El Ateneo de Sevilla en Lhardy , se publica en más o menos diferentes versiones, por motivos de espacio y filosofía, en La Opinión de Murcia y Cambio16, y en esta web; mes de noviembre.

El Ateneo de Sevilla en Lhardy


No pudo montárselo mejor el equipo de prensa de la editorial Algaida, responsable de publicar los premios de novela Ateneo de Sevilla y Ateneo Joven de Sevilla, que en la presente edición han caído -ambos- en manos de mujer, Eugenia Rico, con El Otoño Alemán, y Vanessa Monfort, Ateneo Joven por El Ingrediente Secreto.
Y digo que no pudo montárselo mejor Algaida Editores porque convocó a la prensa en el que es para mí el restaurante más literario -yo mismo lo he sacado en un par de novelas- de la Villa y Corte: Lhardy.
Hacía años que no comía en Lhardy, casi había olvidado la textura de su mítico cocido, el punto que logra el chef con el suflé..., y eso que soy más bien “flaquito” y de poco comer (o al menos, creo, es mi fama). Pero ninguno de los presentadores de las novelas ganadoras, quizá porque habían visitado el mítico restaurante en fechas no tan lejanas, dejó de relacionar la brevedad de su discurso con las excelencias del cocido, las excelencias de la literatura contenida en los dos libros ganadores aupadas por la excelencia del marco elegido. A Eugenia Rico la presentó el siempre entrañable, ya maestro indiscutido y difícilmente discutible, Luis Landero, y El Ingrediente Secreto, un fascinante fresco de Madrid que cubre ochenta años de su historia, Eduardo Benavides.
Aún no he acabado, confieso, de leer los libros, pues entre los talleres de escritura que imparto, el haberme metido a editor (casi sin darme cuenta) y la novela que llevo entre manos raro es el día que consigo arañar un cuarto de hora para la lectura de textos ajenos, y dada la escasez del tiempo suelo inclinarme por los aforismos de Gracián o los poemas de Luis Alberto de Cuenca antes de apagar la luz de la mesilla.
Pero los premios Ateneo no necesitan de la lectura de este humilde cronista para certificar su calidad, una larga y brillante trayectoria les avala: Jose Luis Olaizola, Jose María Gironella, Félix Bayón, Juan Marsé, Mercedes Salisachs, y un largo etcétera en el que no debo olvidar a Ramón Pernas y Fernando Marías que estaban presentes en la comida.
Personalmente, y más allá de lo literario o de lo culinario, este tipo de eventos sirven para ver a viejos y nuevos amigos: me senté junto al cada vez más sabio Joaquín Arnaíz, tuve enfrente al poeta Álvaro Muñoz Robledano y a David Torres (que tuvo la fuerza de voluntad, admirable, de no terminarse su suflé), me encontré –entre otros- con el omnipresente Señor Literaturas.Com (Nacho Fernández), Miguel Ángel del Arco, Raquel “ojos de águila” de la Concha o Miguel Ángel Matellanes y su mano derecha: Óscar Oliveira. Buen ambiente, comida, libros..., una delicia.
En suma y para terminar por hoy: que mientras sale o no sale el Planeta de Pombo, si tienen un regalo que hacer no lo duden: Eugenia Rico y su Otoño Alemán o Vanessa Monfort y su Ingrediente Secreto. Acertarán seguro.

 

 

 

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