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No
es un avión...., es dos aviones. No es un hombre, es
dos hombres y un cuarto (de baño), no es normal, pero
es Panizo , Javier Panizo. |
Hay una mujer en la ventana, de espaldas, a
punto de desabrochar el corchete de su sujetador negro, y Javier
Panizo maldice su suerte, su mala suerte, porque la noche anterior
los cristales de sus gafas se hicieron añicos al estrellarse
contra el suelo y el oftalmólogo le ha indicado que no
utilice sus lentillas al menos durante cuarenta y ocho horas
para así poder graduar con precisión las dioptrías,
más de seis en cada ojo, que deberán llevar sus
nuevas lentes, por lo que en el presente momento la visión
de nuestro héroe es claramente borrosa y deficiente.
Aún así, Javier, orgulloso de ese instinto que
le permite localizar a una mujer desnudándose aún
en su actual condición de tientaparedes, se apresura
a cruzar la calle, desierta pues son las tres de la mañana
y estamos en la apacible y quieta ciudad de Murcia, con el pulso
acelerado y los párpados guiñados hasta conformar
la más estrecha de las ranuras posibles, fantaseando
con la posibilidad de acercarse lo bastante a la ventana como
para alcanzar a distinguir los pechos de la mujer, que ya imagina
grandes y blancos, anubados, cuando esta se gire, porque seguro
que se girará, tras haber interrumpido con un indiferente
movimiento de dedos la sugerente negra línea que dibuja
en su espalda el tirante del sujetador negro. Está sólo
a un metro de distancia, el corazón burbujeante, el cuello
alargado como en la facilidad de un sueño, cuando comprende
que la negra línea del sujetador no es tal, sino parte
de un dibujo. Un dibujo que representa a un hombre ciego con
un bastón. Y lo que está mirando no es una ventana,
sino un cartel retro iluminado de la Organización Nacional
de Ciegos, la Once.
La
Javier Panizo COLLECTION
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