No pudo, y probablemente tampoco quiso, André
Gide sujetar su lengua viperina una fría noche cuando,
a la puerta de un agradable restaurante situado en el lado
derecho del Sena, al encontrarse con un viejo conocido éste
le presentó a su acompañante como su sobrino.
-Le conozco, hace unos pocos meses también fue "sobrino"
mío.
GRUPO DE RELATOS MUY BREVES CON FIGURA DE ESCRITOR EN EL
CENTRO O UNA ESQUINA