EL EDITOR QUE REVENTÓ
UNA BECARIA
Pronunció sus palabras con el mismo orgullo que un
correo en una película del oeste:
-He reventado tres mulas para conseguir traerle este mensaje,
mi general.
-He reventado una becaria.
Ante la estupefacción de su selecto público,
y convencido de lo ingenioso y afortunado de su frase dibujó
un principio de sonrisa y reclinó un poco hacia atrás
la cabeza antes de puntualizar que la había tenido
¡quince horas seguidas buscando posibles erratas en
un libro de Faulkner!
-Acabó su trabajo la pobre,
la mula llegó al fuerte
pero me comunicó que el esfuerzo había sido
excesivo para ella y dejaba la editorial. La reventé.
A la becaria.
Y su sonrisa se ensanchó tantísimo al terminar
de narrar su historia que un correo de los que salían
en las películas del oeste habría necesitado
reventar al menos cuatro mulas para recorrerla de punta
a punta.
GRUPO DE RELATOS MUY BREVES CON FIGURA DE ESCRITOR EN EL
CENTRO O UNA ESQUINA