SE
MERECE UN PREMIO
El gorro rojo.
Los pantalones rojos. La chaqueta roja. Los zapatos morados. Los zapatos
morados apenas rozando el suelo de adoquines ya que le llevan casi en
volandas, a rastras. Acaban de detenerle. A Papá Noel.
Un periodista avispado capta la imagen con su cámara de bolsillo.
Posible portada de mañana. El policía municipal sonríe
en dirección al objetivo. Orgulloso. Satisfecho. Tiene un ojo
especial para detectar a esos tipejos que se disfrazan. Descuideros
en su mayoría. Al menos arresta uno cada Navidad. Un Papá
Noel. Su capitán lo dijo el año pasado delante de todos
los compañeros: se merecería un premio.
Un niño grita. La voz quebrada. Al borde de las lágrimas.
Pregunta a su padre que sucede. El Papá Noel le sonríe
y es él quien responde al pequeño.Nada,
nada, no pasa nada, este señor me está llevando al sitio
donde se guardan muchos juguetes para que yo pueda repartirlos entre
los niños. El agente, irritado, aprieta con fuerza el antebrazo
del detenido.