parar, como yo, como Blanca, como Juana.
Ambas pasan largamente por París. Y ambas utilizan la primera persona del singular desde un punto de vista masculino. Quiñones, a quien se homenajea con este premio, hizo lo mismo, primera persona en femenino, con su impagable Las Mil Noches de Hortensia Romero. Y creo, algo tengo de médium, que el escritor gaditano, se sentiría orgulloso de las dos. Felicidades, Juana, Felicidades, Blanca.

 

 

 

 

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