El Ateneo de Sevilla
en Lhardy
No pudo
montárselo mejor el equipo de prensa de la editorial
Algaida, responsable de publicar los premios de novela Ateneo
de Sevilla y Ateneo Joven de Sevilla, que en la presente edición
han caído -ambos- en manos de mujer, Eugenia Rico,
con El Otoño Alemán, y Vanessa Monfort, Ateneo
Joven por El Ingrediente Secreto.
Y digo que no pudo montárselo mejor Algaida Editores
porque convocó a la prensa en el que es para mí
el restaurante más
literario -yo mismo lo he sacado en un par de novelas- de
la Villa y Corte: Lhardy.
Hacía años que no comía en Lhardy, casi
había olvidado la textura de su mítico cocido,
el punto que logra el chef con el suflé..., y eso que
soy más bien “flaquito” y de poco comer
(o al menos, creo, es mi fama). Pero ninguno de los presentadores
de las novelas ganadoras, quizá porque habían
visitado el mítico restaurante en fechas no tan lejanas,
dejó de relacionar la brevedad de su discurso con las
excelencias del cocido, las excelencias de la literatura contenida
en los dos libros ganadores aupadas por la excelencia del
marco elegido. A
Eugenia Rico la presentó el siempre entrañable,
ya maestro indiscutido y difícilmente discutible, Luis
Landero, y El Ingrediente Secreto, un fascinante fresco de
Madrid que cubre ochenta años de su historia, Eduardo
Benavides.
Aún no he acabado, confieso, de leer los libros, pues
entre los talleres de escritura que imparto, el haberme metido
a editor (casi sin darme cuenta) y la novela que llevo entre
manos raro es el día que consigo arañar un cuarto
de hora para la lectura de textos ajenos, y dada la escasez
del tiempo suelo inclinarme por los aforismos
de Gracián o los poemas de Luis Alberto de Cuenca antes
de apagar la luz de la mesilla.
Pero los premios Ateneo no necesitan de la lectura de este
humilde cronista para certificar su calidad, una larga y brillante
trayectoria les avala: Jose Luis Olaizola, Jose María
Gironella, Félix Bayón, Juan Marsé, Mercedes
Salisachs, y un largo etcétera
en el que no debo olvidar a Ramón Pernas y Fernando
Marías que estaban presentes en la comida.
Personalmente, y más allá de lo literario o
de lo culinario, este tipo de eventos sirven para ver a viejos
y nuevos amigos: me senté junto al cada vez más
sabio Joaquín Arnaíz, tuve enfrente al poeta
Álvaro Muñoz Robledano y a David Torres (que
tuvo la fuerza de voluntad, admirable, de no terminarse su
suflé),
me encontré –entre otros- con el omnipresente
Señor Literaturas.Com (Nacho Fernández), Miguel
Ángel del Arco, Raquel “ojos de águila”
de la Concha o Miguel Ángel Matellanes y su mano derecha:
Óscar Oliveira. Buen ambiente, comida, libros..., una
delicia.
En suma y para terminar por hoy: que mientras sale o no sale
el Planeta de Pombo, si tienen un regalo que hacer no lo duden:
Eugenia Rico y su Otoño Alemán o Vanessa Monfort
y su Ingrediente Secreto. Acertarán seguro.