INFANCIA
SOMBRA BLANCA
Mientras él se alejaba, el recuerdo le vino a la cabeza
Se llamaba Nicolás. Era un pato de una inteligencia absoluta,
en la casa tenían muchos patos pero Nicolás era
único. En una ocasión uno de los perros le había
mordido en el buche. Sara lo encontró despues de dos
dias y lo llevó a casa, cuando su madre abrió
la herida, estaba lllena de gusanos, pero lo curaron. Agua y
sal por la mañana, agua y sal por la noche, agua y sal
a medio dia y así hasta cicatrizar.
Nicolás se acostumbró a sus manos, a dormir bajo
su cama y a seguir todos sus pasos y ella amó aquella
pequeña sombra blanca los dos años que vivió.
un dia el mismo perro que le habia mordido una vez, consiguió
hacerlo de nuevo, en aquella ocasión Sara estaba allí,
y no pudo libralo, aunque partió el palo de una escoba
en el lomo del perro, este no soltó a Nicolás.
Ella no pudo hacer nada. Se sintió pequeña, y
desolada, contemplando como su adorado Nicolas iba perdiendo
la vida. Los últimos graznidos que dió con el
pico muy abierto fueron sordos, y angustiosos, y Sara los entendió
como tantas veces
Haz algo Sara haz algo que me mata
y Sara seguía descargando golpes sobre el lomo de aquella
bestia impasible
En el último momento Nicolas enderezó su cuello,
y miró a Sara con sus ojillos negros llenos de espanto,
despues se calló, dejo de pèdir auxilio y su cuerpo
se volvió blando como un trapo a merced de las sacudidas
del perro.
Ahora Sara se sentía igual de impotente, sentía
la misma rabia.
El se iba y ella no podía hacer nada. Volvía a
ser aquella niña desolada y hubiera deseado tener, al
menos, una escoba en sus manos para poder partirsela a alguien
sobre el lomo
LA SUPERVIVIENTE
Siempre había querido ir
al colegio, y ahora que por fin estaba alli no se iba a rendir
al primer contratiempo. El primer contratiempo se apellidaba
Tagua. Era su compañero de pupitre. Un niño de
un color blanco asqueroso, sin cejas ni pestañas. Un
niño que olía, olía como a mantequilla
rancia. Alguna vez Sara llegó a pensar que si Tagua se
cortara de la herida brotaria leche en vez de sangre.
Nadie le habia repugnado hasta entonces, pero ese primer dia
de colegio conocio eso, el asco.
El asco es una cosa que se te agarra en el estomago, en la garganta
y te axfisia.
Decidió no decirselo a su profesora ni a su madre, despues
de tanta insistencia en ir al colegio no queria drefraudar a
nadie.
Quiza, si lo hubiera dicho, todo habria sido mas facil, la habrian
cambiado de pupitre, pero ella era la menor de cuatro hermanos,
una superviviente, podía soportarlo todo, incluso quedarse
alli, cercana a la naúsea.
Se tragó su asco y cada mañana durante nueve meses
se sentó en aquel pupitre, con su brazo derecho rozando
inevitablemente el brazo izquierdo de él, convencida
de que aquél sacrificio diario la haría más
fuerte, más mayor.
Ahora de nuevo estan unidos por
sus brazos, ella no puede mirarlo pero reconoce su olor axfisiante,
es como una broma de la vida que treinta años después
él le esté dando su sangrelechosa. De nuevo el
asco...
Quizá aún está
a tiempo de pedir que la cambien de pupitre. Nota que no puede
moverse pero puede gritar:
- Señorita May!! Cambiame de pupitre, me repugna este
niño,
Ha gritado con todas sus fuerzas, y alguien ha puesto una mano
en su frente
- tranquilicese señora, va todo bien, estaremos en el
hospital en menos de veinte minutos, voy a ponerle un calmante.
Pero que dice esta estúpida? piensa que deliro?
- quiteme a este niño mantecoso de mi lado, no ve que
voy a vomitar?
Y entonces, nota el vomito caliente subiendo desde su estomago
y lo deja salir.
Sara está decidida. Esa misma tarde en cuanto llegue
a casa se lo va a contar todo a su madre
- Mamá, - le dirá-
hoy he vomitado en el colegio por que mi compañero de
pupitre me da mucho asco.
Y su madre lo arreglará
todo y ella se dormirá, como ahora, sabiendo que mañana
todo irá bien.
todo irá bien, mañana, verdad mamá? mañana...mamá...mañana...mamá...mamá...mamá..
Un sueño lacteo se apodera
de Sara.
UN CERCO DE POLVO
U n cerco de polvo, eso es lo único que queda sobre la
repisa.
Allí donde siempre estuvo, solo queda una marca rectangular.
Sara, petrificada ante el desolador espectáculo, trata
de comprender,
¿Que ha pasado?, ¿dónde está?
La voz de su hermano, suena burlona tras ella
-te lo dije-
Es cierto, Alfredo la había advertido de su venganza
, dos días atrás, cuando ella rompió los
huevos de la paloma colipava. Pero entonces no lo creyó
capaz, aquello era demasiado cruel. Dos huevos son mucho menos
que un cofre, ¡que su cofre mágico!
-te lo dije- repite Alfredo
Entones, ella se gira y se encuentra con los ojos gatunos de
su
hermano. Se sostienen la mirada unos segundos, miden sus fuerzas.
El está excitado, mientras espera el estallido de cólera
de su hermana.
Sara siente el impulso de pegarle pero en el ultimo instante
se
contiene, sabe que seria inútil, pero sobre todo sabe
que es
lo que Alfredo espera. Y no, no le dará ese gusto.
-Aguanta-, se dice, -aguanta Sara-.
tras unos segundos la rabia va cediendo, lo suficiente para
no llorar y salir dignamente ante los ojitos amarillos, diminutos
de tanta risa, de Alfredo.
Lo oye reír mientras camina, como si nada, por el pasillo,
ahora mas deprisa, atraviesa la cocina, Y ya en la calle, libre
de la risa y sobre todo de la mirada de Alfredo, al fin puede
correr.
Sara corre Corre hasta su árbol, mientras hace recuento
de la perdida. Estaban las postales de la abuela, la oreja de
toro disecada, las semillas y la pluma de pavo real, y por si
fuera poco el cofre en si, su cofre mágico con su cajoncito
secreto.
Imaginó todo aquel tesoro en manos de Alfredo. Hubiera
preferido comer lentejas para desayunar toda la vida.
Su árbol, su cuartel general. Al fin puede llorar y patalear
su ira a salvo de
todas las miradas.
Una venganza, necesita una venganza, una enorme.
Ira al palomar y acabara con todos los huevos.
Si, eso haría.
Se secó las lagrimas y lo hizo, fue al palomar, y apisonó
todos los huevos con los zapatos gorila, y se murió de
placer imaginando la rabia de su hermano, cuando encontrara
aquella tortillita.
Había comenzado la batalla de amor y odio, entre Alfredo
y
Sara. Aquello no fue mas que un asalto, una escaramuza, el prólogo
de una gran guerra que duraría toda la vida.
UN HILO DE SANGRE
Durante un rato nadie la había
buscado. Estarían demasiado ocupados curando a Alfredo.
Ella que nunca salía victoriosa en la batalla diaria
con su hermano, esta vez había ganado...o perdido, no
sabía , no estaba segura de nada. Lo único que
sí sabía era, que la piedra le había acertado
de pleno en la cabeza, que el había quedado tumbado en
el suelo los ojos cerrados, y un hilito de sangre apareciendo
entre sus flequillo.
No recordaba nada más, no recordaba nada más,
sólo que había sentido un impulso irrefrenable
de correr.
Había corrido sobre la tierra recién arada, tropezándose
con los terrones, cayéndose una y otra vez, luego había
atravesado el olivar corriendo también. Un olivo, otro,
otro, todos iguales los iba dejando atrás. Siempre corriendo.
Cuando ya no pudo tirar de sus botas llenas de barro, ni de
la culpa que le mordía el corazón, se acurrucó
en el hueco de un olivo seco, sin saber que hacer.
La tarde iba cayendo, y el cielo plomizo que amenazaba lluvia
parecía cada vez más bajo, cómo si pudiera
llegar a aplastarla. Estaba perdida, paralizada y asustada,
intentaba recordar lo que había pasado, pero sólo
recordaba la cara de Alfredo, con su hilillo de sangre.
En la lejanía sonó la voz de su madre
Saara... Sara!
Y luego la de su padre
Saara, Sara
Y luego la de sus hermanos.
Todos gritaban, todos la buscaban. Los gritos llegaban de todos
sitios, se acercaban y se alejaban.
Sara no se movía, pensó en la posibilidad de quedarse
allí para siempre, agazapada bajo el olivo. Perdida
Anochecía , y el campo
se llenaba de sonidos extraños.
Entonces Sara la oyó, era la voz de Alfredo que también
la llamaba,
Sara... Sarita, me han dado dos puntos ven a verlos
Sara saco la cabeza de su escondrijo, para oír mejor
Para distinguir entre todas la voz de Alfredo
Y entonces, al oirla, le invadió una sensación
de paz, y un calor que subía cómo de la tierra
y se fue quedando dormida.
Sabía que todo estaba bien , que Alfredo la encontraría.
Aún les quedaban muchas batallas por librar.
El patio de los Fernández
A Sara le encanta el dinero.
Le gustan los billetes, y las
monedas, sobre todo las monedas.
Las acumula en un bote alto de cristal, que cada vez está
mas lleno.
A veces lo voltea arriba y abajo, Y las monedas se revuelven
dentro con gran estruendo A veces abre la tapa y las deja libres
sobre la cama, y comprueba que sus preferidas siguen allí,
la de la manchita verde y la otra, la del agujerito, la extranjera
y la negruzca.
Conseguir monedas es un juego
para Sara. Basta con ir al patio de sus tíos los Fernández.
Allí ,brotan monedas de todas las plantas . Es difícil
encontrarlas, no siempre están en la tierra, a veces
nacen altísimas, en la palmera o en las ultimas ramas
del jazmín, o se esconden entre la hiedra...pero Sara
es una experta recolectora, y sus tíos la van guiando
-frío, frío-,si se aleja de la planta que hoy
ha sido generosa
-caliente, caliente-, si el dinerito anda cerca.
-Ay, ay! que se quema Sara , que se achicharra-
Y Sara, salta y grita sin poder contener la emoción porque
ha descubierto la moneda. Pero si está muy alta se desespera,
zarandea las planta para que caiga o le implora a su tío
que la alce en brazos para alcanzarla. Esta es la parte que
a todos les divierte mas , Sara despliega su ingenio de ratona,
y se sube a una silla , busca el palo de una escoba , tira piedras...
Inventa de todo para obtener la moneda. Siempre la consigue.
Así que el bote termina
llenándose.
- Ahora hay que gastar el dinero-
Sara no entiende porqué. Pero su madre, lo tiene clarísimo,
irán a la tienda y comprarán una cosa para ella
y una para cada hermano....
En la tienda Sara contempla los estúpidos juguetes sin
saber que elegir...Nada es tan precioso como su colección
de monedas.
Con una bolsa llena de juguetes inútiles en una mano
y su bote vacío en la otra regresó Sara a casa
pensando que era mas fácil y divertido juntar dinero
que gastarlo. Sin embargo contemplar el tarro vacío,
le dio una gran idea, ¡podía empezar otra vez su
colección!
Al día siguiente, bote
en mano, fue otra vez al patio de los Fernández Y quizá
entonces, germinó su extraña tesis económica,
de que para tener dinero hay que “hacer hueco” gastando
el que ya se tiene.
AUTO DE REYES MAGOS
Mamá puso el grito en el
cielo
Y a Sara se le quebró su ilusión cómo una
cajita de música arrojada desde un tercer piso
Se lo susurraron aquella mañana en el colegio, y ella
lo dijo en casa :
--Ya no creo , no son verdad-
Se armó una tragedia. Una autética tragedia. Nadie
había contado con que la benjamina lo descubriera tan
pronto
La de Sara ya estaba pulverizada, pero ahora, qué hacían
con la ilusión de la abuela?
La propia Sara con su asombrosa capacidad de dar la vuelta a
las cosas dio la solución.
-Mamá si quereis puedo volver a creer?-
-De verdad cariño, harias eso por tu abuela?-
Si y mientras pronunciaba ese sí, empezó a olvidar
eso que le habian susurrado por la mañana.
El día de reyes magos, la familia Segundo asistió,
asombrada, a la gran actuación de Sara. Mientras abría
los regalos no hubo un “ohhh“, ni un “ahhh“,
que no superara al anterior, y el cresccendo fue tal, que la
abuela casi llora contemplando la apertura del ultimo paquete
traido desde oriente en un camello volador. Por supuesto!
Mas tarde mama encontró a sara, la comediante, perdida
en un mundo de fantasía, con olor a muñeco nuevo
y guiñandole un ojo le susurró,
-Que bien lo has hecho ratona-,
-El que mamá?-
Su madre sonrió sintiéndose cómplice, e
insistió
Lo de esta mañana, lo de los reyes
Sara la miraba sin comprender
Por que aquello no había sido una actuación ,
sino un juego. Y en los juegos las cosas son siempre verdad,
verdad como Los Reyes Magos, verdad como todas las mentiras
. Verdad de la buena, siempre que uno quiera seguir jugando.
Caperucita y el viento
Mamá le había regalado
una capa de caperucita roja y obligó a Alfredo y a Chico
a jugar con ella.
El olivar era hoy un lugar peligroso. En él acechaban
dos lobos. Uno, su hermano Alfredo, perverso, y el otro, Chico,
directamente el demonio. Pero Sara llevaba un arma secreta en
la cestita, una caca de perro envuelta en papel de plata.
tralaralarita, voy con mi cestita.
Sara hace como que camina despreocupada, pero en realidad sus
ojos van atentos para descubrir al lobo agazapado tras un árbol.
lalaralarita, llevo cosas muy ricas,
que hará si le atacan los dos a la vez?
tralaralarita a casa de mi abuelita
canturrea bajito para así poder oír a los lobos.
Nada, no se oye una mosca, solo el viento en los árboles
y la canción de caperucita, cantada cada vez más
alto.
tralaralarita, doy otra vueltecita
Nada. Ni rastro de las fieras. Una certeza le pellizca el corazón.
Está sóla.
Aquella tarde no aullaron los lobos en el olivar, y la canción
de caperucita se fue extinguiendo
Aquella tarde caperucita perdió. Llego sana y salva a
casa de la abuelita, pero descubrió que aquel juego sin
un buen lobo al acecho era eso, una caca de perro bien gorda,
como la que ella aun tenía en su cestita.
ADOLESCENCIA
De color azulón
Era de color azulón, de loneta, con
bolsillos laterales. Muy práctico, según mamá,
divino según Sara
Se lo colgó al hombro, y se obró el milagro; Se
sintió una mujer. No lo era , pero aquel primer bolso
de su vida con el que mañana iría a clase, tenía
el poder de hacerle sentir así, como si fuera Farra Facet
Mayor.
Al día siguiente Sara Facet Major y el bolso azulón
entraron en el aula.
Pero que había pasado? De donde habian salido aquellos
renacuajos con sombra en el bigote, que aún jugaban con
los madelman?
Mientras colgaba el bolso en su silla miró por la ventana,
hacia el patio donde los chicos de C.o.u, con sus barbas afeitadas,
jugaban al futbol. Ellos si que estaban a la altura de una mujer
con bolso de loneta ¡azulón!
FALDITA ESCOCESA
Un falda escocesa ! Se había
puesto una falda escocesa. Aquello era la gota que colmaba el
vaso.
A Sara se le apretó el gesto cuando la vió llegar,
sus negras cejas se arquearon y una arruguita vertical pintó
el enfado en su cara de niña. Pero cómo tenia
la osadía de presentarse con aquella horrible faldita
escocesa, y los calcetines a media pierna, no había dejado
Sara bien claro que para el viaje a Madrid todas irian en Vaqueros?
Ya no había duda. Tenia que echarla del equipo ¿a
quien? A quien iba a ser ? A La Cochino, La BigPig, La Bueyrónica,
La Vacarónica, la Michelin, tenian mil nombres para llamar
a Verónica López y 99 eran idea de Sara.
En honor a la verdad hay que decir que La Bueyronica
López no jugaba mal, pero era tan gorda...cada una de
sus tetas eran mas grandes que el propio balón. Era tan
fea....con aquellas enormes gafas de concha sujetas por una
gomilla...y los orificios de la nariz , de por si. enormes,
se dilataban a mitad del partido y su respiración sonaba
como la de un animal... era muy fácil reirse de ella!
Y sara que dentro de aquel cuerpecillo de mujer incipiente seguia
siendo una niña se tomó lo de la falda escocesa
como una afrenta personal, como un desafío como una declaración
de guerra, y en eso ella no tenía medida, siempre llegaba
hasta el final.
La ocasión la tuvo aquella misma noche, en Madrid, en
el hotel regina, la bueyica las invitó a ver su habitación,
como era la única individual, -¡a la pobre siempre
la dejaban sóla!-, le habian dado una con balcón
sobre la calle Alcalá, y ella tan generosa abrió
su balcon para que todas se asomaran. A Sara le bastó
una decima de segundo para pensar y ejecutar su venganza. En
un abrir y cerrar de ojos, cerro por dentro aquel balcon .
Afuera en la fresca noche de abril se quedó Big Pig,
con su camison celeste y sin sus gafas, avergonzada y sin atreverse
a gritar, asustada pensando hasta cuando la dejarian Sarita
y sus secuaces, en aquel balconcito del septimo piso del hotel
regina.
La Bueyca no volvió a desafiar a la pequeña Sarita,
y la falda escocesa quedó desterrada de su armario.
inexplicablemente
Sara, dijo que tenía un caballo volador
Ella contestó que conocía un árbol que
hablaba.
Se gustaron. Desde el primer día.
Todavía hoy se gustan.
Inexplicablemente
Sara dejó la puerta del jardín
abierta, aquella niña
entró, y se quedó allí para siempre
inexplicablemente
Sara inventó un mundo lleno de rendijas, un día
aquella niña se coló por una de ellas y se quedó
a inventar con Sara. Todavía inventan juntas.
inexplicablemente
Sara dibujaba árboles en su jardín imaginario
Un día aquella niña menuda llegó y se puso
a dibujar con ella
Han pasado muchos años.
Hoy el jardín es un paraíso que han pintado entre
las dos.
inexplicablemente
Sara cansada de estar sola, dibujó una puerta en su jardín,
Aquella niña descarada entró (y se puso a dibujar
flores con ella,)
Hoy el jardín de Sara es un rincón misterioso
que han pintado entre las dos.
Inexplicablemente
Se han querido desde el primer día,
inexplicablemente.
Los
Relatos de LA TRIPULACIÓN
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