REFRANES DE UNA VIDA
EL QUE RIE EL ULTIMO, RIE MEJOR
No sabía como explicarlo pero observar
como Vladimir se marchaba de esa manera tan extraña
le hizo sentirse mal.
Últimamente Jesús no hacía más
que pelear con él, lo molestaba durante largas horas
hasta que su hermano harto de sus continuas bromas se largaba
y lo dejaba solo.
Pero hoy era diferente, ya que aprovechándose de que
era el de más edad en ese momento, cambio el canal
de la tele sin pensar en que su hermano llevaba largo rato
viendo una película. La cara de Vladimir era un poema.
Al principio pensó que se iría a donde su madre
para acusarlo de abusón, pero al ver que solo iba a
su habitación se empezó a burlar de él.
Fue en ese instante cuando Vladimir le grito aquella palabra
que sus padres le tenían prohibido decir.
Jesús se asustó. Nunca le había dicho
algo tan grave y por eso fue tras él, no sabía
que iba a hacer pero desde luego quería que se retractara,
ya que al fin y al cabo el solo había cambiado de canal
sin su permiso y al ser mayor que él no lo necesitaba.
- Vladi te has pasado de la raya. Pideme perdón o te
voy a dar un buen coscorrón.
No obtuvo respuesta, lo único que vio fue como su hermano
con el rostro lleno de ira agarraba un tractor de juguete
y lo lanzaba en su dirección.
Jesús no pudo reaccionar lo único que distinguió
fue como venía el juguete amarillo hacía su
cara e impactaba de forma brusca haciéndole un daño
enorme.
Gritó, y fue tan exagerado el ruido que salía
de su boca que su madre al momento apareció blanca
del susto.
- Me lanzo el tractor – dijo Jesus entre sollozos sin
dejar de tocarse la ceja.
Entonces la madre se giro hacía Vladimir y mirándolo
fijamente le exigió que le dijera porque lo había
hecho.
- Hace tiempo que se lo buscaba.
Y al contrario de lo que creía, Jesus vio como su madre
le empezó a recriminar por obligar a su hermano a actuar
así, y mientras lo arrastraba al baño para limpiarle
la herida noto como Vladimir no paraba de sonreír visiblemente
contento con toda la situación.
A partir de ese día Jesús nunca volvió
a cambiar de canal cuando su hermano veía algo. Un
repentino dolor en una de sus cejas se lo impedía.
EL QUE BIEN HACE, BIEN RECIBE
- ¡Que no quiero un bicho de esos!
- Pues no tendrás nada, Jesús – sentenció
su madre – A Vladimir le compraré una tortuga
y tu volverás con las manos vacías.
Y así sucedió. A pesar de los ruegos y lloros
del niño, su madre no le compró nada.
Durante el viaje de regreso Jesús miraba con rabia
a su hermano. No entendía como podía haber escogido
una mascota tan rara teniendo la posibilidad de comprar un
bonito perro o un loro parlanchín.
- Las tortugas huelen mal, comen cosas verdes, y encima ésta
no para de morderte. Te han timado.
- Era mi dinero y por tanto mi decisión.
- Pues ahora te aguantas, Vladi – dijo Jesús
más contento al ver como la tortuga le daba otro mordisco.
Pasaba el tiempo y lejos de cambiar la situación, la
tortuga continuaba con su particular guerra contra Vladimir.
No importaba que él se desviviera en atenciones de
todo tipo, cómo comprarle una espaciosa pecera o alimentarle
con jugosos mosquitos que cazaba durante la noche, no importaba,
la tortuga seguía mordiéndole.
- No ves que le caes mal, siempre te odiará.
- Cambiará. Solo es cuestión de tiempo.
Para colmo de males, un día la tortuga se escapó.
Aprovechando uno de los escasos momentos en que el menor de
los hermanos le dejaba fuera de su pecera, el animalito desapareció.
Vladimir preocupado, la buscó por cada rincón
de la casa y nada que aparecía. Jesús, que al
principio disfrutaba por el descuido de su hermano, empezó
a sentirse apenado al descubrir que pasaban las horas y la
tortuga no daba signos de vida. No entendía por que,
pero el saber que podría haberle pasado algo, le provocaba
una angustia indescriptible.
- La encontraremos, no puede andar lejos – dijo Jesús
intentando animar a su hermano.
- ¿Dónde puede estar? He mirado por toda la
casa.
- Con el poco seso que tiene, seguro que se volvió
a la pecera.
Y sus palabras fueron una revelación para Vladimir,
ya que pudo comprobar al acercarse a la pecera, como la tortuga
nadaba placidamente ajena a todo el revuelo que había
causado.
- Más tonta y no nace – dijo Jesús entre
risas – debe tener aserrín en la cabeza.
- Aserrín – repitió su hermano –
así le llamaremos
- ¿Aserrín?. Es que quieres recordar lo ilusa
que fue por regresar al encierro de su pecera, en vez de aprovechar
la oportunidad de ser libre.
- ¿Eso piensas, Jesús? Yo más bien creo
que regreso al lugar donde consigue comida sin esfuerzo. Y
eso en mi opinión es de listos.
Y ahí los dejo Jesús, la pareja más rara
que había visto nunca. Una tortuga que hacía
daño a su amo a pesar de recibir atenciones de todo
tipo, y un chico, que con eterna paciencia le daba cariño
a su mascota a pesar de sufrir maltratos por su parte.
Tiempo más tarde, y cuando la vieja Aserrín
era tan grande como su pie, Jesus entendía que de niño
no era tan diferente a la tortuga y que Vladimir a su tierna
edad le enseñaba que es con amor como se puede cambiar
a alguien, no importa que seas animal o persona, solo te hace
falta mucha paciencia.
CADA LOCO CON SU TEMA
Volvió a mirar hacía la habitación.
Por más que Jesús quería entender lo
que pasaba, no podía.
- ¿Te puedes creer lo que esta haciendo Vladimir? –
pregunto al vacío mientras espiaba a su hermano –
Hay que ponerle fin a esa locura.
Entonces entro a la habitación y vio como su hermano
colocaba una de sus manos a la espalda.
- No intentes engañarme, se lo que estas escondiendo.
- ¿De que me hablas?
Pero con un movimiento rápido Jesús le arrebato
el objeto que Vladimir ocultaba.
- Explícame que haces jugando con una muñeca.
La cara de su hermano se puso roja como un tomate, y por un
momento Jesús pensó que incluso lloraría.
- No es lo que tú crees
- Si te refieres a que pensaba que jugabas con una barbie
de nuestra hermanita, pues llevas razón.
- Me imaginaba que era Afrodita – dijo Vladimir entre
balbuceos.
- ¿Afro que?
- Afrodita. Ya sabes la nueva amiga robot de Mazinger Z, esa
que tira cohetes por las tetas.
En ese instante por la mente de Jesús paso un recuerdo
del sábado pasado, cuando por la televisión
vieron un nuevo capitulo del dibujo animado favorito de Vladimir
en el que aparecía ese nuevo personaje.
- De todas formas es muy raro. Si me prometes que no lo vuelves
a hacer, no se lo diré a nadie.
- Vale – dijo Vladimir aliviado.
Entonces Jesús, con la muñeca en la mano, se
fue en dirección a la habitación de su hermana
Joselín, y mientras la dejaba dentro de su cuna empezó
a hablar.
- Ves que no soy tan malo, Freddy, pude burlarme de Vladi
y al final no lo hice – dijo Jesús mirando a
un rincón del cuarto donde se encontraba su amigo imaginario.
Y mientras salía de la habitación abrazando
a su inexistente amigo bajo la atónita mirada de su
hermanita de tres años, Jesús agregó:
- Lo hemos hecho por su bien. Te imaginas la vergüenza
que pasaría Vladimir si todos supieran que juega con
cosas de niñas.
MAS SABE EL DIABLO POR VIEJO QUE POR DIABLO
- Jesús Iriarte. Al despacho de Don Mariano
– se escucho por megafonía y enseguida Jesús
se fue en dirección a la oficina del director.
Por todos era sabido que Mariano Cano, el veterano director
del colegio San Emeterio, era un hueso duro de roer, y eso
lejos de amedrentar a Jesus le estimulaba, ya que significaba
derrotar al más listo de los profesores.
El había sido el que tiro la bomba fétida en
el baño de las chicas, era cierto, pero también
sabía que nadie le había visto y si conseguía
mantenerse tranquilo, no podrían descubrirlo.
La única preocupación que tenía Jesús
era comprobar si esos supuestos “poderes” que
tenía el director eran ciertos o no. Poderes que conseguían
que hasta el estudiante más duro llorara como un bebe,
como le pasó a un alumno de sexto al que le apodaban
Gorilón. Desde aquel día el director pasaría
a llamarse Don Mariano “Marciano” Cano.
Abrió la puerta del despacho, e imaginándose
Jesús que encontraría artilugios de tortura
de todo tipo, se sorprendió al comprobar que dentro
solo estaba su hermano Vladimir, que miraba de un lado a otro
como si esperara despertar de un mal sueño.
- ¿Qué haces tú aquí?
- Don Mariano me hizo llamar – contesto Vladimir más
pálido de lo normal – me dijo que hice algo que
no esperaba de mi y que por tanto me daría lo que me
merezco.
Pero antes de que Jesus pidiera a su hermano que aclarara
la locura que acababa de decir, apareció el viejo director.
- Vaya, vaya, el clan Iriarte en pleno – dijo con falsa
voz de cortesía, mientras que con un leve gesto de
la mano le indicaba al mayor de los hermanos que saliera del
despacho – no se que hace aquí señor Jesús
Iriarte, pero este asunto es solo con su hermano.
- Es que me citaron en su oficina.
- Pues habrá sido un error.
Entonces el director cerró la puerta y mientras Jesús
completamente desconcertado dudaba que hacer, empezó
a escuchar extraños ruidos que provenían desde
dentro del despacho. Era como si Vladimir se quejara.
Fue cuando lo comprendió, el director pensaba que su
hermano había hecho la travesura y le reprendía
por ello. Jesús sintió un enorme remordimiento.
- No fue mi hermano, fui yo el que tiro la bomba fétida–
se apresuró a decir Jesús entrando de improviso
al despacho – por favor déjelo en paz
- Señor Iriarte gracias por su confesión –
dijo tranquilamente el viejo mientras le entregaba un bonito
trofeo a Vladimir – por favor salga de mi oficina, y
esta vez no se vaya muy lejos. En un momento estaré
con usted.
- Pero a que viene lo del trofeo.
- Ya que lo pregunta, su hermano fue el mejor del concurso
de ciencias.
- ¿Pero la entrega de premio no iba a ser mañana?
Y entonces con una sonrisa de oreja a oreja el viejo director
le respondió:
- Este año no, señor Iriarte. Este año
no.
UNA CUCHARADA DE SU PROPIA MEDICINA
Los niños miraban con expectación
como el objeto se tambaleaba. Se diría que sus movimientos
eran hipnotizantes ya que ninguno se movió ni un centímetro,
viendo con interés su lento baile al son de una música
inaudible. Y cuando la extraña danza parecía
no tener final, de repente la hermosa vasija se detuvo y cayó
desde lo alto de la encimera para hacerse añicos al
contactar con el suelo.
- Nos hemos cargado el jarrón de la abuela.
Apenas lo dijo, Jesus se fue en dirección a su cuarto,
tenía poco tiempo para preparar una buena excusa porque
estaba ante la mayor gamberrada que recordaba haber hecho,
y eso que la lista era muy larga.
Miró su reloj y puso el cronometro en hora, calculo
que tendría a lo sumo diez minutos antes que su madre
llegará a casa y descubriera aquel desastre. Era el
jarrón de la abuela Victoria, un regalo de boda que
su madre guardaba con cariño, y el sólo pensar
como se enfadaría al verlo despedazado en el suelo,
le hacía estremecerse.
- Vladi ¿qué haces? – le pregunto Jesús
al ver cómo su hermano continuaba impasible frente
a los restos.
Estaba como ausente, su mirada reflejaba la culpa de alguien
que había hecho algo imperdonable. Era evidente que
Vladimir se atribuía lo que había pasado.
Entonces Jesús se dio cuenta, no tendría que
inventar ninguna excusa, ni idear un plan alternativo de fuga,
ni siquiera pedir asilo político en otro país,
sólo tendría que contar la verdad. Se sentía
confiado, por primera vez había ocurrido algo malo
en la casa y el no era culpable.
- Chicos ya estoy en casa – se escucho desde la puerta
y rápidamente Jesús se acercó a su madre
con cara de arrepentimiento.
- ¿Qué hiciste?
Sabía el chico que era pan comido, Vladimir nunca mentía
por lo cual lo único que tenía que hacer era
contar lo que había pasado.
- Nada, mama – contesto él con voz angelical
– Vladi y yo jugábamos con la pelota y de repente
un tiro suyo hizo que el jarrón se cayera.
En silencio la madre se acerco a la sala, y durante un momento,
contemplo como Vladimir continuaba inmóvil delante
del jarrón.
- ¿Es verdad lo que me acaba de contar tu hermano?
- Sí, mamá – afirmo el niño visiblemente
conmocionado – yo chuté el balón y cuando
Jesús lo dejo pasar, impactó contra el jarrón.
Entonces la madre, roja de furia, se acercó a Jesus
y tirando de una de sus orejas empezó a gritarle.
- Mira que eres malo, echar la culpa a tu hermano del desastre
que has provocado. Ya verás cuando tu padre se enteré.
- Pero si él te dijo que fue el culpable – le
contesto enfadado mientras con el brazo le señalaba
el balón – el fue el que lo rompió.
- Tú dejaste que el balón pasara a propósito.
¿Es que crees que soy tonta?.
Y aunque siguió insistiendo en que eso era mentira,
Jesús no consiguió convencerla. Lo único
que consiguió con su impertinencia fue que su madre
le diera un par de nalgadas acompañadas de un sermón
de grandes dimensiones en el que frases como “un mes
sin tele” y “hazte a la idea de que no saldrás
de estas cuatro paredes” sonaron varias veces.
Esa noche después de la cena, Jesús fue a recriminar
a su hermano por mentir.
- Sabes que no llegaba al balón, ¿porque le
dijiste eso a mamá?
- Porque es cierto, Jesús, tu dejaste que pasara –
dijo Vladimir con malicia – Como también es verdad
que tu insististe jugar dentro de casa cuando yo quería
hacerlo afuera o decidiste ser el portero cuando sabes que
soy mejor que tú
- ¿Entonces crees que le mentí?
- Por supuesto que no – concluyo él mientras
se arropaba en su cama – Solo le dijimos lo que creímos
que pasó, y ella saco sus propias conclusiones.
NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER
Jesus no dejaba de dibujar mientras recordaba
el momento en que Vladimir recibía el instrumento de
cuerda.
Estaba furioso. Esa guitarra le correspondía por derecho
propio ya que la deseaba desde siempre, y por eso no creía
justo que fuera a manos de su hermano menor.
- Vladimir tiene un enorme potencial – dijo burlonamente
Jesús recordando las palabras de Don Mariano durante
la cena de anoche.
El mismo director en persona intento convencer a sus padres
de que el chico debía recibir clases particulares de
guitarra, y aunque en principio eran reacios en gastar dinero
en un - entretenimiento sin futuro - tal como decía
su padre, al final se dejaron persuadir por las palabras del
veterano director.
- Serás mejor que Paco de Lucía – dijo
su madre con entusiasmo.
- No mamá, yo quiero ser como Eric Clapton.
- ¿Clapton? Eso me suena a una marca de té.
Al oírlo Vladimir explotó de risa.
Jesús que contempló la escena desde su habitación,
lloraba de rabia. Las carcajadas de su hermano parecían
ser la última broma que le jugaba el destino, que no
contento con negarle la habilidad que siempre había
deseado, se burlaba de él a través de la risa
de Vladimir.
- No todos nacemos para lo que queremos, señor Iriarte
– le dijo el viejo profesor haciendo que Jesús
volviera a la realidad – yo mismo quería ser
escultor y acabe siendo director de una escuela.
- Desde pequeño siempre soñé con tocar
esa guitarra. Imaginaba el día en que la sostendría
entre mis brazos.
- Tal vez esta destinado a hacer otras cosas.
Y entonces le señalo el papel en el que dibujaba, donde
Jesús sin darse cuenta había hecho un replica
exacta de la guitarra. Era tan perfecta que parecía
una fotografía.
- Quizás tenga otras habilidades que desconoce, o no
quiere ver.
- ¿Me esta diciendo que uno debe abandonar sus sueños
sin luchar? ¿Que debo dedicarme al dibujo porque no
soy bueno con la música?
- Cada uno debe descubrir que batallas puede ganar y cuales
no. Sería poco inteligente pelear si sabes de antemano
que saldrás derrotado.
- ¿Y cuando supo usted que esculpir no era lo suyo?
- Quien le ha dicho que no lo hago. La mayoría moldea
piedra, mármol o arcilla, yo lo hago con las mentes
de niños como usted, convirtiéndolos en personas
de provecho, y eso para mí es mucho más satisfactorio
que contemplar el David de Miguel Angel.
Entonces Don Mariano se acercó más a Jesús
y susurrando al oído le dijo:
- No sabrá tocar una guitarra señor Iriarte,
pero dibujarla se le da de miedo. Y si fuera usted, darías
gracias por ello.
A RIO REVUELTO, GANANCIA DE PESCADORES
No podía ser cierto. Estaba tan seguro
que lo conseguiría, que si no fuera porque lo veía
con sus propios ojos dudaría que fuese real.
Tanto esfuerzo, tanto trabajo, tanto dinero malgastado y todo
para nada. Jesús había perdido la apuesta ya
que Aurora Garrido en ese momento besaba a otro chico, y aunque
desde la distancia no lo distinguía con claridad, sin
duda tenía que ser Javito.
Todo empezó el mes pasado, cuando en el mundillo de
los chicos ella dejo de ser Aurorita para ser conocida como
la Garrido, ya que era la primera chica plenamente desarrollada
en su curso. Desde ese momento entro en el punto de mira de
todos los de cuarto, que la veían como su objeto de
deseo.
Entre esos chicos estaba Javito, que desde siempre luchaba
contra Jesús, para demostrar que era mejor que él.
Y así surgió la apuesta, un lunes durante el
recreo mientras atontados veían como la Garrido se
comía su bocata de nocilla, Javito ideo una manera
de aclarar quien era el más popular del curso. El primero
que le robara un beso a Aurora, sería el ganador.
Jesús aceptó al instante, ya que sabía
que la victoria no se le podía escapar, en primer lugar
porque era más listo que Javito y sobre todo, porque
solía coincidir con ella fuera del colegio, y eso era
una gran ventaja.
Aurora venía a su casa casi todos los domingos. Su
madre era amiga de sus padres, y Jesús sabía
que ese sería el momento de abordarla y conseguir su
propósito. Para ello convenció a sus padres
para que le dieran permiso de ir al cine en compañía
de la chica, y para evitar posibles pegas, les dijo que Vladimir
les acompañaría. Él sería su tapadera.
Era perfecto, los tres en el cine y justo delante de las narices
de Javito. Sólo tendría que usar sus encantos
y ese beso sería suyo.
Pero no salió bien, ya que a pesar de escoger una peli
para chicas, de invitarle a refrescos y palomitas, el beso
no llegaba. Jesús usó todas las argucias que
conocía pero no daban resultado, Aurora no estaba cómoda.
Y así transcurrió la velada sin que Jesús
consiguiera su propósito. Hasta se ofreció a
acompañarla a su casa por si colaba lo del beso de
buenas noches, pero nada, ella se negó y solo accedió
a que Vladimir le escoltara.
- Cuida de ella, Vladi – le susurró a su hermano
– No dejes que el buitre de Javito se le acerqué.
- Tranquilo, no la dejaré sola.
Esa noche Jesús la paso en vela pensando que haría,
y cuando al día siguiente ya había decidido
que estrategia usar, fue cuando escucho la mala noticia.
- ¡Están morreando a la Garrido! ¿Y a
que no sabes quien?
Pero a Jesús no le hacía falta oírlo.
El tonto de su hermano se habría descuidado y permitió
que Javito la besara. Ya le oiría cuando lo pillará
en casa.
Y dirigiéndose Jesús hacía el chico,
dispuesto a aceptar su derrota, cual sería su sorpresa
cuando descubrió que no se trataba de su enemigo, sino
de Vladimir que sonreía encantado.
DIME DE QUE PRESUMES, Y TE DIRÉ DE QUE
CARECES
- ¿Y entonces?
- Le quite el bastón y se fue de bruces.
En ese momento los chicos empezaron a reírse, todos
menos Vladimir, que con el semblante serio miraba a su hermano
como si no lo reconociera.
- Y eso no es nada – continuó Jesús con
una sonrisa de oreja a oreja – El otro día le
moví un poco la silla y estuvo a punto de caerse de
culo.
Ese último comentario hizo estallar a su hermano menor,
que visiblemente indignado arremetió contra él.
- Estás loco. Dieguito es casi ciego ¿Cómo
le puedes hacer esas cosas?
- Ah, cállate – le respondió un flacucho
de pelo rizado al que llamaban el Virutas – de vez en
cuando le viene bien un buen escarmiento a ese cuatro ojos.
- Cuando te falle la vista y no puedas ni reconocer a tus
padres, entonces hablamos.
- A que te doy un coscorrón, enano de mierda –
le dijo Ricky, un gordito de muy malas pulgas que siempre
iba con el Virutas
Pero entonces Jesús se interpuso entre ellos, y haciéndole
un gesto al otro chico, hizo que se llevara a Vladimir hacia
su casa.
- Asegúrate que no dice nada, Virutas, y cuidado con
pasarte de la raya, que es mi hermano.
Apenas lo vio alejarse, dio media vuelta y se dirigió
hacía una casa pequeña donde un niño
de gafas gruesas esperaba sentado.
- ¿Quién esta ahí?
- Soy yo – respondió Jesús pero con una
voz impostada – soy tu amigo Domingo.
- Hola Domingo. Sabes que Iriarte volvió a hacer de
las suyas, esta vez se llevó mi bastón.
- Vengo a devolvértelo – le respondió
Jesús y enseguida le dejó el bastón entre
sus manos – se lo quité, y le obligue a que te
escribiera una disculpa.
Y mientras lo leía, Diego le preguntó
- ¿Por qué crees que se mete conmigo?
- Solo intenta fardar delante de su pandilla, porque sabe
que si ellos descubren que le caes bien, no le respetarán.
- ¿Que le caigo bien? No has visto como me trata.
- Estoy convencido de que en otras circunstancias, seríais
muy buenos amigos.
- Tu si que eres un buen amigo. Eres el mejor amigo que se
puede tener.
Entonces medio avergonzado Jesús se dejo caer a su
lado.
- Te aseguro que no soy perfecto. Y espero que el día
que lo descubras, seas capaz de entenderlo.
CUANDO VEAS LAS BARBAS DE TU VECINO PELAR,
PON LAS TUYAS A REMOJAR
Apenas Jesús puso un pie en la casa,
supo que algo iba mal. No sabía explicarlo, pero notaba
en el aire una sensación extraña que le hacía
estar alerta.
- Jesús – dijo Vladimir apenas le vio –
tenemos un dos once.
- ¿Un qué?
- Un dos once.
Entonces Jesús recordó aquella tarde en que
ambos idearon una clave secreta, para que sus padres desconocieran
lo que tramaban. Mentalmente repaso la lista.
- ¿Estas seguro?
- Si – respondió Vladimir – desde la última
visita de la abuela Victoria, no ocurría.
- ¿Y quién lo ha provocado esta vez?
- Aurora
De alguna manera esa respuesta le agradaba. El hecho de que
la novia de su hermano sometiera a Vladimir a semejante tortura
le parecía un castigo perfecto.
- Si no tiene que ver conmigo, no entiendo porque debo ayudarte,
Vladi.
- Es peor de lo que crees. Insistió en ver el libro
negro.
Al oír esas palabras un escalofrío recorrió
su cuerpo.
- Pero si madre prometió que no volvería a mostrarlo
a nadie.
- Ya sabes como es ella.
Tenía que hacer algo, esta vez su reputación
estaba en juego. Rápidamente Jesús se fue hacía
la sala, y mientras ideaba su siguiente paso, no dejaba de
imaginar la devastadora consecuencia si su madre mostraba
otra vez el libro negro. Lo de Chernobil a su lado, era un
simple accidente de nada.
- ¿Mami, puedes venir? – pregunto Jesús
con inocencia.
Había jurado no volver a llamar a su madre así,
pero éste era un caso de vida o muerte. Usaría
todo su encanto para evitar el desastre y cualquier argucia
estaba justificada.
- Mamita.
Pero no obtuvo respuesta. En cambio escucho múltiples
carcajadas que le convencieron al instante de que ya era demasiado
tarde. Ahora lo único que esperaba era que el sufrimiento
pasara lo más rápido posible.
- Mamá, porque me has hecho esto. Lo prometiste
Y en ese momento, su madre le dio una foto donde aparecía
bañándose en el fregadero. Lo único que
llevaba puesto era un sombrerito rosa en la cabeza.
- Solo son tus fotos de bebé, no exageres.
Aquel día dos cosas le quedaron claras a Jesús.
La primera, que pocas travesuras les quedarían de ahora
en adelante sabiendo lo peligrosa que podría llegar
a ser su madre, y segundo, que una de esas travesuras, sabía
con seguridad cual sería.
NO HAY PALABRA MAL DICHA, SINO MAL INTERPRETADA
- ¿Menos de una semana? ¿Estás
segura?
- Si, cariño.
Jesús escuchaba la conversación de sus padres
sin entender lo que pasaba, y aunque parecía ser un
asunto bastante serio, decidió no preguntar porque
hoy quería disfrutar de su suerte.
El día de reyes se había adelantado, ya que
su abuela Victoria no estaría en Noche Buena. Eso significaba
que por primera vez no iría a su cumpleaños,
que coincidía con el día Navidad.
Sin saber la razón, su abuela, que siempre se iba a
Argentina por estas fechas, adelantó su viaje y por
eso hoy quería verlos en su casa, y aunque no le apetecía
visitarla, se consoló al saber que este año
no le reñiría cuando hiciera una de las suyas.
- Bienvenidos – dijo escuetamente la abuela Victoria
al abrir la puerta.
Rápidamente se lanzaron a sus brazos Vladimir y Joselín,
pero Jesús con cara de pocos amigos se limito a mirarla
fríamente, provocando en su abuela una mueca de disgusto.
- ¿Por qué esa cara?
- Hoy jugaba el Atleti y me lo estoy perdiendo.
Y cuando esperaba un fuerte pellizco por su impertinencia,
o uno de esos sermones con los que le deleitaba tan a menudo,
sorprendentemente solo se limito a hacerles entrar.
- ¿Queréis chocolate caliente?
- ¿Chocolate, abuela? – respondió Vladi
extrañado – Si siempre nos dices que con tanto
azúcar se nos caerán los dientes.
- Por un día no pasa nada, mi querido Vladimir. Tu
también, Jesús
Algo pasaba, lo intuía. La abuela Victoria no era tan
amable con él, y más cuando había pasado
tan poco tiempo desde el incidente del jarrón, incluso
su madre siempre risueña, ahora estaba triste y silenciosa.
Entonces Jesús miró con más detenimiento
la cara de la anciana, comprobando que estaba más demacrada
de lo habitual.
- ¿Porque este año no estarás en Navidad?
- ¿Es que deseas que esté?
Pregunta trampa – pensaba Jesús. Decir no, sería
una grosería, pero invitarla a su cumpleaños
arruinaría sus planes de pasárselo bien.
Entonces vio como por las mejillas de su abuela resbalaban
un par de lágrimas, y pensando que esa era la prueba
que necesitaba para saber que la misteriosa conversación
de sus padres era sobre ella, Jesús no pudo negarse.
Como negar un deseo a una moribunda.
- Claro que quiero que vengas.
- Gracias hijo. Pensaba quedarme en Argentina, pero viendo
tu insistencia, no faltaré a tu cumpleaños.
Jesús no entendía nada. Si solo le quedaban
días, era imposible que volviera a tiempo.
- ¿Y tu salud te permitirá viajar? – preguntó
con falsa inocencia – Te veo muy pálida.
- Yo estoy bien. Solo, que estoy impresionada por la noticia
de que mi vieja amiga Sara está muy enferma. Pero tu
fiesta me animará.
De repente Jesús se dio cuenta de lo que había
hecho. Había dado por sentado que era su abuela la
que tenía problemas de salud, y ahora tendría
que aguantar sus impertinencias en su fiesta. En otras palabras,
había metido la pata hasta el fondo.
- ¿Qué te pasa? Tienes mala cara – le
dijo su abuela preocupada – Seguro que has comido muchas
porquerías – entonces le retiró el vaso
de chocolate que sostenía entre sus manos – Venga,
ahora mismo te preparo un caldo de verduras y verás
como te recuperas.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA
Lo peor de haber nacido en Navidad no era que
tu cumpleaños pasará a segundo plano porque
la otra festividad era más importante, ni siquiera
que tu lista de obsequios se redujera ostensiblemente ya que
la gente solía darte un único regalo que valía
tanto de cumpleaños como de reyes. Lo peor para Jesús
era aguantar al resto de su familia, cuando lo que deseaba
era pasarlo bien con sus amigos, amigos que nunca podían
venir porque cada uno estaba en su propia fiesta.
Para colmo de males, su abuela Victoria había cumplido
su amenaza y se había presentado a su fiesta, terminando
de deprimir a un desdichado Jesús. Por eso en ese momento
estaba convencido que su decimosexto cumpleaños sería
una mierda.
- Escóndete, Jesús, no te podemos ver hasta
las doce porque todavía no ha nacido el niño
– le dijo por enésima vez su tío Marcos,
que después de dos copas repetía el mismo chiste
cada vez que lo veía.
Fue cuando decidió que lo mejor era salir de allí,
era su fiesta y todos parecían disfrutar más
que él. Incluso su hermano Vladimir, siempre cabizbajo
por estas fechas, reía a carcajadas junto a Aurora
demostrando lo bien que se lo pasaba.
Jesús subió a su cuarto, y cuando preparaba
una espectacular escapatoria por la ventana, se sorprendió
de ver que alguien dormía en su cama.
- SAL DE MI CAMA – grito desesperado – SI TIENES
SUEÑO, LARGATE A TU PUTA CASA.
- No seas grosero – replico al instante una voz femenina
– Es que esta fiesta es un rollo y me estaba escondiendo.
No supo si fue el desparpajo con que lo dijo, o los hermosos
ojos verdes que tenía delante, pero por un momento
Jesús creyó que estaba soñando.
La chica al ver que Jesús no decía nada, decidió
que era hora de volver con el resto de la gente. Por eso rápidamente
se levantó y se fue en dirección a la puerta.
- No te vayas – le pidió tímidamente –
Quédate por favor
Evidentemente Jesús pensaba que la chica le mandaría
a paseo después de cómo le había tratado,
pero para su sorpresa, ella se dio accedió.
- Si me quedo no es para enrollarme contigo ¿lo entiendes?
- Lo entiendo – dijo Jesús asustado por su franqueza.
- Venga, muéstrame que música tienes.
Y así lo hizo, Jesús le enseño toda su
colección de música, y a medida que pasaban
las horas fue descubriendo que cada vez le gustaba más
esa chica. Y cuando estaba a punto de dar el primer paso,
de repente Vladimir abrió la puerta.
- Así que aquí estabas.
- Si – le contesto Jesús con frialdad –
Y ahora que lo sabes, largate.
- No te hablaba a ti, Jesús, sino a Romina. Sino lo
sabes, es prima de Aurora.
Jesús se sintió tonto, tanto rato hablando con
ella y no se le ocurrió preguntar quién era,
y mientras veía como se iba tras Vladimir, sin poderlo
evitar le dijo
- Te volveré a ver, Romina
Rápidamente ella se dio la vuelta y sin mediar palabra,
le besó.
- Ya veremos – dijo ella con guasa – y por favor
llámame Roma.
Definitivamente después de oír ese nombre, Jesús
supo que se había enamorado.
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