Desde el día que Joselyn
Iriarte dijo su primera palabra, su familia comprendió
que se trataba de una niña muy especial. Poseía
un don. No era como los demás. Era diferente.
Este libro es una novela iniciática, en el sentido
machadiano: caminante no hay camino, se hace camino
al andar.
Josy posee una sensibilidad especial, “siniestra”
vista con los ojos de la normalidad, y sus compañeros
de viaje no tienen tampoco nada de vulgar.
Pero también los diferentes tienen derecho a conseguir
encontrar su lugar en el mundo. Y a medida que crece y aprende
y conoce a gentes normales y extrañas, va logrando
aceptarse a sí misma, comprendiendo que ser “siniestra”,
Siniestra Josy, en el fondo no es tan malo.
Quizá incluso debería de considerarlo como
algo -más que bueno- genial.
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