SINIESTRA JOSY
1. EL DÍA QUE DIJE MI PRIMERA PALABRA
Mamá me mira raro, mejor dicho, todos
los adultos.
Me fui de su lado porque quería coger mi muñeca
y como no se decirle a donde iba, se ha asustado. Lo único
que quería era recuperar a Melissa, ya que ese señor
tan viejo la guardaba en la estantería más alta
de su juguetería.
Es mía y por eso debía salvarla. Pero cuando
llegué a ella me di cuenta que no era mi Melissa y
que ahí arriba habían un montón de juguetes
diferentes mirándome con tristeza, como si estuvieran
abandonados. Por supuesto me puse a jugar con ellos.
HIJA TEN CUIDADO, NO TE MUEVAS –me grita
mi mama desde abajo. Casi no la veo porque desde tan arriba
podría caerme.
Oigo muchos gritos cuando sin querer empujo a la otra Melissa
y se cae al suelo. No entiendo porque se enfadan tanto, ya
que fue sin querer y a mi se me ha caído muchas veces
mi Melissa y nunca le ha pasado nada.
Estoy cansada y me quiero ir, por eso quiero bajar por donde
subí, aunque ahora mismo no recuerdo como lo hice.
Me entran ganas de llorar, y entonces veo como dos adultos
suben hasta llegar a mi altura, para luego sacarme del refugio
de juguetes y ponerme en los brazos de mi mamá.
Me abrazo fuerte a ella porque la quiero mucho y luego mientras
volvemos a casa ella me dice que la asuste mucho y que no
lo vuelva a hacer. Quiero decirle algo pero no me salen las
palabras.
Entonces de su cara veo que caen pequeñas gotitas,
como cuando yo me caigo y me hago daño y quiero consolarla
por esta muy triste.
¿Como has logrado subir hasta esa estantería
tan alta si por lo menos mide tres metros?
Majía –le digo yo.
2. EL DIA QUE AVERIGÜE COMO HACER QUE MI PADRE NO DESAPARECIERA
Al abrir los ojos mi muñeca Gisela no
estaba. No podía entenderlo.
Estoy convencida de que ayer estaba allí, porque mientras
mama me cantaba mi canción para dormir, yo le sostenía
la mano. Seguro que han sido mis hermanos.
De vez en cuando ellos me hacen rabiar, como el otro día
cuando Jesús me quitó la piruleta que mama me
había dado, solo para hacerme llorar. Pero el robarme
a Gisela es de mala persona.
Todo esto me recuerda el sueño de anoche. Yo estaba
en mi cuarto con el vestido blanco que mi abuela me había
regalado y también cogía de la mano a alguien,
pero esta vez no era a Gisela, era la mano de mi papá.
Mientras él me miraba, me decía que parecía
un angelito caído del cielo y eso me hizo sonreír,
me sentía muy feliz. Entonces, mi hermano Vladimir
entró a mi habitación y le pidió a papa
que fuera a recoger a su novia con el coche. Yo no quería
que me soltara y aunque quise protestar, no me salió
ningún sonido, como si mis labios se hubieran unido
con ese pegamento extra fuerte que anuncian en la tele, y
en silencio tuve que ver como mi papa se iba sin poder evitarlo.
Ahora me siento muy triste y quiero llorar. Yo no quería
que se llevaran a Gisela, ni tampoco a papá, por eso
cierro los ojos con fuerza deseando que mi muñeca vuelva
y cuando vuelvo a abrirlos, descubro que a mi lado esta mi
muñeca como si nunca la hubieran raptado. Se que no
apareció por arte de magia, ya que Jesús sale
a hurtadillas de mi cuarto.
Pensé en enfadarme con él, por haberse llevado
a Gisela de mi lado, pero estaba tan contenta por encontrarme
con ella, que lo que hice fue abrazarla con fuerza para que
no vuelvan a separarnos.
Me vuelvo a acostar, deseando volver al sueño de antes,
porque esta vez ya sé que hacer para que mi papá
no desaparezca.
3. EL DIA QUE ENTENDÍ QUE MAMÁ NO ESTABA PREPARADA
PARA TENER UNA MASCOTA EN CASA
Aprovechando que papá ha llevado a mis
hermanos a visitar a la abuela Victoria, hoy le contaré
a mama que tengo un gato.
Bueno, en verdad no es mi gato ya que vive en el campo de
flores del final de la calle, pero como nadie lo reclama y
siempre lo veo solo, yo lo quiero adoptar.
Mamá no me deja tener animales en casa, porque dice
que luego es ella la que tiene que darle de comer y recoger
todos los destrozos que haga, pero eso no es verdad, ya que
papá me contó que ella tuvo un gatito cuando
tenía mi edad y que murió, y que se quedó
tan apenada que decidió nunca más tener mascota.
Eso no va a pasarle a Lázaro.
Lo llamo así porque le cuelga del cuello una pequeña
chapita con ese nombre, así que porque cambiarle de
nombre si ya viene con uno incorporado, es más mejor
dejarlo así para que responda cuando le llame.
La noche de Halloween, Lázaro se acercó a la
ventana de mi cuarto. Era la primera vez que lo veía
salir del campo de flores y por eso intenté que entrara
en casa, pero no quiso, lo único que hizo fue quedarse
en la ventana mirándome con sus enormes ojos azules,
sin hacer ruido ni nada. Por eso necesito a mama, ella es
más inteligente y fuerte que yo, y seguro que conseguirá
que Lázaro se quede en casa. Solo tengo que convencerle
de que ya esta preparada para tener otra mascota.
- Mamá, mamá. Tengo una sorpresa
para ti.
- Ahora no Joselyn, estoy ocupada.
- Porfa, ven conmigo.
Lo más difícil lo he conseguido,
ya que mamá deja de cortar las zanahorias y se acerca
hacía mí. Entonces la cojo de la mano y la llevo
a la calle y luego hacía donde se encuentra Lázaro,
pero justo antes de entrar se detiene.
- Cariño ¿sabes a donde me llevas?
- Si, al campo de flores –le digo con toda confianza
mientras veo como el gato nos mira.
- Eso no es un campo de flores, es el cementerio de animales
del pueblo ¿Por qué me traes aquí?
- Quiero que veas a Lázaro.
Sin saber por qué mi mamá empieza
a llorar. Tal vez no esta preparada para volver a tener gato.
Otro día lo intentaré.
4. EL DÍA QUE DESCUBRI QUE LA EXTRAÑITIS
NO SOLO EXISTIA, SINO QUE ADEMAS ERA CONTAGIOSA
Mi abuela Victoria me dijo que cuando uno extraña
mucho a alguien hasta el punto de ponerse triste, sufre de
Extrañitis Aguda.
Al principio pensé que me tomaba el pelo, ya que mis
hermanos no paraban de reír cuando me lo dijo, pero
hoy he comprobado que es cierto.
Desde el día que le dije a mamá que quería
adoptar al gato, ella se comporta de forma extraña.
Lo último ocurrió ayer, estábamos pasando
por delante del campo de flores y le insistí nuevamente
para que trajera a Lázaro a casa, apenas terminé
de pedírselo, ella se echó a llorar. En ese
momento supe lo que le pasaba a mamá, es que tenía
esa enfermedad.
- No es para tanto, mamá –le consolé
intentando que no se alarmara de su reciente ataque de Extrañitis-.
Ya verás como tiene solución, si quieres vamos
a ver a un médico.
- ¿Estás segura, Joselin?
- Claro que sí.
Y me hizo caso, ya que al día siguiente
nos fuimos a la consulta de la doctora Isabel Malasaña,
una psiquiatra.
No sé lo que significa psiquiatra, pero papá
me dijo que en medicina existen muchas especialidades, porque
existen muchas enfermedades. Seguramente un psiquiatra es
un experto en Extrañitis Aguda.
La doctora le dijo a mamá que pasara primero, sin mí,
así que me tuve que entretener por fuera de la consulta
leyendo una revista. Un rato más tarde, ella salía
sonriendo, como si se hubiera quitado un peso de encima. Debe
ser que llegó a tiempo y le dieron un antídoto
para la enfermedad.
Pero luego la médica me dijo que entrara, cosa que
me sorprendió, y después de un montón
de preguntas raras sobre Lázaro, me confirmó
que tendría que tomar unas pastillas yo también.
Las de mamá se llaman Seroxat, y según me dijo
Isa eran para que no llorará más y estuviera
más contenta, a mí me receto algo así
como Seroquel, y no me quiso decir para que era.
No hizo falta, sé que tengo un poco de Extrañitis
y si no me dice la verdad es para que no me enfade con mamá
por haberme contagiado. Lo único que espero es que
el resto de la familia este bien.
5. EL DIA QUE COMPRENDÍ QUE EN EL COLEGIO TAMBIÉN
SE PUEDEN ENCONTRAR SEBASTIANES
Mis compañeros de clase son peor de lo
que esperaba. Apenas llevó una semana con ellos y ya
me han puesto sobrenombre. Son muy crueles.
Desde que tomo las pastillas que me recetó la doctora
Malasaña, notó que estoy más apagada
de lo normal, apenas ni sonrío. Ando por los pasillos
como si fuera una zombie, y si a eso le sumas que el color
de mi piel es blanca y que me gusta vestir de negro, ya algunos
me han bautizado como la siniestra Josy.
Isa dice que el cambió en mi comportamiento es solo
un efecto pasajero, pero es que llevo más de un año
con las pastillas y no siento que se me pase. ¿Será
que para una psiquiatra la noción del tiempo es diferente
que para el resto de las personas?
Todos los días a la hora de la comida, me siento sola
en el comedor y aunque no me importa el no hablar con nadie,
he notado que todos me miran como si fuera un bicho raro,
por eso estoy pensando en decirle a mamá que me cambie
de colegio.
- Hola, Joselin –me saluda el director-
¿Qué tal te encuentras?
- Bien, don Mariano –le miento para no entrar en detalles.
La mayoría de los alumnos odian a Don
Mariano porque dicen que es muy exigente y severo, yo en cambio
pienso que debe actuar así porque tener tantos alumnos
bajo su tutela es muy difícil. Y aunque a veces parece
que sus decisiones no tienen ningún sentido, al final
siempre nos beneficia, tal como ocurrió con mi hermano
Jesús.
- Quiero que me hagas un favor, Joselin. Quiero
que le enseñes el colegio a tu nuevo compañero,
se llama Sebastián Roca.
Detrás del viejo director aparece un
chico delgado, y de aspecto asustadizo, y aunque también
su mirada me incomoda, al final le digo a Don Mariano que
lo haré.
Decido comenzar enseñándole el patio. Mientras
caminamos, veo que el chico baja la mirada cada vez que intento
hablarle, cosa que me molesta. Cuando lo hace por cuarta vez,
ya no puedo contenerme.
- ¿Por qué no me miras? –le
digo con brusquedad-. ¿Es que acaso tengo monos en
la cara?
Tarda en responder, pero al final me dice algo.
- Tú eres a la que llaman la siniestra.
- Sí ¿Tienes algún problema con eso?
- Al contrario –responde con alegría-. Me encanta
tu mote. Mola un montón.
Su respuesta me desconcierta, pero después
de un rato seguimos caminando.
Esa tarde por primera vez desde que empecé el curso
llegué a casa sonriendo. Creo que le daré otra
oportunidad al colegio, tal vez me tropiece con más
Sebastianes, quien sabe.
6. EL DIA DE LOS DOS VESTIDOS
Hoy es un día feliz para mí, porque
celebro mi primera comunión. No es que sea muy religiosa,
la verdad, pero hoy me van a dar muchos regalos.
El primero ya lo abrí esta mañana, es el vestido
que usaré en la ceremonia, regalo de mi abuela Victoria.
Es totalmente blanco con un lazo en la espalda y según
mamá, con él parezco una princesa.
Esperó en mi habitación, porque quiero enseñarle
el vestido a papá, y en cuanto entra, se queda boquiabierto
y me dice que parezco un angelito. Estoy tan contenta que
corro a abrazarlo.
- Esa no es forma de saludar, jovencita –me
dice muy serio, rechazando mi abrazo-. Hoy como eres una princesa,
solo puedes actuar como tal.
Los dos nos reímos, y entonces le tiendo
mi mano para que pueda besarla.
Pero apenas me la coge, algo raro ocurre. Una extraña
sensación recorre mi cuerpo como si toda esta situación
la hubiera vivido con anterioridad, aunque ahora no puedo
recordarlo. Un dejavu, me dijo Jesús que así
se llamaban, y según él, solo le pasa a niñas
raritas como yo. Mamá me había advertido que
cuando me volviera a ocurrir, tomará una de mis pastillas.
De repente Vladimir entra en mi habitación, y acercándose
a papá, le pide que vaya a recoger a Aurora, que llega
al aeropuerto de su viaje a Inglaterra. Después de
remolonear un rato, papá le dice que sí, y mientras
me suelta, notó como el dejavu lejos de desaparecer,
se hace más fuerte.
Quiero decirle que no vaya, pero no puedo. Mamá me
hizo prometer que nunca más hablaría de estas
cosas, porque esas imágenes en mi cabeza, según
ella, son solo fantasías de mi mente y si la gente
se enterase, me llamarían loca. No quiero que papá
piense que lo soy.
Por eso, salgo corriendo hacía el baño para
abrir mi frasco de Seroquel y tomarme una de mis pastillas
rojas. La ilusión del coche de papá saliéndose
de la carretera, quiero que se desvanezca.
……….
Hoy es un día triste para mí,
porque mi padre ha muerto.
Mi abuela, entre sollozos me ha traído un regalo. Dice
que debo usarlo mañana durante la ceremonia.
Sin fuerzas, lo abro para descubrir que es un vestido negro
con un lazo en la espalda. Es curioso que mi primer y último
regalo de mi comunión, me lo haya dado la misma persona
y que fuera la misma cosa, aunque se que esta vez, con él
puesto, no pareceré una princesa.
7. EL DIA QUE LLORÉ LAGRIMAS ROJAS
Mientras dejo caer una a una las pastillas,
observo como se deshacen dentro del váter, dejando
el fondo de un color escarlata. Vistas desde lejos, parecen
pequeñas lágrimas rojas.
Ayer enterramos a papá, y en ningún momento
fui capaz de mirar a los ojos de mi madre. Ella con sus miedos
es la verdadera culpable de que no haya podido salvarlo, por
lo tanto la considero responsable de su muerte.
Lo primero que he hecho al levantarme es deshacerme del Seroquel.
No tomaré ninguna pastilla más. Mentiré
si hace falta, pero no volveré a probar ningún
medicamento que evite que vuelva a tener imágenes en
mi mente. Se lo debo a mi padre.
- Joselin –oigo la voz de mamá
desde el otro lado de la puerta-. Sal rápido, que el
desayuno esta servido.
- Ya voy –le respondo con frialdad mientras con rabia
tiro el resto de píldoras.
No sé cuanto tiempo seguiré enfadada
con ella, pero lo que tengo claro es que no se lo perdonaré
nunca.
Como penitencia, no le diré que en el sueño
de anoche he visto como va a morir. Se lo tiene merecido.
8. EL DIA QUE APRENDÍ, QUE SIEMPRE HAY QUE TENER A
MANO UN BUEN LUGAR DONDE ESCONDERSE
Escucho pasos.
Salgo de mi escondite y corro hacia otra habitación
con la esperanza de que no me encuentre. Es mi última
oportunidad.
Desde hace un rato intento escabullirme de casa de Andrea,
pero su padre ha cerrado la puerta del sótano. Tengo
miedo.
Me dijo que todo saldría bien, que lo único
que debía hacer era ponerme ese extraño vestido
y hacer lo que me pidiera, delante de su cámara. Pero
como todo esto me estaba incomodando, decidí escaparme.
Silencio. No escuchó nada, solo silencio.
Creo que ahora si he podido darle esquinazo, por eso algo
confiada salgo de mi guarida, pero apenas doy un par de pasos,
una mano me sujeta el brazo. Me ha descubierto. Estoy perdida.
- Y ahora con ustedes Five Kids
Esa es la señal.
Andrea, Lucia, Fernanda, Pilar y yo salimos al escenario vestidas
con unos trajes muy cursis llenos de lentejuelas, para a continuación
empezar a bailar y cantar tal como nos pidió Manuel.
Parece ser que el padre de Andrea es escenográfo profesional,
y que el Colegio le pidió que para la obra de final
de curso preparase algo especial. El ha decidido que cantemos
una canción muy popular, de un grupo llamado Spice
Girls. Todo esto es muy humillante para mí.
Se que pronto haremos un descanso, por eso y en cuanto tenga
otra oportunidad, desaparezco. Ya le echado un ojo a un escondite
mejor.
9. EL DIA QUE ENCONTRE LA FOTOGRAFÍA DEL HOMBRE CON
EL BIGOTE GRACIOSO
He buscado por todos lados y no lo encuentro,
¿que extraño? Tiene que estar en el cuarto de
mi hermano menor.
Esta mañana vi como Vladimir entraba a su habitación
con una caja azul en sus manos. Su comportamiento me pareció
algo extraño y entonces fue cuando entendí que
tanto secretismo se debía a mi regalo de cumpleaños.
Sino, ¿que otra cosa podía ser?
Todos los trece de Junio hacemos lo mismo, Vladi esconde mi
regalo en algún sitio de la casa hasta que lo encuentro,
pero esta vez lo he sorprendido haciendo trampas. En las habitaciones
no vale.
Los mayores dicen que mi hermano ha cambiado, que con el pelo
rapado y esas botas militares parece más un macarra
que un chico de dieciséis años; pero yo no lo
creo, más bien coincido con la doctora Malasaña
que me explicó que cada uno busca a su manera afrontar
los golpes que recibe, y por eso él actúa de
esa forma. Ahora, viendo como mantiene nuestra tradición,
demuestra que estoy en lo cierto. Sigue siendo el mismo.
Mientras echo un vistazo dentro de su armario, noto como en
el fondo hay una tabla suelta, me apresuro a sacarla para
descubrir la caja azul. Premio.
Sin dudarlo, abro el paquete encontrando una vieja fotografía,
junto un pantalón raído y una chaqueta verde
con una extraña insignia en un brazo. Definitivamente
no es mi regalo, que decepción.
Guardó todo y sigo con la búsqueda. Esta vez,
decido echar un vistazo debajo de su cama. Entonces oigo como
la puerta se abre y al levantar la vista, miró como
un sorprendido Vladimir me observa.
- ¿Dónde lo escondiste? –le
pregunto algo cansada de tanto indagar. Sin mediar palabra,
mi hermano me suelta una fuerte bofetada que me hace caer
al suelo, luego, me levanta del mismo y me lleva fuera de
su habitación.
- No vuelvas a entrar a mi cuarto, Joselín, te lo prohíbo
–me dice muy serio mientras no dejo de sobarme la cara.
- Le diré a mamá que me has pegado.
- ¿Y que me va a hacer?–se ríe a carcajadas-.
Si te vuelvo a pillar dentro, te vas a enterar –al terminar
de decir esas palabras, da un portazo en mis narices.
Tengo ganas de llorar pero me aguanto, no le
daré ese gusto.
Esta noche durante la cena me chivaré a Jesús.
Le diré que Vladimir esconde en su armario, un feo
disfraz con un emblema de dos eses negras entrelazadas y la
foto de un hombre de ridículo bigote con la mano alzada.
Ya verá lo que vamos a reírnos a su costa.
10. EL DIA QUE ENTENDÍ, QUE HAY JUEGOS
QUE ES MEJOR NO JUGAR
Empiezo a sentir frío.
Mientras a duras penas intento llegar a donde se encuentra
mi amigo Sebastián, noto como mi cuerpo todavía
no se ha recuperado al cien por cien del esfuerzo que acabo
de realizar. El pensar que estuve a punto de morir allí
abajo me hace temblar, pero por lo menos conseguí lo
que me proponía.
Hace unas horas discutí con las gemelas Fernanda y
Lucía Aguirre, si sería capaz de llegar al final
de la pequeña mina y regresar antes de que todos volvieran
de la excursión. No pude negarme.
Cuando sólo había descendido un trecho, noté
como mis piernas empezaban a flaquear, hasta tal punto que
mientras intentaba encender la llama de la vela, tuve que
sentarme y cerrar los ojos. Notaba que de un momento a otro
iba a desplomarme.
Lo que paso en ese momento no lo sabría explicar, ya
que cuando abrí los ojos, la mirada de un niño
estaba clavada en mi rostro, provocándome un susto
de muerte.
- ¿Quién eres? –le pregunto
todavía con el corazón en la boca.
- Soy Andrés Linares –me contesta algo asustado-
¿Qué haces aquí?
- Quería llegar al final de la mina, pero mi vela se
apagó, y no puedo encenderla.
- Es muy peligroso estar aquí abajo. Yo te guiaré
a la entrada.
Seguí entonces al pequeño temiendo
no ser capaz de ir a su ritmo, pero al observar como de repente
aparecía una pequeña mancha blanca en el horizonte,
no pude evitar sonreír al saber que el final de mi
odisea esta próximo.
- Como ves estamos en la entrada de la mina
–me dice el niño apenas llegamos arriba-.Ya puedes
salir sin ayuda.
- ¿Es que no vas a venir conmigo, Andrés?
- Estoy esperando a mi padre. Debe estar al llegar.
- ¿Tú vives aquí?
- No, tonta. Mi padre es el dueño de estas tierras
y de esta mina también. Estoy jugando al escondite
con él.
Decido no insistir y despidiéndome, salgo
de la mina.
- ¡Es que estás loca, Josy! –me
reprende Sebastián apenas me ve-. Porque le haces caso
a esas dos arpías. Es que no sabes que las Aguirre
te tienen manía.
- Debía probar que podía.
- ¿Que podías llegar al final de una mina clausurada?
Vaya logro –me dice con algo de decepción-. De
veras, Josy, no se en que estabas pensando.
Y mientras me tomo mi tiempo en responderle,
ya que no quiero decirle que lo que buscaba en realidad era
descubrir si era capaz de contactar con el espíritu
del niño que había muerto medio siglo atrás
mientras jugaba con su padre, decido que lo mejor para nuestra
amistad, es que siga ignorando “mi habilidad”.
- Tienes razón, Sebas. No sé en
que estaba pensando.
11. EL DIA QUE DESCUBRÍ QUE NO ES LO MISMO ROBAR, QUE
TOMAR PRESTADO SIN PERMISO.
Mientras contemplaba los billetes que tenía
en la mano, no dejaba de pensar que faltaba dinero. Necesitaba
diez mil pesetas.
- ¿Y de donde saco el resto? –pregunte
en voz alta, aunque ya sabía la respuesta.
Pero antes de llegar a tal extremo, prefería
agotar la otra alternativa que me quedaba. Convencer a mamá.
Intentaría persuadirla, y conociéndola, eso
significaba decir la verdad de cómo me había
enterado. Sabía que eso me traería problemas
pero debía arriesgarme. Resignada a mi suerte, entré
en su habitación, y para mi sorpresa no había
ni rastro de ella.
- ¿Si son las seis de la mañana?
¿Dónde puede estar?
Fue cuando escuché un ruido que provenía
de la cocina. Corrí hacía allí y encontré
a mi madre tirada en el piso, borracha. Su aliento a alcohol
llegaba hasta la puerta y por la ropa que llevaba, deduje
que había pasado la noche durmiendo en el suelo. Patético.
Mi primera reacción fue enfadarme con ella, reprocharle
por la penosa imagen que estaba dando, pero entendía
que lo importante en este momento era Vladimir. No quedaba
mucho tiempo.
Sin pensarlo más, subí hasta la biblioteca,
y sacando el cuadro de las meninas, introduje la combinación
correcta en la caja fuerte para encontrarme de frente con
el dinero de la herencia. Esas pesetas que guardaba mamá
para la universidad.
- Robar por una buena causa no es robar, Josy.
Es solo tomar prestado sin permiso –repetía una
y otra vez, como si con ello me convenciera de que lo que
hacía no era malo.
Saqué el billete de diez mil que me hacía
falta, para luego introducirlo en el interior del sobre, junto
con el resto. Luego, dejando todo como lo encontré,
me acerqué al perchero de la entrada donde lo metí
en uno de los bolsillos de la chaqueta verde.
- Justo a tiempo –dije en voz baja al
ver como Jesús ya bajaba a la cocina dispuesto a desayunar.
Entonces todo ocurrió como en mi premonición.
Sonó el teléfono, Jesús contestó
y sin aclararme a donde iba salió por la puerta.
No hacía falta que mi hermano dijera nada. Sé
que la policía llamó para avisar de que Vladimir
estaba detenido, acusado de haber agredido a un indigente.
Jesús no tendrá problemas en pagar la fianza.
Ya me he asegurado de que saliera bien abrigado esta mañana.
12. EL DIA QUE LAS LUCI-FER ME HICIERON VER
COMO ERA REALMENTE
Mi madre la ha vuelto a liar.
Para la celebración de mis quince años no se
le ha ocurrido otra cosa que invitar a toda mi clase, por
lo que ahora me encuentro atrapada en mi propia fiesta con
gente que no me gusta, como Lucía y Fernanda Aguirre.
Y todos saben que las Luci-Fer me la tienen jurada.
A Sebastián se le ocurrió el mote, porque las
gemelas son realmente malas. Siempre que traman algo, ocurren
cosas terribles, y sé que hoy no será una excepción.
- ¡Qué pasa Josy! ¿No te
diviertes? –me dice Lucía en cuanto se percata
de mi intención de abandonar la fiesta en compañía
de Sebastián.
- ¿Porque no nos enseñas tu casa? –agrega
su hermana-. Todavía no la hemos visto.
Trampa. Mi cerebro me dice que es un engaño,
y la mirada de Sebas me lo confirma. Decido declinar la oferta,
pasándole el marrón a mi madre. ¿Acaso
no fue ella quien las invitó? pues que sea ella la
anfitriona.
Y cuando pensaba que me había librado, Pilar Martinez,
la mejor amiga de las hermanas, entra en acción. Fingiendo
un repentino dolor de estomago, le pide a mi madre que le
atienda.
- ¿Porque no le enseñas a todos
el piso de arriba Joselin? Voy a ver que le pasa a tu amiguita.
Resignada subo por las escaleras, y tan solo
tres peldaños más tarde, sufro en mis carnes
las consecuencias.
- Además de siniestra, patosa –se
burla Fernanda-. Mira que tropezar con mi pie y caerte de
bruces. Tienes que tener más cuidado.
Es la gota que colma el vaso, estoy furiosa.
Mientras mis supuestos amigos se ríen, me levanto de
un salto para empujarla, haciendo que caiga al suelo de forma
estrepitosa.
Grave error. Las gemelas reaccionan y levantándome
por lo brazos, me llevan hasta el baño, donde me arrinconan.
- Has tirado a mi hermana, bicho raro. Te daré una
buena lección –y cuando ya me preparaba para
recibir el puño de Lucía, Fernanda con una sonrisa
malévola lo evita.
- Vamos a darle una oportunidad, hermana. Si eres capaz de
hacerme caer otra vez, Josy, te dejaremos en paz para siempre.
Pero en caso contrario, serás nuestra esclava hasta
el fin de los tiempos.
No hay manera de ganar. Delante de mí
se encuentra una chica de metro setenta y por lo menos ochenta
kilos. ¿Cómo demonios iba a moverla si esta
vez no podía sorprenderla? La respuesta me llegó
al instante.
Esta bien, le dije y lentamente me acerqué a ella.
Y cuando Fernanda esperaba que la empujara, mis manos se fueron
directamente a su cabeza, donde sosteniendo su rostro le estampe
un sonoro beso en los labios. Tres segundos más tarde,
la chica se tambaleó y cayó como un árbol.
- Has hecho trampa –protestó Lucía,
pero a esas alturas nadie le hacía caso, solo reían
y reían. Un minuto más tarde, ambas abandonaban
la fiesta sin pronunciar palabra.
- Josy, has conseguido derrotar a las Luci-Fer en su propio
juego –me felicitó Sebastián- ¡No
volverán a molestarte!
- Eso espero.
- Por cierto, ¿Cómo es besar a una Aguirre?
Como chica que eres, debió ser un suplicio.
- Un verdadero suplicio –le dije, pero mientras más
veces repetía esas palabras en mi mente, menos me las
creía.
13. EL DIA QUE APRENDÍ QUE LOS SECRETOS SON SOLO PARA
LOS AMIGOS DE VERDAD.
Desde que vencí a las gemelas Aguirre,
he conseguido que mi popularidad suba como la espuma. Tal
es así, que ya no me llaman Siniestra, sino Diestra
Josi.
Al principio no le daba importancia, pero poco a poco he descubierto
las ventajas que conlleva esta situación. Y empieza
a gustarme.
Antes en el comedor siempre estaba sola, ahora todos se pelean
por sentarse junto a mí. Hasta los chicos, que antaño
no me hacían ni caso, ya me miran con otros ojos.
Lo único malo es que Sebastián ha dejado de
hablarme. Dice que es inmoral que me convierta en lo que odiaba,
pero creo que lo que siente es envidia.
- Joselin, tienes que venir a mi fiesta este
finde –me ruega Pilar Martinez, la ex amiga de las gemelas.
Últimamente somos uña y carne-. Rei me pregunto
si tú ibas a venir.
Cuando Pili habla de Rei, habla de Reinaldo
Arias, el chico más guapo del instituto, el objeto
de deseo de todas las chicas. Yo de verdad no estoy interesada
en él, pero se que debo ir, si quiero mantener mi status.
Decido decirle que sí, con la mala suerte que Sebas
pasaba por allí. Negando con la cabeza, siguió
andando sin dignarse a mirarme.
Por fin llega el sábado. Aparezco en la fiesta y descubro
que Reinaldo me espera impaciente. Conectamos en seguida,
además de guapo es inteligente y me sorprendo hablándole
de ciertos temas que solo me atrevía a mencionar a
Sebas. En un momento de nuestra conversación, advierto
que quiere besarme, y es cuando caigo que lo estoy engañando.
Al no ser totalmente sincera con él, le doy falsas
esperanzas.
- Solo te gusto como amigo ¿verdad? –me
dice el chico como si me hubiera leído el pensamiento-.
Es por Sebastián ¿a que si?
- No es por él –le respondo con franqueza-. Es
que no estoy segura de que me gusten los chicos.
Apenas lo dije, me di cuenta de mi error. Por
un momento pensé que se burlaría de mí,
pero Rei me aseguró que de sus labios no saldría
ni una palabra. Luego se ofreció a acompañarme
a casa.
- Joselin, que me vaya al infierno si desvelo
lo que me has contado. Puedes confiar en mí –fue
lo último que dijo antes de seguir en dirección
a su casa.
Pronto comprendí que me había
mentido. Lo intuí cuando nadie me esperaba el lunes
por la mañana para acompañarme a clase, y lo
ratifique cuando “Bollera Josy” aparecía
grabado en la mesa donde me sentaba. Esa noche lloré
amargamente.
Sin muchas ganas me levanté al día siguiente,
sopesé el no ir al instituto, pero imaginando lo que
se reirían a mi costa, decidí no darle ese gusto.
Cual fue mi sorpresa al descubrir que había alguien
esperando fuera.
- Hay rumores de que tienes nuevo mote. Pero
sinceramente, Siniestra Josy, te pega más –la
voz de Sebas me daba la bienvenida, con una mirada de “nada
ha pasado” y una sonrisa de “que tal si me abrazas
y seguimos siendo amigos”. Sin pensarlo dos veces, fui
a su encuentro.
- Bueno ¿y ahora que piensas hacer?
- Primero, volver a ser yo misma. La pija Joselin se ha ido
para siempre. Y segundo, asegurarme que Reinaldo Arias cumpla
lo que me prometió. Dijo que si me traicionaba se iría
al infierno, me cercioraré que sea así –al
terminar de hablar empecé a caminar.
..........
Mientras Sebastián acompañaba
a Joselin, no dejaba de sentirse culpable. Doble traición,
pensó, apuñalar a su amiga divulgando su secreto,
y luego, culpar a otro de su pecado. Sabía que si algún
día ella lo descubría no habría perdón,
pero con gusto pagaría el precio sin con ello recuperaba
a Siniestra Josy.
14. EL DIA QUE DESCUBRÍ QUE MIS TEORIAS NO SON SIEMPRE
INFALIBLES.
- Don Mariano Cano se retrasará un poco
más. Así que tendrán que esperar –anunció
a toda el aula Milagritos, la secretaria del director. Nos
tocaba clase de Lengua con él.
Mientras aguardábamos su regreso, decidí
continuar con la lectura de mi último libro. El que
me dio mi psiquiatra como regalo de despedida.
Siempre me ha gustado leer y cada vez que tengo oportunidad,
lo hago. Por eso cuando la doctora Isabel Malasaña
me dio la opción de escoger el que yo quisiera, me
incline por Las Claves del Comportamiento Humano, de José
Manuel Opi.
Mi nueva obsesión es saber como funciona la mente humana.
Quiero entender porque algunas personas actúan de forma
tan cruel, y pensé que en la psicología podría
descubrirlo. La elección la cogió por sorpresa,
pero al final, la doctora Isabel cedió.
- No todos tienen capacidad para entender este
libro, Joselin –recuerdo que me comentó antes
de entregármelo.
- Pero yo no soy como todos los demás, Isabel –le
dije justo cuando traspasaba su puerta. Fueron nuestras últimas
palabras.
Desde ese momento ha transcurrido más
de un mes, en el que he podido estudiar a fondo el manual
y que me han servido para entender determinados comportamientos,
y llegar a una conclusión. Somos víctimas de
nuestros genes.
Por ejemplo, las gemelas Aguirre, su actitud se debe a la
represión de sus padres, que hace que sientan mucha
agresividad hacia su entorno, y por ello tienen la necesidad
de enfrentarse a cualquier persona que consideren una amenaza;
en resumen, son las matonas de mi curso. O Pilar Martinez,
que necesita constantemente sentirse querida debido a que
no ha tenido una buena figura paterna, por eso delante de
los chicos actúa como una persona que busca afecto
de cualquier tipo; es decir es la buscona.
Aplicándolo a más gente de mi instituto, he
descubierto que: Don Mariano es un moralista inflexible, o
Milagritos una cotilla incorregible, o que mi amigo Sebastián
es una persona implacable, o que yo… soy una cabezota
muy rencorosa.
La única personalidad con la que no he podido acertar,
es la de Reinaldo Arias. Según mis conclusiones debe
ser un chico tímido y responsable que favorece la convivencia
del grupo. Humilde y muy fiel con sus amigos. Pero en vistas
de lo que me hizo, sé que me he equivocado en algo.
Tendré que indagar más.
- El director Cano esta hablando con un alumno
en estos momentos –escuchamos la voz de Milagritos-.
Parece que han hallado droga entre sus cosas.
Tendré que apurarme en descubrir el error en mi teoría
sobre Rei. Por lo que he oído, Don Mariano ya ha encontrado
la bolsa de marihuana que puse en su maleta. Espero tener
suficiente tiempo para encontrar mi fallo.
15. EL DIA QUE SUPE QUE LOS RUISEÑORES
NUNCA MIENTEN
- ¿Un ruiseñor?
- Sí. Un ruiseñor, Sebastián ¿Es
que no me has oído antes? –mi amigo continuó
sonriendo. Se lo estaba pasando en grande.
- A ver si lo he entendido. El pájaro de tu sueño,
que según me has dicho, eras tú misma; ¿sobrevolaba
por distintas escenas de tu vida recordándote cosas
que habías hecho?
- Exacto. Y mientras lo hacía, también susurraba
frases.
De la risa, Sebas se cayó de la silla.
Sus carcajadas retumbaban en las paredes a la vez que se revolcaba
por el suelo. Decidí por tanto, repasar mentalmente
la parte que me inquietaba de la visión. Lo de Sebastián
iba para rato.
El ruiseñor, o sea yo, volaba por encima de un grupo
de adolescentes. En ese momento, dos niñas tan altas
como torres, acorralaban a una más pequeña a
la vez que un chico desgarbado se escondía entre el
tumulto. Un segundo más tarde, cuando la chica lograba
derribar a una de sus oponentes, éste salió
de su escondrijo a felicitarla. Apenas ocurrió, de
mi garganta salieron aquellas palabras.
Sin tiempo para reaccionar, me doy cuenta que estoy en otro
lugar. Era de noche y me elevó sobre una pareja que
hablaba por fuera de un portal. La muchacha, era la chica
asediada de la escena anterior, y en ese instante se despedía
del chico con quien conversaba. Mientras se alejaba, él
le hace una promesa. Apenas la escucha, ella sonríe
encantada. No muy lejos de allí, una tercera persona
los observa con interés. Entonces es cuando vuelvo
a repetir la misma frase.
- Josy, una última pregunta –la
voz de Sebastián me saca de mis pensamientos. Su cara
todavía esta roja de tanto reír- ¿Qué
era lo que susurraba el pájaro ese?
- Dijo: El verdadero traidor esta ante tus ojos, Joselyn.
No tardarás mucho en descubrirlo.
En cuanto terminé de pronunciar esas
palabras, Sebas se quedó sin habla. Su rostro palideció.
Ya no reía.
Mientras permanecíamos callados, me percaté,
que ahora otra sonido retumbaba por las paredes. El silencio
de la traición. Y a la vez que ocurría, me di
cuenta que en ese instante mi amistad con Sebastián
se revolcaba por el suelo, herida de muerte.
16. EL DIA QUE PERDÍ UN AMIGO, PERO GANÉ
UN COMPAÑERO PARA TODA LA VIDA
Me bastó ver la reacción de Sebastián
para entender que lo había hecho. Al final, mi sueño
resulto ser otra premonición.
- No podía permitir que te convirtieras
en uno de ellos, Josy. Lo que hice, fue para que reaccionaras.
Así se justificó Sebas. Sus palabras
sonaban a suplica desesperada.
- Te aseguró que lo has conseguido, Sebastián
Roca. Desde hoy no existes para mí.
Con tristeza me aparte de su lado, estaba abatida.
Mi mejor amigo me había clavado un puñal en
el corazón, y yo, ilusa, lo saque de allí, para
alojarlo cruelmente en la espalda de Reinaldo Arias. Mi pecado,
era mucho mayor que el de Sebas.
A Reinaldo lo habían expulsado del instituto por algo
que no había hecho, mejor dicho, por algo que yo había
hecho; y su padre, el teniente alcalde del pueblo, lo enviaba
a una academia militar de la capital para tapar el asunto.
No lo podía permitir.
Con decisión, me fui hacía su casa. Tenía
que confesar mis pecados, y como si la suerte me sonriera,
observé como Rei caminaba en mi dirección. Era
mi oportunidad.
- Necesito hablar contigo, Reinaldo. Es muy
importante.
- Déjame tranquilo, Josy. No quiero ver a nadie –ni
siquiera se digno a detenerse, simplemente ignoro mis palabras
y se dispuso a cruzar la calle.
- TIENES QUE ESCUCHARME –le grité desde lejos
pero no hizo caso, continuaba andando. Tenía que intentar
algo más drástico para atraer su atención-.Yo
fui quien puso la droga en tu mochila.
Como por arte de magia se detuvo. Se dio la
vuelta, y cuando se preparaba a soltarme lo que sería
una larga lista de improperios, algo impidió que de
su boca saliera sonido alguno. El autobús de las doce,
que se le echó encima silenciándolo para siempre.
Esa noche no pude pegar ojo. La culpa no me dejaba descansar,
por eso no me sorprendió descubrir que el reloj marcaba
las siete y cuarto, en cambio, el ver como alguien lo sostenía
entre sus manos, sí. No estaba sola.
- Tú me arrebataste la vida, Joselyn
Iriarte –habló con voz de ultratumba el fantasma
de Reinaldo Arias-. Por eso, estaré en la tuya hasta
que se acabe.
Tardé unos segundos en reaccionar, pero
cuando por fin lo hice, una sonrisa se escapó de mis
labios.
- Es lo justo –le dije con tranquilidad,
y con una sensación de alivio me acosté a dormir.
La culpa empezaba a desvanecerse.
17. EL DIA QUE MARC ME DIO EL EMPUJÓN QUE ME FALTABA
Mientras escuchaba desde mi habitación
los gritos de Marc, continuaba escribiendo como si nada. El
novio de mi madre, había vuelto hacer de las suyas.
Hacía tiempo que no pasaba por casa, pero cuando se
dejaba ver, siempre era para sacarle dinero. Al principio
ella le decía que no, pero luego de unas cuantas carantoñas,
acababa cediendo. Marc siempre lo conseguía.
Antes, cuando mi hermano Vladimir vivía aquí,
le reprendía con dureza por su idiotez, pero desde
que se había ido a un piso de las afueras con su novia
Roma Daconte, las pocas veces que la veía, pasaba de
ella. Jesús, en cambio, ni sabía de la existencia
de Marc, ya que hacía dos años que estaba en
Canarias estudiando arquitectura.
- Es que no piensas hacer nada. Es tu madre
–me dijo de repente el espíritu de Reinaldo.
Llevaba un rato presenciando la discusión.
- Le he ofrecido mi ayuda y siempre hace lo que le da la gana.
Nunca más. Yo me lavo las manos en este asunto.
- A veces pienso que por tus venas no corre sangre, Josy.
- Mira quien fue hablar. Si mal no recuerdo, tú eres
el que estás muerto.
Esa respuesta pareció ofenderle, ya que
sin decir más, Rei se fue flotando a su rincón.
Últimamente estaba más susceptible de lo normal.
Vale que tenga que verle todos los días, a todas horas
y en cualquier circunstancia, pero el tener que aguantar sus
pataletas como si fuera un niño malcriado, eso sí
que no.
Desde el día del accidente, Reinaldo no se despegaba
de mi lado tal como prometió. Al principio me costó
acostumbrarme, sobre todo porque como era la única
que lo percibía, debía tener cuidado de que
no me oyeran hablando con él, pero luego descubrí
que había ventajas. La mejor, que siempre tenía
con quien conversar.
- Lo siento, Rei. No debí echarte en
cara eso de que estas muerto.
- Más sabiendo que fue tu culpa.
- Más sabiendo que fue mi culpa –afirmé
cansinamente-. Y ahora si me permites, quiero terminar de
rellenar mi solicitud.
Cogí el papel y completé las casillas
que me faltaban. En cuanto llegué a la última,
me percate que había dejado una en blanco. El lugar
donde iba a estudiar. Sin pensarlo más escribí
Universidad de La Laguna.
- ¡Eso esta en Tenerife! –me indicó
Rei-. ¿Es que nos vamos a Canarias?
- La Facultad de Psicología en esa universidad tiene
mucho prestigio. Será un buen sitio donde seguir con
mi vida. Además, tendré a mi hermano Jesús
más cerca.
- Pero ¿no te da pena lo que dejas atrás? Vladimir,
tu abuela y tu madre están aquí.
- La verdad es que no –me sorprendió lo rápido
que salieron esas palabras de mis labios.
Y sabía que por muchas pegas que mi madre
me pusiera, lo conseguiría. Marc me mostró cual
era el camino a seguir. Al final, hasta iba a tener que darle
las gracias.
18. EL DIA QUE ME LIBRÉ DEL PROFESOR
MÁS DURO DEL CURSO
Dos semanas en Tenerife bastaron para comprobar
que había tomado la decisión correcta. La Facultad
de Psicología de la Universidad de La Laguna era perfecta
para mí.
El ambiente era muy bueno. No me sentía juzgada ni
por mi forma de vestir ni por lo que pensaba. En otras palabras,
era lo que andaba buscando.
Solo una cosa consiguió amargarme mis primeros días
como universitaria. Reinaldo.
Desde que llegamos, el fantasma de Reinaldo Arias no hacía
más que quejarse, que si el cuarto era pequeño,
que si había demasiada claridad, que si su rincón
era demasiado estrecho. Sus lamentos llegaron a tal extremo,
que tuve que cambiar de habitación varias veces en
la residencia, para que me dejara en paz.
Pero en clase todavía era peor. Se pasaba todo el tiempo
susurrándome improperios o haciendo preguntas incomodas
que me desconcentraban. Estaba a punto de explotar.
- Rei, tienes que relajarte ¿Es que no
puedes dejarme tranquila aunque sea un rato?
- Soy un alma en pena que prometió perseguirte hasta
el fin de tus días, Joselyn Iriarte –me respondió
con esa voz de ultratumba que usaba cuando quería causarme
impresión-. Mi trabajo es que no consigas la paz, hasta
que dejes este mundo.
- Lo entiendo. Pero no lo puedes hacer fuera de horas de clase.
Mis apuntes de hoy son un asco.
Al final conseguí hacer un trato con
él. Cuando estuviera en la universidad, dejaría
de acosarme, a cambio, yo le llevaría, como mínimo
dos veces al mes, a un cementerio de aquí cerca. Según
él, el hecho de ser un espectro no significaba tener
que descuidar su vida social.
A partir de ese instante todo transcurrió con tranquilidad,
hasta esta mañana, cuando sin previo aviso cambió
el acuerdo. Durante la clase de Psicopatología, que
impartía el doctor Mauro Corrales, empezó a
olisquear a los presentes mientras flotaba por el aula.
El profesor Corrales era un hueso, y su fama de estricto hacía
que todos estuviéramos rectos como velas. Según
nos advirtieron, solía elegir a uno de los alumnos
del curso para demostrar su poder. Si te tocaba, estabas perdido.
Por eso, el ver como el espíritu de Reinaldo revoloteaba
por toda la clase, me ponía de los nervios.
- ¿Qué haces? –le susurré
aprovechando que estaba cerca de mí.
- Intento averiguar de donde viene ese olor –sin esperar
a que le preguntara la razón, continuó hablando-.
Mañana, alguien de esta aula, morirá.
- ¡Que acabas de decir! –esa frase se escapó
de mis labios consiguiendo que más de cien personas
giraran sus cabezas en mi dirección, entre ellas la
del profesor Corrales.
- Acabo de decir que la esquizofrenia podría provocar
alucinaciones –repitió el profesor consiguiendo
carcajadas entre los presentes-. Y viendo el poco interés
que le dedica a mi clase, creo que lo mejor será que
se vaya.
En vistas de que no hablaba en broma, decidí
levantarme. Tal vez tendría la suerte de que no supiera
como me llamaba. Poco me duró la alegría.
- Por cierto, señorita Iriarte, para
el lunes quiero un resumen de la materia dada en la clase
de hoy. La tendrá que leer delante de sus compañeros,
sino ni se moleste en venir.
Y cuando estaba convencida de que estaba sentenciada, el dedo
de Reinaldo me hizo ver que la situación no era tan
grave como pensaba. En ese momento, señalaba en dirección
al viejo docente. Rei había encontrado lo que buscaba.
- El lunes lo traeré sin falta, profesor
–pero mentía, para que amargarle su último
día al pobre hombre.
19. EL DIA QUE SUPE QUE MI KRIPTONITA VENÍA DE RUSIA
Tal como vaticinó Reinaldo Arias, el
profesor Corrales falleció al día siguiente.
Ataque al corazón. Pero lejos de asustarme el descubrir
esa nueva faceta en el fantasma, una creciente curiosidad
se despertó en mi interior, y solo había una
forma de aplacarla. Tenía que averiguar que tipo de
habilidades poseía.
No era fácil, Rei era muy reservado, y nunca hablaba
de sí mismo, pero en contadas ocasiones bajaba la guardia.
Hoy presentía que era uno de esos días. Debía
intentarlo.
- ¿Y si nos quedamos un rato más
en el cementerio? Hace una mañana esplendida –le
dije con falsa cortesía, y al ver como el espíritu
asentía, resolví continuar con el plan. Cuando
estaba de buen humor Reinaldo se volvía más
dócil-. Dime Rei ¿Como sabías que el
profesor iba a morir? ¿Es que acaso tienes una especie
de superolfato?
- Cuando una persona va a fallecer, su cuerpo emana un olor
que puedo detectar. Solo me ocurre veinticuatro horas antes.
- ¿Pero deben morir decenas de personas al mismo tiempo?
¿Es que puedes percibir el olor de cada una de ellas?
- No, Josy. Solo de las personas próximas a tí
–su respuesta me dejó helada, pero no era el
momento de achantarme.
Decidí proseguir con el interrogatorio, logrando averiguar
entre otras cosas, que Reinaldo, además de predecir
la muerte, era capaz de percibir a otras almas en pena como
él; también supe que podía ser visto
por otras personas, aunque casi nunca ocurría; o que,
los treinta y uno de octubre, día de hallowen, podía
liberarse de su promesa y alejarse de mí, pero solo
hasta el día siguiente, en que todo volvía a
la normalidad.
Esa tarde cuando llegué a la residencia, sonreía
satisfecha. Un día productivo.
- ¿Tienes un momento, Joselyn? Necesito
hablar contigo –la voz de la directora me cogió
por sorpresa. Me esperaba en la puerta de mi habitación.
Gloria Ramírez, la encargada de la residencia
Sagrada Familia, era mujer de pocas palabras, y rara vez se
dejaba ver, por lo tanto, algo había ocurrido.- Necesito
un favor –continuo ella-. Ha llegado una chica nueva
y tenemos problemas para ubicarla. ¿Podría quedarse
en tu habitación hasta que le encontremos un sitio?
Sería temporal.
Me lo veía venir. Mi cuarto era el más
grande de las habitaciones individuales y sabía que
a veces ocurrían cambios a última hora. Para
evitar ese inconveniente, en mi solicitud deje claro que no
quería compartir, por lo cual, no me podían
obligar. El tener a Reinaldo a mi lado condicionaba mi convivencia
con otra persona. Era un riesgo demasiado elevado. Si llegaban
a enterarse de que veía a un espíritu, seguramente
me internarían en un sanatorio o algo por el estilo.
Era mucho lo que había en juego.
- Sería temporal –repitió
alguien a mis espaldas. La extraña voz pertenecía
a una chica de grandes ojos grises, que en ese momento sonreía
con timidez.
Medía hora más tarde, Katiuska
Martinova dejaba sus pertenencias en mi habitación.
Mientras la observaba con detenimiento, pensaba que tal vez
había exagerado. Vamos, tampoco era para tanto.
20. EL DIA QUE APRENDI QUE POCO ES MEJOR QUE NADA
Lluvia.
Normalmente no le prestaba atención, pero esta mañana
la contemplaba con absurda fascinación. Como si nunca
la hubiera visto en mi vida.
Por las calles, la gente corría a resguardarse mientras
gruesas gotas lo empapaban todo. Era tal la fuerza con que
ya embestía el agua, que supe al instante que mi sueño
se haría realidad. Se mascaba una tragedia.
- ¿Estás seguro que no se puede hacer nada,
Rei?
- Completamente. Contra el destino no se puede luchar, lo
único, esperar.
Pero odiaba esperar. Esperar, era de cobardes.
En la visión, una riada de barro y escombros arrasaba
la capital. Todos aquellos que estuvieran en la calle a eso
de las cinco de la tarde se verían atrapados por la
misma. Con resultado funesto.
De nada sirvió haberme pasado la mañana al teléfono
avisando a diversos sitios sobre lo que pasaría. Nadie
me creyó. Nadie me ayudó. Ni siquiera Reinaldo.
Intervenir, solo aplazará lo inevitable, me había
dicho el espíritu consiguiendo de esa forma ignorar
la desgracia. Si te toca morir, tarde o temprano ocurrirá,
Joselin. No vale la pena oponer resistencia.
Pero yo no opinaba lo mismo.
- Josy, no me encuentro bien –comento
Katiuska mientras con dificultad entraba al cuarto de baño.
Era la cuarta vez que iba en dos horas.
- En un segundo estoy contigo, Katy.
- Poner laxante en su café para que evitar que salga,
no es muy honorable, Joselyn –me recriminó Reinaldo
al ver el estado lamentable de la chica.
- Lo sé, pero si con ello consigo que no vaya a Santa
Cruz, evitando así su muerte, no me importa.
- Evitar, no. Aplazar. El destino de tu amiga ya esta escrito.
- Puede ser, pero lo retrasaré lo más que pueda,
Rei. Tenlo por seguro.
21. EL DIA QUE PATENTE MI PROPIO MECANISMO DE DEFENSA
Las clases de la profesora Inés Marcial
eran cada vez más interesantes. Con diferencia, la
mejor docente de segundo curso.
Su desparpajo a la hora de enseñar, era como un soplo
de aire fresco que conseguía hacerme entender todo
el universo Freud casi sin esfuerzo. En resumen, todo una
gozada.
- Los llamados mecanismos de defensa, son mecanismos
psicológicos no razonados que reducen las consecuencias
de un acontecimiento estresante, de modo que el individuo
suele seguir funcionando con normalidad –explicó
la profesora Marcial, pero al observar como nadie se había
enterado, decidió exponer la idea de una manera más
sencilla-. Para que se entienda, es la forma que tiene nuestro
cerebro de asimilar una emoción que nos sobrepasa.
Un ahhhh se oyó de repente por todo el
aula.
- Es tan importante –continuó hablando-
que si las personas no utilizáramos mecanismos de defensas
ante estímulos muy negativos, probablemente perderíamos
la razón. Por ello, aunque parezca una contradicción,
es bueno que surjan, pero siempre que seamos capaz de controlarlo.
En caso contrario, nosotros los psicólogos entraríamos
en acción, para evitar males mayores.
- El remedio, peor que la enfermedad –dije a modo de
conclusión.
- Algo por el estilo, señorita Iriarte.
Durante la siguiente hora, Inés nos contó
los diferentes tipos de mecanismos que existen para contrarrestar
un trauma, consiguiendo al finalizar la clase, que todos saliéramos
con la sensación de que cualquier problema podía
ser resuelto.
Con esa emoción llegue a la residencia, pero cual fue
mi sorpresa al ver que en el pomo de la puerta de mi habitación,
una corbata estaba colgada. Desconcertada toque la puerta.
- Era una señal para que no molestaras,
Joselin –me susurro una casi desnuda Katy, que en ese
instante asomaba su cabeza por la puerta-. Porque no te das
una vuelta por el campus, estoy con Manu en este momento.
Dame media hora.
- ¿Manuel Merino? ¿El del jaguar? ¿Qué
haces con un tío así? Por si no lo sabes, ya
se ha tirado a media facultad.
- No hables así de Manu. Él me quiere –me
espetó con dureza-. Haz lo que te dije.
Y así lo hice. Sin rechistar di media
vuelta y salí del edificio. Cuando llevaba un rato
caminando observé que mis pasos me llevaron al aparcamiento.
- Debo dejar fluir mi rabia –dije con
calma mientras rompía una de las lunas de un jaguar
gris metalizado y dejaba caer un cubo de basura sobre sus
delicados sillones de cuero blanco-. Es por mi propio bien.
22. EL DIA QUE AÑADI UNA NUEVA ACTIVIDAD
A MI LISTA ROJA
- Entonces ¿no estas de broma?
- Un alma en pena nunca miente, Joselin Iriarte –afirmó
con solemnidad. Cuando Reinaldo se ponía en ese plan,
era insufrible-. Justo cuando esta noche repique la última
campanada de las doce, te liberarás de mi presencia;
hasta medianoche de mañana.
Por fin. Después de tres años
viéndolo a diario, el fantasma de Rei me dejaría
sola. Y si a eso le sumaba, que Katy no volvería de
sus vacaciones en Rusia hasta la semana que viene, todo me
hacía indicar que por primera vez desde que estaba
en Tenerife, tendría toda la casa para mí. Una
pasada.
Por eso, cuando llego el momento de su partida, no pude evitar
sonreír. El perderlo de vista, aunque solo fuera durante
veinticuatro horas, era toda una bendición.
- ¿Y que piensas hacer durante mi ausencia?
- No te lo pienso decir, Reinaldo –le dije con voz juguetona
mientras me despedía con la mano-. Hasta mañana-.
En ese momento, el fantasma se desvaneció.
Era libre. Después de tantos meses, era
libre. Por eso corrí en dirección a mi armario,
donde me esperaba mi cofre. Él de los secretos. Él
de la lista roja.
- Itinerario de Actividades que haré
cuando me separe de Reinaldo Arias –leí en voz
alta. Esperaba esta oportunidad desde hacía mucho tiempo.
Por fin llevaría a cabo aquellas cosas que escribí
en un viejo papel color grana, durante una noche de insomnio
el verano pasado. Se trataba de actividades que no me atrevía
a realizar delante del fantasma. Decidí empezar desde
el principio-. Número uno, darme un relajante y largo
baño de espuma.
Parecía algo sin importancia, pero dada
mi situación, no lo era. El sentir los ojos de Rei
clavados en mí persona, no me permitía disfrutar
del sencillo placer de un baño de agua caliente. Por
eso, una hora más tarde, salía de la bañera
con evidente cara de satisfacción. Con esa sensación
de relax me acerqué al papel y escribí. Hecho.
- Dos –continué leyendo-. Cantar
a todo pulmón canciones de Alanis Morissette, sin escuchar
sus comentarios sarcásticos sobre mi voz.
Cuando me cansé de tanto berrido, continué
con la siguiente “Ver la película Ghost sin tener
que oír las continuas quejas de Reinaldo sobre lo falso
que era el papel de fantasma que hacía Patrick Swayze”.
Un par de horas más tarde y con lagrimones en la cara,
escribí en la lista, hecho. Y así continué
con el resto, hasta que al mirar el papel me di cuenta que
ya estaba en la última. “Cocinar totalmente desnuda”.
Mientras terminaba de preparar los crepes al cava, tal como
había venido al mundo, escuché un débil
sonido que venía de afuera. Muy tarde comprendí
que se trataba del ruido de una llave, porque cuando me quise
dar cuenta, estaba delante de mi compañera de cuarto,
que me miraba con los ojos como platos. El estar sin ropa
tiene esas cosas.
- Kathiuska yo estaba… -alcancé a decir justo
cuando ella se lanzaba a mis brazos para estamparme un impresionante
beso en los labios. Cuando se separó de mí,
la sorprendida era yo. Luego, cariñosamente me tomo
de la mano y me llevó a su habitación.
Esa misma noche, me levanté con sigilo
de su cama y me fui al lugar donde había dejado la
lista roja. Tenía que escribir la nueva actividad que
había experimentado durante la ausencia de Rei. Una
vez lo hice, y con una sonrisa en los labios, escribí
a su lado. Hecho.
23. EL DIA QUE DESCUBRÍ PORQUE EL BEISBOL
ES EL MEJOR DE LOS DEPORTES
Hace poco averigüe uno de los secretos
mejor guardados de Katiuska. Es una fanática del béisbol.
Al principio no comprendía como una rusa era capaz
de adorar el deporte bandera de los norteamericanos, pero
con el tiempo he dado con la respuesta. Ella me lo explicó
así.
- Se enfrentan dos rivales. El que más
carreras hace, gana, para hacer carreras, antes debe pasarse
por todas las bases. El béisbol es un deporte que se
mejora con la práctica y donde la edad no es tan importante,
siempre que se tenga aguante físico para ello. Además
se puede jugar diariamente y si te descuidas crea adicción.
Sinceramente no me enteré de nada, hasta
que se me ocurrió buscar un símil para comprenderlo
mejor, y lo encontré en el sexo.
Para conseguir tu objetivo, o sea el orgasmo, debes pasar
por el resto de las bases; besos, caricias, tocamientos, aunque
no es necesario ir de una en una, pero entendiendo que el
conseguir una carrera completa sin pasar por alguna de ellas,
es una quimera.
Pueden celebrarse varios partidos el mismo día, y cualquier
momento es bueno para jugar. No todos los encuentros acaban
igual, pero a veces se dan resultados abultados. Debe tenerse
cuidado con las lesiones y comprender que uno puede tener
un mal día. Las carreras encadenadas no suelen darse,
pero cuando ocurren son todo un espectáculo, y lo que
nunca debe perderse, es la deportividad con el rival.
Esta noche tenemos partido, y aunque esta mal decirlo…
espero ganar.
24. EL DIA QUE COMPROBÉ QUE LA MANZANA
SIEMPRE CAE CERCA DE SU ARBOL
- ¿Tan mal esta? Su silencio contestó
mi pregunta.
Hacía años que no veía
a la abuela Victoria, pero siempre había gozado de
buena salud. Por eso me sorprendió aquella llamada.
Grave era el asunto si Vladimir se molestaba en contactar
conmigo. Al colgar el teléfono, ya sabía lo
que debía hacer.
Llené una pequeña maleta, me despedí
de Kathy, cogí un avión y unas horas más
tarde, ya estaba en el pueblo. Desde que me fui de Tenerife
no había regresado.
Me sentía extraña, como si todas las experiencias
vividas en esas polvorientas calles fueran de otra persona.
La de aquella silenciosa chica que iba de negro, acompañada
por su fiel Sebastián. Ya no soy ella. Perteneció
a mi otra vida.
Diez minutos más tarde, el taxi me dejó en la
puerta. Vladimir esperaba por fuera mientras se fumaba un
cigarro. Ni se molestó en saludarme, solo me hizo ver
con un gesto que la abuela estaba arriba esperándome.
Le pregunté si había contactado con Jesús.
Negó con la cabeza.
Mientras subía las escaleras no dejaba de pensar en
lo cruel que era el destino. Mi hermano mayor, Jesús
Iriarte, prometedor arquitecto que a sus treinta años
era la imagen del éxito, era feliz solo en apariencia,
porque lo único que deseaba era lo que su hermano le
había quitado. Roma Daconte. Cuando un hermano te rompe
el corazón, no hay reconciliación posible.
Entré en la habitación, y me quedé absorta
mirando a la esquelética mujer que yacía en
la cama. Vestía como mi abuela, sonreía como
mi abuela e incluso hablaba como mi abuela, pero no podía
ser ella.
- Cáncer de pulmón, querida –dijo
en un susurro. Era como si me hubiera leído la mente.
Instintivamente miré a mi izquierda,
donde Rei se encontraba. Atenta, esperé a que el espíritu
me diera algún indicio de que el final de mi abuela
estaba cerca, pero se limito a observarla. Respiré
aliviada.
- ¿Por qué no estás en un hospital? –pregunté
por fin.
- Me dieron a escoger, y preferí venir a casa de tu
madre.
- Pero ella no pueden atenderte bien. Sabes como es.
- Tengo lo que necesito, Joselin. Y a veces, es suficiente.
Me acerqué a ella y le cogí de
la mano. Estaba fría como el hielo.
- Te traigo una manta, abuela. Debes abrigarte
bien.
- En el último cajón de esa cómoda. Y
ya que estas, tráeme también el cofre rosa.
Así lo hice, primero la arrope y luego
le di el cofre. Sin esperar un instante ella lo abrió
para sacar una tarjeta negra. Extendió su temblorosa
mano para que la cogiera. Anselmo Batista aparecía
escrito.
- ¿Quién es esta persona?
- Él que te ayudará a librarte del engendro
que tienes a tu espalda. Tal como hizo conmigo.
25. EL DIA QUE ENTENDÍ QUE JUGAR CON CARTAS MARCADAS
NO TE GARANTIZA EL TRIUNFO
La revelación de la abuela Victoria lo
había cambiado todo.
Poder librarme del espíritu de Reinaldo Arias variaba
sustancialmente mi perspectiva. Esta vez la pelota estaba
en mi tejado.
De alguna manera, ya estaba resignada de tener un alma en
pena siguiéndome los pasos hasta el fin de mis días.
Por eso, ahora que tenía opción de cambiar mi
destino, tenía que sopesar lo que más me convenía.
Empezaba mi vida laboral. Tuve suerte en conseguir un trabajo
un mes después de haber salido de la facultad, y no
quería arruinarlo por culpa de un fantasma que se ponía
tonto en cuanto no era el centro de atención. Además,
el saber que por fin podría llevar una relación
normal con Kathy, hacía inclinar la balanza hacía
la opción de ir a ver a Anselmo Batista. Era increíble
el poder de aquel trozo de papel que tenía entre los
dedos.
- ¿Y que harás cuando no esté,
Josy? –me preguntó el espíritu, algo hastiado
de verme con la tarjeta negra en la mano-. Después
de todo, convivir conmigo no es tan difícil.
- Mientes, Rei. ¿No te acuerdas la que armaste ayer,
cuando no pudiste ver esa serie a la que estas enganchado?
- Es que era el último episodio de “Entre Fantasmas”.
- Ves a lo que me refiero. Me importaba un bledo ese programa,
pero como tenías que verlo, no me dejaste otra opción.
Mi vida depende en exceso de ti, Reinaldo, y eso tiene que
acabar.
Esa última frase lo intranquilizó,
ya que al momento empezó a revolotear por la habitación.
Cuando se detuvo, me miraba con frialdad.
- Negociemos.
- Acaso tienes algo que pueda interesarme –no pude evitar
echarme a reír en su cara-. Perdona Rei, pero yo soy
la que tiene la sartén por el mango en esta situación,
y me niego a negociar.
- ¿Es tu última palabra, Joselyn Iriarte? –con
un gesto le hice ver que sí-. Entonces, que así
sea.
En ese instante sonó el teléfono.
Mientras sonaba, Reinaldo sonreía.
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