EL
HIJO DEL ANTIVIRUS
En una de las mejores películas de Chaplin, EL
CHICO, podía verse como un niño, dirigido muda y astutamente
por Charlot, su padre, iba rompiendo a pedradas cristal tras cristal y
al siguiente plano se veía al hombre del sombrero hongo (menos
mal que Aznar no llevaba sombrero hongo) y el bigote cargado con sus cristales
y haciendo crecer su pequeño negocio.
Sigue existiendo. El hijo del cristalero. En este caso el hijo del antivirus.
Me refiero a los virus informáticos. Esos simpáticos programas
que pueden arruinarnos el trabajo de años, de una vida..., en beneficio
-busquemos a quien beneficia el crimen, como decía el Poirot de
Agatha Christie- de las compañías antivirus. Personalmente
no me creo que haya ningún hacker en el mundo a quien interese
fastidiarme la vida; si quisiera hacerse notar me mandaría un cuento,
o una foto, o una película de un elefante volador (por ejemplo).
Mi humilde opinión es que son las compañías de software
que comercializan productos antivirus quienes cultivan lentamente esos
malignos programitas en sus cubetas virtuales y los lanzan contra los
usuarios, como el hijo del cristalero lanzaba piedras contra los cristales,
cuando decae el negocio; o su ambición necesita que crezca más
y más. Es una práctica vieja como el mundo, y las compañías
de seguridad también deben de conocerla perfectamente. Un par de
robos en un barrio y todo el mundo paga sesenta euros al mes para tener
una pegatina de color pegada en la puerta de su casa para que los ladrones
sepan que ellos están protegidos. Protegidísimos (ay, que
risa).
Mi experiencia con los antivirus, y concretamente con los prestigiosísimos
chicos de Norton, me hace pensar que si no son ellos los que envían
los virus tienen algún hijo descarriado, el hijo del antivirus,
que envía los patógenos virtuales para que su despreciable
padre vea aumentar su cuenta de beneficios. Y si no, ¿cómo
interpretarían ustedes que durante un año no me haya visitado
ningún virus y justo cuando empiezan a llegarme los mensajes de
la compañía antivirus -SU SUSCRIPCIÓN CADUCA EN CUARENTA
DÍAS, SU SUSCRIPCIÓN CADUCA EN MENOS DE UN MES- me llegue
uno dentro de un correo magníficamente diseñado y firmado
nada menos que por Microsoft? Claro, es el pirata, el malvado y desconocido
Patapalo de los mares del mail electrónico, quien falsifica y se
hace pasar por otro para fastidiar al pobre Javier Puebla en -pero es
sólo una coincidencia- el momento que su antivirus está
a punto de caducarse y para seguir utilizándolo es preciso pagar
una pasta.
Yo pienso mal, lo siento. Demasiada coincidencia. Me lanzan la piedra
contra el cristal, que aguanta porque está protegido por el fortachón
del antivirus, y a continuación me llega un mensaje recordándome
que si no sigo protegido la próxima vez que me tire un niño
pirata una piedra se hará añicos mi ordenador y tendré
que llamar, para que lo repare, al payaso de Norton, quiero decir: de
Charlot.
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