El barco
atraca en Itaca
De una docena larga que partieron del puerto
situado en la asfaltadísma calle del Duque de Fernan
Nuñez once tripulantes llegaron al final del mítico
viaje, la Itaca de un tipo a veces afeitado, a veces con perilla,
a veces con gafas, a veces con lentillas, que se hacía
llamar El Capitán y que durante nueve meses estuvo a
bordo de un barco que tenía como misión surcar
los océanos de la imaginación para que cuántos
viajaban en él fuesen capaz de crear , dar vida, a un
personaje, que como en la historia bíblica de Adán
y Eva, partiría de una costilla, un recuerdo, del autor,
para luego formar un ser independiente y con voluntad propia
(o casi propia, porque el autor en el fondo siempre manda).
Hace nueve meses cuando propuse esta aventura a amigos y conocidos
supongo que muchos desconfiaron de que fuéramos realmente
a llegar a Itaca, y -creo- que ninguno de los asistentes a la
presentación del mapa del viaje están en ésta
foto final en el que una construcción para niños
situada en el centro de un parquecito de la Plaza de las Descalzas
nos ha servido de barco para inmortalizar, o al menos retrasar
su desaparición, el momento en el que una docena nueva
de personajes: Claudio, Ramón, África, Toni, Pablo,
Elvira, Lucía la Muñeca, Anita, Alicia, Mónica,
Emma, Quentin, Luco... y los que no llegaron a la plenitud pero
si conocieron la infancia y la adolescencia, se han sumado al
mundo de los personajes de ficción. Alguien podr`´ia
decirme que hay muchos personajes de ficción en el mundo,
y que no es necesario ningun Capitán imaginario ni el
trabajo de sus esforzados Tripulantes para aumentarlo. Pero
en comparación con el número de habitantes reales
de la tierra los ficticios, los habitantes ficticios, son una
minoría ligera e imprescindible, que no pesa, no ocupa
lugar, y hace y hará siempre más ricos y placenteros
nuestros pequeños o grandes sueños. Desde aquí
felicito a todos los valientes que se apuntaron en esta primera
travesía, que -estoy seguro- servirá de ejemplo,
primera ruta, para muchos viajes más. Crear un personaje
es algo fascinante, ser un poco "Dios", exorcizar
nuestros males y temores, y sobre todo dejar bailar a ese rincón
oscuro que todos llevamos dentro, aunque alguno por pereza o
timidez o presión de las circunstancias lo niegue, llamado
imaginación. Bienvenidos a Itaca, ésta isla pobre
que sin embargo es capaz de regalar a cuantos se embarcan en
su busca un único, irrepetible y maravilloso viaje.
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